Despliegue de tropas de la Fuerza de Defensa de Israel durante las primeras etapas de la Guerra Israel-Hamás (IDF vía Wikimedia Commons)_CodNexus

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Israel invade la Franja de Gaza

De mal en peor

La invasión israelí de Gaza podría desatar una crisis mundial, una serie de graves repercusiones para Israel y una brutal limpieza étnica palestina.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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Tras continuas amenazas y veinte días después del ataque de Hamás a Israel, el gobierno de Benjamín Netanyahu ha comenzado la invasión de Gaza. A pesar de que Hamás es una organización con capacidades principalmente paramilitares y con menos poder que Israel, el ejército israelí prevé que el conflicto podría prolongarse durante varios meses, e incluso un año. Sin embargo, esta estimación sobre la duración del conflicto se centra exclusivamente en el enfrentamiento entre las tropas de la Fuerza de Defensa de Israel (FDI) y Hamás, sin tener en cuenta la posibilidad de intervención de fuerzas externas.

En las etapas iniciales de la invasión, el ejército israelí ha avanzado en el norte de Gaza a lo largo de la costa y la parte noreste del enclave palestino y se adentrándo varios kilómetros al norte de la zona designada para evacuación. Llegaron hasta la costa, cruzando la avenida principal de Gaza, Salah al-Din, y dividiendo la franja en dos (CNN, 2023). Esta invasión no solo aumenta las probabilidades de una cruenta guerra urbana y subterránea entre la Fuerza de Defensa de Israel (FDI) y Hamás, sino que plantea el riesgo de un elevado número de víctimas civiles, especialmente debido a la forma en que las fuerzas israelíes deben operar para reducir sus propias bajas.

Las fuerzas terrestres israelíes están llevando a cabo estas operaciones con apoyo aéreo y de artillería, lo que efectivamente aumenta la posibilidad de muertes de civiles durante las incursiones militares. Sin embargo, lo más preocupante es la retórica religiosa promovida por el gobierno de Netanyahu y la posibilidad de que Israel esté planeando la expulsión de la población palestina de la Franja, lo que constituirá una posible limpieza étnica. Con esto en mente, es crucial reconocer las potenciales consecuencias de una operación militar a gran escala, evaluar el éxito de sus objetivos y considerar la realidad de los parámetros legales del derecho internacional que rigen la legítima defensa bajo la cual opera Israel.

El conflicto urbano-subterráneo entre Israel-Hamás 

Hasta el momento, las incursiones militares de la FDI se han centrado en el norte de Gaza, pero esto no implica que el ejército israelí no esté considerando la posibilidad de llevar a cabo operaciones en el sur del enclave palestino en un futuro cercano. Dado que el ejército israelí ha optado por una estrategia destinada a «teóricamente» reducir las bajas civiles, el conflicto se desarrollará en fases operativas, lo que significa que las fuerzas militares avanzarán de manera gradual, tomando puntos estratégicos en lugar de llevar a cabo una agresiva ofensiva. Esto respalda la conclusión del mando castrense israelí de que el conflicto podría extenderse por varios meses o incluso un año.

Del mismo modo, después de más de tres décadas operando en Gaza y tras asumir el poder en 2007, Hamás se ha atrincherado tanto en el ámbito social como militar en Gaza, construyendo túneles, búnkeres y fortificaciones en diversas zonas del enclave. Han fortalecido considerablemente su fuerza paramilitar, lo que dificultará la erradicación de Hamás. Además, el ejército israelí debe operar con precaución debido a la probabilidad de que Hamás utilice una amplia variedad de explosivos improvisados para atacar objetivos israelíes durante la invasión.

En internet, se ha difundido de manera viral un video que muestra a un tanque israelí disparando contra un vehículo civil que aparentemente se dirigía hacia un vehículo de remolque israelí y mostraba signos de ser un vehículo suicida*. Las características de la guerra urbana y subterránea seguramente pondrán a las fuerzas de la FDI en una situación de alta tensión durante sus operaciones, lo que lamentablemente puede llevar a que en algunas ocasiones las tropas israelíes cometan errores o afecten a la población civil en la que desconfíen.


*La forma en la que se podría identificar un vehículo suicida sería en el ocultamiento de sus placas y un cambio en la apariencia o peso del vehículo (Mcbeth, 2023), factores con los que contaba el vehículo civil en el video. Un tanque israelita debido a sus cámaras y otros instrumentos ópticos podrían identificar algunas modificaciones en el vehículo como algunas novedades en el calor que emita el vehículo y partes del mismo que emitan esos cambios en temperatura.

Video de un tanque israelita a punto de destruir un vehículo civil palestino en la Franja de Gaza (Fuente: Twitter)

La fase de la Guerra entre Israel y Hamás que se desarrollará durante la invasión de la Franja de Gaza se asemeja en gran medida a batallas como la de Faluya durante la Guerra de Irak o la de Mariúpol en la actual Guerra de Ucrania. Sin embargo, se teme que la batalla de Gaza sea aún más mortífera que las dos anteriores.

Durante la Guerra de Ucrania, Rusia aceptó múltiples pausas en los enfrentamientos para permitir la salida continua de civiles. Por su parte, durante toda la duración de la incursión militar estadounidense en Faluya, se sufrieron mucho menos bajas civiles que tan solo en un mes confrontaciones y bombardeos israelíes en Gaza (The Economist, 2023). Israel ya ha lanzado tantas toneladas de explosivos sobre la Franja de Gaza como las que Estados Unidos y la coalición contra Al-Qaeda lanzaron sobre Afganistán en un año. Además, el número de niños fallecidos en el conflicto en el enclave palestino supera las bajas infantiles registradas en otros conflictos de los últimos años.

Miembros de las fuerzas paramilitares de Hamás en evento ceremonial en la Franja de Gaza (Fuente Flickr)

Sin embargo, a pesar de adoptar la estrategia que requerirá más tiempo, Israel se enfrenta a un oponente sin salida, ya sea en términos territoriales (a través de un corredor) o diplomáticos. Hamás se ha preparado por décadas para una invasión como la que Israel está llevando a cabo en la actualidad y se contempla que dicha organización tiene la capacidad de resistir y hacer frente durante varios meses a un ataque israelí. Además, el paisaje urbano cuenta con múltiples puntos desde los cuales los miembros de las fuerzas paramilitares de Hamás pueden atacar a las fuerzas israelíes. 

Conforme las FDI se adentren más en Gaza, es probable que sufran más bajas y que aumente el número de civiles muertos si intentan evitar la pérdida de demasiado personal. Aunque el ejército israelí ha recibido un extenso entrenamiento en combate urbano y subterráneo, la falta de conocimiento del terreno y las modificaciones realizadas por los combatientes de Hamás en la zona seguramente representarán un gran desafío para las tropas israelíes. Hasta el momento, Israel ha confirmado la muerte de solo 15 miembros de las FDI, pero si tomamos como referencia las últimas batallas urbanas, es probable que las bajas aumenten considerablemente, especialmente dado que «combatir a un enemigo fanático y atrincherado en una infraestructura laberíntica en su propia ciudad ha resultado desastroso en la historia de la guerra» (Dyhouse & Clark, 2019). Faluya, Bajmut, Mariúpol y Mosul han infligido fuertes bajas a los ejércitos invasores.

Un ejército marcado por un evento traumático, como el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, y muy posiblemente exaltado por una retórica ultranacionalista y religiosa, difícilmente sentirá simpatía por la población civil y considerará a cualquier palestino en Gaza como un simpatizante o miembro de la organización. Si a esto le sumamos el hecho de que la infraestructura de salud en Gaza es ineficiente para hacer frente a la creciente crisis humanitaria, y que las medidas previstas por el ejército israelí tampoco serán suficientes para atender a la población civil palestina, una preocupante cantidad de civiles palestinos difícilmente sobrevivirá a la batalla de Gaza (The Economist, 2023). 

La situación se agrava aún más debido a los informes que han salido a la luz sobre un presunto plan de la administración de Benjamín Netanyahu para expulsar a la población palestina (Roth, 2023). Este plan implicaría el uso de la fuerza contra los palestinos y la destrucción de sus hogares y de la infraestructura que los mantiene en Gaza, con el objetivo de forzar su evacuación. Dado el carácter político ultrasionista del gobierno de Netanyahu, no se puede descartar la posibilidad de que este plan sea real. Esto plantea un grave dilema político pendiente en la región.

La única posible salida viable para los palestinos en Gaza sería hacia Egipto, pero el país norafricano ha cerrado sus puertas a la población palestina. Esto se debe a que Egipto no está dispuesto ni capacitado para hacer frente a una crisis humanitaria de tal magnitud, y el gobierno egipcio teme que miembros de Hamás u otros grupos islamistas se filtren en su territorio o un posible traslado del conflicto armado a sus fronteras. Esta crisis por sí sola podría desencadenar serios problemas políticos en las relaciones egipcio-israelíes.

La existencia de este supuesto plan para llevar a cabo una limpieza étnica, junto con los bombardeos y las muertes de palestinos, dificulta innecesariamente aún más las posibilidades de Israel de obtener información de fuentes humanas sobre la infraestructura de defensa de Hamás (The Economist, 2023). Incluso aunque la mayoría de los palestinos no respalden a Hamás, las acciones del gobierno israelí y la incapacidad de la Autoridad Palestina (AP) para desempeñar un papel en la resolución de la crisis, debido a la falta de cooperación por parte del gobierno de Netanyahu, obstaculizan cualquier forma de colaboración entre Palestina y los palestinos con el gobierno israelí y sus fuerzas en Gaza (Jamal & Robbins, 2023). Por lo que, Israel ha reducido significativamente sus posibilidades de encontrar mejores vías para disminuir las bajas de su ejército y la duración del conflicto armado.

Por ahora, el ejército israelita se encuentra, en gran medida, en las afueras de Gaza o en zonas poco urbanizadas, pero se espera que conforme más se adentre a las zonas urbanas y densas, más intensos se volverán los enfrentamientos. Israel ha invertido miles de unidades navales, aéreas y terrestres en la invasión de Gaza, creando una operación militar multidimensional (Federman, 2023). Se espera que el número de tropas, equipo y vehículos militares israelíes solo aumente con el tiempo. Actualmente, se estima que Israel cuenta con una fuerza activa de 169,000 tropas y ya ha desplegado alrededor de 360,000 reservas desde el inicio de la crisis (Kirby, 2023). Inicialmente, Israel probablemente no invertirá todas sus fuerzas en Gaza, debido a que tendrá que ser precavido a la amenaza de que otros frentes en Cisjordania o en el norte con el Líbano y Siria se abran con el posible apoyo del Hezbolá y el Yihad Islámico. 

Firma de la Convención de Ginebra de 1949 (Fuente: Cruz Roja Británica vía Wikimedia Commons)

El derecho a la defensa y a la respuesta militar 

La respuesta de Israel se ha justificado por varios reporteros y autores como un ejercicio del derecho a la legítima defensa, un principio reconocido en el artículo 51 del capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas y en otros instrumentos de derecho internacional relativos a conflictos armados. A nivel internacional, es mayormente aceptado que realizar una respuesta militar, necesaria para salvaguardar la defensa de un Estado, puede conllevar la pérdida de vidas tanto de militares como de civiles, ya que en la mayoría de los casos es imposible evitar en su totalidad la baja de civiles.

Sin embargo, el Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, en su artículo 85 de la sección II, establece que «lanzar un ataque contra obras o instalaciones que contengan fuerzas peligrosas con el conocimiento de que tal ataque causará una [pérdida de vida, lesión a civiles o daño a objetos civiles de manera excesiva]» constituye una violación del protocolo y, por lo tanto, del derecho internacional humanitario (Comité Internacional de la Cruz Roja, 2010). Varios ministros europeos incluso han reconocido que, aunque Israel tiene derecho a la autodefensa, muchas de sus acciones ya no pueden considerarse un uso legítimo de la fuerza para defender su territorio de un actor que haya atacado su territorio (Jones & Murray, 2023).

Es por eso que el Estado de Israel, a pesar de contar con una base legal para responder militarmente a Hamás, ha descuidado indiscriminadamente a la población civil en Gaza, incluyendo la infraestructura de salud, lo que ha llevado a una reversión de los parámetros legales internacionales de la guerra en su contra. Esto ha transformado rápidamente al Estado israelí de ser el agredido a ser visto como el agresor, lo que dificulta la capacidad de varios Estados para ignorar la crisis o mantener relaciones diplomáticas positivas con el gobierno israelí. Incluso Israel ha violado sus propios parámetros de confrontación militar, ya que ha bombardeado áreas que anteriormente había declarado como ‘zonas seguras’ (Jobain et al., 2023).

Solamente en el caso de que sea extremadamente necesario bombardear una zona y colateralmente causar la muerte de civiles es que se podría realizar un contraataque o bombardeo. Sin embargo, la disparidad de poder entre Israel y Hamás junto con los reportes que han resaltado como Israel disminuyó su seguridad fronteriza y se tardó en responder seis horas al ataque, muestran que la necesidad de bombardear Hamás al ritmo que lo ha hecho Israel es totalmente innecesaria. El contexto y la amenaza  actual que enfrenta Israel no justifican la respuesta del ejército israelí que ha terminado con las vidas de miles de civiles. La FDI cuenta con la capacidad tecnológica para evitar daños colaterales de escala mucho mayor a los logros militares que obtiene. Inclusive desde una perspectiva estratégico-militar, la reacción y actuar de las fuerzas israelitas han perjudicado más a Israel que ayudarlo. 

Una de las razones por las cuales Israel no ha podido obtener información de Gaza y sobre las defensas, capacidades paramilitares y armamentísticas de Hamás se debe a la brecha que ha creado con la población de la Franja (The Economist, 2023). La ocurrencia de un alto número de víctimas civiles ha llevado a un distanciamiento de la población y evita que se pueda llevar a cabo cualquier colaboración con Israel, más aún con las amenazas internas por parte de los agentes de Hamás. El actuar de Israel ha fracasado en la creación de una fuente de información en Gaza. 

Si se hubieran seleccionado meticulosamente los objetivos y se hubiera buscado minimizar las bajas civiles, no solo se habrían evitado miles de muertes de palestinos, sino que también se habría debilitado a Hamás y posiblemente se habrían establecido las bases para ganarse el respaldo de la población. El haber colaborado más de cerca con las Autoridades Palestinas (AP) para fortalecer a Cisjordania económica y políticamente habría creado la probabilidad de incentivar a la AP en adentrarse con fuerza a Gaza, lo que hubiera presentado un aliado en Gaza para Israel y mejorado sus probabilidades de desmantelar Hamás o debilitar la organización político-militar palestina. 

Miembros del brazo armado de Hezbolá en evento ceremonial (Ali Khamenei vía Wikimedia Commons)

Las repercusiones geopolíticas de la invasión

Además de la creciente crisis humanitaria en Palestina, la invasión israelí también plantea el riesgo de desencadenar una serie de eventos que podrían desembocar en una guerra regional. El 31 de octubre, el Ministro de Defensa de Arabia Saudita, el príncipe Khalid bin Salman, mantuvo una reunión con altos funcionarios estadounidenses para destacar la necesidad de reducir la tensión en Oriente Próximo, la cual se ha visto exacerbada por la guerra, en particular debido a la invasión de Gaza (Arab News, 2023).

Por distintas razones, Hamás pudo haber sido utilizado por distintos actores para crear caos en Oriente Próximo. Por ejemplo, actualmente Irán se encuentra en medio de una fuerte transición política gradual desde hace aproximadamente una década. Los reformistas (y varios militares iraníes pragmáticos), aunque han perdido terreno desde las últimas elecciones por la llegada al poder de Ebrahim Raisi (miembro de la élite política dogmática), han podido adquirir terreno. Incluso debido a la edad del actual ayatolá iraní, Alí Jamenei, es muy probable que el peso político de la élite clerical tenga sus años contados. No existe una alternativa a su liderazgo dentro del ala política dogmática del clero, por ende, tras su muerte se espera que el clero pierda poder e influencia dando lugar al fortalecimiento del ala militar dogmática de la Guardia Revolucionaria (GR), pero simultáneamente dando oportunidad de fortalecerse al ala pragmática de la GR y, especialmente, al ejército nacional*, quienes estarían respaldados por el ala política reformista iraní (Bokhari, 2016; Bokhari, 2023a; Khashan, 2022). Es esta posible transición en el futuro lo que pudo haber forzado a la élite dogmática a actuar e iniciar una crisis regional para debilitar domésticamente a la élite pragmática y reformista, dado que está élite buscaba la normalización y el uso de la diplomacia para lidiar con los problemas de Irán. 


*Dado que el ejército nunca respaldo al Shah de Irán durante la Revolución Islámica pero tampoco se abrió a un adoctrinamiento político por parte de la élite clerical iraní, el régimen islamista y el ejército han mantenido su distancia política de cierta forma, de ahí la creación de la Guardia Revolucionaria para que funcionará de contrapeso militar contra el ejército nacional.

Asimismo, en el ámbito geopolítico, Irán actuó de desesperación por el desarrollo de dos dinámicas regionales. La primera,  sería el creciente éxito y el aumento de la influencia de Turquía en Asia Central y el Cáucaso, lo que presenta un riesgo geopolítico al norte de sus fronteras. La otra dinámica, sería el temor a que los países árabes formarán un nuevo orden regional con Israel por medio de los procesos de normalización. Estas razones, junto con el hecho de que casi ningún Estado árabe haya intervenido para evitar la crisis, muestra que hay una gran variedad de intereses entrelazados en la crisis regional. 

Es probable que Hezbolá y otras organizaciones paramilitares proxis de Irán no estén dispuestos a dejar Hamás a su suerte o simplemente dejar ir la oportunidad de aprovechar la situación y cualquier desenlace del conflicto (Bokhari, 2023b). Lo que abre la posibilidad de que se cree otro frente en el norte con Líbano y Siria, incluso en Irak, país en el cual se encuentran las Fuerzas de Movilización Popular que fungen como los proxis de Irán. La posibilidad de que el conflicto dure meses, sino es que un año, aumenta el riesgo considerablemente de que aumente la escala del conflicto y cantidad de actores involucrados en el mismo. 

Israel ha descubierto que solo atacar continuamente los proxis paramilitares iraníes no será suficiente para mantener en jaque la amenaza que puedan presentar (Bokhari, 2023b). Israel también se arriesga a dejar que la rivalidad interna iraní afecte nuevamente a la región y su seguridad nacional, solo que ahora sin Hamás, los actores que podría utilizar Irán se reducirían a Hezbolá y otros proxis en Siria e Irak mucho más peligrosos que su contraparte palestina en Gaza.  De cierta forma, Israel busca mandar el mensaje de que estará dispuesto a comprometerse en un conflicto de gran escala a cualquier organización que busque atacarlos a futuro. Sin embargo, al mismo tiempo se arriesga a limitar las opciones de Irán a futuro. 

No existe ninguna otra organización, excepto Yihad Islámica, que represente un menor riesgo para Israel y que Irán pudiera utilizar en contra de Tel Aviv. Además, Israel se enfrenta a la posibilidad de alienar a gobiernos con los que había construido relaciones, si no fructíferas, al menos positivas para su seguridad nacional y sus intereses. Egipto no podrá evitar responder políticamente a una posible crisis humanitaria que Israel pudiera forzar en la península del Sinaí. Los Estados árabes tampoco se encuentran en una posición económica o política para lidiar con una crisis regional como sería la expansión de la guerra.

Reunión entre el presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sisi, con el secretario de Defensa, Jim Mattis, durante una reunión celebrada en el Pentágono en Arlington en 2015 (Fuente: Jim Mattis vía Wikimedia Commons) 

Israel ha apostado significativamente tanto a nivel diplomático como militar con su incursión en la Franja de Gaza. Las consecuencias de la pérdida de vidas civiles, los posibles efectos secundarios y la perspectiva de la desaparición de Hamás como una fuerza política viable en el movimiento palestino podrían provocar respuestas de otros actores. Esto, a su vez, podría desencadenar una crisis internacional de gran magnitud. 

Estados Unidos ha desplegado flotas, suministros militares y tropas en la región de Oriente Próximo, y ha reafirmado su compromiso con sus aliados en la península Arábiga. Sin embargo, cualquier conflicto regional probablemente resultaría en un aumento en los precios del petróleo y podría aumentar las preocupaciones sobre un posible enfrentamiento directo entre las fuerzas iraníes y estadounidenses en Oriente Próximo. Además, si la situación se sale de control, diversos actores, como Turquía, podrían aprovechar las circunstancias o tomar medidas anticipadas para proteger sus intereses.

¿Tendrá éxito Israel?

Israel necesita desmantelar las capacidades ofensivas de Hamás, sin embargo, el gobierno israelí deberá tener cuidado con no desencadenar una guerra regional con los proxis de Irán y poner en riesgo la estabilidad de la economía internacional. También tendrá que asegurarse de lidiar con su crisis política interna la cual vulnero a Israel e inclusive había propiciado el ataque de Hamás. Dada la manera en la que ha manejado su respuesta a Hamás y la invasión de Gaza, Israel arriesga su normalización con Arabia Saudita y la posibilidad de poder crear un orden regional que ayude a contener a Irán geopolíticamente. 

Cualquier retraso significativo en las operaciones militares en Gaza o en cualquier aumento en las muertes de militares israelíes podría convertirse en un reto político para el gobierno de Netanyahu, el cual ya se ha enfrentado retórica y políticamente con la Mosad (la agencia de inteligencia de Israel) y el ejército israelí. Al mismo tiempo, Israel necesitará asegurarse de que la crisis en Cisjordania no se salga de control y afecte la seguridad del país. Es posible que la administración de Netanyahu busque crear una crisis en Gaza que a su vez genere otros problemas que pueda utilizar para justificar una continuidad o el redoblamiento de las medidas contra los palestinos en ambos territorios. Por el momento, parece que el gobierno israelita está dispuesto a arriesgar demasiado con tal de reforzar su posición y objetivos políticos.  

Muy probablemente Israel logre gestar un golpe decisivo contra Hamás en su invasión de Gaza, aunque no podrá desaparecer la ideología de la organización en su totalidad, asegurará una victoria a corto plazo. De concluirse todas las etapas de la invasión israelita, Hamás simplemente se quedará como un esqueleto de lo que es actualmente. Pero en dado caso de que Israel destruya las capacidades paramilitares ofensivas de Hamás y simplemente se retire de Gaza, dejará la puerta abierta a que surja una nueva organización político-militar en la franja ribereña que no tenga alguna simpatía hacia el pueblo israelí después de la guerra. No obstante, Israel arriesga demasiado a largo plazo. 

La actual Guerra de Israel-Hamás es la culminación de una serie de elementos que apuntaban a que habría un enfrentamiento militar desde junio (Khashan, 2023). Sin duda alguna, la invasión de Gaza y las crisis humanitaria y la política que se desarrollarán con el tiempo en Palestina, podrían contribuir a que los mismos elementos que habían apuntado a una guerra desde hace unos meses, solo incrementen la posibilidad de que las tensiones actuales continúen escalando hasta crear el ambiente propicio para una guerra regional en Oriente Próximo, la cual representaría un reto real a la seguridad nacional de Israel a mediano plazo.  

Arab News. (2023, 31 octubre). In Washington, Saudi defense minister stresses need for ‘immediate’ ceasefire in Gaza. Arab News. Recuperado 1 de noviembre de 2023, de https://www.arabnews.com/node/2400286/saudi-arabia 

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Carta de las Naciones Unidas. Artículo 51°. 24 de octubre de 1945. https://www.un.org/en/about-us/un-charter 

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Dyhouse, T., & Clark, T. (2019, 19 noviembre). Fallujah: Battle for Iraq’s ‘City of Mosques’. Veterans of Foreign Wars. Recuperado 1 de noviembre de 2023, de https://www.vfw.org/media-and-events/latest-releases/archives/2019/11/fallujah-battle-for-iraqs-city-of-mosques 

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Jones, M.-G., & Murray, S. (2023, 10 octubre). Israel has right to self-defence, but some actions «counter international law» – Borrell. Euronews. Recuperado 1 de noviembre de 2023, de https://www.euronews.com/embed/2390246 

Khashan, H. (2022, 26 octubre). Iran’s Islamic Republic Will Survive – For Now: The regime has cracks but isn’t ready to break. Geopolitical Futures. Recuperado 1 de noviembre de 2023, de https://geopoliticalfutures.com/irans-islamic-republic-will-survive-for-now/ 

Khashan, H. (2023, 22 junio). The Drumbeat of War in the Middle East: There are multiple indicators of a possible military escalation. Geopolitical Futures. Recuperado 1 de noviembre de 2023, de https://geopoliticalfutures.com/the-drumbeat-of-war-in-the-middle-east/ 

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