Desde los años sesenta, México y Estados Unidos han sido partícipes de una lucha contra el narcotráfico. Hasta hoy, no ha resultado del todo favorable para ambos países, debido al alto abastecimiento de drogas en el mundo; marihuana, opiáceos y actualmente el fentanilo. No son drogas nuevas que esté consumiendo el usuario, al igual que no es nueva la lucha contra el narco, de la cual, ninguno ha salido victorioso. Desde que el presidente George W. Bush lanzó políticas amenazadoras al gobierno mexicano, exigiendo empezar una “lucha contra el narcotráfico”, las relaciones se han visto tensas. Esto debido a las operaciones policiales destinadas a la producción y el contrabando de drogas, sumando al proceso de toma de decisiones en las políticas contra las drogas, donde participan numerosos actores gubernamentales y no gubernamentales con distintos intereses. Afectando a México, no solamente en su política exterior, sino también en su comercio legal, su sector laboral y generando en el país una lucha de poder entre los narcotraficantes, dentro del territorio mexicano.
Resultando en altos niveles de violencia, secuestro y extorsión, debido a que estos luchan por controlar las rutas de transporte de las drogas, generando la lucha violenta entre los mismos carteles. Como ejemplo, está la lucha contra el narcotráfico que lanzó el expresidente de México, Felipe Calderón (2006-2012), derivada del Plan Antidrogas del también expresidente de Estados Unidos, George W. Bush, para los países productores de drogas, ha resultado en que aproximadamente 70,000 personas hayan sido ejecutadas de forma violenta, expandiéndose el número de carteles y evidentemente, el tráfico de drogas continuó. Aquí comienzan las preguntas en los gobiernos: ¿México actuó de la manera adecuada? ¿Estados Unidos no debe de entrometerse en esa lucha?
Estados Unidos siempre ha estado en la mira del debate: Combatir al consumidor o combatir al productor. Estados Unidos, desde décadas atrás ha estado defendiendo la idea de la lucha contra los narcotraficantes, sin embargo, vale reconocer otro punto importante sobre el debate entre expertos y otros comentarios en torno a la problemática: sin consumidor, no hay droga. Es por eso, por lo que es necesario hacer un recuento de las actividades de Estados Unidos en conjunto con México en esta lucha interminable, afectando desde hace años, la relación política.
Los Planes antidrogas y la intervención de Estados Unidos en ellos.
Gracias a su historia, ambos países, Estados Unidos y México han estado muy conectados, las decisiones que tomen ambos, afectará de alguna manera al otro, positiva o negativamente, desde decisiones comerciales dentro de Estados Unidos, podría llegar a afectar al comercio mexicano, o las políticas públicas que atañen a los ciudadanos estadounidenses, repercuten en los migrantes mexicanos, siendo esto de interés para México (Varreda & Perla. 2014). Es por eso, por lo que el narcotráfico, ha desarrollado mayor interés en ambos países y su colaboración, debido al alto impacto negativo que ha tenido a lo largo del siglo pasado y el actual. Esta relación bilateral comenzó más fuerte, debido al cambio de modelo económico de los años ochenta, se optó por un modelo neoliberal, donde fomentaba el crecimiento económico y procuraba el bienestar social.
Sin embargo, el crecimiento económico no fue equitativo para todas las clases sociales en el país, favoreció la inversión extranjera en el sector industrial, pero colapsó el campo mexicano, colocando el mercado interno al servicio de la producción extranjera, provocando la baja de empleos y apareciendo formas económicas diversas. Surgiendo con potencia la economía informal y criminal, en lo que se tuvo que recargar aquellos perjudicados, para poder subsistir. Debido a la crisis financiera, la economía criminal fue bastante atractiva para la población.
La intervención de Estados Unidos en las políticas no es algo nuevo, desde su intervención en materias de comercio agrícola, industrial, entre otros y una intervención directa en las políticas de México y otras naciones, con respecto al comercio de drogas, el país se ha convertido efectivamente en el organizador de políticas internacionales ante este problema.
Estados Unidos ha puesto en varias ocasiones en juego la soberanía de México, al querer tener una intervención en facultades del gobierno de México, sin olvidar las veces que ha dañado su imagen gracias al discurso antidrogas de los presidentes del país. Desde la “Operación intercepción” (1969), la “Operación Cóndor” (1975) y el cierre de la frontera por días, debido a la muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena, por narcotraficantes, México ha sido participe de las medidas de presión de Estados Unidos y su efecto devastador para nuestro país. Este tipo de operaciones, han afectado a todo un país, desde la violencia de parte de los narcotraficantes, alterar la economía fronteriza y sin dejar atrás la intervención, sometimiento y condicionamiento de parte de Estados Unidos, para México, ya que cuando hay un apoyo económico de cualquier tipo, nuestro vecino del norte evalúa estrictamente las medidas que la nación solicitante, en este caso México, ha adoptado contra el narcotráfico (Núñez Palacios, 2020).
Las drogas y el consumo de ellas no es un nuevo fenómeno para México y Estados Unidos, sin embargo, en la década de los ochenta cuando el expresidente Ronald Reagan concreta la promulgación de la Ley Antidrogas (1986), cuando comienza el discurso del gobierno estadounidense (pero se hace más fuerte con George W. Bush) los supuestos países productores de drogas, tienen mayor responsabilidad, esto siendo ilógico ya que la variable determinante para el narcotráfico, producción y tráfico de drogas, es el consumidor. Este debate ha estado sobre la mesa a lo largo de las últimas décadas, para el gobierno mexicano, Estados Unidos está deslindándose de sus responsabilidades, manteniendo pocas o nulas medidas para evitar el consumo de sus ciudadanos.
Actualmente, en los medios de comunicación escuchamos y/o leemos acerca del fentanilo y las lamentables pérdidas que se han tenido debido a su consumo en todo el mundo, aún mayor las víctimas en Estados Unidos, en los últimos años, esta droga ha cobrado más de 100,000 vidas (Moya, 2023). Esto evidentemente se convirtió en una crisis de salud, sin embargo; la crisis se extendió a materias de seguridad y política nacional. México ha estado dispuesto a colaborar con Estados Unidos para detener la exportación de fentanilo, al igual que los químicos que sirven para la elaboración de estos. Desde hace dos años el gobierno de Estados Unidos presiona a México para combatir a los carteles por medio de la fuerza, ocasionando disturbios entre la sociedad mexicana, poniendo en riesgo cientos de vidas inocentes; pero para Estados Unidos no ha sido suficiente, ya que en sus declaraciones, han llegado a advertir que posiblemente, se considere a los carteles (organizaciones criminales) como terroristas, esto prácticamente da facultades a los estadounidenses para intervenir militarmente en México para perseguir y detener a los líderes de estas organizaciones delictivas, teniendo como resultado: una violación a la soberanía mexicana y nuestros principios de política exterior.
Estados Unidos ha llevado gran ventaja gracias a su discurso político de “la oferta provoca el consumo”, no necesariamente porque sea cierto, Estados Unidos, gracias a su historia (especialmente con el Destino Manifiesto) ha desarrollado una gran capacidad de poder, que esto significa, recursos naturales, trabajo, ciencia, capital, control, autoridad y ejército, transformándose en un estado muy capacitado; sin embargo, lo que más atañe a México es el gran poder que tiene sobre él, desde el control de discurso, que ha servido para que los países latinoamericanos, que han sido señalados como tierras productoras de drogas, desplieguen sus fuerzas armadas en una lucha contra el narco, siendo muchas de estas veces, en contra de su voluntad, pero temiendo por las repercusiones culturales y económicas, que si han sido visibles a lo largo de los años, desde que comenzó esta lucha sin fin.
México y Estados Unidos han logrado estar en distintos debates, defendiendo cada uno su posición, Estados Unidos acusando a nuestro país por las lamentables muertes de sobredosis de fentanilo en su país y México debatiendo acerca de las armas de fuego que se venden a los carteles. El tema del fentanilo se ha politizado, un país culpa a otro de las muertes, en el caso de México, en el gobierno de López Obrador, ha tomado como incitativa el hablar con China acerca de apoyar con frenar el envío de fentanilo, así que China respondió que el problema del consumo del fentanilo, es de Estados Unidos, volviendo esto cada vez más tenso en el ámbito diplomático internacional, esto sumando a los discursos públicos sin sustento, tensando la relación diplomática entre ambos países. Por su parte México ha lanzado el Entendimiento Bicentenario, proponiendo una visión de seguridad compartida y colaboración, teniendo como base el respeto a la soberanía. A pesar de que las fuerzas armadas ya han estado custodiando los puertos, aeropuertos y aduanas, no es suficiente para el tráfico de la droga, se necesita cooperación, para poder llevar a cabo las acciones necesarias, así evitarnos el discurso de culpa de parte de los representantes de Estados Unidos, de la crisis de salud y de seguridad (Moya, 2023).
Es evidente que las políticas represivas han fallado, no han logrado disminuir el tráfico y consumo de las drogas, teniendo como consecuencia, el aumento de la delincuencia, redadas masivas, secuestros, entre otros tipos de violencia. El debate de las drogas ilegales y legales, reprimiendo la soberanía de las leyes a cada Estado, debido a la ideología del que tiene más poder. El combate al narcotráfico ha hecho de todo, menos eso, ha demeritado y manchado la imagen de los países latinoamericanos, desestabilizandolos política y económicamente. Actualmente, la crisis del fentanilo es de gran importancia, pero la lucha está siendo guiada de una manera equívoca, ha provocado cientos de muertes y tensionado las relaciones diplomáticas (Palacios, 2020).
Conclusión
Hablar de un término de la lucha contra el narcotráfico, es algo incierto, ya que esto se ha llevado de una manera muy ilógica los últimos casi cuarenta años. Estados Unidos ya es consciente de que el plan de “derrocar a los narcotraficantes para que no exista el consumo” no sirve, pero aun sigue con la idea de: sin oferta, no hay demanda. Siendo estrictos en el análisis, esta forma de combatir al narcotráfico es deslindarse de responsabilidades, como lo son, el control de los proveedores dentro de su país, sin embargo, esto no se trata solamente de una lucha contra el narco, con las acciones de Estados Unidos, limita las ayudas para México en temas que involucran a ambos, cómo lo es la migración, al detener ayuda monetaria con la que México podía ofrecer algún tipo de ayuda durante el tránsito de personas en movilidad dentro de México, cuando su destino final era Estados Unidos.
De igual manera, Estados Unidos, desde el inicio de la historia de nuestro México independiente, busca la forma de intervenir de cualquier manera en el país, ya sea en su política nacional, su economía o en cualquier cosa en la que pueda intervenir (Sánchez & Juárez, 2019). Lamentablemente, México cuenta con una gran dependencia a nuestro vecino del norte, esto ha traído bastantes beneficios para el crecimiento de nuestro país, pero de igual manera, cualquier decisión que tome Estados Unidos, repercute significativamente en México, tal ejemplo, el querer combatir a los carteles de drogas, dejando cientos de muertos, provocando el desplazamiento interno, debido a la inseguridad que provocan estos carteles al querer expandir su territorio de trabajo. Para México, ha sido necesario seguir el discurso que han manejado los jefes de Estados Unidos, esto para proteger el comercio, ya que son los primeros lugares de socios comerciales, para ambos, México ha procurado proteger esta variable, que se ha visto perjudicada en varias ocasiones, debido a la insistencia de Estados Unidos, por intervenir u obligar a México a tomar acciones militares contra los carteles.
Como se mencionó a lo largo del texto, la droga no es algo nuevo para ambos países, sin embargo, el nivel de proveedor ya es más ágil de conseguir, produciendo un mayor consumo. Esto seguirá así, de no cambiar las medidas o combatir con otros personajes dentro de la cadena de la droga, como lo son los consumidores, Estados Unidos sigue utilizando las mismas medidas de hace décadas, que no han funcionado para cuidar la vida de aquellos ciudadanos con estas adicciones, pero para Estados Unidos, quitarse esa responsabilidad, es fácil, atrayendo con ello, beneficios (menos ayuda para México).
Referencias
Barreda Vidal, Perla Zoraida. (2014). La cooperación bilateral México-Estados Unidos contra la delincuencia organizada trasnacional en el marco de la Iniciativa Mérida. Revista IUS, 8(34), 42-60. Recuperado en 04 de diciembre de 2023, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-21472014000200004&lng=es&tlng=es.
Oyarvide, C. M. (2011). LA GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO EN MÉXICO. DEBILIDAD DEL ESTADO, ORDEN LOCAL y FRACASO DE UNA ESTRATEGIA. Aposta, 50(50), 5-35. https://www.redalyc.org/pdf/4959/495950246005.pdf
Sánchez Espinoza, Francisco, & Juárez Jaimes, Claudia. (2019). Política de seguridad en México: combate al narcotráfico. Entre la seguridad nacional y la seguridad pública. Revista IUS, 13(44), 229-250. Epub 01 de julio de 2019.https://doi.org/10.35487/rius.v13i44.2019.613
Moya, E. (2023, 1 junio). El fentanilo, una crisis de salud, seguridad y un poco de política | Foro jurídico. Foro Jurídico. https://forojuridico.mx/el-fentanilo-una-crisis-de-salud-seguridad-y-un-poco-de-politica/
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