Todos parecen concentrarse en el distanciamiento de la administración de Donald Trump de los aliados tradicionales de Estados Unidos, y en las interacciones álgidas entre el mandatario estadounidense y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Al respecto se han publicado artículos como ‘La estrategia correcta de EE.UU. para las negociaciones entre Rusia y Ucrania’ (The Right U.S. Strategy for Russia-Ukraine Negotiations, en inglés) en donde Wright (2025) argumenta a favor de contemplar a Ucrania como un interés estratégico, y en contra de favorecer demasiado a Rusia pues podría perjudicar los intereses estadounidenses a largo plazo en Europa o en la arena internacional. En una entrevista con BBC Mundo, el historiador canadiense, Michael Ignatieff, enfatizó que de ser cierto que Trump busca un acercamiento con China y Rusia, “está cometiendo un grave error estratégico si piensa que puede repartirse el mundo con potencias autoritarias y conseguir la paz” (Francisco, 2025).
El problema es que todos ignoran lo que realmente ocurre en Ucrania y el resto del mundo. Muchos afirman con premura que Trump busca deconstruir el orden internacional liberal o que Rusia y su sólida alianza con China, Irán y Corea del Norte son una grave amenaza para los intereses mundiales de Estados Unidos. Ryan (2025) advierte que el desenlace de la guerra de Ucrania, marcado por una inmensa movilización industrial tanto de armamento y equipo tecnológico como drones, y de personal militar “ha expuesto las deficiencias de los ejércitos occidentales”, los cuales podrían estar vulnerables frente a Rusia.
Wright, aludiendo al peligro que representa Rusia, también advirtió:
“Si las negociaciones salen mal y resultan en una victoria rusa, se creará un agujero negro geopolítico en Europa—que no sería cuidadosamente aislado del resto del mundo. Esto podría incluir las semillas de futuros conflictos que podrían expandirse más allá de Ucrania, debilitando a Estados pro-estadounidenses en Europa [como los Estados bálticos y Polonia] y proporcionando a Rusia la oportunidad para proyectar poder globalmente de una manera perjudicial para los intereses estadounidenses, incluso en Oriente Próximo, África y en el Indo-Pacífico.” (2025)
Al mismo tiempo pensar que Estados Unidos está repartiendo el mundo con diferentes potencias a expensas de sus aliados como Ucrania o los Estados europeos no dimensiona la realidad geopolítica del panorama global actual. Una interpretación errónea de la cumbre en Riad, en donde Rusia, Estados Unidos y Arabia Saudita se reunieron para discutir el futuro de Europa Oriental y Oriente Próximo.
Por el contrario, la realidad es mucho más favorable para los aliados de Estados Unidos y la hegemonía estadounidense que para sus adversarios. Por ende, este artículo se concentrará en analizar el trasfondo histórico y geopolítico de las negociaciones y sobre lo que implican en la actualidad, dejando de lado la retórica y las interpretaciones políticas o ideológicas de las negociaciones.

Soldados rusos realizando un ensayo para el Desfile del Día de la Victoria (crédito: Vitaly V. Kuzmin/Ministerio de Defensa de la Federación Rusa vía Wikimedia Commons).
La tercera guerra mundial nunca terminó, hasta este año
Oficialmente han sido 80 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un aniversario al que pocos le han prestado atención. Pero es precisamente este hecho lo que explica el contexto geopolítico internacional actual. George Friedman enfatiza que el mundo, al igual como lo ha estado antes, se encuentra en una etapa de reajuste y lo que solía ser la norma está empezando a descomponerse para dar paso a un nuevo orden (Geopolitical Futures, 2025). A esto se deben las guerras de Ucrania y la de Oriente Próximo entre Israel y las resistencias árabes (Hamás y Hezbolá). Ambos conflictos deben ser interpretados como los últimos capítulos de lo que llegó a ser la tercera guerra mundial: la Guerra Fría, la cual no terminó en 1991.
Han sido 80 años desde que Europa dejó de ser el centro del mundo, desde que el conflicto árabe-israelí comenzó y desde que el mundo estuvo dividido entre Rusia (antes como la Unión Soviética) y Estados Unidos. Lo que la guerra de Ucrania logró fue simplemente sellar el final de dicho orden global bipolar de manera mucho más definitiva que la guerra afgano-soviética (1979-1989) y la caída de la Unión Soviética en 1991. Desde 1945 el mundo estuvo dividido en dos bloques y todos los países de manera muy clara manejaban sus políticas nacionales y exteriores con base en su relación con ambos bloques. Unos se declaraban del primer mundo (liberal), del segundo mundo (comunista) o del tercer mundo (los no alineados), pero incluso estos últimos tenían que formular sus políticas en reacción a sucesos ligados a ambos bloques y sus respectivas potencias.
Desde esta perspectiva, la guerra de Ucrania fue una revancha de una potencia que había perdido la primera contienda de la Guerra Fría. Similar a como Cartago intentó retar en segunda ocasión a Roma antes de sucumbir ante la nueva potencia mediterránea de su época.
Vladimir Putin estaba intentando recrear a Rusia como una gran potencia internacional y recuperar el imperio que había perdido en 1991, pero fracasó en Ucrania de manera desastrosa. Por ello la guerra en Ucrania, a diferencia de lo que pudieran creer algunos expertos como Ryan (2025) o Wright (2025), no ha simbolizado nada más que el fin de Rusia como potencia mundial. Ciertamente, como dice Friedman, Rusia no perderá su estatus de gran potencia de manera inmediata, pero sí paulatinamente hasta que vuelva a tener su tercer colapso y su segunda gran fragmentación (Geopolitical Futures, 2025; Araujo, 2023).
El fin de la guerra no implica una entente con la que Rusia pueda recuperarse, sino una coyuntura para que Moscú y la generación de Putin reconozcan que Rusia y su estatus como potencia será cosa del pasado. De esta forma, los próximos años hasta 2030 van a marcar un periodo en el que se continuará y se consolidará el fin de las potencias tradicionales (Reino Unido, Francia y Rusia) y de lo que fue el orden global del mundo bipolar dividido entre Rusia y Estados Unidos.
Por aproximadamente 80 años el mundo giró en torno a esta realidad geopolítica, en la que Europa no fue un centro de poder, sino un campo de batalla, y en la que Oriente Próximo estuvo determinado por el conflicto árabe-israelí, tanto en su fase convencional como asimétrica. Ahora que dicho periodo histórico está llegando a su fin, el statu quo se está retando y transformando. Un fenómeno extremadamente conflictivo y que se puede observar en una gran multitud de países como México, Turquía, Indonesia, Kazajistán, Polonia, Ucrania, Rusia y Estados Unidos. Es decir, todo el mundo está entrando en crisis porque los ciclos socioeconómicos y geopolíticos de diversos países se están fusionando y, además, estamos transitando de un orden geopolítico global determinado a otro.
Durante aproximadamente 25 años, Estados Unidos fungió como la principal superpotencia y tuvo que reaccionar a los terremotos que se desataron en distintas partes del mundo por el colapso de la Unión Soviética, de ahí surgieron las intervenciones en los Balcanes y en el mundo árabe-musulmán. Cuando Rusia pudo recuperarse para la década de 2010, el mundo comenzó a regresar a su normalidad bipolar, aunque de manera mucho menos marcada que en el siglo XX, debido a que la Federación Rusa carece del poder militar, industrial, tecnológico, político y económico de la Unión Soviética. Pero la revancha terminó en una derrota definitiva de Rusia y su resultado ha remarcado lo que se estará gestando y consolidando los próximos años.

El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, participa en una reunión bilateral con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, durante la Cumbre del G20 en Japón el viernes 28 de junio de 2019 en Osaka, Japón. (crédito: Shealah Craighead/Casa Blanca vía Wikimedia Commons).
Las implicaciones de la cumbre en Riad
La reunión en Riad entre Vladimir Putin y Donald Trump tiene diversas implicaciones geopolíticas interesantes. En primer lugar, incluyó a los saudíes, pero excluyó definitivamente a los europeos. En otras palabras, remarcó lo que había comenzado en la Guerra Fría, específicamente con la Crisis del Canal de Suez de 1956: el fin de Europa como un hogar de potencias mundiales. A lo largo de 80 años los europeos no han sido grandes potencias y tampoco han tenido libertad: las decisiones geopolíticas más importantes sucedieron en Moscú y Washington. Ahora la reunión con decisiones geopolíticas mundiales trascendentales sucedió en Riad, fuera de Europa. Ginebra, Viena, Berlín y París dejaron de ser los centros diplomáticos fundamentales del mundo.
Para Estados Unidos la guerra de Ucrania no era existencial, habría sucedido así, si Rusia hubiera entrado a Polonia, pero eso nunca pasó y tampoco existía el temor de que llegara a ocurrir. Friedman recalca el hecho de que Rusia —una potencia mundial— perdió contra lo que en esencia era un país que muchos considerarían tercermundista. La guerra puso al descubierto la debilidad rusa. Si los rusos eran incapaces de arrasar con Ucrania y enviar tanques y tropas exitosamente a Kiev, serían mucho menos capaces de llegar a Varsovia o Berlín. Sin importar todas las líneas rojas nucleares que Rusia pintaba en Ucrania, Washington continuó enviando armamento pesado y más avanzado a Ucrania. En vez de demostrar el poderío y el regreso de Rusia como una superpotencia mundial, solo afirmó su final.
Por ende, el presidente Trump ha actuado de manera descuidada y grosera hacia sus aliados. Las diversas potencias europeas occidentales ya no son aliados acérrimos de Estados Unidos y no comparten intereses. La Organización del Tratado del Atlántico Norte fue una alianza cuya dependencia de Estados Unidos estuvo implícita desde su creación, debido a la amenaza militar soviética y la destrucción de Europa. Durante décadas —desde el inicio de la Guerra Fría— el papel sobresaliente financiero y militar de Estados Unidos en la OTAN “fue una característica, no una falla, del sistema” (Friedman, 2024). Pero ese no es el caso ahora.
Por ende, Estados Unidos no se encuentra repartiendo el mundo con potencias autoritarias, sino lo está haciendo con las únicas que importan en el actual escenario mundial. Europa —es decir, la Unión Europea— está dividida y carece de coherencia, ambos son factores que no le han permitido convertirse en una potencia mundial. Por su parte, las negociaciones respecto a Ucrania están dirigidas a una potencia débil, pero sin duda alguna la única capaz de ayudar a Estados Unidos a estabilizar el mundo, por lo menos mientras dure su estatus y no sea reemplazada.
El mundo posguerra de Ucrania
La Pax Americana pudo haber terminado en 2022 por el simple hecho de que Estados Unidos y su estatus no fueran suficientes para asegurar la paz, sin embargo el predominio estadounidense o la Era Americana todavía no ha finalizado. La guerra de Ucrania y la derrota rusa no marcan el fin del estatus de Estados Unidos como potencia hegemónica, sino el fin de Rusia y del mundo bipolar. Por su parte, China también será otro tema que se tendrá que resolver, principalmente porque el país pasará por una reestructuración intensa tanto en el sentido económico como en el social y el político. Por ende, la caída de la última reconfiguración del Imperio ruso y el fin de China como gran potencia económica —productos del anterior orden geopolítica bipolar— marcarán la pauta para una fase en el que surgirán nuevas potencias, y a lo que eventualmente será una nueva confrontación sistémica y una nuevo orden geopolítico.
Consecuentemente, en el lapso entre 2025 y 2030 veremos mucho de lo que hemos conocido desvanecerse y seremos testigos de un reajuste internacional que afectará todas las dimensiones y esferas políticas, económicas y sociales del sistema internacional. En gran parte como consecuencia de que la Guerra Fría y el mundo bipolar —incluyendo el intervalo del periodo unipolar— favorecieron y dieron vida a un mundo específico. Instituciones como la Unión Europea se enfrentarán a nuevos retos mucho mayores. Además, por primera vez, veremos un mundo multipolar que no estará concentrado en una sola región y en el que Estados Unidos regresará a su estrategia tradicional de equilibrios regionales. Veremos el ascenso de nuevas potencias suprarregionales.
Durante los próximos 15 o 20 años la cumbre en Riad y la reunión de Rusia (potencia mundial en descenso), Estados Unidos (principal potencia mundial) y Arabia Saudita (principal potencia árabe) dará pie a una etapa en la que los negocios y la cooperación económica estará proliferando.
Si Arabia Saudita obtiene una coalición comprendiendo a Estados Unidos y/o Rusia, su dominio económico de la región se convierte en un dominio estratégico. Riad sería capaz de contener la guerra árabe-israelí, así como otros conflictos regionales. La amenaza de una confrontación ruso-americana en la región más volátil del mundo disminuiría, y cada uno sería libre de formar una relación económica que, incidentemente, marginalizaría e incluso potencialmente amenazaría a la unidad europea. (Friedman, 2025)
Ciertamente seguirán existiendo diversos brotes de conflicto a nivel internacional, aunque por los próximos 15 años podrían no suceder en Europa o en Oriente Próximo. Las tres potencias tendrán que reaccionar a estos retos. Incluso, posiblemente por eso se está intentando dar forma a la entente trilateral ruso-estadounidense-saudí. Turquía está en ascenso; Irán estará entrando a una inmensa reestructuración sociopolítica interna, y al igual que China y Rusia tendrá que enfrentar a fuerzas yihadistas y crecientes problemas en su territorio y sus fronteras con Eurasia. Estos retos son suficientes para que las tres potencias busquen un acuerdo para poder colaborar.
Referencias
Araujo, A.-A. (2023). El posible tercer colapso de Rusia: ¿La muerte de un imperio? Código Nexus, 1(2), 6-26. https://codigonexus.com/segunda-edicion/
Francisco, J. (2025, 27 febrero). «Trump está cometiendo un grave error estratégico si piensa que puede repartirse el mundo con potencias autoritarias y conseguir la paz». BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/articles/cgr2y588589o
Friedman, G. (2024, 7 noviembre). Trump’s Approach to Europe. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/trumps-approach-to-europe/
Friedman, G. (2025, 17 febrero). Speculating on the Summit in Saudi Arabia. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/speculating-on-the-summit-in-saudi-arabia/
Ryan, M. (2025, 21 febrero). Why No One Is Winning in Ukraine: Technological Change Has Produced a Surprising Stalemate. Foreign Affairs. https://www.foreignaffairs.com/russia/why-no-one-winning-ukraine-ryan
Wright, T. (2025, 24 febrero). The Right U.S. Strategy for Russia-Ukraine Negotiations: How American Pressure Can Bring the War to an Acceptable End. Foreign Affairs. https://www.foreignaffairs.com/russia/ukraine-war-strategy-negotiations-thomas-wright