Los principios inscritos en la política exterior de un país responden a los objetivos e intereses de dicha nación, sin embargo, tales intereses no son estáticos al ser resultado de circunstancias particulares y experiencias históricas propias del territorio. Aun con ello, podemos identificar una serie de paralelismos en los contenidos doctrinarios y patrones de formación de la política exterior de dos países, cuya historia pocas veces se ha cruzado. Con un pasado marcado por la colonización, un crecimiento del PIB bastante igualado y como países claves en sus economías regionales, resulta casi imposible no concebir semejanzas entre Indonesia y México.
Con ello en mente, la presente investigación busca analizar los principios que rigen la política exterior de México e Indonesia desde una perspectiva histórica, atendiendo los factores contextuales y elementos normativos de dichos principios, estableciendo con ello patrones afines en la formación de un tipo específico de política exterior.
Principios en la política exterior
El principio o principios, en su acepción más general, se define como una regla de comportamiento; no obstante, en el ámbito de las relaciones internacionales demuestra una serie de cualidades que lo posicionan como elemento central en la construcción de políticas dirigidas al exterior. Acorde al historiador y diplomático George Kennan, el concepto de principio ciertamente se define como una regla general de conducta, pero este “no especifica ninguna situación, problema o relación bilateral en particular a los que debe aplicarse esta regla”. En este sentido, el principio deja de ser absoluto, al estar “diseñado para cubrir la totalidad de situaciones posibles o presuntas” (Kennan, 1995).
Así pues, el principio hace manifiesta una cualidad de flexibilidad en términos de aplicación; sin embargo, para Kennan (1995), la presencia de un principio se vuelve algo imperativo en la configuración de políticas por parte de un gobierno, pues son estos los que harán manifiesto el pensamiento colectivo que impera. “¿En qué tipo de país se concibe o le gustaría ser, y qué tipo de comportamiento encajaría con ese concepto?”, con este cuestionamiento, Kennan (1995) define al principio como la visualización del ideal de un país, aquello a lo que aspira convertirse con base en sus intereses particulares para llegar a ser una nación libre. El principio es en sus palabras “[…] la realidad de las reglas y restricciones que adopta un país”.
Sobre esta lógica, en la política exterior tanto de Indonesia como de México, existen una serie de principios políticos que han delineado el actuar de dichas naciones en términos de la promoción de los intereses nacionales. Para el caso de Indonesia, dichos principios se inscriben en dos conceptos: Pancasila o “los Cinco Postulados” y Bebas Aktif o “Independiente y Activa”. Por su parte, México concentró dichos principios en una serie de doctrinas de política exterior, en concreto la Doctrina Juárez, Doctrina Carranza y Doctrina Estrada. Es tal la relevancia de dichos principios, que estos se encuentran inscritos en los márgenes constitucionales de ambas naciones.
Miembros de las fuerzas armadas izando la bandera en evento ceremonial de la independencia de Indonesia en Yakarta (Fuente: Sekretariat Kabinet de Indonesia vía Twitter).
Indonesia: Pancasila y Bebas Aktif
El Pancasila es definido como los ideales consagrados del Estado, es decir y bajo la lógica de Kennan, estos corresponden a los principios básicos de la nación de Indonesia, en este caso consumados en cinco según la Constitución de Indonesia (1945).
I. Creencia en DiosII. NacionalismoIII. InternacionalismoIV. DemocraciaV. Justicia Social
Acorde a Hendraningrat (1965), el Pancasila surge de los valores culturales de la civilización de Indonesia de dos mil años de antigüedad, pero adaptados y modernizados a las necesidades del presente. Asimismo, explica la presencia de cada principio en la Pancasila, encontrando su razón de ser en motivos culturales, históricos, políticos y sociales propios de Indonesia y que lo han ido definiendo como el país que es actualmente.
Observados con detenimiento, dichos principios están lejos de definir los lineamientos de actuación de Indonesia en los marcos internacionales, sino que sientan las bases ideológicas sobre las cuales es posible determinar las conductas presentes o futuras de la nación. En otras palabras, “si no entiendes Pancasila, entonces no puedes entender Indonesia” (Hendraningrat, 1965), haciendo alusión a la regla no escrita de actuación de los asuntos del Estado bajo el ordenamiento de los principios de creencia en Dios, nacionalismo, internacionalismo, democracia y justicia social.
Por su parte, Bebas Aktif Principle, que traducido al español significa el principio “independiente y activo”, refiere al concepto de política exterior de Indonesia, definido de la siguiente manera:
El componente «independiente» sostiene que Indonesia debe trazar su propio curso en asuntos exteriores independientemente de cualquier parte externa, mientras que la parte «activa» sostiene que el país no debe quedarse de brazos cruzados, sino participar activamente en los asuntos internacionales para dar forma al entorno regional y mundial (Laksmana, 2011).
A diferencia del Pancasila, el Bebas Aktif posee el elemento pragmático de la política exterior de Indonesia, al definir un comportamiento más estricto de sus actuaciones. Por ejemplo, impidiendo al gobierno el manifestar una alineación en favor o en contra de un país, ideología o alianza militar, así como el mantener una actitud activa en la arena internacional. Bajo esta lógica de principios, Hatta (1953) define que “Indonesia seguirá una política de paz y amistad con todas las naciones sobre la base del respeto mutuo y la no interferencia con la estructura de gobierno de cada uno”.
Así, la política exterior de Indonesia se define sobre esos marcos normativos en donde su posicionamiento no depende de la injerencia de otro país, sino de la preservación y protección de sus propios intereses, acto que se manifiesta en el despliegue de una serie de acciones de imparcialidad. Contrario al argumento de la “neutralidad”, su principio “activo” evidencia el involucramiento de Indonesia en las relaciones internacionales y su evolutiva y ascendente relevancia en la región del sureste asiático.
Ahora bien, el surgimiento de los principios de política exterior para una nación está lejos de poder entenderse fuera del contexto histórico del que emanaron, por el contrario, requieren del mismo para penetrar en la significación de tales conceptos. Más aún, los principios de política exterior “deben entenderse como un producto de la conciencia histórica continua, no como emergente de un determinado contexto histórico» (Sukma, 1995).
Para Indonesia, el término de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría delimitaron los márgenes contextuales de los cuales emanarían tanto el Pancasila como el Bebas Aktiv, sin embargo, no fueron factores exclusivos en esta formación. El periodo de colonización de Indonesia resultó clave en la construcción de ambos preceptos, al haber interiorizado el sentimiento de rechazo por parte de cualquier tipo de intervención del extranjero hacia su nación u otra.
Su nacimiento como estado independiente, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, los empujó a establecer una serie de lineamientos bajo los cuales regiría, al menos en principio, su política nacional. En un entorno acentuado por una división del mundo entre la Unión Soviética y Estados Unidos, Indonesia determinó esta serie de principios beneficiosos para el territorio, donde no se viese influenciada entre las posiciones de uno u otro bando, al no compartir ni ideología o fronteras cercanas con ninguno de los dos países.
Así pues, se entendió la necesidad de consolidar una Indonesia independiente y soberana, como única condición para dar al pueblo la garantía de una futura prosperidad. Con ello, el 1 de junio de 1945, durante la primera sesión del Comité de Investigación para la Preparación para la Independencia, el casi entonces presidente de Indonesia, Soekarno, dio un sentido claro de las metas y objetivos nacionales, dando origen a los “Cinco Postulados” o Pancasila que ya hemos mencionado previamente.
Tres años después, y solidificando aún más el posicionamiento de Indonesia frente al contexto internacional, el entonces primer ministro Mohammad Hatta, el 2 de septiembre de 1948, estableció en su afamado discurso «Mendajung Antara Dua Karang» los elementos básicos de Politik Bebas Aktif (política independiente y activa), señalando:
El Gobierno de Indonesia opina que la posición que debe adoptarse es que Indonesia no debe ser una parte pasiva en el ámbito de la política internacional, sino que debe ser un agente activo con derecho a decidir su propio punto de vista… La política de la República de Indonesia debe resolverse a la luz de sus propios intereses y debe ejecutarse en consonancia con las situaciones y los hechos que tiene que afrontar… Las líneas de la política de Indonesia no pueden ser determinadas por la inclinación de la política de algún otro país que tenga sus propios intereses al servicio (Hatta, 1953).
Pese a las contrariedades internas y externas, la política exterior dio un seguimiento casi puntual a los principios instaurados desde su independencia. Con la toma de poder de Suharto (segundo presidente de Indonesia) en 1967, fueron reiterados los principios inscritos en el Pancasila y en Bebas Aktif, garantizando la continuidad de la visión o ideal que aspiraba construir el país asiático, pero en el entendido que estos quedarían sometidos a las realidades presentes y futuras de la escena internacional (Batabyal, 2002). Este inquebrantable compromiso de Indonesia con los principios que la vieron nacer como nación no solo se cimentó en la responsabilidad del país frente a las futuras condiciones del contexto mundial, sino que demuestra un pacto con la propia experiencia histórica de casi cuatro siglos de colonización y su búsqueda por la independencia.
Monumento a la Revolución Mexicana en la Ciudad de México (Fuente: DarioGaona de Getty Images Signature vía Canva)
México: Doctrinas Juárez, Carranza y Estrada
El proceso formativo de la política exterior de México tampoco estuvo ausente de la presencia de ciertos principios que determinaran su visión y actuar frente al mundo. No obstante, sí hay diferencias en relación con Indonesia sobre la manera en la que estos principios salieron a la luz en la política internacional, esto a través de una declaración general de política exterior, mejor conocida como doctrina.
Las doctrinas Juárez, Carranza y Estrada fueron una serie de postulados que contenían, por un lado, un elemento ideológico, es decir, el principio, y por otro el elemento pragmático, es decir, la estrategia a seguir para la conducta del país. Gracias a estas, México ha generado a través de sus doctrinas una respuesta en beneficio de sus intereses nacionales, así como una reacción activa y/o pasiva frente a determinados hechos, siendo incluso consideradas como promotoras de un nuevo marco ideológico en las relaciones internacionales.
Es a partir de estas doctrinas que emanan los principios de la política exterior mexicana y que según artículo 89°, sección X de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos (1917) son los siguientes:
● La autodeterminación de los pueblos● La no intervención● La solución pacífica de controversias● La proscripción de la amenaza● La igualdad jurídica de los Estados● La cooperación internacional para el desarrollo● El respeto, la protección y promoción de los derechos humanos● La lucha por la paz y la seguridad internacionales
La historia de las doctrinas mexicanas comienza en el siglo XIX con la Doctrina Juárez, que “defiende […] el principio de no intervención como una de las primeras obligaciones de los gobiernos, respetando la libertad de los pueblos y los derechos de las naciones” (Galeana, 2006). Por otro lado, durante la Revolución Mexicana, el presidente Venustiano Carranza, anunció cuáles serían los principios de la nueva política exterior mexicana:
Todos los países son iguales, deben respetarse mutuamente en sus instituciones, sus leyes y su soberanía; que ningún país debe intervenir de ninguna manera y sin razón alguna en los asuntos internos de otro. Todos deben someterse estrictamente y sin excepción al principio universal de no intervención (Magaña, 2022).
Por último, la más actual y quizás la más importante y rememorada de todas es la Doctrina Estrada. Creada por Genaro Estrada a manera de memorándum y fechada el 27 de septiembre de 1930, esta doctrina tuvo como principio fundamental el rechazo al reconocimiento de gobiernos, concebida como una práctica que atentaba en contra de la soberanía de los países y por ende podía ser entendida como medio de intervención en su política interna. Refiere que:
[…] México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimiento, porque considera que esta es una práctica degradante que, al dañar la soberanía de otras naciones, los ubica en el caso de que sus asuntos internos puedan ser calificados, en cualquier sentido, por parte de otros gobiernos, que asumen una actitud crítica al decidir, favorable o desfavorable, sobre la capacidad jurídica de los regímenes extranjeros (Ross, 2013).
Esta declaración, según Estrada, nació como consecuencia de los cambios de régimen y el surgimiento de gobiernos de facto que ocurrieron en América del Sur en 1930. Sin embargo, también menciona cómo México ha sido víctima de la aplicación del principio de reconocimiento a lo largo de su historia, especialmente por parte de los Estados Unidos, que a su vez se entiende como una razón más para la postulación de esta actitud defensiva (Soler, 1930). Así, las doctrinas Juárez, Carranza y Estrada no solo fueron una respuesta a las dinámicas de su momento, sino que resultaron de un proceso histórico que configuró una ideología política mexicana y, arriesgando en la afirmación, ofreciendo una solución a los futuros acontecimientos que se vislumbraban próximos.
Si bien todos los principios tienen la misma relevancia para la política exterior mexicana, algunos de estos poseen raíces históricas más profundas que se remontan hasta el proceso de independencia de la nación. La autodeterminación de los pueblos y la no intervención fueron las piedras angulares que definieron el actuar de México desde su nacimiento como estado independiente, esto debido al constante problema del reconocimiento de gobierno.
El reconocimiento del gobierno había representado un desafío persistente en la historia mexicana desde su emancipación del dominio español hasta las primeras décadas del siglo XX. Como respuesta a las fluctuantes condiciones políticas y los cambios impredecibles en las administraciones de este país, Estados Unidos implementó un nuevo requisito con respecto a su ley de reconocimiento de los gobiernos: “declaró que el gobierno aún no reconocido debe exhibir una voluntad de cumplir con sus obligaciones internacionales” (Henderson, 1984). Con esto, Estados Unidos se reservó el derecho de reconocer o no a los nuevos gobiernos, no como un objetivo de estabilización para el bienestar del país, sino como una protección de los intereses de los Estados Unidos en esos territorios, especialmente con México.
El surgimiento de los Estados Unidos como la primera potencia mundial trajo una búsqueda constante por parte de los países latinoamericanos para buscar el reconocimiento de su vecino del norte, ya que este acto representaba la clave para ingresar al sistema internacional. Por lo tanto, esta búsqueda del reconocimiento de los Estados Unidos condujo a una nueva dependencia de los países emergentes para adaptar y moldear sus políticas al gusto del país del norte.
Esta continua intervención por parte de los EE. UU. con su política de reconocimiento, aunado al pasado histórico de trescientos años de colonización, dieron como resultado el que México tomase una posición defensiva que no solo evitaría la intromisión en sus asuntos nacionales, sino también en el resto de los países que sufrieron la misma situación. De ahí que surgieran las doctrinas mexicanas y, por ende, los principios de política exterior de México.
Imágenes satelitales de México (Fuente: NASA vía Gifex) e Indonesia (Fuente: NASA vía Wikimedia Commons).
México e Indonesia: historia, territorio, principios y neutralidad
Una vez abordados los principios de política exterior de dichos países, así como el contexto en el que nacieron y evolucionaron, pasaremos al contraste entre ambos países, pues pese a la distancia, el contexto histórico y la cultura, México e Indonesia poseen similitudes interesantes a considerar para la formación de su política exterior.
Iniciando con los elementos geográficos; Indonesia y México comparten una superficie territorial bastante equiparada, al ambos poseer un aproximado de 1.900 millones de kilómetros cuadrados. Asimismo, tienen una tierra rica en recursos naturales y materias primas, ambas cuentan con industrias prometedoras en vías de desarrollo, pero sus economías dependen en la exportación y no el consumo interno. Por último, su posición geográfica es clave en ambos contextos regionales, pues mientras México tiene acceso a los dos océanos más grandes del mundo y posee un istmo que facilita la conexión entre ambos, la distribución de las islas de Indonesia permite un sencillo acceso entre el océano Pacífico y el Índico.
Dichas condiciones geográficas son claves no solo para la propia nación, sino que buscan ser aprovechadas por el resto de los países que yacen a su alrededor. De ahí que, el siguiente elemento compartido entre ambos países es el periodo de colonización; México durante trescientos años bajo el dominio español e Indonesia durante cuatrocientos años bajo dominio portugués, neerlandés y japonés. Este periodo de colonización impidió el desarrollo y crecimiento local de sus respectivos territorios, aunado al crecimiento de su dependencia a los países del exterior. Aunque ambos propulsaron sus diversos imperios, México fungiendo como una segunda metrópoli del Imperio Español, nunca pudieron experimentar procesos de desarrollo económico que los propulsaran independientemente, por obvias razones. No obstante, los intelectuales y fuerzas políticas dominantes en ambos países se desarrollaron en objeción a los límites impuestos a su propio desarrollo. Por ende, este conjunto de factores en ambas naciones es considerado clave para comprender su actuación en la arena internacional, pero sobre todo para la formulación de principios políticos que manifestaban la autonomía del país y el rechazo de la intervención de otros países en asuntos propios de otra nación. Como señala Hatta:
Las naciones recientemente independizadas están fuertemente influenciadas por el sentimiento nacional y sienten la necesidad de mantener su autoestima. El recuerdo del estatus colonial que los ató durante siglos los hace resistir todo lo que consideran un intento de colonizarlos nuevamente, ya sea por dominación económica o ideológica (Hatta, 1953).
Si volteamos a ver los principios claves de ambas naciones (México: autodeterminación de pueblos y no intervención; Indonesia: independiente y activo), encontramos un factor en común: el respeto a la soberanía nacional. Es justamente desde este principio de donde se derivan la serie de políticas, principios y conductas que rigen a los propios países. Sin embargo, debido a sus principios rectores, a ambos se les ha asociado con una postura de neutralidad en donde prefieren mantenerse al margen de los conflictos políticos para no verse perjudicados. Dicha “neutralidad” o libertad de estos países, si bien criticada por otras naciones, sobre todo durante conflictos internacionales, se ha sostenido en una serie de argumentos sobre su utilidad y beneficio para México e Indonesia como en el resto de las naciones del globo.
Para el caso mexicano y su posicionamiento de no intervención durante la época de 1930 durante los levantamientos en Latinoamérica, este principio generó opiniones tales como la del exministro de Paraguay Juan José Soler quien dice:
[…] para otros gobiernos no sean censores, sino observadores, que no son acreedores, sino cooperadores, que no son maestros, sino amigos benevolentes, capaces de ayudar, a sanar las heridas y mitigar los dolores patrióticos que sufren todas las personas en esas horas de tribulación nacional (Soler, 1930)
Por su parte, durante el establecimiento de la política “Independiente y Activa” y en plena continuación del conflicto de la Guerra Fría, los líderes de Indonesia argumentaron que:
[…] la política de la República de Indonesia no se construye en referencia a los estados beligerantes, sino con el propósito de fortalecer y mantener la paz. Indonesia no tiene favoritos entre los dos bloques opuestos y sigue su propio camino a través de los diversos problemas internacionales (Hatta, 1953).
Lejos de mantener una actitud neutral respecto a los eventos que ocurren en el exterior, México e Indonesia manifiestan una negativa a la intromisión tanto a ellos mismos como a países terceros, posición que sostienen en la creencia de que no hay mejor medio que este (la no intervención) para respetar la soberanía de un país. Esto se vincula con el otro elemento relevante presente en los principios de ambos países: la independencia.
La dependencia política y económica de estos países respecto a las grandes potencias, no solo ha dejado cicatrices en la historia de ambos, sino además una búsqueda incesante por evitar nuevamente la supeditación en relación con otras naciones, eliminando la posibilidad de que el exterior influya en las decisiones y acciones de otro país. Para Indonesia el principio de “independencia” y para México la “autodeterminación”, si bien palabras distintas, pero con una misma esencia que busca la superación de un pasado de colonización y un compromiso para que condiciones similares no se vuelvan a manifestar.
Por último, pero no por ello menos importante, debemos considerar que estos principios, si bien emanados de todo un proceso histórico de cambios y continuidades, fueron en realidad resultado de las propuestas de uno o varios personajes claves en la historia de ambas naciones. Según afirma Kennan (1995), el surgimiento de un principio condicionado a las circunstancias del contexto imperante, no puede ser resultado de un proceso político que requiera su análisis y sometimiento a votación. Por el contrario, “un principio es algo que sólo puede ser declarado por un líder político. Representa, necesariamente, su propia visión de qué tipo de país es, y cómo debe comportarse en el ámbito internacional”.
Esta cualidad en el establecimiento de un principio nos obliga a pensar en la tarea primordial que posee el estadista para su formulación, que no solo compagine con el pensamiento colectivo, pero que además garantice su aplicabilidad en contextos alternos. Personajes como Soekarno (1901-1970), Mohammad Hatta (1902-1980) en el caso de Indonesia, y Benito Juárez (1806-1872), Venustiano Carranza (1859-1920) y Genaro Estrada (1887-1937) para México, comprendieron no solo la realidad del momento histórico que vivían, respondiendo con un sistema de principios adecuado a las condiciones, sino que su comprensión del mundo traspasó los márgenes temporales, haciéndose manifiesta su ideología hoy en día.
Conclusiones
En esta breve revisión hemos descubierto semejanzas interesantes entre países distanciados por más de quince mil kilómetros. Una histórica marcada por un periodo de colonización, un posicionamiento geográfico y recursos naturales codiciados, un crecimiento económico parejo, entre otros factores. Todos y cada uno de esos elementos unidos para configurar una serie de principios de política exterior que apelan a la defensa de la soberanía y la no intervención. Al final, su pasado llama a las puertas del presente para cuestionar una vez más la vigencia de estos principios en una realidad distinta.
Lunde & Thune (2008) señalan que no es que:
“[…] los principios de una política exterior se orienten solamente por objetivos materiales en la satisfacción del bienestar y la seguridad de la sociedad, sino también por convicciones éticas con un valor intrínseco para la conducta del Estado en sus relaciones internacionales”.
Esta idea resume el uso de los principios de política exterior en realidades como la actual, donde países como México e Indonesia, lejos de practicar dichos principios a manera de protección de sus intereses, lo hacen a partir de una convicción ética, un eje rector que los obliga por responsabilidad histórica a deliberar y actuar de determinada forma. Aunque la esencia de sus principios aboga por el respeto a la soberanía de los países, sus actos para la defensa de esta parecieran limitarse a una mera manifestación del rechazo al empleo de violencia. ¿Por qué? Al final, su mayor compromiso yace hacia sus propias acciones, es decir, el no generar ningún tipo de posicionamiento respecto a un gobierno u otro, evitando generar una intervención como ellos la han sufrido a lo largo de su historia.
Referencias
Batabyal, A. (2002). Change and Continuity in Indonesian Foreign Policy: From Sukarno, Suharto to Megawati. Jadavpur Journal of International Relations, 6(1), 29-44.
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Galeana, P. (2006). La Doctrina Juárez. Decires, 8(8), 117-124.
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Hendraningrat, R. (1965). Some aspects of indonesian foreign policy. Pakistan Horizon, 18(2), 131-143.
Kennan, G. (1995). On American Principles. Foreign Affairs, 74(2), 116-126.
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Lunde, L. & Thune, H. (2008). National Interest: Foreign Policy for a Globalised World: the case of Norway. Ministry of Foreign Affairs’s Refleks Project.
Magaña Duplancher, A. (25 de abril de 2022). Doctrina Carranza: ¿herramienta para las relaciones entre Estados Unidos y México en la era de Trump? Foreign Affairs Latinoamerica. https://revistafal.com/doctrina-carranza-herramienta-para-las-relaciones-entre-estados-unidos-y-mexico-en-la-era-de-trump/
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