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Seguidores de Bolsonaro invadieron las sedes del poder en Brasil

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Por: Código Nexus

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El resultado de las elecciones en Brasil ha demostrado ser tan volátil y peligroso como las estadounidenses.

Seguidores de Jair Bolsonaro atacaron varias instituciones en la capital brasileña: Brasilia. Los manifestantes habían invadido el congreso, el palacio presidencial, la suprema corte y otros edificios de gobierno. Esto va de la mano con la negación de Jair Bolsonaro, al estilo de Donald J. Trump y de López Obrador, desconociendo los resultados de las elecciones pasadas. Inclusive, la cuenta de Twitter de Jair Bolsonaro sigue con la identificación de ‘presidente’. Esta campaña para desestimar las elecciones es una jugada política para desestabilizar sociopolíticamente al país y aumentar la división.

La amenaza extremista

Este escenario es muestra de la fuerte división en el país y de que las fuerzas extremistas son un peligro latente, por su desagrado de las instituciones democráticas. Este ataque no puede calificarse como algo más que una insurrección y sus perpetradores como unos golpistas. Este tipo de divisiones son peligrosas por una variedad de razones. Por un lado, esto significa que Brasil podría estar encaminado a una situación similar a la estadounidense, con violencia política creada por la polarización. Esto, por ende, podría ocasionar diversos choques fuertes en varios sectores de la sociedad y la economía, lo que podría impedir a Lula alcanzar sus objetivos económicos, ya que varias figuras políticas podrían no cooperar con su gobierno.

El gobierno brasileño tendrá que tomar varias medidas cruciales para reforzar la seguridad y cerciorarse de que dentro de las instituciones públicas, especialmente las de seguridad, no sigan existiendo contingentes bolsonaristas antidemocráticos (como es el caso en Estados Unidos con sus seguidores), que puedan atentar en contra de la seguridad pública nacional. El problema aquí, recae en el hecho de que, buscar sacar a estos contingentes del poder, como se ha estado haciendo mediante investigaciones, arrestos o suspensiones, podría llevar a más protestas y a una mayor polarización (RANE Stratfor, 2023, pár. 1).

Intentos del gobierno por reforzar su control de los medios y las plataformas de comunicación para combatir la retórica golpista y la desinformación, también podrían resultar contraproducentes, aunque se entienda por la delicadeza de la situación política en el país. Por lo que, el peligro latente de más protestas violentas perdura y acecha al nuevo gobierno de Lula. Esto también significa que el gobierno de Lula deberá tener mucho cuidado con cualquier fracaso económico o político, ya que podrían ser usados para incitar a más personas y fomentar, mediante retórica antidemocrática, la polarización sociopolítica.

El ejército brasileño y la democracia

La amenaza a la democracia en el país no proviene del ejército. Las fuerzas armadas y las fuerzas policiacas no se unieron a los golpistas, quienes buscaban que ante el caos, el ejército interviniera y así sacara a Lula del poder para restaurar a Bolsonaro, pero el aparato militar brasileño se alió con Lula. Durante el mandato de Jair Bolsonaro, varios oficiales de las fuerzas armadas renunciaban por su descalificación del gobierno de Bolsonaro y su manejo de ciertas situaciones.

Incluso, los jefes del Ejército, Armada y Fuerza Aérea de Brasil habían renunciado (aunque también se especulaba que fueron reemplazados) en 2021, por su desaprobación de la presencia de varios militares en el gabinete de Jair Bolsonaro, ya que esto se consideraba como la politización de las fuerzas armadas brasileñas (RANE Stratfor, 2021, párr. 1-3). También estaban circulando rumores en 2021 que señalaban que tras reunirse con el ministro de defensa de Jair Bolsonaro, se les había pedido hacer algo inaceptable para ellos, otra razón por su renuncia.

RANE Stratfor (2021, pár. 3) también reporto que Jair Bolsonaro había “despedido al ministro de defensa brasileño, el 29 de marzo, debido a insuficiente lealtad” reemplazándolo con un general que celebraba más abiertamente la dictadura militar. No obstante, todo esto apunta a que el expresidente ultraderechista nunca pudo utilizar a las fuerzas armadas como herramienta política en el país, por ende, nunca pudo llevar acabo un golpe militar en Brasilia, ya sea durante su mandato o en las elecciones.

A esto también hay que agregar el hecho que, junto con varias organizaciones internacionales, las cuales han avalado los resultados de las elecciones brasileñas, el Ministerio de Defensa llevó a cabo una auditoria, en la cual concluyó que no hubo fraude en la segunda vuelta de las elecciones en octubre (RANE Stratfor, 2022, párr. 1-2).

Las fuerzas armadas han experimentado un creciente grado de constitucionalismo e institucionalismo desde la caída de la junta militar que gobernaba al país en el siglo XX. Sin duda alguna, las fuerzas armadas son más constitucionales y democráticas que sus antecesores del siglo XX y no presentarán una amenaza a la democracia o al gobierno de Lula.

El reto por delante

Lamentablemente, aunque la Suprema Corte de Brasil y las fuerzas armadas, junto con otras instituciones políticas, estén del lado de la democracia y respalden al gobierno democráticamente elegido de Lula, el país seguirá bajo un constante peligro de una posible polarización bélica. Demasiados funcionarios públicos participaron, ya sea directa o indirectamente, en la insurrección, muchos evitando que las fuerzas de seguridad pudieran responder a la crisis con tiempo, similar a como sucedió en Estados Unidos el 6 de enero del 2021.

Por el momento, se busca al secretario de seguridad de Brasilia, Anderson Torres, quien fue despedido el 8 de enero por su rol en la insurrección. Incluso, se suspendió al gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, por las mismas razones que al secretario de seguridad, ambos aliados de Bolsonaro. Además, el exsecretario de seguridad se encuentra en Florida, y lo más probable es que con el expresidente Bolsonaro, lo que incrementa las sospechas sobre el papel que tuvo Bolsonaro en la insurrección.

El problema fundamental es que las respuestas, inevitables y justificadas, del gobierno y las instituciones nacionales, van a llevar a más manifestaciones violentas y a una mayor polarización. Los objetivos del gobierno de Lula, como aumentar los ingresos a los programas sociales y detener la deforestación del Amazonas, también contribuirá a la retórica en contra de su gobierno por parte de los extremistas.

Pero la respuesta de las fuerzas armadas será aún más crucial, si las fuerzas de seguridad pública no son capaces de lidiar con la deteriorante situación en el país, la forma en la que se usen o intervengan las fuerzas armadas para respaldar a la democracia podría ser fundamental en aumentar dramáticamente la violencia.

Por lo tanto, Brasil será un país con unos años venideros extremadamente difíciles y la crisis económica que se dará este 2023 será desafiante a un grado alarmante. Todo esta posicionado para que el país sufra de una creciente polarización política. Lula y las instituciones brasileñas, tanto las políticas y jurídicas, como las de seguridad, tendrán el reto de proporciones épicas de maniobrar esta multi-crisis nacional.

Referencias:

RANE Stratfor. (2021, 31 marzo). Brazil: Army, Navy and Air Force Chiefs to Be Replaced. RANE Worldview Powered by Stratfor sección de Situation Report. Recuperado 9 de enero de 2023, de https://worldview.stratfor.com/situation-report/brazil-army-navy-and-air-force-chiefs-be-replaced

RANE Stratfor. (2022, 10 noviembre). Brazil: Defense Ministry Finds No Evidence of Election Fraud. RANE Worldview Powered by Stratfor. Recuperado 9 de enero de 2023, de https://worldview.stratfor.com/situation-report/brazil-defense-ministry-finds-no-evidence-election-fraud

RANE Stratfor. (2023, 9 enero). Gauging the Fallout From Brazil’s Capital Insurrection | RANE. RANE Worldview powered by Stratfor sección de snapshots. Recuperado 9 de enero de 2023, de https://worldview.stratfor.com/article/gauging-fallout-brazils-capital-insurrection

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