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Miembros de la Guardia Nacional en formación durante una ceremonia del 9° aniversario de la Guardia Nacional de Ucrania y la graduación de oficiales de la Academia Nacional de la Guardia Nacional de Ucrania (crédito: Oficina del Presidente de Ucrania vía Flickr).

Explicando la guerra de Ucrania: Parte 2

El papel de Ucrania

Ucrania sigue una nueva dinámica geopolítica en Europa: busca independizarse de Rusia, el imperio en decadencia en Europa del este.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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Uno de los principales actores señalados como culpables de la guerra en Europa Oriental es Ucrania. Un Estado que tiene varios problemas como la corrupción y un fuerte movimiento neonazi en su política nacional. Además de estos problemas, muchos también han criticado su política exterior centrada en buscar un mayor acercamiento con Occidente y su carácter “jingoísta” (corriente de pensamiento que promueve la guerra, los conflictos políticos y la agresión militar como componente crucial de la política exterior nacional) hacia Rusia.

Estos problemas han llevado a creer que la guerra en Ucrania se debió principalmente a decisiones políticas internas y a su acercamiento con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). También influyó que en los medios de comuicación prorrusos se mostraron actos de violencia en contra de la población rusa, que pudieron ser noticias falsas o casos reales de violencia étnica antirrusa. Existieron, de igual manera, algunas prácticas político-militares por parte de Ucrania que pusieron en duda su respeto por el derecho humanitario y la población rusa. Como por el ejemplo el enlistamiento de convictos entre sus tropas para luchar en el frente al igual que la creación de unidades militares neonazis y la luz verde para que realizaran eventos con tintes políticos.

Ciertamente existían elementos que crearon animosidad entre los pueblos ruso y ucraniano. Pero una guerra no existe simplemente por violencia étnica o prácticas como el enlistamiento de convictos. De lo contrario, habría guerras por doquier entre países como México y Estados Unidos o entre China y países vecinos como Kazajistán o Myanmar. Por otra parte, tampoco se podría culpar a Ucrania de buscar un mayor acercamiento con Occidente y la OTAN. El distanciamiento entre Ucrania y Rusia debe analizarse desde un prisma geopolítico y desde una dinámica geohistórica (incluso cíclica) al considerar también las tendencias sociopolíticas regionales.

En la primera parte de «Explicando la Guerra de Ucrania” el análisis se centró en los contextos geopolíticos de Rusia y Estados Unidos y en explicar cómo los elementos ideológicos y las acciones de los individuos llegan a influir en el inicio de las guerras —pero no de manera determinante— con un enfoque especial en el presidente ruso: Vladimir Putin (Araujo, 2025b). El análisis de esta segunda parte precisamente se centrará en analizar las razones detrás de la actuación de Ucrania para así poder reforzar el argumento de por qué la guerra era inevitable y estaba fuera de las manos de los líderes políticos involucrados y sus gobiernos.

Una Ilustración de Oleg observando los huesos de su caballo para La canción del profético Oleg de A.S. Acuarela (crédito: Museo Literario Estatal vía Wikimedia Commons)

Geopolítica regional: Ucrania como zona fronteriza

‘Ucrania’ significa literalmente “zona fronteriza” o borderland en inglés. El nombre es apropiado dada la historia del territorio ucraniano, al igual que el territorio de Bielorrusia y los Estados de la región Báltica (Mato, 2017; Otterbach & López, 2016). Por un lado, los bálticos siempre fueron una zona fronteriza entre los países nórdicos y Rusia, mientras que Bielorrusia y Ucrania siempre tuvieron la misma función respecto a la Península Europea y la Europa Continental, es decir entre Rusia y los países de Europa Central, Europa del Este y Europa Occidental, como Alemania, Polonia y Francia, sin descartar que también ha fungido como puente entre Europa y los pueblos asiáticos de Asia Menor y Asia Central (Escalona, 1959).

Este carácter “fronterizo” tiene varias implicaciones geopolíticas. Por una parte, lleva a que se desarrolle una economía ilegal con el tráfico de cualquier producto de Rusia y Asia a Europa y viceversa, de ahí el estado socioeconómico de Moldova (Friedman, 2015/2016). Esto en ocasiones genera desconocimiento sobre cualquier lado de esa zona fronteriza, pues se tiende a caricaturizar la realidad de ambas partes separadas por un mar de desinformación y relaciones multidimensionales en las que florecen las actividades criminales y los estereotipos culturales (Friedman, 2011/2012). Por ende, existe una perspectiva despectiva en la mentalidad europea de Ucrania al igual que de Rusia, países considerados corruptos y repletos de criminales. Incluso son considerados ajenos a las culturas europeas (Araujo, 2025c; Figes, 2016). Esta situación también genera perspectivas negativas de Rusia respecto al resto de Europa al considerarlo como un territorio plagado de potencias agresivas, imperialistas y racistas (Figes, 2016).

Lo mismo sucede respecto a México y Estados Unidos. La zona fronteriza méxico-americana es multidimensional, pero florece la perspectiva simplista de ambas partes. Para el público estadounidense México es una tierra de bandidos, organizaciones criminales y políticos y policías corruptos. Mientras Estados Unidos es un país engreído, racista (antimexicano) e imperialista lleno de vaqueros (aludiendo a la personalidad con la que se asocian de ser arrogantes y actuar sin pensar) y de una sociedad ignorante. Ambas perspectivas son despectivas y claramente no representan a ninguno de los dos países, pero esas son las percepciones que se tienen de ambos debido al carácter de la zona fronteriza. Estas percepciones sociales simplistas e inmaduras socioculturalmente en las que prevalece el desconocimiento son naturales de las zonas fronterizas.

Ser una zona fronteriza también conlleva otras implicaciones geopolíticas. Todas son áreas en donde las culturas se conocen, intercambian ideas y comercializan lo que genera vínculos económicos, sociales, culturales y políticos. Consecuentemente, esto a su vez genera conflicto y choques. Su estatus siempre estará determinado por el contexto geopolítico de la región en la que se encuentran. Las zonas en donde chocan las culturas que son opuestas siempre generan conflictos desgarradores. Podemos pensar en el frente occidental de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en la que los franceses y los alemanes se masacraron con oleadas de hombres, municiones y armas químicas. También podemos pensar en la masacre y el carácter racial de la guerra que se vivió en el frente oriental de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) que sobrepasó a la del frente occidental de la guerra.

Es así como las zonas fronterizas tienen un carácter político cambiante que dependerá del equilibrio de poder militar entre las naciones fronterizas. Alsacia y Lorena, por ejemplo, han cambiado continuamente de manos entre Alemania y Francia. Cuando una nación cuenta con la supremacía absoluta la zona fronteriza pertenece definitivamente a dicha potencia. Pero tan pronto el balance comienza a desequilibrarse, el territorio cambia de manos continuamente. Entre 1836 y 1848 la zona fronteriza entre México y Estados Unidos estuvo en constante crisis y fue un área de combate entre ambas potencias norteamericanas hasta que Estados Unidos afirmó la nueva realidad geopolítica con el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848. Lo mismo sucedió con Alsacia y Lorena cuando Alemania surgió como potencia militar —principalmente Prusia— por lo que entre 1871 y 1945 el estatus de dicha zona fronteriza francoalemana cambió constantemente.

Esta realidad tiene a su vez implicaciones sociales, culturales y políticas para las zonas fronterizas. Decir que la región será definitivamente de una nación o potencia es irreal y eso solo será el caso por un tiempo específico que puede durar varios siglos, pero no para siempre. Durante diferentes periodos, Ucrania ha estado bajo el yugo jázaro, vikingo, bizantino, mongol, tártaro, otomano y más tarde del ruso. Durante otros periodos estuvo dividida entre diferentes reinos y pueblos que en ocasiones lucharon y en otras convivieron pacíficamente. Por un tiempo fue una zona de conflicto entre los polacos y los otomanos. Cuando Rusia surgió como potencia imperial se apoderó de Ucrania y luego se volvería una zona fronteriza y de conflicto entre un Imperio otomano en decadencia y Rusia, pero específicamente entre el Imperio ruso y lo que serían las principales potencias alemanas: Prusia y Austria, para luego pasar a ser una zona fronteriza entre Alemania y Rusia.

Lo que todo esto implicó es que siempre han existido centros de gravedad que han jalado de Ucrania al igual que de Bielorrusia. Por un tiempo, cultural, social, económica y militarmente un centro gravitacional dominará la región fronteriza, lo que se traducirá a un dominio político directo o a uno compartido pero vertical. Pero sin duda alguna se considera que la región está más atraída en todos los sentidos a la principal órbita geopolítica. Durante el siglo XIX México tuvo que luchar por asegurarse de que el norte de México no se independizara y se convirtiera en Estados satélites o estadounidenses. Esto no lo promovió Estados Unidos directa o indirectamente, pero la realidad fue que este país fue la principal fuerza económica y política en la región a partir de 1848 y por naturaleza, los estados de Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Sonora y Baja California se sintieron más atraídos a Estados Unidos que a México. 

Así se crearon “limbos” o un juego geopolítico de estira y afloja, que en ocasiones pueden ser pacíficos y solo se reflejan en ámbitos culturales, económicos, sociales y diplomáticos, pero en otras ocasiones pueden generar tanta fricción que llevan a conflictos políticos de carácter étnico o racial o incluso pueden producir guerras. Durante siglos Corea ha sido un territorio “pacífico” o siempre estuvo bajo influencia china, no obstante, en ocasiones ha sido sede de conflictos encarnizados entre Japón y China. Esto sería el caso para Ucrania: por más de dos siglos estuvo bajo el yugo ruso y solo fue sede de grandes guerras cuando la Península Europea o el Imperio otomano intentaban adentrarse a Ucrania o luchaban para evitar que Rusia se expandiera más lejos de dicha zona fronteriza. La invasión napoleónica de Rusia, la Guerra de Crimea y las guerras mundiales son algunos ejemplos de ello. 

Esto nos ayuda a entender que Ucrania siempre iba a ser este punto de fricción entre Occidente y Oriente, como siempre lo ha sido en la Historia. De igual manera, tal y como llegó a estar fuertemente ligada a Rusia, Ucrania ahora estará volviéndose más atraída a un nuevo centro de gravedad, la Península Europea. Estos cambios en cuanto a que centro de gravedad es atraído un territorio siempre estará cambiando. De esta forma, los imperativos geopolíticos de Ucrania son:

  1. Controlar a Kiev y a la región aledaña a la capital: Cuenca del río Dniéper en el actual territorio de Ucrania, específicamente el banco occidental del río Dniéper, políticamente también se le denomina: Ucrania Central. 
  2. Controlar zonas fronterizas ucranianas: Este de Ucrania (Donbás), Crimea, Ucrania Occidental y Sur de Ucrania.
  3. Asegurar estatus político-militar y económico favorables: mediante alianzas político-militares o económicas.
  4. Proyectar poder político, militar o económico en Europa del Este: como lo logró hacer durante el Rus de Kiev.
  5. Proyectar poder al mar Negro: principalmente a través de Crimea.

Los imperativos geopolíticos anteriores se basan en la historia ucraniana, cuando existió el Rus de Kiev, el reino considerado como el Estado fundacional de las naciones rusa y ucraniana de hoy en día (Mato, 2017). Dicho Estado eslavo incidentalmente sería fundado por vikingos nórdicos y su arribo los llevaría a una confrontación con quienes antes —de que el Rus de Kiev fuera fundado— dominaban el territorio: los jázaros. El Rus de Kiev luego desaparecería con la invasión mongola, solo el Principado de Moscú sobreviviría, que luego se convertiría en Rusia (Mato, 2017). Lo que comprueba el carácter de zona fronteriza, como una región de constante conflicto, pero también de varias interacciones culturales y económicas. A su vez nos muestra cómo han existido órbitas con sus respectivos campos gravitacionales que han provenido de cuatro direcciones respecto a Ucrania: el norte con los Estados nórdicos, los Estados bálticos y Bielorrusia; el este con Asia Central y Rusia; el sur con Asia Menor (antes como el Imperio bizantino y luego como el Imperio otomano); y el oeste con Polonia, Rumania, Hungría y Alemania.

Históricamente siempre ha habido fuerzas que han llegado desde estos lugares para asentarse en Ucrania. En el caso de los vikingos su arribo no significó la subyugación sociocultural de los pueblos eslavos sino su primer Estado. Mientras que en el caso de los jázaros o los mongoles implicó su conquista, aunque no su dominación sociocultural. Lo mismo sucedería con el Imperio ruso, la Unión Soviética y hoy en día con la Federación Rusa. Lo interesante aquí respecto a estas fuerzas es la forma como pueden llegar a ejercer influencia o la forma en la que Ucrania ha interactuado con las mismas.

Tanques ucranianos T-80 dirigiéndose al frente de guerra en Ucrania durante la Guerra de Ucrania (crédito: Ministerio de Defensa de Ucrania).

Tendencias políticas en la geohistoria europea

Europa es un lugar interesante por la forma cómo diversas olas de pensamiento pueden afectar los estatus políticos continentales.  Es interesante también por cómo diversas fuerzas políticas y militares llegan a manifestarse en el continente, lo que muestra al final del día una variedad de dinámicas geopolíticas a lo largo de cuatro macrorregiones europeas: las Islas Británicas, la Península Escandinava (países nórdicos de Suecia, Noruega y Finlandia¹), la Península Europea y la Europa Continental (Araujo, 2025c). Es a partir de esta realidad geopolítica que surgen dos aspectos fundamentales para comprender la región: el desarrollo sociopolítico de carácter geohistórico y cómo eso se refleja en la actual crisis ucraniana.

Desarrollo geohistórico sociopolítico

Por lo visto, al pertenecer a una zona fronteriza, Ucrania siempre ha estado cambiando de órbita dependiendo de cómo se manifiestan los ciclos geopolíticos en Europa y qué potencias surgen. Con base en esto, el actual panorama europeo está cambiando profundamente. Las tres potencias tradicionales: Reino Unido, Francia y Rusia están en decadencia. Esto a su vez se traduce en el surgimiento de nuevos polos de poder, primero fue Alemania que surgió a partir de 1871 como potencia imperial. Para finales del siglo XX Polonia surgió como Estado independiente y para la tercera década del siglo XXI se está consolidando como la principal potencia político-militar en Europa del Este. A la par de estas potencias europeas, Turquía también está resurgiendo de varios siglos de un ciclo de regionalismo, periodo durante el cual el Imperio otomano se estancó y sufrió una continua decadencia geopolítica que culminó con su desintegración después de la Primera Guerra Mundial en 1918.

¹Geográficamente Finlandia no pertenece a la Península Escandinava, no obstante, geográficamente si está separada de Rusia y su desarrollo geohistórico encuadra más con el resto de los países nórdicos, pero usar la etiqueta de Península Escandinava ayuda a presentar una imagen de una sola entidad geopolítica aislada del resto de Europa, por lo que su incorporación no es geográfica sino sociopolítica, económica, histórica y cultural.

En otras palabras, el panorama geopolítico europeo —especialmente aquel en la zona fronteriza entre la Península Europea y la Europa Continental— está regresando al panorama del siglo XVI, con Polonia, Alemania y Turquía como las principales potencias. Paralelamente también podríamos ver el resurgimiento de Italia y España, pero sería ver cómo ambas naciones reaccionan a las principales potencias mundiales (Araujo, 2025a).  No obstante, el hecho de que este cambio está sucediendo explica la guerra de Ucrania y el estado actual de Rusia y su probable desenlace geopolítico.

Al mismo tiempo, es importante analizar otro acontecimiento sociopolítico en Europa: el surgimiento del cristianismo y su manifestación en Europa del Este. Mientras que en Europa Occidental el cristianismo se desarrolló como una institución central que permitió una libertad política y ayudó a sentar las bases de lo que sería la separación de Iglesia y Estado, en Oriente fue el caso contrario (Araujo, 2025c; Poch-de-Feliu, 2022). En Europa del Este la iglesia se apegó a las culturas locales y debido a la carencia de una institución cristiana como la Iglesia Católica en Occidente, las iglesias greco-orientales en el este formaron fuertes lazos con las entidades políticas, específicamente aquellas de tinte imperial (Poch-de-Feliu, 2022). La identidad cultural siempre ha mantenido una primacía que ha privilegiado la autonomía cultural, pero a expensas de la autonomía o libertad política (Araujo, 2025c). La llegada de los vikingos no implicó la imposición de la cultura nórdica, pero sí la creación de un Estado militarista que con el tiempo forjó fuertes lazos político-militares con Constantinopla: el Imperio bizantino.

La única ocasión que existió un Estado eslavo independiente, con el tiempo formó una alianza y fuertes lazos estratégicos político-militares con el Imperio bizantino. Lo que muestra cómo la órbita bizantina atrajo al Rus de Kiev. Posteriormente, la invasión mongola solamente reflejó el cambio de una órbita en el sur hacia una nueva en el este: el Imperio mongol. La historia ucraniana y de toda esta zona fronteriza muestra continuos cambios de órbitas, los cuales históricamente han sido de carácter religioso y económico, así como político y militar (Mato, 2017; Otterbach & López, 2016). Lo que muestra la facilidad con la que puede llegar una corriente ideológica o filosófica y con el tiempo cambiar la estructura social de la zona fronteriza. 

De los jázaros Ucrania luego pasaría a las manos de los vikingos por la vía militar, quienes formarían el primer Estado eslavo, respetando el idioma y las costumbres locales (Mato, 2017; Otterbach & López, 2016). Luego el Rus de Kiev pasaría a la órbita bizantina mediante la llegada y la adaptación generalizada del cristianismo greco-oriental a Europa del Este, algo que no sucedió sin algunos roces y conflictos. Más tarde, Ucrania pasaría a manos de los mongoles mediante las conquistas militares de la Horda Dorada. Posterior a la caída del imperial mongol, Ucrania pasó a manos de los tártaros y luego de los otomanos y los polacos, y así se convirtió en una zona fronteriza de conflicto entre la Mancomunidad Polaco-Lituana y el Imperio otomano, es decir, entre los polacos y los turcos respectivamente. Durante estos periodos los rusos también lucharon por expandir su propio Estado. Después de la decadencia polaca y el debilitamiento otomano, una vez que dicho imperio comenzaba a entrar a su ciclo de regionalismo, Ucrania pasaría a la órbita rusa mediante el uso de la fuerza militar. Por siglos el territorio ucraniano sería un punto de fricción y conflicto entre potencias de la Península Europea y el Imperio ruso. 

Bajo este contexto histórico es que comprendemos mucho mejor lo que sucede hoy en día en Ucrania. Pero más importante aún es que nos ayuda a comprender que la actual guerra era inevitable debido a fuerzas geopolíticas y geohistóricas fuera del control de cualquier individuo o movimiento político, los cuales son solo manifestaciones de los contextos geopolíticos y las dinámicas cíclico-sistémicas de longitud temporal geohistórica. Ucrania junto con Bielorrusia han sido territorios altamente diversos y con distintas variantes de las mismas sociedades culturales las cuales en ocasiones han podido coexistir, han estado bajo el yugo de un sólo Estado o han estado en conflicto. Ningún proceso social, cultural o político se desarrolló sin sus respectivas fricciones, conflictos y guerras: tomó más de un siglo para que el Rus de Kiev realmente adoptará oficialmente el cristianismo griego ortodoxo del Imperio bizantino (Matos, 2017).

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante una conferencia de prensa de fin de año en 2023 (crédito: President of Ukraine/Flickr).

Desarrollo actual: El regreso de la órbita centroeuropea

Al momento de analizar el panorama en Europa del Este, podemos notar que Rusia está entrando a su ciclo de regionalismo, de ahí su intenso colapso imperial con la caída de la Unión Soviética y su posterior fragmentación y la forma en la que se han materializado diversos desafíos geopolíticos para la Federación Rusa. Por ende, la órbita que solía ser Rusia —específicamente el Imperio ruso— está dejando de tener ese poder de atracción del que solía gozar y con ello su capacidad de atracción sobre los países de la zona fronteriza. Si lo contrastamos con las otras potencias la imagen se vuelve más clara.

Después de la Guerra franco-prusiana (1870-1871) Alemania surgió como una potencia imperial, es decir comenzaba a entrar de lleno a su ciclo de centralismo. A pesar de haber perdido dos guerras mundiales sigue siendo el motor económico europeo y con la Unión Europea (UE) logró institucionalizar su predominio económico sobre el continente. Simultáneamente Polonia ha aprovechado su reciente independencia para formalizar lazos estratégicos político-militares con Estados Unidos para construir su poderío militar y ha utilizado la UE para desarrollar su poder económico-financiero. En otras palabras, existen dos nuevos titanes en Europa. Sumamos eso al hecho de que Turquía —pese a sus problemas económico-financieros— ha estado paulatinamente consolidando su poder estas últimas dos décadas y vemos cómo el panorama está regresando a contar con tres órbitas políticas y económicas que atraen Ucrania hacia el sur y el oeste. 

Similar a como el cristianismo y los incentivos económicos de formar parte del mundo cristiano logró atraer a la zona fronteriza eslava —en ese entonces como el Rus de Kiev— hacia el oeste existe otra vez una fuerza ideológica y sociopolítica con una fuerte atracción económica. La Unión Europea representa lo que el cristianismo alguna vez llegó a ser en Europa: una entidad que promueve la cooperación y cuya membresía implica la adopción de ciertos aspectos sociopolíticos y sus respectivos valores —liberales y democráticos— con un enorme bono económico-financiero. 

Incluso al momento de observar el panorama económico ucraniano, se podrá notar que la ubicación de la industria ucraniana y sus principales zonas económicas corresponde con cuestiones geopolíticas del país. Antes del 2014, el corazón industrial y económico ucraniano se encontraba al este del río Dniéper. Con la pérdida de Crimea y del Donbás a manos de fuerzas rusas junto con la inseguridad de operar cerca del frente de batalla ucraniano desde el 2022, la industria ucraniana ha estado migrando al oeste, hacia el norte del mismo río Dniéper y a la parte occidental del país, principalmente en la frontera con Polonia (Culverwell, 2024). Lo que refuerza las relaciones económicas ucranianas con Polonia y la Unión Europea. 

Eran de esperarse entonces conflictos tanto al interior de la zona fronteriza como al exterior con las diversas potencias en la región. Rusia al sentir que pierde terreno y su predominio geopolítico tuvo que reaccionar, de lo contrario los líderes rusos estarían arriesgando demasiado. Cuando Rusia ha sido débil o se ha descuidado ha sufrido invasiones desde el oeste. El panorama geopolítico ruso actual es prácticamente el peor escenario y una pesadilla para cualquier estadista ruso que comparta el interés de mantener al imperio vivo. La consolidación política rusa en Europa del Este mediante políticas comunistas y ocupación militar no se dio por razones ideológicas, sino geopolíticas. Lo mismo sucede hoy en día con los intentos de Rusia de recuperar parte de lo que perdió en 1991.

De igual manera, dentro de la zona fronteriza también existen fuerzas domésticas que buscan evitar los cambios o promoverlos. La revolución del Euromaidán en Ucrania en 2014 y el posterior conflicto en el este de Ucrania en el Donbás entre fuerzas separatistas prorrusas y fuerzas proucranianas es un reflejo de ese conflicto que surge a partir del cambio de órbita, similar a lo que sucedió en el norte de México y los territorios entre Texas y California durante el siglo XIX. La invasión rusa de Ucrania fue la materialización del intento más intenso de revertir el proceso natural de una transición de un lado de la zona fronteriza a otro.

Volodímir Zelenski intentó revertir los conflictos de estos cambios y el pueblo ucraniano votó por él en parte por ese objetivo diplomático (Karvatskyy, 2020). Pero la realidad estuvo fuera de su control y ahora ha tenido que liderar a su país durante una guerra convencional de alta intensidad. Los rusos intentaron asegurar su posición en Ucrania mediante el respaldo de un gobierno prorruso, pero como esa estrategia fracasó en 2014, Moscú tuvo que adoptar una postura militar más agresiva, aunque esta postura no recibió un amplio apoyo por parte del campo tecnocrático-liberal en Moscú, el liderazgo ruso —de tinte conservador y eslavófilo— tomó la decisión de arriesgarse. 

Rusia ya no cuenta con la capacidad militar para retener su dominio sobre la zona fronteriza ni con la influencia cultural, política o económica para asegurar su control del área. Cuando una zona fronteriza comienza a experimentar estos cambios la fuerza de ambos polos jala con mayor fuerza y genera conflictos no solo políticos, sino sociales y culturales, de ahí la violencia étnica por ambas partes entre 2014 y 2025.

El nuevo polo geopolítico constituido por —o dividido entre— Alemania y Polonia es mucho más fuerte y continuará fortaleciéndose. Con el tiempo, Ucrania será sede de los conflictos que surjan no entre Rusia y Occidente, sino entre Polonia, Alemania y Turquía. Esos serán los nuevos retos que enfrentará Ucrania este siglo una vez termine la guerra con Rusia y la potencia eurasiático vuelva a sufrir una crisis de desintegración dentro de una década, esta vez de manera definitiva. 

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Karvatskyy, V. (2020, 7 mayo). Zelenskyy’s Peace. Wilson Center. https://www.wilsoncenter.org/blog-post/zelenskyys-peace

 

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