Una alianza paramilitar rebelde en Myanmar (país también conocido como Birmania) ha realizado una ofensiva coordinada en varios puntos del país, expulsando a las fuerzas de la junta birmana de puntos clave en la frontera con China y la costa del país. Estos logros han tomado áreas especialmente importantes en la relación Myanmar-China, ya que son partes fundamentales del Corredor Económico Myanmar-China, un corredor importante para la Iniciativa de la Ruta de la Seda (BRI por sus siglas en inglés). A partir de tal catástrofe militar, humillante para la junta, la mayoría de los reportes publicados se han centrado en la posibilidad de que China podría duplicar su apoyo a la junta, incluso han generado la idea de que podría intervenir en su favor.
Esta percepción sobre el papel que podría asumir China en la Guerra Civil de Myanmar proviene de una interpretación sobre los objetivos políticos del gobierno chino en el mundo. La imagen que se tiene de dicho componente político de la política exterior china es que la República Popular de China (RPC) intenta exportar su sistema de gobierno, uno de carácter unipartidista, autocrático y autoritario. Como consecuencia, se ha pensado que Pekín ha buscado formar alianzas inquebrantables y rígidas con diversos regímenes en el mundo, los cuales supuestamente comparten sus intereses. De esta forma, el mundo se divide desde una interpretación liberal de las relaciones internacionales, en la que existe una lucha entre fuerzas liberales-democráticas y fuerzas autocráticas-autoritarias. Sin embargo, el mundo no funciona bajo estos parámetros ideológicos, es decir, el mundo no es blanco y negro. La política exterior china es mucho más compleja y adaptable de lo que se suele pensar. Pekín ha demostrado en múltiples ocasiones que puede cooperar, busca cooperar o se alía diplomática o retóricamente con naciones tanto democráticas como autocráticas.
Este análisis parte de la conclusión del trabajo realizado por Lu y Jiménez (2019) en el cual determinan – en base a una observación de la política exterior china – que Pekín se enfoca más en las capacidades y la eficacia operativas de los Estados, que en sus formas de gobierno o sus ideologías. Partiendo de esta premisa, podemos tener una mejor imagen de cómo, la situación en Myanmar y el deterioro de las capacidades funcionales de la junta birmana en mantener el control efectivo de su territorio y cooperar con Pekín en otros ámbitos, podría cambiar las relaciones China-Myanmar significativamente. Por ende, este trabajo analizará las circunstancias que se están desarrollando en la Guerra Civil de Myanmar y determinará que la situación inclusive podría llevar a que China replantee sus relaciones con el país sudasiático y redirija su apoyo diplomático, económico y/o político, cambiando de aliado en el conflicto.
¿Ha existido una buena relación bilateral?
Entre 1988 y 1990, Myanmar vivió una tremenda crisis política que parecía dar indicios de una posible revolución, por lo que, como respuesta, el ejército birmano se movilizó rápidamente para restaurar su poder (Aung-Thwin et al., 2023; Maizland, 2022). De esta forma, Phyo (2020) comenta que los militares terminaron usurpando el poder de la Liga Nacional por la Democracia (LND) en 1990. Como respuesta al golpe de Estado, Estados Unidos y otros países Occidentales impusieron sanciones punitivas a la junta y a sus miembros, mientras que la India y Tailandia decidieron terminar con sus relaciones bilaterales económicas y diplomáticas con el país, debido a que respaldaban a grupos armados anti-Myanmar en sus respectivas fronteras (Phyo, 2020). A su vez, esto creo un ambiente político propicio para que Birmania se convirtiera en un Estado cliente de China, ya que este era el único país dispuesto a mantener relaciones diplomáticas y económicas con el régimen militar birmano.
Si bien la supervivencia económica y política del régimen castrense (es decir, perteneciente o relativo al Ejército y a la profesión militar) birmano ha dependido de China, la junta militar ha buscado revertir la situación. En 2007, por ejemplo, durante una serie de protestas que llegarían a conocerse como la ‘revolución de azafrán’, la junta buscó disminuir su control sobre la economía y política birmana, esperando aun así retener su dominio del país y reducir la presión internacional, para intentar atraer inversión extranjera y diversificar las fuentes de capital con el objetivo de disminuir la dependencia de capital chino (Maizland, 2022). Con esto, la junta buscaba modificar la situación y poder reducir su sometimiento al gobierno chino. Esto debido a que las relaciones entre ambos países, aunque se han descrito como la de un Estado clientelar con la de su Estado patrocinador, en realidad son política y económicamente frágiles.
Esto se debe principalmente a que la junta birmana reconoce los límites de aliarse con China, debido a que, de desarrollarse las circunstancias adecuadas, las relaciones bilaterales podrían debilitarse, parecido a como sucedió con el caso de Vietnam. Durante la Guerra de Vietnam, el país del sudeste asiático era considerado un aliado de China, hasta el momento en que – bajo influencie soviética – el régimen vietnamita decidió invadir Camboya y derrocar al régimen Maoísta de los Jemeres Rojos, considerado un aliado de la República Popular de China. Consecuentemente, la RPC intervino militarmente en el norte de Vietnam con el objetivo de derrocar el régimen prosoviético vietnamita.
Claramente, este distanciamiento no se ha dado de manera repentina, Myanmar ha sabido que su desapego de la influencia política y económica china ha tenido que ser lento y cauteloso. Por eso, tardo en integrarse a la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN por sus siglas en inglés), a pesar de que buscaba formar parte de la Asociación, China la veía como una entidad anticomunista y antichina, por lo que fue hasta 1997 que se integró Myanmar a ASEAN (Phyo, 2020).
El interés de la junta de reducir su dependencia siempre marco su política exterior y su intento por reintegrarse a la política y economía internacionales. Una de las vías por las que logró dar sus primeros pasos para intentar reducir su dependencia de China ha sido con el ASEAN, ya que buscaba aprovechar la política exterior independiente de otras naciones, como Indonesia. De igual manera, a esto se deben las reformas y los cambios políticos que se han dado en diversos momentos para liberalizar la política birmana, como los cambios impulsados entre 2007 y 2015 por la élite militar birmana (Maizland, 2022).
Desfile militar en Naipyidó, República de la Unión de Myanmar el 27 de marzo del 2021, a la que asistió el viceministro de Defensa de la Federación de Rusia, el coronel general Alexander Fomin (Fuente: Ministerio de Defensa de la Federación Rusa vía Wikimedia Commmons)
Un respaldo endeble
Aunque se describa la década de 1990 como la época dorada de las relaciones bilaterales entre China y Myanmar, la realidad es que el gobierno chino nunca proveyó a Myanmar de la asistencia necesaria para generar cambios significativos que favorecieran a la junta. Durante décadas, al igual que la India y Tailandia, China ha apoyado con respaldo político, logístico, armamentista y suministros a un grupo paramilitar fronterizo, el Ejército del Estado Unido de Wa* (UWSA por sus siglas en inglés), al igual que otros grupos armados en su frontera con Myanmar (Radio Free Asia (RFA), 2015). Incluso, Pekín buscó dominar las negociaciones del cese al fuego en 2015, buscando evitar que países Occidentales fueran a asumir algún papel diplomático o de observación en las negociaciones y manipular a los grupos armados para que firmaran o no el pacto de paz con el gobierno. Como respuesta, varios altos funcionarios de la junta criticaron la intromisión china en las negociaciones e, incluso, el gobierno birmano continuó combatiendo a diversos grupos rebeldes en las regiones fronterizas con China, los cuales inclusive han tenido contacto con funcionarios chinos (RFA, 2015).
*Cabe destacar incluso que los comandantes del UWSA son chinos étnicos, que hablan mandarín (el idioma oficial de China).
El papel de China en Myanmar es claramente multifacético y ha cambiado dependiendo de las circunstancias. En ocasiones China (supuestamente) instaba a grupos armados a firmar el acuerdo nacional del cese al fuego que se estaba negociando en 2015, pero en otras los instaba a continuar combatiendo y a no firmarlo (Parameswaran, 2015). Para el 15 de octubre, fecha en la que se firmo el acuerdo, 7 de los 15 grupos rebeldes partes de las negociaciones no firmaron el acuerdo, entre ellos se encontraban los grupos respaldados por, y que tenían contacto con el gobierno chino, lo que solo aseguró la continuidad del conflicto (Slodkowski, 2015). Lo más significativo de la decepcionante resolución del acuerdo de paz, fue que dos de los grupos rebeldes que no firmaron fueron el Ejército de Independencia de Kachin y el UWSA, los cuales son de los mejor armados y son de los más cercanos al gobierno chino.
Soldados del UWSA en posición de firmes durante ceremonia en Phangsang, estado de Shan, Región Especial el 2 de abril del 2019 (Fuente: Am Sandford de AsiaReports vía Voz de América).
Por ende, en los ámbitos diplomático y de seguridad, China no ha probado ser un fuerte aliado de la junta birmana. Siempre ha buscado distanciarse de la junta y ha sido fundamental en continuar la presión sobre la junta birmana. Es por ello por lo que busco entrometerse en las negociaciones del acuerdo nacional del cese al fuego en octubre del 2015. No obstante, China se ha asegurado de mantener una presión constante para forzar a la junta a reformar y desistir de su dominio político y económico del país, mientras ha ido asegurando una presencia económica clave en el país para cerciorarse de que, después de una transición política, el país no se aleje de su órbita económica y política. Por ello los múltiples proyectos económicos en el país, lo que también demuestra el endeble respaldo económico que ha otorgado china a la élite castrense en Birmania. Precisamente, Abuza (2023) ha escrito sobre como los proyectos económicos y de infraestructura chinos en Myanmar se han caracterizado por ser decepcionantes y por estar en un estancamiento continuó desde su concepción. De hecho, a pesar de que la iniciativa del BRI se inició en el 2013, no fue sino hasta el 2018, 2 años después de que Aung San Suu Kyi (una de las principales figuras políticas opositoras a la junta de mayor influencia) asumiera el cargo de primera consejera de Estado de Myanmar, que el gobierno chino había integrado todos los proyectos económicos a lo que sería el Corredor Económico China-Myanmar (Abuza, 2023).
Durante el mandato de Suu Kyi, China se movilizó diplomáticamente para intentar cementar su influencia económica en Myanmar y con ello demostró una mayor voluntad de respaldar al gobierno civil que al militar. Esta iniciativa diplomática se realizó con la visita de Estado de Xi Jinping a Myanmar en 2020 (lo que marcó la primera vez que un mandatario chino había visitado al país sudasiático en 19 años) que concluyó con la firma de 33 acuerdos, memorándums y otros documentos para fortalecer los lazos económicos y diplomáticos entre ambos países (Lwin, 2020). Cabe destacar, que este acercamiento diplomático se llevó a cabo durante las primeras etapas del genocidio perpetrado por la élite militar birmana en contra de los Rohinyá, lo que volvió a aislar al país en el escarnio político y económico internacionales, sin embargo, fue evidente que el gobierno de Xi estaba más dispuesto a tener un mayor acercamiento con el gobierno civil que con la junta (Al-Jazeera, 2020). Esto no significa que China no haya enfrentado obstáculos políticos en su acercamiento con la administración de Suu Kyi, ya que, para disminuir la dependencia birmana de China, el gobierno civil renegocio varios de los acuerdos y lazos económicos con Pekín el mismo año, con tal de reducir su vulnerabilidad política y financiera (Abuza, 2023).
Protesta en Myanmar en contra de la junta militar el 14 de febrero de 2021, 13 días después del golpe de Estado militar birmano (MgHla vía Wikimedia Commons)
En todos los ámbitos, China ha cuidado y, en ocasiones, retenido su apoyo a la junta birmana, pero tampoco ha confiado en la transición política en su totalidad. Entre 2016 y 2021, el gobierno chino tuvo que observar cómo se desarrollaban varias crisis en el país y vio múltiples retrasos en sus proyectos económicos en el país sudasiático. Sin embargo, estos dilemas se podrían centrar en la élite militar, dado que fue el Ejército el que perpetró el genocidio contra los Rohinyá (ocasionando sanciones y represalias económicas) y aún retuvo gran parte de su poder sobre el país, inclusive sobrepasando al ejecutivo. La élite militar también llevó a cabo el golpe de Estado en 2021, el cual inició la actual crisis política en el país y ocasionó múltiples problemas económicos y retrasos en los proyectos de infraestructura chinos (Abuza, 2023). Incluso causó, debido a las sanciones, la desmantelación de la infraestructura eléctrica nacional y creo un ambiente insostenible para las inversiones extranjeras, razón por la que la principal empresa de suministro eléctrico dejó de operar sus instalaciones para principios del 2023 (Chau, 2023; Abuza, 2023).
Por el momento, Myanmar experimenta una severa crisis energética, la cual está impactando gravemente a la economía nacional y a la población civil. La situación es tal, que el gobierno ha tenido que quitarle combustible a las aerolíneas privadas – reduciendo los vuelos domésticos – para poder mantener a flote sus operaciones militares y administrativas (RFA Burmese, 2023c).
Esto, sin embargo, ha sido ignorado en la actualidad y el enfoque parece estar dirigido a la existencia de una alianza entre la junta birmana y Pekín. Durante el apogeo de la Operación 1027 – nombre de la exitosa ofensiva nacional de la Alianza de la Hermandad – múltiples medios periodísticos o de noticias se enfocaban en la pregunta sobre si Pekín intervendría a favor de la junta, dada su relación histórica, normalmente definida como una positiva. No obstante, ya hemos visto que la relación bilateral sino-birmana está plagada de desconfianza y está marcada por una continua tensión entre los intentos por crear un distanciamiento por parte de Myanmar o los intentos por moldear los sucesos nacionales – de manera intervencionista – por parte de China. Por ende, contrario al paradigma aceptado (de una alianza junta-Pekín), la realidad es que existen los antecedentes que apuntan a que la relación nunca ha sido estratégica, posiblemente táctica, mientras también se están desarrollando los elementos para que China reconfigure su política exterior hacia Birmania.
En la actual crisis, los elementos que están en desarrollo y podrían apuntar a un cambio de postura china respecto a la crisis birmana se centran en dos aspectos: la presencia de fuertes organizaciones cibercriminales en Myanmar y la decadencia del poder y la capacidad de la junta birmana. Ambos elementos, junto con los antecedentes de la política exterior de Pekín y la relación bilateral Myanmar-China, apuntan a que China podría favorecer un cambio de régimen, justamente como Lu y Jiménez (2019) habían concluido que la situación en Venezuela podría incentivar a China a respaldar algún tipo de cambio de régimen en el país sudamericano. Estos dos elementos han sido fundamentales en los últimos sucesos de la Guerra Civil de Myanmar, como la Operación 1027, y probarán ser determinantes para los próximos desenlaces del conflicto.
Foto de los supuestos líderes cibercriminales Ming Zhenzhen y Ming Guoping en la custodia de oficiales de policía chinos en la frontera con Myanmar en noviembre del 2023 (Fuente: Ministerio de Seguridad Pública de China)
La mafia china
Desde hace varios años, han estado operando unas mafias cibercriminales chinas desde Myanmar, aprovechando los avances tecnológicos y la situación política en el país, lo que dificultaba cualquier acción en su contra (Rebane et al., 2023). Estas mafias cibernéticas se han enfocado en realizar miles de fraudes a nivel global desde sus instalaciones en el norte de Birmania, y sus ganancias hacienden a los miles de millones de dólares, pero sus operaciones dependen de lo que la ONU Noticias (2023) ha definido como la esclavitud moderna, la cual ha sido transformada profundamente, debido a que las personas esclavizadas por estas organizaciones criminales ya no son solo personas vulnerables, como refugiados, sino incluso personas con educación universitaria. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2023), o ACNUDH por sus siglas, publicó un reporte en el que señala que incluso las operaciones cibercriminales de estas mafias chinas se dispararon después del golpe de Estado por el Ejército birmano en 2021. Lo que sin duda alguna contribuyó al aumento dramático en las ganancias de las mafias chinas, que fue de $907 millones de dólares en 2020 a $2.9 mil millones de dólares el siguiente año (Rebane et al., 2023).
Sin embargo, para Pekín, la importancia de la mafia china no solo recae en su actividad cibercriminal, sino en las implicaciones de las operaciones de la mafia para China en los ámbitos económico-políticos y geopolíticos. Múltiples elementos, desde la disputa comercial con Washington, el COVID-19 y otros retos políticos, han contribuido a una desaceleración en el crecimiento económico del gigante asiático. Esto ha conllevado a distintos dilemas políticos para el país, lo que explica cuantiosas purgas – mediante campañas anticorrupción – en la política, el Ejército y el sector empresarial chinos, así como la implementación de múltiples políticas restrictivas o represivas. Es decir, claramente el gobierno chino le teme a lo que pudiera suceder si es que la situación económica fuera a empeorar, especialmente cuando existen múltiples facciones en el país cuyos objetivos son antagónicos entre sí. Por ende, la mafia china, dada la enorme recaudación de capital que ha podido generar se ha vuelto un importante elemento en la política china, ya que su capital podría ser usados para respaldar a funcionarios corruptos (sean militares o políticos) dentro de China, lo que implicaría la introducción de un nuevo factor en las dinámicas políticas de Pekín.
Inclusive, debido a que la organización estaba incrementando sus ganancias exponencialmente, eso habría llevado a que sus capacidades operativas también se expandieran. Algo que hubiera resultado grave para el gobierno chino en medio de diversos problemas económicos y una desaceleración económica, ya que las mafias cibercriminales chinas también esclavizan y defraudan a miles de chinos. Es decir, la organización estaba afectando a una población china, que, a su vez, ya estaba impactada por distintos problemas socioeconómicos, lo que habría generado más dificultades sociopolíticas para el gobierno (Heijmans & Zibang, 2023).
Especialmente por la popularidad de las operaciones cibercriminales en toda la región (particularmente en China), sea por su cobertura en los periódicos y medios de noticias de la región o el cine chino que refleja las dificultades por las que pasan los ciudadanos chinos secuestrados por estas organizaciones cibercriminales (The Statesman, 2023; Heijmans & Zibang, 2023). A partir de esta crisis de ciber-fraudes y el secuestro masivo de ciudadanos chinos, algunos de ellos niños de aproximadamente 15 años, comenzó a generar cierta incertidumbre entre la población china en el sur del país y el gobierno, el cual era visto como incapaz de lidiar con este problema de seguridad (Tower, 2023). Aclaro, las operaciones cibercriminales de las mafias chinas en Myanmar, aunque no han impactado a millones de chinos como para constituir una grave amenaza de seguridad financiera nacional de China, lsi crean, junto con un incremento en sus operaciones y ganancias, creaban una serie de posibles desafíos políticos y sociales significativos para el gobierno, los cuales pudieron haberse sumado a otros dilemas estructurales en el país. Lo que menos necesita el gobierno de Xi Jinping, es que una crisis social siente las bases para que cualquier oposición política pueda criticarlo y catalogarlo de débil o que dichas organizaciones cibercriminales se empoderen en el sudeste asiático para generar un dilema de seguridad regional preocupante para Pekín (Clapp & Tower, 2022).
En términos geopolíticos, la mafia china opera cerca de regiones (específicamente el sudoeste de China) las cuales el gobierno chino considera vulnerables, como la provincia de Yunnan, la cual ha enfrentado varios problemas económicos en los últimos años (Gan & CNN, 2023). Esta preocupación sería reforzada por el hecho de que las mafias chinas en el estado de Shan de Myanmar, tiene diversos contactos con mafias en el sudeste de China – pero también con organizaciones en Macao – y han afianzado importantes lazos económicos en sectores clave – como la minería, la energía o el de infraestructura – en países como Camboya (Head, 2023).
Desde hace años, China se encuentra preocupada por la situación socioeconómica al interior del país, es decir, de las zonas lejos de las costas chinas. Esto debido a la disparidad en el desarrollo económico de estas zonas con las ciudades costeras. China siempre ha enfrentado graves desafíos desde el interior del país. Por ejemplo, Mao tuvo más éxito en crear un movimiento comunista armado al interior del país que en las ciudades ribereñas, pero China también se enfrentaba a la posibilidad de que estas organizaciones criminales, en asociación con caudillos en la región, fuesen a empeorar la situación socioeconómica y de seguridad en otros países del sur de Asia, lo que habría incrementado la amenaza que representan y los retos geográfico-políticos y económicos para China (Clapp & Tower, 2022). Después de Myanmar, las industrias ciber-esclavizadoras también operan a gran escala en Camboya (Clapp & Tower, 2022). Esto sin mencionar que la provincia de Yunnan depende energética y económicamente de Myanmar, el Corredor Económico Myanmar-China, precisamente tenía el objetivo de impulsar la economía de la provincia china en la frontera con Myanmar (Heijmans & Zibang, 2023).
Comandante en jefe del Ejército de Myanmar en un desfile militar en 2021 en la capital de Myanmar (Ministerio de Defensa de la Federación Rusa vía Wikimedia Commons)
Un ‘aliado’ decepcionante
Tras años de retrasos económicos (que continúan), en especial en cuanto a los proyectos económicos y de infraestructura chinos, y con un régimen militar incapaz de imponer el orden o realizar una transición exitosa, el gobierno chino ha demostrado un claro desinterés en mantener a la junta en el poder de manera indeterminada (Millar). China también ha respaldado y fortalecido a numerosas organizaciones político-militares de etnia china o de habla mandarín, lo que solo perjudica al gobierno birmano (especialmente a la junta). Eso explicaría el acercamiento diplomático y económico que tuvo Pekín con el gobierno civil birmano antes del golpe de Estado en 2021.
Pero las circunstancias han cambiado drásticamente en contra de la junta birmana. La ofensiva rebelde ha gestado un claro golpe a la junta, al desbaratar su economía, crear un grave desabasto energético y arrebatarle grandes cantidades de territorio crucial económica y políticamente para la élite militar birmana (RFA Burmese, 2023a). Más notable sería el respaldo que recibieron los rebeldes de Pekín para ejecutar sus operaciones, las cuales por si solas destrozaron las mafias chinas que operaban en la frontera con China, entregándole aproximadamente 40,000 personas ligadas a las mafias (entre las cuales se ubicaban tres de sus líderes) y, cuyas operaciones causaron la muerte de uno de los líderes de las mafias (RFA Burmese, 2023b; Reuters, 2023). Esto contrasta con la renuencia de la junta a entregar a miembros de las mafias, debido a los lazos que sostenían estos con el mismo régimen militar (Gan & CNN, 2023).
Presuntos sospechosos de estafa cibernética son entregados a fuerzas de seguridad pública chinas por autoridades birmanas en noviembre de 2023 (Fuente: Ministerio de Seguridad Pública de China)
El impacto económico de la ofensiva masiva de la alianza rebelde ha debilitado gravemente al régimen castrense de Min Aung Hlaing (Chau, 2023), creando aún más presión social sobre el régimen en las ciudades o zonas que todavía controla. Sin duda alguna, los rebeldes aseguraron una victoria significativa debido a que supieron jugar sus cartas con China, a diferencia del gobierno castrense birmano.
Estos dilemas explicarían la razón de por qué Min Aung Hlaing no ha podido asegurar una visita de Estado a Pekín. Incluso, el jefe militar birmano ha fracasado en asegurar una visita a China con promesas de reiniciar o proporcionar seguridad para proyectos controversiales en Birmania (Tower, 2023). Es indiscutible que la junta ha agotado la tolerancia de Pekín. La junta no pudo lidiar con la transición sin recurrir al uso de la fuerza y tampoco pudo asegurar sus posiciones militares y geoestratégicas en el país. Después de 3 décadas de que fuertes cambios comenzarán a producirse en Myanmar, la junta ha estado en una constante decadencia y ha demostrado una seria incapacidad de dominar el panorama político y económico nacional, por lo que, Naipyidó (capital de Myanmar) no ha podido cumplir con las expectativas de Pekín.
Como golpe de gracia para la junta, el gobierno militar tomo una grave decisión en inmiscuirse con mafias cibercriminales chinas cuyas operaciones dependen de la esclavización mediante secuestros masivos y cuya riqueza se ha convertido en un decisivo reto político y social para el gobierno chino. Algo que, dadas las circunstancias económicas en China, el gobierno de Xi simplemente no se puede dar el lujo de ignorar. Indudablemente, Myanmar cuenta con el interés geopolítico de desestabilizar a sus vecinos, en especial por que Tailandia ha respaldado a grupos separatistas en el país. Pero la decisión de aliarse con mafias chinas para obtener logros tácticos resultó en un grave error estratégico.
China y Myanmar en el futuro
La élite política y militar birmana, aunque estén enfrascados en una guerra civil, desconfían igualmente de China y sus vecinos (India y Tailandia). Su historia y la política exterior birmana lo comprueban. Claro, el régimen militar ha tenido que jugar sus cartas cuidadosamente en las últimas décadas, pero eso cambio en el 2021. La cúpula del Ejército birmano ha cometido varios errores que han debilitado su posición militar económica y diplomáticamente.
Ahora, aunque se hayan escrito trabajos sobre las posibles decisiones de Pekín en materia de política exterior, ninguna contempla la posibilidad de que China vaya a respaldar una transición. Aunque sea cierto que el gobierno chino desconfía de la viabilidad de una posible transición política, desconfía aún más de la viabilidad de que la élite castrense birmana siga en el poder. Actualmente, las negociaciones – en las que China está actuando como actor intermediario – para un nuevo cese de fuego, contempla lo que – en efecto – sería el desmantelamiento de la Guardia Fronteriza de Kokang, lo que involucraría la salida de la junta de Kokang y la entrega del territorio al Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar, un grupo paramilitar de etnia china que incluso es parte clave de la Alianza de la Hermandad (Gan & CNN, 2023).
Probablemente, China utilice a sus proxis (los grupos paramilitares de etnicidad china o de habla mandarín) al igual que a las fuerzas rebeldes en Myanmar, para alejar a las fuerzas de la junta de su frontera y desmantelar las operaciones cibercriminales de las mafias chinas en el país. Pero también es seguro, que con el fuerte debilitamiento de la junta, que el gobierno chino pueda tomar una serie de decisiones que culminarían en dos escenarios. El primero sería que las fuerzas rebeldes dominen el país y derroquen a la junta birmana, aunque este escenario sería el más difícil debido a que el nuevo gobierno tendría que formar una fuerza militar nacional que pudiera lidiar con los aspectos de seguridad o el segundo escenario, aún más probable, sería que la junta simplemente ceda y deje que el gobierno civil regrese al poder, lo que llevaría a un severo debilitamiento de la élite militar birmana. En este segundo escenario, también es posible que funcionarios o miembros de la junta mucho más pragmáticos que sus actuales líderes tomen las riendas del gobierno o lo fuercen a que acepte el regreso de un gobierno civil.
Esto, sin embargo, podría tomar desde meses hasta años o una década. El país todavía continúa con graves problemas de seguridad, económicos, políticos y sociales. Inclusive, aunque las fuerzas prodemocráticas fuesen capaces de regresar al poder o derrotar a la junta en su totalidad, se enfrentarían a los mismos problemas que la junta. Liderar un movimiento rebelde o fungir como un pseudo gobierno civil es muy diferente a ejercer mayor control político y económico, especialmente en una región geopolíticamente insegura para Naipyidó, con vecinos que buscan debilitarlo. China ha demostrado tener un mayor interés en fortalecer lazos económicos con un nuevo régimen político en el país, pero el gobierno chino buscará ser pragmático y seguramente buscará promover una transición que pueda prometer algún grado de competencia administrativa y estabilidad política.
Por el momento, el elemento clave será lo que suceda con los remanentes de las mafias chinas y los caudillos que las protegían (Head, 2023). Todavía quedan líderes mafiosos o caudillos por capturar (o eliminar). Por ahora, se especula que las mafias planean reubicarse en la frontera con Tailandia, pero el reinicio de sus operaciones significaría el regreso de una amenaza para el gobierno de Xi (The Irrawaddy, 2024). Como decidan reiniciar sus operaciones o lo que prefieran hacer tras la devastadora derrota, determinará en cierta medida lo que sucederá en las relaciones entre Myanmar y China. El gobierno chino todavía buscará a los remanentes mafiosos, si es que presentan una amenaza o que pudiesen llegar a presentar una. La junta y los rebeldes (prodemocráticos o no) deberán tomar sus decisiones cautelosamente, ya que posiblemente China llegue a la conclusión de que no pueda confiar en ciertos grupos de poder en el país y decida volverse más activa en la dinámica política nacional.
Referencias
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