Después del ataque masivo que sufrió Israel el 7 de octubre, la Fuerza de Defensa de Israel (FDI), bajo iniciativa de Benjamín Netanyahu, ha estado preparando un contraataque de grandes proporciones: Operación Espadas de Hierro. La misión sería invadir la Franja de Gaza (también referido en este artículo como Gaza o enclave palestino) con el fin de destruir a Hamás, la organización político-militar palestina, que el 7 de octubre obtuvo una impresionante y brutal victoria paramilitar frente a Israel. Sin embargo, existen dudas de si el ejército israelí esta preparado para llevar a cabo una empresa bélica de tal envergadura. Más aún, dadas las dificultades y las implicaciones de tal invasión, ha surgido la duda sobre si el ejército israelí podrá retener la suficiente fuerza militar después de tal maniobra, para defender al país en el futuro. Creando las siguientes interrogantes:
– ¿Qué podría esperar al ejército israelí en Gaza?
– ¿Cuáles podrían ser las consecuencias que podría tener una invasión del enclave palestino?
– ¿Qué tan agotado saldría el ejército israelí de la Operación Espadas de Hierro?
Estas tres interrogantes se reflejan en el dilema de inteligencia israelita centrado en tres hechos: sobre quién ayudo a Hamás a realizar la operación paramilitar; qué Estados estuvieron al tanto del ataque y no tomaron medidas para evitar la crisis (especialmente por el papel que tuvo el gobierno egipcio, el cual fue el único en advertirle a Israel tres días antes); y la falta de preparación de antemano del estado de Israel ante el posible ataque, inclusive tras ser advertido por los cuerpos de inteligencia egipcios. Todas estas cuestiones tienen alguna repercusión en la dificultad, el peligro y las probabilidades de éxito de la operación militar que planea realizar Israel en Gaza.
Sumado a lo anterior, a raíz de la previa advertencia a Israel del ataque, la población civil israelita y, muy probablemente, varios en el ejército, opinan que Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel, y la Mosad, la agencia de inteligencia israelí, estaban al tanto de que el ataque ocurriría y decidieron no hacer nada al respecto. Esto, en turno, crea distintas inseguridades respecto a la confianza entre las instituciones de seguridad nacionales y entre el pueblo israelí y el gobierno de Benjamín Netanyahu. Sumando así otra dimensión de dificultad y riesgo a la crisis israelí-palestina. Cabe agregar que Israel ha pospuesto su invasión de Gaza, la cual se suponía iba a llevarse a cabo el fin de semana pasado, lo que sugiere que el ejército, la Mosad y el gobierno de Israel, todavía no están seguros de llevar a cabo la invasión del enclave palestino.
Con el fin de responder las interrogantes anteriores: primero, se explicará a qué se podría enfrentar el ejército israelí en el enclave palestino y las probabilidades de éxito de Israel; segundo, se analizará el panorama regional y el papel o la postura de distintos países árabes o musulmanes, específicamente Irán, ante la crisis; para así terminar con un análisis, donde se determinarán los riesgos para Israel a futuro tras la posible invasión israelí de la Franja de Gaza.

Captura de pantalla de una explosión tras un ataque con misil en Israel vía AMU TV
Que aguarda al ejército israelita
La operación militar que planea la FDI no es una empresa militar para la que las fuerzas armadas israelitas estén preparadas, especialmente si consideramos que no cuentan con la cantidad de fuerzas de combate necesarias para la misión, dependiendo en su mayoría de unidades de inteligencia, escuadrones aéreos y unidades de logística (The Economist, 2023b).
Un hecho que resaltó del ataque de Hamás el 7 de octubre fue que la organización terrorista disponía de nuevo armamento y nuevas capacidades operativas (características del modus operandi de Hezbolá) y de las cuales el ejército israelí no se había percatado (Levitt, 2023). Consecuentemente, la letalidad de los combatientes de Hamás aumentó significativamente. El exprimer ministro israelí, Ehud Olmert, advirtió que enviar las tropas israelíes sería altamente riesgoso y que podrían enfrentarse a “nuevos tiradores (combatientes) o nuevos tipos de cohetes que son más fuertes [y] grandes o nuevos cohetes antitanque con los que no [están] familiarizados [los cuerpos de seguridad israelitas]” (Srivastava & Rathbone, 2023).
Invadir Gaza para destruir Hamás significaría que el ejército israelí se vería obligado a librar una guerra urbana, en la cual las fuerzas israelíes estarían luchando feroces combates urbanos de casa-en-casa para poder eliminar por completo a la organización político-militar palestina. Además, los soldados israelitas se encontrarían con un oponente que ha mejorado considerablemente su equipo, armamento y entrenamiento, lo que significa que la FDI estaría combatiendo a un enemigo bien preparado, en su propio terreno (el cual conocerá mejor que las tropas invasoras) y que se encontraría en una lucha defensiva de supervivencia (Nakhoul, 2023). Es importante señalar que Hamás, desde 2021, ha podido transformar sus capacidades de tal manera que ya no lucha una guerra completamente asimétrica con el ejército israelí. Ahora, produce gran parte de sus armas; desarrolla sus propios drones y vehículos subacuáticos no-tripulados; realiza operaciones de ciberguerra; y ha estado trabajando en mejorar su arsenal, evolucionando de cohetes no guiados a misiles y drones teledirigidos con sistemas de GPS (Ben-David, 2021). Por lo tanto, el brazo armado de Hamás ya no es simplemente una organización terrorista con capacidades asimétricas, sino una organización paramilitar que ha ampliado su gama de habilidades (Nakhoul, 2023). Por ende, el ejército de Israel se estaría enfrentando a una fuerza paramilitar formidable en Gaza.
Al adentrarse en el enclave palestino, las tropas de la FDI estarían operando en un territorio repleto de puntos de emboscadas, áreas previamente marcadas para ataques con morteros, trampas, extensas redes de túneles (que implicaría combates de guerra subterránea), nidos de francotiradores y búnkeres reforzados por Hamás, aumentando la dificultad y los riesgos de la operación (Kirby, 2023; Srivastava & Rathbone, 2023; The Economist, 2023c). A esto se suma la politización de la operación por parte del gobierno de Benjamín Netanyahu y su gabinete, tendríamos que considerar la posibilidad de que las brigadas armadas de Hamás podrían haber desarrollado planes de contención y contraataques para responder a las fuerzas invasoras*.
*Aunque es seguro Hamás ya tuviera un plan de contención o respuesta ante una posible invasión israelita, sus planes actuales muy probablemente reflejen más sus nuevas capacidades y tomen a consideración su nuevo armamento.
Para lograr algún grado de éxito e intentar reducir sus bajas, la FDI necesitaría invertir una gran cantidad de recursos para poder crear un escudo aéreo (con drones, helicopteros de combate, cazas y bombarderos) y de artillería para las tropas de combate, conformadas por tanques e infantería (Srivastava & Rathbone, 2023). Según The Week (2023), eso involucraría una intensa campaña de bombardeos aéreos, mucho más aguda que la actual, basada en la ‘doctrina de victoria’, que implica olas de bombardeos sin previo aviso para destruir el mayor número de objetivos posible (sin considerar daños o bajas colaterales).

Paracaidistas israelíes destruyendo túnel de Hamás en la Franja de Gaza en 2014 (Unidad de representantes de la FDI vía Wikimedia Commons)
Si bien, las operaciones anteriores crearon un fuerte impacto psicológico en las tropas israelíes durante sus inHamáscursiones en la franja, la nueva incursión amenaza con ser aún peor (Srivastava & Rathbone, 2023). Los bombardeos israelíes han arrasado con cuadras enteras en Gaza, desplazando a cientos de miles, y han destruido hospitales al igual que las únicas rutas de salida de Gaza, todo esto solamente contribuye a que las zonas restantes se vuelvan aún más compactas con población civil, una multitud de civiles que incluso solo se hará más hostil contra Israel conforme los bombardeos continuen indiscriminadamente. Incluso The Economist (2023b), advierte sobre la posibilidad de que el ejército israelí imponga un castigo colectivo en contra de la población general en Gaza.
Indiscutiblemente, de llevarse a cabo la invasión, el ejército israelí podría enfrentar su propio Bajmut en Gaza. Aunque las nuevas capacidades operativas y el nuevo poder de fuego de Hamás todavía no se han puesto a prueba frente a la FDI, no hay duda de que podrá causar bajas significativas para las fuerzas de Israel (The Week, 2023). Al invadir el enclave ribereño palestino, la FDI se arriesga a sufrir más bajas que en las operaciones anteriores, en un momento en el que el ejército israeí se encuentra políticamente polarizado y fragmentado. Esto no significa que el ejército israelita será aniquilado en Gaza, sin embargo, sí podría quedar más polarizado, fragmentado y agotado psicológica como militarmente.
Por otra parte, la economía de Israel, que ya ha sido afectada por los problemas políticos causados por las reformas judiciales de Netanyahu, podría verse significativamente afectada por una conflagración de tal magnitud (The Economist, 2023a; Gewirtz, 2023). Esto resulta especialmente relevante al agregar que el exprimer ministro israelí, Ehud Olmert, tras ser preguntado acerca de que podría esperar a las tropsa israelíes en tal escenario, solamente respondió: “todo lo que te puedas imaginar y peor” (The Week, 2023).
De cierta forma, una victoria israelita que implique la eliminación de Hamás en Gaza será díficil de lograr. Proto (2023), sin embargo, sostiene que Hamás acaba de cometer un error típico de las organizaciones terroristas. Al-Qaeda, ISIS y ETA cometieron graves errores de cálculo al asumir que una victoria abrumadora podría servir sus causas y fortalecerlos, no obstante, estas victorias terminaron por volverse la causa de su declive o de su destrucción a largo plazo (Proto, 2023). De cierta forma, esto es cierto, pero Proto (2023) también reconoce que el mismo gobierno israelí podría estar por cometer un atroz error de cálculo que podría eclipsar el de Hamás. También hay que señalar que Israel no es España, Estados Unidos o Europa, geograficamente se encuentra en un vecindario políticamente más hostil o confrontativo, su panorama diplomático tampoco es favorable y sus capacidades económicas y militares no son comparables a las de las grandes potencias, lo que impide que pueda lidiar con Hamás de la misma manera que las demás potencias lidiaron con sus respectivas amenazas. Al-Qaeda fue traicionada por Arabia Saudita; ETA no contaba con un apoyo regional como Palestina; e ISIS se enfrentaba no solo a Europa sino Irán, Estados Unidos y otros estados árabes.
Las probabilidades de que tenga éxito la invasión de Gaza son bajas y sus posibles costos asociados serían considerables. Israel se estaría arriesgando demasiado si fuera a intervenir en la Franja con el objetivo de eliminar Hamás. Una incursión en el enclave palestino podría resultar en una gran cantidad de bajas civiles, causadas tanto por las fuerzas israelíes como por Hamás. Lo más importante será reconocer que existen otras avenidas para eliminar a Hamás, una variedad de actores como Egipto y la Autoridad Nacional Palestina (Autoridad Palestina (AP) o ANP) no son aliados de Hamás y no les conviene que Gaza continue administrando la Franja de Gaza. Desde que surgió Hamás, el gobierno israelí permitió su fortalecimiento con el propósito de mantener a Palestina políticamente dividida entre Hamás y la ANP. Lamentablemente, el gobierno israelí no parece contemplando crear aglun plan para cooperar con la AP y otros actores para debilitar a Hamás a largo plazo. Asimismo, existen otros factores que se deberán considerar para determinar si una invasión sería demasiado costosa para Israel.

Vladimir Putin se reunió en Hangzhou con el presidente de la República Árabe de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi. Los dos presidentes dialogaron sobre la cooperación bilateral en diversas áreas (Fuente: Oficina Ejecutiva Presidencial de Rusia vía Wikimedia Commons)
Los involucrados y los cómplices
El armamento y las capacidades operativas de Hamás demostradas durante el ataque indican que la organización paramilitar terrorista recibió un grado de apoyo sustancial para fortalecerse. Dado el modus operandi de Hamás durante el ataque, es evidente que el gobierno iraní y sus proxis, como Hezbolá, le ayudaron a organización político-militar palestina a perfeccionar sus tácticas y el entrenamiento de sus fuerzas de combate. Sin embargo, en relación a cómo Hamás obtuvo el armamento que utilizó contra Israel, la respuesta sería que Hamás simplemente fabricó sus propios cohetes y misiles (Ben-David, 2021). Dada la vigilancia de las fuerzas de seguridad y la inteligencia israeltas, es poco probable que haya contrabandeado armas de tal tamaño.
Como ya se mencionó anteriormente, desde el 2021, la organización paramilitar terrorista ha ido incrementando sus capacidades tecnológicas para poder manufacturar sus propios cohetes y misiles. Pero Hamás aún ha tenido que importar los componentes para construir sus armas. Por el momento, se sabe que el contrabanedo de componentes y tecnología para la fabricación de cohetes y misiles en Gaza se ha dado principalmente a través de Sudán, Libia y Egipto, en este último, mediante el soborno de autoridades egipcias (Ben-David, 2021).
Aunque a diferencia de Egipto, Sudán y Libia son de particular importancia por razones geopolíticas. Sudán, por una parte, debido a que últimamente se ha vuelto un punto de fricción internacional, hay varias potencias involucradas en la crisis y la política de la nación africana. Libia, por otro lado, no ha sido un punto de conflicto de alta intensidad desde 2020, pero continua teniendo una presencia importante de actores extranjeros, desde Turquía y Rusia hasta Egipto y los Emiratos Árabes Unidos.
Esto sólo aumenta las sospechas hacia gran parte de los países involucrados en los conflictos y crisis de las naciones que sirven como vías de transito para los componentes de los cohetes y misiles palestinos. Es improbable que los estados con presencia en Sudán y Libia no se hayan enterado de los planes de Hamás, debido a que información se pudo haberse filtrado a traves de las rutas de contrabando. Asimismo, varios países que han intervenido en los países africanos también mantienen lazos estrechos con Hamás. Turquía, por ejemplo, alberga a numerosos miembros del brazo político de Hamás, mientras que Qatar respalda financieramente a la organización palestina (Mounier, 2023). Este aprieto pone a Israel en una situación complicada, sin certeza de quién participó y quién simplemente se obstuvó de evitar la crisis, lo que podría crear desconfianza en Tel Aviv hacia países con los que había buscado la normalización. Incluso aliados como Jordania han optado por respaldar retorica y diplomáticamente a Hamás (Jobain et al., 2023).
Al considerar que solo El Cairo (capital de Egipto) les haya advertido a los israelíes, refuerza la percepción de que Israel todavía no ha logrado solidificar su normalización con el resto de los estados en la región. Si bien Egipto estaba al tanto del ataque, y es probable que tanto Líbano como Siria también estuvieran informados, es seguro concluir que otros estados ya sabían del posible ataque. Consiguientemente, todos los elementos anteriores indican que varios estados estaban enterados de los ataques, o de que mínimo algo ocurriría, muestra que hubo múltiples cómplices en la región, que no ayudaron a Israel. De lo contrario, eso solo significaría que nadie tiene control de la situación y sobre lo que Irán y sus proxis llevan a cabo en Oriente Próximo, lo que tampoco sería un escenario favorable para Tel Aviv.
Por su parte, los principales involucrados en apoyar a la organización terrorista palestina, Hezbolá e Irán (mediante sus proxis), han decidido respaldar a Hamás por completo ante una posible invasión. De invadir Gaza, Israel se enfrentaría a serios problemas militares y logisticos, tanto por el tipo de combate que tendría que realizar en Gaza como sus propias limitaciones, especialmente por la crisis política domésitca. Si Hezbolá decide abrir un nuevo frente en el norte, y considerando que es una organización político-militar más capaz que Hamás, sumado a la posible intervención de otros aliados de Irán, Israel podría verse en una situación donde sus recursos y fuerzas estén excesivamente dispersos en múltiples frentes. Aunque Israel ha enfrentado circunstancias similares en el pasado con condiciones militares menos favorables, en la actualidad no posee la misma solidez política que tenía en la década de 1970.

Edificios residenciales a 150 m de la Torre Palestina, que fueron destruidos durante la primera semana de intensos bombardeos por parte de la aviación israelí (Al Araby vía Wikimedia Commons)
El futuro del ejército y de Israel
La guerra simultaneamente urbana y subterranea que estaría emprendiendo Israel en Gaza, sin duda alguna consumirá una importante cantidad de recursos y personal. De abrirse otros frentes esta situación solo empeoraría. Estados Unidos ya ha respondido al aumento en las tensiones enviando dos grupos de ataque de portaaviones (uno ya se encuentra en el Mediterráneo) y una fuerza de respuesta rápida de la Marina, con el objetivo de respaldar Israel y evitar que otros actores intervengan (Dress, 2023). Paralelamente, Israel se enfrenta al desafío de tener un ejército fracturado políticamente y una coyuntura en la que podría estar desconfiando de sus vecinos y otros países en la región.
Indudablemente, la FDI no perderá la guerra y es muy poco probable que quede devastada por esta; pero si podría quedar agotada y más fracturada, lo que por sí solo pondría en riesgo la seguridad nacional del país a largo plazo, tal y como su crisis política nacional hace unos meses puso al país bajo una situación tan precaría, que sufrío un devastador ataque por Hamás el 7 de octubre. De invadir Gaza, el ejército y el gobierno israelitas estarían asumiendo un alto riesgo, tanto a corto como a largo plazo, de ahí su decisión de posponer la Operación Espadas de Hierro (Lynch, 2023). Israel también podría estar recibiendo presión de sus aliados de no iniciar una campaña militar que podría desencadenar una crisis diplomática y económica de las mismas dimensiones que la crisis de 1973.
En este momento, Israel se encuentra ante una drástica triple disyuntiva: realizar una operación con el propósito de cumplir con su promesa de vengar a los muertos; ceder a la presión de sus aliados y evitar sumergir al mundo en una posible crisis petrolera y económica; o simplemente abstenerse de invadir Gaza debido al amplio espectro de actores que podrían intervenir en su contra.
Hamás, al igual que ETA, al-Qaeda y el Estado Islámico en su momento, podría haber sellado su fin con acciones contundentes. Históricamente, ninguna organización terrorista que logra una victoria de tal magnitud y brutalidad logra sobrevivir mucho tiempo. Sin embargo, el eventual fin de Hamás podría no venir directamente de Israel, sino de otros actores que desean eliminar una amenaza persistente en la dinámica política regional. Después de todo, Hamás buscó perjudicar los esfuerzos de normalización entre Israel y Arabia Saudita. Posiblemente, la organización palestina haya realizado su última jugada en el tablero político de Oriente Próximo.
Referencias
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