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Soldados estadounidenses de la Guardia Nacional del Ejército de Texas monitorean un área a lo largo de la frontera sur cerca de McAllen, Texas, como parte de la Fuerza Fronteriza Táctica de Texas, el 3 de febrero de 2025 (crédito: U.S. National Guard).

El panorama de la seguridad regional México-Estados Unidos en 2025

Una crisis mucho más profunda – Seguridad Internacional

El enfoque actual de la administración de Trump en cuanto a la seguridad nacional en México responde a algo más que al fentanilo.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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El carácter de la atención especial que comenzó a recibir México —la cual superó a la que recibían otros países, como China y Canadá— con la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense en enero del 2025, ha generado incertidumbre en toda Norteamérica. Durante su inauguración anunció que catalogaría a las organizaciones criminales mexicanas —conocidas como ‘cárteles’— como organizaciones terroristas extranjeras (lo que se acaba de concretar recientemente). Consecuentemente, iniciando un debate sobre lo que implica un cambio tan drástico en materia de seguridad nacional estadounidense. Esto se suma a la retórica, los discursos y las iniciativas tomadas por el gobierno estadounidense, como el envío de aviones de reconocimiento al mar de Cortés y de 1,500 militares estadounidenses —1,000 miembros del ejército y 500 de la Marina— a la frontera[1]. Todo apunta a que la dinámica de seguridad en la frontera está cambiando, con implicaciones para las relaciones entre Washington y la Ciudad de México.

En respuesta a la incertidumbre, varias plataformas de internet, como YouTube y X (Twitter), se han inundado con internautas o influencers asegurando que las fuerzas especiales estadounidenses van a arrasar con las organizaciones criminales mexicanas y que las relaciones entre México y Estados Unidos están prácticamente en picada. Pocos realmente se han tomado el trabajo de publicar noticias o videos con análisis serios del posible desenlace de la crisis norteamericana.

Se ha generado desconocimiento respecto a lo que realmente sucede, a qué se debe y cómo podría desarrollarse esta coyuntura entre México y Estados Unidos. En parte, esto se debe a que no se conoce mucho sobre el estado actual de la política mexicana y las fuerzas armadas. Por otra parte, se ignoran las razones que han llevado a la administración de Trump a tomar estas decisiones respecto a México y al tráfico de narcóticos. Las razones solo se han centrado en el impacto social del narcotráfico y las organizaciones criminales mexicanas, del fentanilo y el riesgo para la salud y la seguridad en Estados Unidos.

Resulta importante analizar el estado real de la situación en México y los factores que realmente han contribuido a una postura más agresiva por parte de Washington respecto a temas que han estado afectando a ambos países por más de dos décadas. Así mismo, el artículo presenta un escenario mucho más probable, dado el contexto geopolítico norteamericano y lo que se encuentra dentro de las capacidades de su gobierno respecto a la crisis.

[1] Incluso el tipo de unidades que se podrían enviar como “soldados de la 82.a División Aerotransportada y la 10.a División de Montaña y una brigada Stryker de la 4.a División de Infantería” indican una medida más drástica por parte de Washington (Schogol & White, 2025).

Contexto geopolítico en 2025

Aunque el impacto en la salud pública en Estados Unidos por parte del tráfico de narcóticos —más recientemente del fentanilo— ha sido importante, el problema no ha sido más grave este 2024 de lo que ha sido en la última década. El papel de China en el tráfico de dicha droga tampoco tiene un papel fundamental, por lo que, el gobierno estadounidense no está tomando dicha postura por el hecho de que el gobierno chino pudiera estar involucrado indirecta o directamente. Las razones detrás de las decisiones por parte del gobierno de Trump son más locales y de carácter económico y geopolítico.

El razonamiento económico

En primera instancia, la economía mundial tiene ciclos de producción y crecimiento acelerado que duran 50 años (Araujo, 2025). Durante cada uno de estos ciclos un país funge como la fábrica mundial. Al final de cada ciclo el país que funge como el mercado global necesita trasladar la fábrica mundial a otro país para que se pueda iniciar otro ciclo y la economía continúe funcionando y el desarrollo económico no se detenga. Este proceso se debe no solo porque el país que era la fábrica mundial comienza a ser incapaz de continuar con dicho papel económico sino por el hecho de que el mercado mundial necesita acomodar la estrategia económica internacional para que se encuadre con sus objetivos geopolíticos internacionales.

Cuando Reino Unido era el mercado mundial necesitaba que Alemania y Estados Unidos —y en segunda instancia Japón— se fortalecieran económica e industrialmente para poder contener más fácilmente a Francia y al Imperio ruso. Por ello Estados Unidos se convirtió en la fábrica mundial, Alemania en una fábrica continental y Japón se consolidó como una fábrica regional. Cada uno con la capacidad industrial que necesitaba para fortalecerse y cumplir con los objetivos geopolíticos británicos, los cuales en conjunto eran la gran estrategia de equilibrios regionales. Reino Unido usó esta estrategia para asegurarse de que todas las potencias mundiales o regionales se equilibraran y así ninguna pudiera retar su predominio político y económico marítimo mundial.

Posterior a dicho ciclo económico de producción y crecimiento acelerado, debido a las guerras mundiales y el Great New Deal de Franklin D. Roosevelt, Estados Unidos se convirtió en el mercado mundial. Para poder contener a la Unión Soviética y evitar que pudiera retar el predominio marítimo estadounidense, Washington invirtió en Alemania para que volviera a ser una fábrica continental y en Japón para que fungiera como la fábrica mundial de dicho ciclo (1950-2000). Para la década de 1980 el ciclo comenzaba a agotarse y Estados Unidos necesitaba trasladar la fábrica mundial de Japón a otra nación para que así la economía pudiera continuar creciendo y poder seguir conteniendo a la Unión Soviética. Esa necesidad llevó a una guerra comercial entre Japón y Estados Unidos para trasladar la fábrica mundial a China, país que se volvió aliado de Estados Unidos en contra de la Unión Soviética. Ahora, tras el ciclo de producción y crecimiento acelerado de China (1980-2030), Estados Unidos nuevamente necesita trasladar la fábrica mundial del país asiático a otro país, algo que solo se logra mediante una guerra comercial.

El problema recae en el impacto de la guerra comercial porque se empieza a generar incertidumbre social y presiones socioeconómicas. Esto se suma al hecho de que el único país que actualmente puede fungir como la próxima fábrica mundial es México. Estados Unidos necesita que México asuma dicho papel para contar con un aliado fuerte frente a una serie de retos internacionales. Busca que otras potencias puedan asumir el papel de equilibrio en diversas regiones y así el país pueda continuar con su predominio, similar a lo que habían hecho los británicos durante el siglo XIX y principios del siglo XX. El problema para Estados Unidos es que el contexto geopolítico norteamericano todavía no es apto para concretar dicha transición de un ciclo a otro.

El Sargento del Comando del Ejército, el mayor John W. Troxell, asesor principal del presidente del Estado Mayor Conjunto, observa la frontera sur desde un helicóptero UH-60 Blackhawk en 2019 (crédito: U.S. Chairman of the Joint Chiefs of Staff vía Flickr).

Inestabilidad en México

Por aproximadamente 40 años México ha estado experimentando una transición que ha generado una profunda crisis nacional en la forma de una pseudo-guerra civil (Araujo, 2024). Social, política, institucional y económicamente el país se ha fracturado y las fuerzas que rechazan el cambio han ganado tracción en los últimos meses. A esto se le debe sumar el contexto geopolítico de la Guerra de las Drogas en México que ha empeorado drásticamente en los últimos años. Desde que inició la guerra entre 2001 y 2004 —aunque oficialmente se declaró su inicio en 2006— los diferentes gobiernos mexicanos, aunque fueron cautelosos para evitar una mayor crisis, tampoco contaban con la capacidad política para terminar la guerra. Se podría decir que se ha temido que exista una guerra civil abierta en México.

Durante casi 18 años el Estado mexicano pudo mantener bajo control la situación: evitó que las organizaciones se empoderarán demasiado y asumieran el control de territorio o la economía nacional. Sin embargo, a partir de 2019 las organizaciones criminales mexicanas controlan más territorio desplazando al Estado mexicano y también han comenzado a dominar varios sectores de la economía formal (Fedirka & Araujo, 2024). Es decir, la amenaza que presentan ahora es de mayor grado que anteriormente, lo que a su vez se traduce en un riesgo para Estados Unidos, tanto porque no busca que México se desestabilice aún más y porque no puede permitir que la crisis continúe empeorando dado el panorama geopolítico y económico internacional. En otras palabras, Estados Unidos necesita que México esté bien y estable.

Todos estos problemas y el interés estadounidense en el desarrollo geopolítico y económico mexicano se dan tanto por el ciclo económico global como por el mismo ciclo geopolítico mexicano. Cuando un país pasa de un ciclo de regionalismo —marcado por fragmentación y debilidad del Estado central— a un ciclo de centralismo —marcado por una fuerte nación unida y un Estado central dominante— éste experimenta fuertes crisis internas y una guerra civil, en el caso de México este proceso fue una pseudo-guerra civil. Esta guerra civil se da entre dos facciones: una, que busca apegarse al viejo orden geopolítico nacional —en donde el poder se divide entre diversas regiones o diferentes grupos de poder—, y otra que busca crear una nueva realidad geopolítica —en donde el poder se concentra en un Estado nacional y central— lo que genera un fuerte conflicto. México se encuentra en dicha etapa geopolítica y eso aumenta los retos y los riesgos de la transición tanto mexicana como a nivel económico global.

La necesidad de intervenir

Al observar este panorama en México y contrastándolo con lo que sucede en el escenario internacional, Estados Unidos tiene un gran interés y necesidad de intervenir para asegurarse de que la situación no empeore y pueda iniciar el siguiente ciclo económico mundial. Por eso el estatus actual de la crisis en México caracterizada por la pérdida de control territorial y económico nacional por parte del Estado tiene mayor peso en la toma de decisiones de la administración de Donald Trump que el impacto del fentanilo, que también implica un cambio en la dinámica geopolítica de la Guerra de las Drogas que empeora el panorama para México.   

Una crisis poco percibida

Una vez que se estudia el contexto geopolítico y económico mundial, también se debe analizar otro escenario: el político-militar mexicano. Debido a la retórica empleada por los dos gobiernos se cree que no hay ningún punto intermedio y, por ende, la cooperación interestatal será imposible. Eso sumado a la creencia de que todo el aparato de seguridad nacional, el gobierno y el congreso se encuentran en sintonía también es un problema.

La realidad es que las instituciones mexicanas están profundamente fragmentadas y no existe cohesión interinstitucional o política en el Estado mexicano. Desde 2019 existen múltiples indicios de sabotaje en materia de seguridad nacional en contra de la retórica o los objetivos geopolíticos de la facción en el poder, es decir, del gobierno. Esto significa que el gobierno estadounidense se enfrenta a un contexto en México con facciones que querrán cooperar y otras que buscarán rechazar cualquier cooperación significativa, o incluso retar cualquier iniciativa del gobierno estadounidense.

El escenario más realista

No existe cohesión alguna y objetivos compartidos dentro del aparato de seguridad nacional mexicano o incluso dentro del mismo sistema político nacional. La presión que podría ejercer Estados Unidos no sería con el envío de alguna unidad de fuerzas especiales a territorio mexicano, sino que podría aliarse con la facción dentro del aparato de seguridad mexicano que busque combatir la guerra siguiendo la lógica de la estrategia estadounidense.

Consecuentemente, el escenario más probable en el ámbito de la seguridad regional México-Estados Unidos sería una grave crisis en México que podría desencadenar una fractura institucional y política de tal magnitud que podría asemejarse a una guerra civil tradicional. Claro, esto no implica que habrá una guerra civil, pero la crisis de seguridad nacional que podría experimentar México se asemejaría a dicho escenario.

La magnitud de dicha crisis y su posible impacto podría repercutir también en territorio estadounidense. En todo caso, podríamos ver una respuesta bilateral tipo el Plan Colombia, solo que más apegado al contexto geopolítico en México. Dicha crisis es mucho más profunda de lo que el público y muchos comentaristas de política y seguridad nacional creen.

Araujo, A.-A. (2025, 29 enero). La imagen completa de la estrategia económica estadounidense: Trasladando la fábrica mundial. Código Nexus. https://codigonexus.com/la-imagen-completa-de-la-estrategia-economica-estadounidense/

Araujo, A.-A. (2024, 6 junio). Las elecciones mexicanas y el posible desenlace: La crisis continuará. Código Nexus. https://codigonexus.com/las-elecciones-mexicanas-y-el-posible-desenlace/

Fedirka, A. & Araujo, A.-A. (2024, 29 enero). How Mexico Plans to Reclaim Its Economy. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/how-mexico-plans-to-reclaim-its-economy/

Schogol, J. & White, M. (2024, 24 enero). Here are the first Army and Marine Corps units heading to the border. Task & Purpose. https://taskandpurpose.com/news/army-marines-southern-border/

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