La Guerra Civil de Myanmar* es un conflicto en curso que comenzó en 1948, poco después de la independencia del país de Gran Bretaña y se ha librado entre el gobierno de Myanmar y varios grupos étnicos rebeldes a lo largo de la historia. La fase actual del conflicto inició en 2021 tras el golpe militar y la subsiguiente represión violenta de las protestas que se oponían al golpe de Estado llevado a cabo por las fuerzas armadas del país, el Gobierno de Unidad Nacional y las Fuerzas de Defensa del Pueblo están entre los grupos de oposición que luchan contra la junta militar. Según datos de las Naciones Unidas y del Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno, de 2011 a 2022, el conflicto ha causado el desplazamiento de más de 2 millones de personas y las fuerzas militares han matado a más de 4,000 civiles desde que tomaron el poder en un golpe de Estado de 2021, según un experto independiente de las Naciones Unidas sobre Myanmar (IDMC, 2023; Human Right Watch, 2023).
* Myanmar, antiguamente Birmania, es un país del sudeste asiático con una historia de cambios políticos y sociales. Renombrado en 1989 como República de la Unión de Myanmar, aún vive transformaciones, y ambos nombres persisten en diversos contextos.
Desde 2021, las fuerzas rebeldes controlan vastas áreas del país, pero no habían logrado cambiar el control de la junta sobre las principales ciudades y gran parte del territorio nacional. Sin embargo, en las últimas semanas, específicamente a finales de octubre de 2023, una coalición de tres grupos armados étnicos en el estado de Shan lanzó una ofensiva coordinada contra la junta militar gobernante, representando el desafío más significativo desde el golpe de febrero de 2021 (Center for Preventing Action, 2023). En este acontecimiento, la coalición superó las posiciones de la junta y se apoderó de armas, equipos y, crucialmente, puestos fronterizos a lo largo de la frontera con el principal aliado comercial de Myanmar: China (Griffiths, 2023).
En respuesta, China ha seguido de cerca la evolución del conflicto en la frontera, expresando desencanto por la falta de eficacia de la Junta Militar de Myanmar para contener el avance insurgente. Al mismo tiempo, insta al gobierno militar birmano a cooperar para mantener la estabilidad en la frontera común y a apoyar a todas las partes para manejar adecuadamente las diferencias y lograr la reconciliación mediante el diálogo lo antes posible (Reuters, 2023).
Antecedentes históricos
La Guerra Civil de Myanmar es un conflicto complejo y prolongado que ha involucrado a diversas facciones étnicas, políticas y militares en el país. A lo largo de su historia, ha atravesado varias fases desde su independencia del Reino Unido en 1948, marcada por la insurgencia étnica en las regiones periféricas, donde grupos étnicos buscaban autonomía.
La historia del país ha sido marcada por varios golpes de Estado y la presencia constante de líderes militares en el gobierno. En 1962, el general Ne Win lideró un golpe militar y estableció un gobierno castrense que perduró durante décadas, iniciando la represión de minorías étnicas y el aislamiento del país de la política internacional. Casi dos décadas después, iniciaron las protestas masivas contra el gobierno militar y se formó la Liga Nacional para la Democracia (LND), liderada por Aung San Suu Kyi. En 1990, se llevaron a cabo las primeras elecciones generales, donde la LND ganó de manera abrumadora, pero el gobierno militar se negó a transferir el poder alegando que sería necesario redactar una nueva constitución antes de convocar un parlamento.
Soldados del Ejército de Liberación Nacional de en ceremonia del día de la Revolución Karen el 31 de enero de 2019 en el estado de Karen, Myanmar (Fuente: S. Sandford vía VOA)
No fue hasta el 2008, que se logró la promulgación de una nueva constitución, pero la oposición sostiene que era antidemocrática. En mayo de 2008, diez días después que el Ciclón Nargis devastara varias partes del sur del país, el gobierno celebró un referéndum constitucional el cual fue cuestionado duramente a nivel internacional. En los días anteriores al referéndum el gobierno birmano condujo una amplia campaña en los medios para alentar a los ciudadanos a votar en favor del borrador de la Constitución (Asian Network for free Election, 2008).
Dos años después se lograron las segundas elecciones acordes a lo prescrito en la nueva Constitución. La LND, sin embargo, decidió el 29 de marzo de 2010 boicotear las elecciones alegando que la Constitución de 2008 no era democrática. No obstante, el gobierno militar tomó medidas firmes en la preparación de las elecciones y estas se llevaron a cabo en noviembre, posteriormente se anunciaron los resultados electorales y el Partido Unión, Solidaridad y Desarrollo (USDP), respaldado por el gobierno militar, obtuvo una “victoria contundente”, como muchos habían predicho (Toshihiro, 2011).
Sin embargo, la transición parcial del gobierno militar, a partir de 2011, generó esperanzas de reformas democráticas; aunque, los militares retuvieron el control gubernamental y emprendieron una campaña de limpieza étnica contra los rohinyás. En 2015, la LND ganó las elecciones, y aunque Aung San Suu Kyi se convirtió en líder civil, no pudo asumir la presidencia debido a una disposición constitucional. Desde ese año, los conflictos armados entre el Ejército y grupos étnicos se intensificaron. En 2017, el conflicto se agravó en el estado de Rakhine con ataques del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakán (ARSA) y una represión militar brutal, resultando en la huida de cientos de miles de rohinyás hacia Bangladesh.
Campamento de refugiados de rohinyás en Bangladesh (Fuente: ICCO Cooperation vía Flickr)
El genocidio rohingya
La crisis de los rohinyás en Myanmar es un trágico ejemplo de violaciones masivas de derechos humanos. Los rohinyás, una minoría musulmana, han enfrentado discriminación histórica en un conflicto que alcanzó su punto máximo en 2017. Las fuerzas birmanas respondieron a ataques de militantes con una cruenta represión, desencadenando un éxodo masivo hacia Bangladesh, con cuyos habitantes comparten lengua, etnia (la bengalí) y religión (el islam) pero que, como Birmania, les niega el derecho a la ciudadanía y a la documentación. Según datos del ACNUR, más de 943.000 personas rohinyás refugiadas se encuentran en Bangladesh, siendo el campamento Kutupalong el más grande asentamiento de personas refugiadas en dicho país y el más grande de su tipo en todo el mundo (ACNUR, 2022).
Organizaciones y países a nivel mundial han condenado las acciones de Myanmar como genocidio. Las Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos acusan a Myanmar de genocidio debido a la violencia sistemática y la persecución contra los rohinyás, que incluye asesinatos, violencia sexual y destrucción de sus comunidades. A pesar de los llamados de diversas organizaciones y países para que la Corte Penal Internacional investigue y lleve a juicio a los responsables, la respuesta efectiva ha sido limitada. La persistente negación del gobierno birmano es motivo de preocupación global, y Myanmar enfrenta actualmente una demanda por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), mientras que la Corte Penal Internacional investiga al país por crímenes contra la humanidad.
Desfile militar en Myanmar en Naipyidó, República de la Unión de Myanmar para celebrar el Día del Ejército (Fuente: Ministerio de Defensa de la Federación Rusa vía Wikimedia Commons)
El golpe de Estado de 2021
En noviembre de 2020, se llevaron a cabo las terceras elecciones del país, y una vez más, la oposición, liderada por el partido de Aung San Suu Kyi, ganó la mayoría. El partido Liga Nacional para la Democracia de Myanmar aseguró suficientes escaños en el parlamento para formar el próximo gobierno, según los resultados electorales, ganando 346 escaños y superando los 322 escaños necesarios para formar el próximo gobierno (BBC News, 2020).
En ese mismo año, el presidente chino, Xi Jinping, visitó Naipyidó, la capital de Myanmar, a principios de enero y se reunió con Aung San Suu Kyi. Durante la visita de Xi, ambas partes firmaron casi tres docenas de acuerdos, con el propósito de iniciar la implementación práctica de proyectos bajo el Corredor Económico China-Myanmar (CMEC), que forma parte de la Iniciativa del Cinturón y Ruta en sectores que incluyen el desarrollo de megaproyectos de infraestructura, ferrocarriles, proyectos industriales y energéticos, comercio, inversión y recursos humanos, entre otros (Lwin, 2020).
La consejera del Estado de Myanmar, Aung San Suu Kyi, en una reunión con el presidente de China, Xi Jinping, en Naipyidó, capital de Myanmar, en enero del 2020 (Oficina de Prensa del Presidente de la República Popular de China)
No obstante, a pesar de los pocos logros democráticos en el país, el lunes 1 de febrero de 2021, las fuerzas armadas de Myanmar protagonizaron un golpe de Estado y detuvieron a figuras políticas prominentes, entre ellas, a la ganadora del Nobel de la Paz y consejera del Estado de Myanmar, Aung San Suu Kyi. Con lo que las élites militares interrumpieron la transición a la democracia, iniciada tras cinco décadas de tener un régimen militar. A pesar de que Myanmar, como muchos otros países estaban enfrentando la pandemia de COVID-19, el golpe militar fue rechazado por la población civil y desencadenó una ola nacional de desobediencia civil, protestas y una resistencia armada duradera contra el régimen militar (McKenna, 2023).
La influencia China en Myanmar
China ha influido profundamente en el entorno geoestratégico de Asia y el Pacífico. Myanmar mantiene una posición crucial en el emergente orden regional asiático. La influencia de China en el sur de Asia es significativa y abarca diversas áreas, desde la economía hasta la seguridad regional. China ha fortalecido sus lazos diplomáticos, comerciales e infraestructurales con varios países del sur de Asia a través de iniciativas como la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (BRI por sus siglas en inglés). Este país ha invertido considerablemente en proyectos de infraestructura, energía y comercio en la región, buscando ampliar su influencia geopolítica y económica.
Además, China ha desarrollado asociaciones estratégicas con naciones del sur de Asia, influyendo en la dinámica política de la región. Para Myanmar, China es un importante socio económico, ya que ha invertido significativamente en proyectos de infraestructura, energía y recursos naturales en el país. La Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda ha sido un marco importante para la cooperación económica entre ambos países. A su vez, Myanmar posee recursos naturales valiosos, como gas, jade y madera, que son de interés para Pekín. La cooperación en la explotación de estos recursos ha sido una parte importante de la relación bilateral.
Desde el golpe, China ha sido la principal fuente de inversión extranjera en Myanmar, comprometiéndose con proyectos multimillonarios, como una planta de energía de gas y el Corredor Económico China-Myanmar, que incluye oleoductos, gasoductos, carreteras y enlaces ferroviarios. Entre los proyectos financiados se encuentran enlaces ferroviarios de alta velocidad y presas. La inversión más estratégica es un puerto marítimo en aguas profundas en Kyaukpyu, costa oeste de Myanmar, con un costo estimado de 7,000 millones de dólares, proporcionando a China un acceso vital al Océano Índico a través de Myanmar (Thein, 2002).
Por otra parte, China ha tenido un interés histórico en la estabilidad de la región fronteriza entre ambos países. Myanmar ha sido un área de preocupación en términos de seguridad debido a la presencia de grupos étnicos armados y tensiones en la región fronteriza. La situación militar en Myanmar está cambiando rápidamente. Desde el lanzamiento de una ofensiva de resistencia conocida como “Operación 1027” a finales del mes pasado, la Alianza de las Tres Hermandades, una agrupación estratégica de grupos étnicos de resistencia, respaldada por fuerzas defensivas populares más pequeñas, ha asegurado amplias extensiones de territorio en el norte del estado de Shan, cerca de la frontera con China en Myanmar.
China desde el golpe de Estado de 2021, ha respaldado a la Junta en distintas ocasiones en su lucha por controlar el territorio y suprimir a las fuerzas indígenas rebeldes. El gobierno chino está interesado en que la junta de Myanmar demuestre que es una fuerza gobernante creíble, según diplomáticos y analistas y con ese fin, China ha impulsado conversaciones de paz entre las partes beligerantes de Myanmar (Chau, 2023). No obstante, las lealtades de China han ido cambiando diversificando no solo su apoyo a la Junta sino que también a grupos paramilitares claves en la frontera, está brindando altos niveles de apoyo político, económico y militar táctico al Ejército del Estado Unido, un poderoso grupo miliciano de habla china que controla territorio en el norte del estado de Shan y que nominalmente promete lealtad a la soberanía de Myanmar.
Diseño por Código Nexus de un mapa con la zona fronteriza entre China y Myanmar remarcada en rojo (Mapa vía Google Maps).
A medida que Myanmar entra en su tercer año de disturbios civiles desde el golpe militar de 2021, el gobierno chino ha renovado su compromiso diplomático con Myanmar con miras de mantener una estrecha relación con la región para proteger sus propios intereses en desarrollo y los de Myanmar. En la actualidad, no hay indicios de que China tenga planes de invadir Myanmar. Ambos países han mantenido relaciones diplomáticas históricas, y cualquier cambio significativo, como una invasión militar, tendría amplias implicaciones. Sin embargo, ante la presencia de milicias de Myanmar en su frontera, el siguiente paso de Pekín será fortalecer la presencia militar y elementos del cuerpo fronterizo, como la Inspección de Migración de China*.
* La Inspección de Inmigración de China es la agencia gubernamental encargada de supervisar los puntos de control fronterizos marítimos, aéreos y terrestres de la República Popular China.
Por otra parte, desde finales de 2022, Pekín ha señalado cada vez más los límites de su apoyo a la junta de Myanmar contra las fuerzas prodemocráticas y su protección contra los esfuerzos internacionales para responsabilizar al ejército por sus crímenes (Tower, 2023). A medida que crece la presión global sobre los generales de Myanmar, Pekín es particularmente sensible a las señales de que puede aumentar el apoyo occidental a las Organizaciones Armadas Étnicas (EAO por sus siglas en inglés) o las Fuerzas de Defensa del Pueblo de Myanmar que luchan contra el ejército. En la medida en que el gobierno chino sienta que dicho apoyo está aumentando, se volverá mucho más asertivo al aprovechar sus relaciones estratégicas tanto con el ejército como con las más poderosas EAO, que operan en la frontera en la órbita inmediata de China, para dar forma a la trayectoria general del conflicto (Tower, 2023).
La relación entre Myanmar y China es multifacética, abarcando áreas económicas, políticas y de seguridad. La evolución de esta relación continuará siendo influida por los cambios en la dinámica regional e internacional, así como por los eventos políticos en ambos países. Así como también, en la evolución de la actual guerra civil en Myanmar y el alcance que tenga la Junta para controlar el territorio.
Referencias
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