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NEWPORT, R.I.
(June 13, 2017)
Robert D. Kaplan from the Center for a New American Security, delivers a keynote address during the 68th annual Current Strategy Forum at U.S. Naval War College (NWC) in Newport, Rhode Island. As NWC’s capstone academic event, the two-day forum brings together distinguished guests and students to explore issues of strategic national importance. This year’s theme is “National Security and Fleet Design.”
(U.S. Navy photo by Mass Communication Specialist 2nd Class Zach Allan/released)

La era digital y la democracia 

Proyecto anterior: Quien es Quien Sin Fronteras

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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¿Por qué la era digital representa una amenaza para las democracias?

En una conferencia de Gottlieb Duttweiler Institute (GDI por sus siglas en inglés) Robert D. Kaplan, un analista político estadounidense, menciona que “aún no está claro si la democracia americana podrá sobrevivir y prosperar en la era digital”. Debido principalmente a que en la sociedad actual, no existe un entendimiento comprensivo de varios problemas por parte de los individuos votantes (GDI, 2017). La era digital y las tecnologías de las comunicaciones y la información han progresado a tal grado, sin ninguna verdadera regulación o vigilancia, que pueden llegar a presentar o manipular grandes cantidades de información. 

Está información se encuentra al alcance tanto de individuos, grupos y empresas como de gobiernos tanto nacionales como extranjeros. El acceso a esta facilita el poder entender qué es lo que busca una persona y qué emociones tiene respecto a ciertos temas, facilitando mucho la labor para poder cambiar las emociones y posturas de esta. Esto ha hecho que ahora, para lo que antes se necesitaban años, se pueda lograr en tan solo unas horas y con menos costos. La velocidad con la que puede viajar la información, tanto la real como la falsa, acelera los cambios emocionales en la población. Resultando en que el alcance con el que cuentan los grupos, empresas o gobiernos interesados en influenciar a la población se incremente impresionantemente, ya que no necesitan depender de la letra impresa y el alcance limitado de la misma. Ahora, pueden alcanzar a sus públicos mucho más rápido y a un menor costo. A su vez, permite una mejor organización y una movilización mucho más rápida. Como lo fue en el caso de Egipto durante las protestas antigubernamentales en 2011 o Turquía durante el Golpe de Estado contra el presidente Recep Tayyip Erdogan (Singer, P.-W. & Brooking, E.-T., 2019).  

Pero, dejando de lado el hecho de que ahora grupos, gobiernos, individuos o empresas pueden, mediante las tecnologías y los medios de comunicación y la información, manipular fácilmente a una población, también hay que tomar en cuenta el actuar individual de las personas. A diferencia de la creencia popular de los 90s de que las tecnologías de las comunicaciones y la información ayudarían a crear un mundo mucho más informado, la realidad es, lamentablemente, todo lo contrario. El profesor de leyes, Cass Sunstein, de Harvard señaló que, si las personas quisieran “restringirse a sí mismos a ciertos puntos de vista, al limitarse a conservadores, moderados, liberales, vegetarianos o Nazis, eso sería totalmente factible con un simple… clic” (Singer, P.-W. & Brooking, E.-T., 2019). Prácticamente, las personas pueden encerrarse en sus propios círculos de pensamiento y no tienen que exponerse a otras formas de ideología. 

Eso, sumado al diseño de los medios de comunicación como Facebook o Twitter y sus algoritmos dirigidos a crear me gustas y vistas, puede resultar en un cóctel problemático, ya que es comúnmente reconocido que el contenido que ocasiona más vistas y más me gustas es el contenido que crea más emociones, es decir, el contenido más radical y controvertido. Algo que puede llevar a la rápida radicalización de poblaciones enteras y no en una sola dirección sino también puede ser en múltiples. Creando así un cierto choque que, con cada noticia (real o falsa), solamente empeora más y más. 

La fácil y rápida radicalización y manipulación de las emociones a gran escala, por ende, tiene consecuencias políticas. Por lo que nos enfrentamos al problema de que una sociedad con muchas emociones encontradas, pero con un pobre entendimiento de los problemas (económicos, sociales, políticos, geopolíticos y etcétera) a los que se enfrenta, ya no vota con lógica ni análisis crítico, sino en base a opiniones y emociones. 

Imagen de una persona depositando su voto en una caja electoral (Fuente: Canva)

Ejemplos de estos serían la intervención de Cambridge Analítica en las elecciones estadounidenses y el proceso del Brexit del 2016 (Amer, K. & Noujaim, J., 2019). La 

 

 información que se tenía a la mano, se utilizó para crear programas que ayudarían a identificar posibles votantes, tanto de los cuales ya estaban decididos como los que podían ser influenciados. Por lo que se usó la información para bombardear a las personas con propaganda y así lograr forzarlos a votar. En el caso de Estados Unidos, fue para que votaran a favor de Donald J. Trump y, para el caso del Reino Unido, fue para que votaran a favor del Brexit y en ambos se tuvo éxito. 

Las democracias funcionan y se mantienen vivas bajo una población que está educada e informada, mientras que, las autocracias, prosperan en poblaciones emocionales y manipuladas. Razón por la que Robert D. Kaplan comenta que “todavía no sabemos si las dos palabras: digital y democracia irán juntas” (GDI, 2017). 

Soluciones para combatir estas amenazas 

Como una de las principales amenazas que presentan las tecnologías de la comunicación y la información es su impacto en las elecciones y su habilidad para ayudar a populistas y líderes autoritarios a llegar al poder. Una solución viable a todo esto, serían las instituciones apolíticas y autónomas, las cuales podrían encargarse de mantener viva y fuerte la democracia de un país e independiente de la intervención de cualquier gobierno. En México, por ejemplo, existe el Instituto Nacional Electoral, una institución la cual se encarga de regular y manejar las elecciones en el país, evitando así la intromisión del gobierno o el deterioro de los procesos electorales. Este fue lo que ayudó a México a asegurar su democracia y evitar regresar a lo que México tenía anteriormente: un sistema unipartidista. Las instituciones autónomas podrían ayudar a asegurar que ciertos procesos legales, electorales, políticos y de salud entre otros más, eviten ser politizados por el ambiente sociopolítico de un país. Incluso, sería una solución que ayudaría a fortalecer la separación de poderes y a aumentar la calidad a expensas de la alienación política en instituciones como las cortes. 

La educación sería otra herramienta para combatir la manipulación y la desinformación en las redes sociales. Una buena educación, que este diseñada para fomentar la cohesión, la cooperación y el análisis crítico de varios temas, ayudaría a las personas a contar con un entendimiento más avanzado de los problemas a los que se enfrenta su sociedad o país y ayudaría a moldear una población que no fuese a convertirse en ultranacionalista ni que sea fácilmente manipulada por campañas propagandísticas. 

Contrarrestar el mal uso de estas tecnologías y servicios es también otra opción viable para combatir la manipulación de una población. Un claro ejemplo de cómo se puede cambiar y moldear a una sociedad para ser más democrática y progresista sería el Plan Marshall, implementado por los Estados Unidos en Europa. Aunque el plan estaba guiado principalmente a la reconstrucción de la infraestructura y la economía de Europa para impedir la expansión del comunismo, también conllevo el objetivo de democratizar a la población con tal de evitar el resurgimiento del nacionalismo nazi en Alemania o fascista en Italia. El gobierno estadounidense trabajó para presentar la democracia a la sociedad alemana y también criticó el nazismo y el fascismo. Logrando así transmitir valores democráticos y liberales a la sociedad alemana e italiana. Esto mismo se podría aplicar mediante el uso de las redes sociales, de igual manera que se usan para radicalizar y manipular a la sociedad con fines políticos autodestructivos. Incluso, Alemania propuso un “Plan Marshall para la Democracia” en enero del 2021, después del ataque al capitolio por parte de los seguidores de Donald J. Trump (DW, 2021). Por ende, las redes sociales podrían servir como una plataforma para crear una población más progresista y combatir la división beligerante e incluso violenta que actualmente está siendo fomentada por las mismas.

France Haugen, una denunciante de Facebook que solía trabajar en la empresa tecnológica (Fuente: Stephan Röhl de Heinrich-Böll-Stiftung)

Por último, la regulación también sería otra herramienta efectiva para evitar que las redes sociales sean utilizadas para crear división y choques beligerantes entre la población. Evitando así que se conviertan en una amenaza para las democracias. Es necesario que existan consecuencias para las empresas como Facebook o Twitter, que conscientemente permiten el manipuleo o el uso de sus plataformas para movilizar y radicalizar a una población, como fue en el caso de Myanmar. Incluso Ghaffary, S. (2021) señaló como Frances Haugen (denunciante de Facebook) resaltó el hecho de que Facebook, mediante investigaciones, averiguo que sus productos “… permiten que florezca el contenido violento y promueven reacciones polarizantes” todo lo cual Facebook ignoro. Algunas de las soluciones que presentó Frances Haugen fueron: crear una agencia reguladora externa con el poder para pedir información a Facebook; abrir la caja negra del algoritmo de Facebook para que se pueda analizar y regular; y crear leyes federales de privacidad para proteger a los usuarios de Facebook. Claro, esto se enfocó principalmente en Facebook, pero también aplicaría para otras compañías tecnológicas (Ghaffary, S., 2021). 

Existen muchas soluciones para poder combatir las amenazas y los obstáculos que presentará        la era digital para la democracia durante el siglo XXI, solamente hay que actuar.

Referencias

Amer, K. (Director) & Noujaim, J. (Director). (2019). The Great Hack [Film]. Netflix  

Deutsche Welle. (2021, 9 enero). Germany wants «Marshall Plan for democracy» [en línea]. DW Sección de Europe. Recuperado 6 de febrero de 2022, de https://www.dw.com/en/germany-wants-us-eu-to-forge-marshall-plan-for-democracy/a-56181438 

Gottlieb Duttweiler Institute/GDI [Gottlieb Duttweiler Inst]. (2017, 27 enero). Digital versus Democracy – An interview with US geostrategist Robert Kaplan [en línea] [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=G4XFY6LF4EI 

Ghaffary, S. (2021, 6 octubre). Facebook’s whistleblower tells Congress how to regulate tech [en línea]. Vox Sección de Recode. Recuperado 6 de febrero de 2022, de https://www.vox.com/recode/22711551/facebook-whistleblower-congress-hearing-regulation-mark-zuckerberg-frances-haugen-senator-blumenthal 

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