Fotografía de la bandera de las fuerzas rebeldes sirias (Crédito Ahmed akacha-Pexels vía Canva Pro)_CN

Fotografía de la bandera de las fuerzas rebeldes sirias (Crédito: Ahmed akacha/Pexels vía Canva Pro)

Siria tendrá que luchar por su supervivencia

Desafíos por doquier

Después del fin de al-Ásad, Siria no solo tendrá que terminar la guerra civil, sino también luchar por su supervivencia en el mapa político regional.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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Con la caída del Imperio otomano, Siria pasó a estar bajo dominio francés. Para poder asegurar su control, los franceses crearon un ejército colonial compuesto por todas las minorías étnicas en Siria (Salamanca, 2020). Sin embargo, sus esfuerzos no sirvieron y para 1948, Siria obtendría su independencia junto con otros países en la región. El país sirio es peculiar en el mundo árabe, ya que a diferencia de los demás Estados que fueron inventados con pluma sobre papel, el Estado sirio es prácticamente el único país árabe en Oriente Próximo que puede encontrar algún antecedente que respalde su existencia política actual (Friedman, 2011/2012). No obstante, eso no significó que la nación todavía estuviera consolidada. 

Siria se independizó durante un periodo geopolítico en el que predominaba el regionalismo en el país, periodo que, incluso, sigue vigente (todos los países cuentan con ciclos geopolíticos de regionalismo y centralismo). Para Siria esto implicó que el país estuviera marcado por diferencias y rivalidades regionales. Pronto se volvió un país vulnerable a las intervenciones de otros Estados en la región y potencias extranjeras. Durante prácticamente todo el siglo XX, la dinámica política nacional estuvo marcada por el regionalismo y el compadrazgo político, con la creación de camarillas políticas. Todas estas facciones estaban estructuradas con base en el lugar de procedencia y lazos familiares o de amistad. Esto era una necesidad dado el contexto geopolítico sirio. 

Pero a su vez, esto también significó que se dieran una serie de golpes de Estado y conflictos políticos de alta intensidad con asesinatos, atentados y levantamientos armados (el contexto de regionalismo también dificultó las operaciones militares extranjeras, lo que contribuyó a las múltiples derrotas frente a Israel). La única figura política que lograría consolidar el poder más que cualquier otra en la joven historia de Siria sería Háfez al-Ásad (padre de Bashar al-Ásad), quien en 1970 realizó el último golpe militar exitoso en el país para hacerse del poder. 

Pese a que el PIB per cápita bajó considerablemente durante su mandato, como escribe Khashan (2024), el régimen de al-Ásad (padre) logró consolidarse debido a una serie de políticas económicas, tanto suyas como de sus predecesores, que lo ayudaron a recaudar apoyo empresarial y popular de diversas áreas del país (Salamanca, 2020). Fue el único de los mandatarios sirios en la corta historia del país que pudo consolidar el poder con solamente su facción (familiar y política) en el poder, mediante purgas y represiones de quienes se oponían a su mandato. Su objetivo fue, también, crear pactos con diversas facciones fuera de su órbita y líderes sociopolíticos, principalmente religiosos y empresariales (Heydemann, 2020). Así mismo, el contexto geopolítico de la década de 1970 lo ayudó enormemente al poder recibir grandes cantidades de inversiones extranjeras —principalmente de Arabia Saudita— para darle un impulso a la economía siria (Salamanca, 2020). Esta realidad política contribuyó a que nunca enfrentará un gran reto a su liderazgo, ni la derrota en la Guerra de Yom Kippur (1973) sirvió como detonante para un levantamiento en su contra.

En un periodo de fuerte regionalismo y vulnerabilidad geopolítica, al-Ásad (padre) fue el único que pudo realmente unir a Siria bajo una facción y consolidar al país económicamente. El problema recae en que, al igual que cualquier otro régimen autoritario, si este no puede adaptarse a diferentes circunstancias políticas, sociales y económicas o no está favorecido por el panorama geopolítico local o internacional, tarde o temprano revienta. Cuando Bashar al-Ásad asumió el poder en 2000, la estructura de poder y el sistema político que su padre había construido, mantenido y protegido todavía seguía en pie y en funciones, pero ya comenzaba a deteriorarse (Heydemann, 2020). Por ende, con el tiempo, la inestabilidad continuaba incrementando y ponía bajo presión al régimen dinástico de los al-Ásad.

La invasión estadounidense de Irak en el 2003 y la inseguridad subyacente a esta comenzaba a preocupar a Damasco. La crisis financiera internacional del 2008 también aumentó aún más la presión sobre el gobierno de al-Ásad (de ahora en adelante el hijo). Pero el mayor reto se daría con la Primavera Árabe del 2011 (resultado de la crisis financiera del 2008). Al-Ásad volvería a aplicar la táctica represiva que su padre aplicó para subyugar a los islamistas extremistas en 1986, pero no lo hizo bajo las mismas circunstancias geopolíticas favorables, lo que produjo un resultado negativo para el régimen sirio. Durante las protestas y la crisis que se estaba gestando en su país, Bashar al-Ásad recibió una oferta por parte del gobierno turco: Ankara le ofreció el apoyo económico y diplomático necesario para realizar cualquier tipo de reformas para apaciguar la situación en el país, pero al-Ásad se rehusó y en vez de ello buscó ayuda con los rusos y los iraníes. El rechazo a la asistencia turca y la búsqueda del respaldo chiita iraní afectó negativamente su relación con los países árabes, en especial con los de la península Arábiga. 

Durante la primera etapa de la Guerra Civil Siria esto no fue un problema, con el respaldo militar y económico ruso, junto con el apoyo iraní mediante el despliegue de diferentes proxys (como Hezbolá), el régimen sirio pudo asegurar su supervivencia. El problema se volvió relevante a partir del 2018, ya que, aun cuando los países árabes volvieron a establecer lazos diplomáticos con Siria, estos nunca buscaron reconstruirla con sus cofres de dinero o lazos económico-comerciales. Bashar al-Ásad, a diferencia de su padre, ya no podía usar el dinero de los Estados peninsulares para reconstruir su país. Aunado a los retos económicos, el sistema político que su padre había construido ya no era apto para la nueva realidad siria, el país ahora necesita un renovado sistema político y una estructura de poder que permitan unir al país nuevamente. La falta de adaptación trajo el fin del régimen de al-Ásad. Pero los retos no han acabado para Siria. 

A diferencia del siglo pasado, el país ahora se enfrenta a un mayor reto: el de asegurar su existencia y fronteras actuales. La caída de al-Ásad dejó al descubierto que el régimen ya no era capaz de unir a Siria y muchos no confían en que los rebeldes puedan llegar a términos pronto, en especial por el predominio de Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) y el Ejército Nacional Sirio (ENS). Las demás facciones, aunque importantes son más débiles que el HTS y el ENS. Como tiburones captando el aroma de la sangre en el agua, varios Estados fronterizos han puesto sus miras sobre Siria, tanto para aprovechar, como también por la necesidad de reforzar su propia endeble seguridad.

La Brigada de Paracaidistas de las Fuerzas de Defensa de Israel se ve ingresando en tanques a Siria, en una foto difundida por el Ministerio de Defensa israelí el 9 de diciembre de 2024 (Crédito: Fuerzas de Defensa de Israel)

Israel y Jordania

Rápidamente, durante la ofensiva rebelde, Israel realizó varios bombardeos en contra de posiciones militares iraníes, depósitos de armamento de varios proxys iraníes y del Ejército Árabe Sirio y bases militares sirias del régimen de al-Ásad, destruyendo tanques, aviones caza, helicópteros y buques navales (Fabian & The Times of Israel, 2024). El ataque israelí prácticamente destruyó la fuerza aérea, la armada naval y las capacidades de misiles del país. A la par de los bombardeos, el Ejército israelí invadió los Altos del Golán, y de acuerdo con una publicación en X (antes Twitter) de Reuters (2024), elementos de seguridad sirios han confirmado que la fuerza israelí continuó su incursión en Siria, llegando a poco más de 25 kilómetros de la capital siria, Damasco. 

Al mismo tiempo, Khashan (2024), analista de geopolítica experto en Oriente Próximo, señala que Jordania podría buscar anexarse territorio sirio, en especial porque Netanyahu planea hacer lo propio con el territorio palestino de Cisjordania, lo que generaría una ola de refugiados hacia Jordania. Khashan (2024) argumenta que Jordania podría buscar anexarse el territorio sirio hasta la ciudad de Damasco, tanto para reforzar su propia seguridad como para lidiar con la presión sociopolítica de una ola de refugiados palestinos, pueblo con el cual, la monarquía hachemita no tiene buenas relaciones sociopolíticas (Friedman, 2011/2012).  

En cuanto al caso de Israel, muchos señalan que su postura es que, simplemente, como el régimen de al-Ásad con el que se tenía el acuerdo de 1973 ya no existe, entonces dicho acuerdo en términos jurídicos internacionales ya no es válido, y ha sido anulado. Lo que, de forma hipotética, justificaría la anexión territorial en términos legales, aunque sea debatible la postura jurídica israelí. No obstante, no podemos usar un análisis jurídico para comprender el actuar de Israel, pues es necesario un análisis geopolítico. Desde la perspectiva de Tel Aviv, el futuro de Siria es incierto y la principal facción político-militar es el HTS, una organización islamista cuyo hipotético régimen podría ser más hostil hacia Israel. 

Los bombardeos israelíes de las fuerzas armadas sirias de al-Ásad, tuvieron el objetivo de desarmar estratégicamente a Siria a mediano plazo, ya que tomaría tiempo reconstruir la armada naval y la fuerza aérea de Siria. De la misma forma, la anexión es simple oportunismo ya que Siria no cuenta con la capacidad operativa o armamentística para frenar el avance israelí, por lo menos en los Altos del Golán. Israel también busca crear un ambiente en el cual Hezbolá continúe debilitándose. En términos de seguridad y por razones político-ideológicas del liderazgo israelí, Tel Aviv no podía permitirse el lujo de dejar tanto armamento en las manos de HTS y posibilitar que esa facción continuará consolidando su poder. De esta forma, los bombardeos y la incursión israelí sirven con dos propósitos: desarmar a Siria a mediano plazo y evitar el empoderamiento militar del HTS. 

Por su parte, Jordania teme que la situación en Siria pueda empeorar y que el país entre en una etapa bélica similar a la de Libia posterior al derrocamiento de Muamar el Gadafi (Khashan, 2024). Ese escenario crearía demasiada presión para la seguridad del régimen de los hachemitas, el cual ya se está enfrentando presión social en el país y en sus fronteras, lo que atenta contra su seguridad nacional (Ryan, 2024). Aunado a eso, los Estados árabes podrían respaldar a los hachemitas con el objetivo de desestabilizar más a Siria y evitar que Turquía dicte el desarrollo del país árabe y, nuevamente, comience a expandir su influencia y huella militar al sur. Los hachemitas podrían colaborar con los israelíes con el propósito de incrementar la estabilidad de Jordania, y poder, en un caso hipotético, enviar a los palestinos al norte tan pronto busquen alojamiento en Jordania tras una posible anexión israelí de Cisjordania.

Esto implica que las fuerzas rebeldes no solo tendrán que preocuparse por construir un gobierno y un aparato burocrático para administrar el país e intentar reestablecer el orden en el territorio que controlan, sino que también tendrán que luchar con otras facciones en el país (algunas de las cuales —como los drusos— no buscan establecer un nuevo régimen sino regiones independientes) y al mismo tiempo tendrán que ver qué harán con los invasores del sur, es decir, los israelíes que ya tomaron los Altos del Golán (y han comenzado a bombardear las afueras de Damasco), y los jordanos, quienes podrían sumarse a las incursiones militares a principios del próximo año.

Miembros de las fuerzas paramilitares de las Unidades de Protección Popular kurdas (Crédito: Kurdishstruggle vía Flickr)

Estados Unidos y los kurdos

Mientras tanto, en el norte —específicamente en el noreste— los rebeldes tendrán que lidiar con los kurdos, quienes han aprovechado el colapso de al-Ásad para tomar control de varias ciudades y territorio sirio. En algunas áreas, las fuerzas del ENS se enfrentaron y detuvieron el avance de las Unidades de Protección Popular (UPP o YPG por sus siglas en kurdo) mientras que en otras lograron, con respaldo militar turco, tomar algunos territorios kurdos en la frontera con Turquía. Respecto a las fuerzas kurdas, dos factores son relevantes: uno sería precisamente el respaldo que reciben de los estadounidenses y el otro sería el control territorial con el que cuentan. 

Durante la guerra contra el Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés), las fuerzas kurdas fueron las principales aliadas de Estados Unidos, logrando las victorias más importantes en Siria durante gran parte de la campaña militar anti-ISIS. El apoyo de Washington las convirtió en una de las fuerzas paramilitares mejor preparadas en Siria y se encuentran a la par del Ejército Nacional Sirio y del Hay’at Tahrir al-Sham. Sin embargo, su supervivencia se debe en gran medida a la protección estadounidense, por un tiempo, incluso los rusos protegieron a la UPP de las fuerzas turcas. 

Esta vulnerabilidad de las fuerzas kurdas comienza a resaltar dado el desarrollo de los últimos acontecimientos político-militares en Siria y el mundo, los cuales se resumen en dos factores: el primero sería que Rusia se retira de Siria, lo que quita presión a Turquía para expandirse al sur; el segundo sería que Estados Unidos podría no ver como viable continuar apoyando a los kurdos y mejor retirarse, algo que podría concretarse con la administración de Donald Trump. Estados Unidos podría no apoyar a HTS, pero apoyar a los kurdos solo limitaría el actuar de la única otra facción en Siria capaz de retar al HTS, es decir, el ENS, ya que las fuerzas rebeldes al sur —aliados de Washington— son más débiles que el HTS. De lo contrario, una coalición entre el HTS y la ENS seguiría presentando un reto para las fuerzas kurdas ya que el objetivo de las fuerzas rebeldes sirias sería restablecer el control del territorio nacional. 

Estados Unidos podría simplemente optar por dejar que Turquía domine Siria con tal de evitar que el país continúe siendo una fuente de inestabilidad en Oriente Próximo, como temen varios gobiernos árabes (Khashan, 2024). Debido a los lazos del UPP con el Partido del Trabajo de Kurdistán, una organización terrorista en Turquía, el gobierno turco va a buscar debilitar, sino es que destruir, a la UPP. Sin importar lo que suceda, la existencia del UPP y su control territorial estarán bajo presión constante, a menos de que logren una negociación tanto con el HTS como con el ENS y el gobierno turco, para asegurar su existencia y un grado de autonomía en su territorio, algo que podría suceder si las fuerzas paramilitares sirias se enfocaran en erradicar a otras facciones paramilitares en el país y en los invasores del sur.

Turquía, Hay’at Tahrir al-Sham y el Ejército Nacional Sirio

Turquía mantuvo vivas a las fuerzas rebeldes del HTS y el ENS después de la victoria del régimen de al-Ásad en 2018. En 2015 un caza F-16 turco derribó un Sukhoi Su-24M ruso que sobrevolaba la zona fronteriza turco-siria y en marzo de 2020 derribó 3 aviones de combate sirios, durante los intentos por el régimen de al-Ásad de adentrarse a Idlib para terminar con las fuerzas rebeldes. La mayor fuerza de la ofensiva se dio en cooperación entre el HTS y el ENS, que salieron de regiones controladas y custodiadas por los turcos. Esto implica que ambas fuerzas rebeldes fungen como proxys de Turquía, y el mando turco muy probablemente formó parte de la planeación de la ofensiva rebelde. 

Por ahora, el gobierno turco es el mejor posicionado en la dinámica siria. Sus proxys son las facciones sirias más fuertes y fueron las responsables de derrocar a las fuerzas de al-Ásad (The Guardian, 2024). El problema, sin embargo, recae en cómo podría responder Turquía a la incursión israelí y a una posible invasión jordana. Tanto Israel como los Estados árabes no están interesados en que Turquía y sus proxys dicten el futuro de Siria y tampoco confían en que las fuerzas proxys y el desarrollo del conflicto en los próximos meses no atenten contra sus intereses nacionales o de seguridad. Si Ankara busca consolidar su influencia sobre Siria tendrá que respaldar a las fuerzas rebeldes e influenciar su toma de decisiones respecto a los kurdos y las fuerzas invasoras. 

Entre las dos facciones rebeldes sirias, el ENS es más leal y cercano a Ankara, por lo que sirve mejor para satisfacer los intereses turcos en Oriente Próximo. Es la principal facción con la que han cooperado las fuerzas armadas turcas desde el 2017. Si el HTS resulta no ser la fuerza conciliadora y pragmática que su líder, Abu Mohamad al-Golani, ha intentado presentar ante el mundo, e incluso fuera a desafiar a Turquía —lo que es poco probable dadas las circunstancias—, Ankara podría ver viable su debilitamiento para que el ENS reemplace al HTS en Siria. No obstante, por el momento no hay indicaciones de algún cambio en esa dirección. Lo que sí es seguro es que Siria será nuevamente un conflicto transnacional con diversas potencias y gobiernos compitiendo por influencia y sus propios intereses, así como para asegurar su estatus como potencias en la región. Por el momento, los principales bandos están conformados por:

  • Turquía, el HTS y el ENS
  • Israel
  • Estados Unidos, el Ejército Sirio Libre y el UPP
  • Jordania

De los cuatro bandos interesados en el futuro del país, Israel, Jordania, Estados Unidos y los kurdos están mejor posicionados para cooperar. Por un lado, los árabes podrían buscar usar a los kurdos y a la presencia estadounidense como contrapeso, mientras que Israel no estaría interesado en dejar que Turquía tenga dominio sobre Siria y que sus fuerzas tengan entrada libre al sur del territorio, con su frontera. En cierta forma, aunque Turquía tenga la ventaja al contar como proxys a las facciones rebeldes más fuertes, se enfrenta a un ambiente hostil, o por lo menos desfavorable, para la materialización de sus intereses en el país. Pero Israel y Jordania estarán adentrándose a un terreno desconocido. Hamás y Hezbolá no pudieron presentar un gran reto para las fuerzas militares israelíes, por lo menos en cuanto a las bajas sufridas, aunque el costo psicológico y material sí fue significativo. Pero al invadir Siria, Israel está entrando a otro tablero con diferentes actores. Jordania estaría haciendo lo mismo al intentar ocupar Siria el próximo año para ganar terreno y lidiar con presiones domésticas.

Una fotografía de dos tanques que fueron destruidos frente a una mezquita en Azaz, Siria durante la primera etapa de la Guerra Civil Siria en 2012. (Crédito: Christiaan Triebert vía Flickr)

Siria como nación

Durante la primera mitad de su existencia, difícilmente se podría alegar que existía una nación siria, aunque haya un contexto histórico al que se pudieran trazar sus antecedentes. El gobierno no fungía como una institución que representara al país, no porque no fuera democrático, sino porque era una entidad manipulada y dominada por diferentes grupos de distintas regiones o etnicidades. La dinastía de los al-Ásad no representó el surgimiento de un liderazgo auténticamente sirio, su manera de gobernar reflejaba el dominio de un grupo etnoreligioso y una región específica. La manera en la que se estructuró su sistema político y cómo funcionaba, no mostraba evidencia de un gobierno sirio, lo cual se reforzó con el hecho de que el “el idealismo panarabista del primer Baaz” no haya sido reemplazado por un nacionalismo sirio, sino “por el culto a la personalidad del líder sirio” (Salamanca, 2020).

Pero hoy en día la nación siria es una realidad que se está comenzando a consolidar. La guerra civil siria pese a que se ha fracturado entre diferentes facciones, muchas con intereses regionalistas y no nacionales, convirtiéndose en cierta forma en un conflicto sectario, cuenta con facciones que se identifican como sirias y buscan establecer un futuro régimen sirio. El país no es diferente a otras naciones en el sentido de que ninguna nación nace a partir de tratados o porque exista alguna idea de que se quiere que exista una nación, como en el caso del patriotismo europeísta. Al contrario, las naciones nacen a partir de los desafíos y las guerras. Solo en los procesos en donde se pone a prueba y un pueblo enfrenta diversos retos unidos, es que se va consolidando una identidad conjunta. Ninguna nación en América o en Europa, incluso en Asia (las que existen), se han podido consolidar sin retos geopolíticos, sacrificios o guerras. 

La existencia de una nación tampoco es cuestionable solo porque sea reciente, México y Brasil lo son, apenas el siglo pasado comenzaron a consolidarse tras más de cien años de guerras, grandes desafíos y del predominio de gobiernos que reflejaban dinámicas y el poder de ciertas regiones. La represión de Bashar al-Ásad, el agotamiento de su sistema político y su respuesta a las protestas sirias de la Primavera Árabe sirvieron como el caldo de cultivo para que surgiera un grado de nacionalismo sirio en el que la población comenzó a correlacionarse y formar vínculos con base en su resistencia contra el régimen de al-Ásad. La poca oposición de las fuerzas de al-Ásad y la población ante los rebeldes es muestra del desgaste del régimen dinástico de los al-Ásad, pero no es indicativo de cómo los sirios han abandonado a su país.

La invasión israelí del sur y la posible invasión jordana sí podrían poner en tela de juicio la existencia de la nación siria, pero también podrían servir como impulsores de su fortalecimiento. Siria se enfrentará a desafíos que van a retar su existencia, y la forma en la que diversos grupos luchen en contra de ello será un reflejo de cómo podría comenzar a consolidarse en su totalidad la nación siria. Es a partir de las luchas que se vayan a presentar en los siguientes meses y años que realmente veremos el surgimiento de una identidad nacional siria o su rompimiento. 

El futuro de Siria después de la guerra civil, si es que sigue existiendo el país, estará marcado por dos factores. El primero será referente al futuro régimen político que se construirá; el segundo será respecto al papel que Turquía asumirá en la región. 

En cuanto al primero, el gobierno que surgirá, seguramente será parecido al del régimen de al-Ásad en cuanto a su estructura de poder y la forma en la que se maneja la política. No obstante, no llegará otra dinastía, sino que probablemente tomará la forma de un régimen unipartidista o de un régimen híbrido, con instituciones democráticas pero prácticas autoritarias, en el cual existan pactos que unan a los diferentes grupos de poder en el país. Ciertamente, Siria todavía continuará necesitando de una estructura de poder y un sistema político que reconozca el regionalismo en el país y pueda trabajar dentro de esos límites. Pero fue bajo este tipo de sistemas políticos que surgieron las identidades nacionales mexicana y brasileña, algo que también podría suceder en Siria. 

En cuanto al segundo factor, Siria probablemente no volverá a ser una potencia regional independiente como lo llegó a ser bajo el mandato de Hafez al-Ásad (Khashan, 2024). Dadas las actuales circunstancias, Siria muy posiblemente se convertirá en un Estado satélite de Turquía. Seguirá siendo una potencia regional, pero no de manera independiente, lo que no sería un nuevo caso: Egipto, la Nueva España y el Raj Británico en sus momentos llegaron a ser importantes centros de poder que tenían cierta libertad en cuanto a sus políticas económicas y militares. Esto tampoco será una amenaza para la identidad nacional siria, ya que diversas naciones como Polonia y Ucrania lograron aferrarse a sus identidades locales pese a su subyugación, primero bajo la Rusia zarista y luego bajo el yugo de la Unión Soviética. 

En el peor de los casos, si es que la consolidación de la nación siria se fuera a fracturar bajo presión, el país podría dejar de existir en los próximos años. Debilitada por más de una década de guerra, varias naciones vecinas podrían aprovechar la situación, como lo ha hecho Israel y como planea hacer Jordania. La otra opción sería que Siria fuera a perder territorio de manera dramática, lo que sería posible debido al desgaste militar y el deterioro económico de las últimas dos décadas. En el mejor de los casos, la crisis actual en Siria y los retos que enfrentará la nación subsecuentemente servirán como catapulta para, por fin, finalizar la consolidación de su identidad nacional. Si es que Siria, ya sea como Estado-nación o como nación, logra sobrevivir la próxima década, no cabe duda de que se volverá una nación formidable en la región. 

Fabian, E. & The Times of Israel. (2024, 10 diciembre). In historic campaign across Syria, IDF says it destroyed 80% of Assad regime’s military. The Times Of Israel. https://www.timesofisrael.com/idf-says-it-has-stuck-over-320-targets-in-syria-taking-out-70-of-army-capabilities/

Friedman, G. (2012). The next decade: Empire and Republic in a Changing World. Estados Unidos: Anchor. (Obra original publicada 2011)

Heydemann, S. (2020, 10 diciembre). Pity the nation: Assessing a half century of Assadist rule. Atlantic Council. https://www.atlanticcouncil.org/blogs/menasource/pity-the-nation-assessing-a-half-century-of-assadist-rule/

Khashan, H. (2024e, diciembre 10). After the Fall of Assad, the Middle East Braces for Unrest. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/after-the-fall-of-assad-the-middle-east-braces-for-unrest/

Reuters. (2024g, diciembre 10). An Israeli military incursion into Syria has reached about 16 miles southwest of Damascus, Syrian security sources said, after Israel seized a buffer zone in southern Syria and launched air strikes on Syrian army and air bases overnight https://reut.rs/49txxLq. X (Twitter). Recuperado 10 de diciembre de 2024, de https://x.com/Reuters/status/1866394317255803363

Ryan, C. (2024, 9 febrero). From Gaza to the Syrian Border, Jordan Is Increasingly in the Line of Fire. Arab Center Washington DC. https://arabcenterdc.org/resource/from-gaza-to-the-syrian-border-jordan-is-increasingly-in-the-line-of-fire/

Salamanca, A. (2020, 4 junio). Háfez al Asad y el nacimiento de la Siria moderna. El Orden Mundial. https://elordenmundial.com/hafez-al-asad-siria/

The Guardian. (2024, 8 diciembre). Who are the Syrian rebels who have captured Damascus – explained in 30 seconds. The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2024/dec/08/who-are-the-syrian-rebels-who-have-captured-damascus-explained-in-30-seconds

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