A través de toda China han surgido protestas en contra de las políticas de cero-covid del gobierno chino. Las razones detrás de las protestas, al igual que las políticas de cero-covid, nos dan a entender las circunstancias bajo las cuales se encuentra el gobierno de Xi Jinping y sus aliados, al igual de lo que les podría esperar a futuro.
El milagro chino está empezando a llegar a su fin por lo que la economía china está entrando en una desaceleración económica. Esto puede que no suene como algo negativo para muchos, después de todo, el país seguirá creciendo económicamente y se ha desarrollado bastante bien hasta ahora. No obstante, para un país como China y su sistema político, junto con su situación geopolítica, puede que sea algo negativo a largo plazo y tendrá serias repercusiones geopolíticas para el país, la región y el mundo. Ya se están mostrando muchas grietas en el gigante asiático. Las crisis que enfrenta actualmente tendrán un impacto profundo y negativo en el país, y las protestas, como las facciones políticas anti-Xi Jinping, muestran un poco de lo que se aproxima para el país.
¿Le temía a algo el gobierno chino?
China es un país cuyo sistema político es autocrático y autoritario. La China que conocemos hoy surgió de la revolución armada, liderada por Mao Zedong a principios del siglo XX. Lo que se ha podido ver una y otra vez en China, históricamente, ha sido que protestas y descontento social, político y/o económico a gran escala, pueden aparecer de la nada en el país y pueden propagarse rápidamente. Esto hace que el sistema político chino sea vulnerable ante cualquier crisis que atente en contra de no solo la estabilidad nacional, sino también de la legitimidad del gobierno chino y su sistema político como tal. Este, por ser autocrático y autoritario, no le permite a China adaptarse lo suficientemente rápido a nuevas circunstancias y crear un cambio de poder pacifico o tranquilo de manera constante. Por ejemplo, cada 4 o 6 años. Las protestas que se vieron en noviembre no solo son resultado de las políticas restrictivas de cero-Covid, sino que representan un descontento en general ocasionado por el desacelere económico que ha ido experimentando el país en los últimos años.
Los sistemas políticos y los gobiernos que han dominado a China siempre han necesitado de ciertos factores para dominar al país: desde ideología hasta seguridad, estabilidad o instituciones de seguridad represivas y capaces de responder a amenazas internas para así mantenerse en poder. Las dinastías dependían del ejército y el confucionismo, los movimientos y gobiernos que precedieron la última dinastía también dependieron de sus ejércitos y cuerpos de inteligencia, pero el confucionismo pasó a ser reemplazado por las corrientes nacionalistas, una de tinte capitalista y otra comunista. Hoy en día, el gobierno no depende del comunismo, sino del nacionalismo chino. De ahí el surgimiento de un sentimiento anti-occidentalista en China. El nacionalismo ha sido fomentado por los problemas económicos a los que se está enfrentando el país y para ello depende de sucesos históricos como las Guerras del Opio y actualmente de las disputas diplomáticas y comerciales con otros países. Ahora, la tecnología también ha sido implementada para reforzar las capacidades de los cuerpos de seguridad y de inteligencia. Es por ello que, históricamente, China ha contado y cuenta con un fuerte ejército terrestre, no una fuerza naval.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX los ejércitos de China servían más para poder protegerla de amenazas externas e internas. Cunado Japón invadió la península coreana, en la década de 1590, la intervención de la Dinastía Ming dio el golpe definitivo para expulsar a las fuerzas japonesas de la península. Siglos más tarde, China intervendría nuevamente con su ejército terrestre en la Guerra de Corea para evitar que los Estados Unidos tomaran la península por completo y la dominaran. En estos dos casos, China pudo lograr estas victorias gracias a que estaba unida y un régimen dominaba a la nación y sus recursos. Por esta razón es crucial para cualquier régimen en el poder en el gigante asiático, dominar por completo el territorio chino y sus recursos. De lo contrario, tan solo una pequeña fragmentación significaría que China estaría vulnerable ante cualquier amenaza militar, naval o terrestre. Esto solo resalta la necesidad de China de mantener el control de su territorio y de su población. La estabilidad para China representa no solo seguridad nacional, sino la continuidad del régimen político.
China se ha enfrentado a diversas crisis anteriormente y las más graves siempre resultan en desestabilidad y fragmentación. Por ello, también es importante reconocer que entre los recursos más importantes en China, es el capital, ya que cualquier problema en el flujo de capital puede atentar contra el control de Pekín. Por ende, dos ‘macrorregiones’ han sido cruciales en este aspecto: la región de la costa y la del interior. Durante la época en la que China empezó a comercializar activamente con Europa, las desigualdades entre la costa y el interior del país quebrantaron a China (Friedman, 2009, p. 90). El papel del gobierno chino es, básicamente, crear un balance entre las regiones costeras y el interior del país que está mucho más empobrecido, pero cuando este balance amenaza los intereses económicos de las regiones, pueden generarse fuertes choques, como sucedió con las intervenciones europeas en China (Friedman, 2009, pp. 88-99). Si vemos a China ahora, la desigualdad ha llegado a niveles no peligrosos, pero sí preocupantes para el régimen. Después de todo, la Gran Marcha de Mao Zedong se llevó a cabo en el interior de China, no en las costas, y de ahí surgió el movimiento comunista que dominaría al país. La desigualdad entre la costa y el interior del territorio es nuevamente preocupante.
El país y más específicamente el gobierno chino, ha intentado mantener un balance para que no se repita el error del siglo XIX, que llevó a la época conocida como el siglo de la humillación del país. Este balance lo ha logrado en gran medida a su modelo económico basado en la exportación y el rápido crecimiento que ha resultado del mismo. Esto ha llevado a que China le sume un factor a la estabilidad nacional y a la legitimidad del régimen: el crecimiento económico acelerado, conocido como el ‘Milagro Chino’. Pero la pandemia del COVID-19 ha traído demasiados problemas para el país, desde una crisis económica mundial por las cuarentenas, hasta desabastos y crisis en las cadenas de suministro. Si sumamos eso a otras crisis, como la climática y las disputas comerciales, entonces hay un peligroso coctel de crisis que ponen en peligro a la estabilidad nacional y, por ende, a la continuidad del régimen chino.
Estos problemas y la creciente amenaza de una grave crisis económica se suman a otros temores del gobierno y en especial de Xi Jinping. Todas estas crisis no solo amenazan con un significante malestar social, sino también amenazan con fracturas entre las elites políticas y económicas del país. Reforzar su posición como un ‘emperador’ del siglo XXI de China al nivel de Mao Zedong, solo empeora la situación para el régimen y para Xi Jinping, aunque signifique estabilidad y seguridad para el mismo a mediano plazo. El surgimiento de una facción política que permitió que se dieran las protestas en Henan, fue una señal de lo que se aproximaba para el gobierno chino (Herczegh, 2022, pár. 1). Si eso lo sumamos a las lecciones de Hong Kong, que de acuerdo con Friedman (2022, pár. 4) son: “qué malestar a gran escala era posible; qué levantamientos pueden esparcirse y, por ende, deben ocultarse o minimizarse a toda costa; y que un país dependiente del comercio y la inversión internacionales no podía permitirse un juicio en el tribunal de la opinión pública”, entonces la situación se vuelve aún más preocupante.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX los ejércitos de China servían más para poder protegerla de amenazas externas e internas. Cunado Japón invadió la península coreana, en la década de 1590, la intervención de la Dinastía Ming dio el golpe definitivo para expulsar a las fuerzas japonesas de la península. Siglos más tarde, China intervendría nuevamente con su ejército terrestre en la Guerra de Corea para evitar que los Estados Unidos tomaran la península por completo y la dominaran. En estos dos casos, China pudo lograr estas victorias gracias a que estaba unida y un régimen dominaba a la nación y sus recursos. Por esta razón es crucial para cualquier régimen en el poder en el gigante asiático, dominar por completo el territorio chino y sus recursos. De lo contrario, tan solo una pequeña fragmentación significaría que China estaría vulnerable ante cualquier amenaza militar, naval o terrestre. Esto solo resalta la necesidad de China de mantener el control de su territorio y de su población. La estabilidad para China representa no solo seguridad nacional, sino la continuidad del régimen político.
China se ha enfrentado a diversas crisis anteriormente y las más graves siempre resultan en desestabilidad y fragmentación. Por ello, también es importante reconocer que entre los recursos más importantes en China, es el capital, ya que cualquier problema en el flujo de capital puede atentar contra el control de Pekín. Por ende, dos ‘macrorregiones’ han sido cruciales en este aspecto: la región de la costa y la del interior. Durante la época en la que China empezó a comercializar activamente con Europa, las desigualdades entre la costa y el interior del país quebrantaron a China (Friedman, 2009, p. 90). El papel del gobierno chino es, básicamente, crear un balance entre las regiones costeras y el interior del país que está mucho más empobrecido, pero cuando este balance amenaza los intereses económicos de las regiones, pueden generarse fuertes choques, como sucedió con las intervenciones europeas en China (Friedman, 2009, pp. 88-99). Si vemos a China ahora, la desigualdad ha llegado a niveles no peligrosos, pero sí preocupantes para el régimen. Después de todo, la Gran Marcha de Mao Zedong se llevó a cabo en el interior de China, no en las costas, y de ahí surgió el movimiento comunista que dominaría al país. La desigualdad entre la costa y el interior del territorio es nuevamente preocupante.
El país y más específicamente el gobierno chino, ha intentado mantener un balance para que no se repita el error del siglo XIX, que llevó a la época conocida como el siglo de la humillación del país. Este balance lo ha logrado en gran medida a su modelo económico basado en la exportación y el rápido crecimiento que ha resultado del mismo. Esto ha llevado a que China le sume un factor a la estabilidad nacional y a la legitimidad del régimen: el crecimiento económico acelerado, conocido como el ‘Milagro Chino’. Pero la pandemia del COVID-19 ha traído demasiados problemas para el país, desde una crisis económica mundial por las cuarentenas, hasta desabastos y crisis en las cadenas de suministro. Si sumamos eso a otras crisis, como la climática y las disputas comerciales, entonces hay un peligroso coctel de crisis que ponen en peligro a la estabilidad nacional y, por ende, a la continuidad del régimen chino.
Estos problemas y la creciente amenaza de una grave crisis económica se suman a otros temores del gobierno y en especial de Xi Jinping. Todas estas crisis no solo amenazan con un significante malestar social, sino también amenazan con fracturas entre las elites políticas y económicas del país. Reforzar su posición como un ‘emperador’ del siglo XXI de China al nivel de Mao Zedong, solo empeora la situación para el régimen y para Xi Jinping, aunque signifique estabilidad y seguridad para el mismo a mediano plazo. El surgimiento de una facción política que permitió que se dieran las protestas en Henan, fue una señal de lo que se aproximaba para el gobierno chino (Herczegh, 2022, pár. 1). Si eso lo sumamos a las lecciones de Hong Kong, que de acuerdo con Friedman (2022, pár. 4) son: “qué malestar a gran escala era posible; qué levantamientos pueden esparcirse y, por ende, deben ocultarse o minimizarse a toda costa; y que un país dependiente del comercio y la inversión internacionales no podía permitirse un juicio en el tribunal de la opinión pública”, entonces la situación se vuelve aún más preocupante.
Los problemas en el sector inmobiliario y el bancario son partes fundamentales del debate entre las dos facciones en China. En el sector inmobiliario, por ejemplo, la facción de Xi busca que el mercado inmobiliario eventualmente entre en crisis con el objetivo de poder llevar la economía china a depender de otros sectores y de otro modelo económico, mientras que la facción contraria a Xi busca seguir apoyando el sector (Herczegh, 2022, pár. 4). El modelo de crecimiento que busca Xi, es uno de consumo interno, mientras que la facción contraria busca mantener al actual modelo de crecimiento, que se basa en las exportaciones.
Aquí es donde vemos los objetivos de Xi Jinping de manera clara, la estabilidad nacional y fomentar un crecimiento económico que promueva la independencia económica de China del mundo y pueda seguir favoreciendo un buen balance entre la costa y el interior. Por ende, las amenazas y los problemas que percibe el gobierno y el interés del presidente Xi, han llevado a que el gobierno priorice la seguridad frente a la prosperidad económica o, por lo menos, lo que occidente y las élites políticas y económicas de las regiones costeras consideran prosperidad económica. Xi y sus seguidores tomaron la decisión de que la estabilidad nacional debe ser una prioridad a sacrificio de las ganancias financieras. De ahí las medidas anticovid de la política cero-COVID que China ha estado imponiendo. Sin embargo, las protestas y los problemas a los que se enfrenta el gobierno forzaron un cambio de postura respecto al COVID-19. Aunque para muchos estas medidas parecen ser decisiones individuales al igual que improvisadas y no colectivas o planeadas, es decir, no del gobierno central, sino de los gobiernos locales (Yuen Yuen, 2022, pár. 2). Pero con ello también aumentó la presencia de fuerzas de seguridad en las ciudades.
Incentivar el nacionalismo chino, las purgas, el atrincherarse en el poder (la facción de Xi), las restricciones, los cambios en las políticas económicas y las políticas anti-COVID forman parte de la respuesta del gobierno chino al nuevo panorama económico que se ha estado formando estos últimos años con el desacelere en el crecimiento económico. Lo que temía y sigue temiendo el gobierno chino es que se repita la situación que se desarrolló en el siglo XIX hasta la victoria de Mao, o que se repita la rivalidad entre la costa y el interior, que llevó al siglo de la humillación en China.
El país experimentará un reajuste económico que será doloroso y las cuestiones sobre que debería determinar el crecimiento económico y la estabilidad nacional solo se van a afianzar más y van a distanciar a las dos facciones. Todo apunta a que el país se dirige en esa dirección, por ende, veremos al gobierno chino adaptarse a las nuevas circunstancias de manera represiva, pero calculada.
El fin del Milagro Chino y sus implicaciones globales
Al principio del reportaje especial se mencionaron ciertos factores de los que han dependido los regímenes que han gobernado a China y el actual no es una excepción. Por lo visto China no es un país necesariamente sostenido en su conjunto por la unidad nacional y la política, sino por el dinero, estos son importantes más no tan determinantes como el último. Mientras exista un flujo constante de capital, la estabilidad se puede mantener, pero el desacelere en el crecimiento económico atenta contra ese flujo constante. Las implicaciones para China del fin del Milagro Chino son, precisamente, todas las expuestas anteriormente:
Un gobierno chino en crisis que buscará reforzar su posición y balancear la situación financiera y económica entre las costas y el interior.
El país lentamente se ira fragmentando conforme el gobierno vaya implementando las políticas diseñadas para aumentar su estabilidad y seguridad.
De lo contrario, podríamos ver a toda China ir acomodándose y aceptando esta nueva realidad, pero con Xi en el poder este escenario es algo difícil, tal vez el gobierno no sea excesivamente opresivo y se mida, pero intentara asegurar su posición y los centros financieros y económicos costeros intentarán hacer lo mismo. Pero tendremos que ver lo que sucede con el tiempo para saber que tan represivo y agresivo se tornará el gobierno chino.
Pero las implicaciones del fin del Milagro Chino en sí irán más allá que solo el país asiático, veremos cambios económicos y financieros profundos en todo el mundo. China es sede de varios de los bancos más importantes en el mundo y su interconectividad con el sistema financiero global preocupa, sobre todo por las repercusiones que se tendrá en la economía mundial, especialmente por la respuesta del gobierno, la cual no ha sido del todo positiva (Wright, 2022, s/p; Nair & Roy, 2022, s/p). Muchos países, como los latinoamericanos, dependen del mercado chino para sus exportaciones de materia prima y como Estados Unidos y México, países también importantes por su importación de materia prima y productos de China.
Latinoamérica y otras regiones también se enfrentan a severos problemas económicos. La respuesta de la Reserva Federal americana, aunque haya evitado que la inflación llegue a un punto crítico, ha asegurado una recesión económica para el 2023. Estas recesiones se van a complementar unas con otras y tendrán graves impactos en otros países. Básicamente, veremos un efecto domino de crisis económicas.
Varios países cambiarán la forma en la que interactúan o se relacionan bilateralmente con China. Probablemente las disputas diplomáticas y comerciales bajen en intensidad o se terminen de manera paulatina. De ahí la reunión bilateral entre Joe Biden y Xi Jinping durante la cumbre del G20 en Indonesia, la cual tuvo resultados positivos, ya que China reconoció su predicamento, no solo geopolítico sino también económico.
Las repercusiones geopolíticas
Con el milagro chino llegando a su fin, el país enfrentando diversas crisis como la de la pandemia del COVID-19 y el presidente Xi afrontando el surgimiento de una facción con purgas y posicionando seguidores leales en el poder, el continente asiático está por pasar toda una reestructuración geopolítica paulatina de mediano plazo y una más marcada a largo plazo, junto con todo el mundo. Tan solo las implicaciones económicas de este tendrán sus propias repercusiones geopolíticas.
De hecho, toda la masa continental eurasiática desde la Unión Europea y Rusia hasta el gigante asiático en el Pacífico se encuentra en crisis (Friedman, 2022, pár. 9). Por ende, todo el mundo euroasiático en general está encaminado a una reestructuración geopolítica a largo plazo. Pero las repercusiones para China serán aún más fuertes. Tal vez, en las únicas ocasiones en que el gobierno chino pudo intervenir en sus aproximaciones geográficas hayan sido en Corea del Sur en 1950 o Vietnam en 1979 para reforzar la seguridad de sus fronteras e imponer su voluntad política fue cuando el país estaba unido y controlado bajo un régimen. Pero una China en desaceleración económica e insegura por la fragmentación económica y/o política puede que se vea forzada a mantenerse al margen de sucesos geopolíticos regionales.
Invadir Taiwán y tomarlo a la fuerza es un sueño que tendrá que quedar en el olvido, aunque no se apartará de la retórica diplomática y política. Una opción militar respecto a Taiwán será imposible y, sin importar cuantos buques de guerra pueda construir, el país no podrá enfrentarse a la coalición japonesa-estadounidense apoyados por numerosos aliados como Australia, Vietnam o la India. Las operaciones anfibias son entre las más difíciles de lograr y todo puede ir mal en la guerra. Rusia y los fracasos que ha experimentado en Ucrania son ejemplos de todo lo que podría salir mal para China, aunque el país se vería devastado aún más si decidiera invadir Taiwán. Sus pérdidas podrían ascender a ser mucho mayores que las rusas en tan solo los primeros meses de un conflicto armado en el Estrecho de Taiwán. Una derrota o cualquier tipo de retrasos, sumados a una severa crisis económica podría quebrantar al gobierno y sus intentos en tomar la isla y podría derrocar al régimen de Xi, sino es que, en el peor de los casos, a todo el partido comunista. Taiwán, para diversos países, es importante por ser el principal centro de producción de microchips en el mundo y su importancia geoestratégica y militar, junto con las posibles, así como seguras consecuencias de una hipotética victoria china para la seguridad regional e internacional a corto y largo plazo.
Sin embargo, las amenazas geopolíticas de largo plazo no son comunes en el sistema internacional y China no presentará una a largo plazo por las capacidades ofensivas que pudiese llegar a tener, sino que será una amenaza por cuestiones político-nacionalistas y por los riesgos que pudiesen desarrollarse de una mayor fragmentación. Así mismo, las crisis actuales están incrementando el sentido de inseguridad y las corrientes nacionalistas en diversos países. China, sea una amenaza seria o no a largo plazo, no determinara el desarrollo geopolítico, pero su percepción actual si servirá como catálisis para lo que se viene.
Japón, Vietnam y Corea del Sur junto con Australia están en medio de sus propias carreras armamentistas. Actualmente, Japón está reconstruyendo sus capacidades militares, especialmente las navales. Ahora cuenta con un portaaviones y contara con otro en pocos años al igual que cuenta con una Armada que crece significativamente con los años y hace unos días dio a conocer cambios estructurales en materia de defensa nacional. Con estos cambios, el país adquiere mayores capacidades militares ofensivas, las cuales terminan con su era de pacifismo y postura puramente defensiva. (La cual se arraigaba mucho en defensa territorial y no involucraba al país en operaciones militares en territorio extranjero.)
Este es el país que mayor amenaza presenta para China a largo plazo, históricamente China ha protegido su vecindad de invasiones o intervenciones de potencias extranjeras, las más recientes (en el siglo XIX y el siglo XX) han sido Rusia, Gran Bretaña (junto con otras potencias europeas), Japón y Estados Unidos. Las más notables siendo las últimas dos. Pero ahora no está en situación de intervenir, especialmente por depender de sus exportaciones a estos países. Institucionalmente, Japón cuenta con la experiencia en manejar operaciones anfibias y en manejar una Armada, a diferencia de China, que no tiene ninguna.
El surgimiento de nacionalismos en Asia, especialmente en Japón, se han dado por el temor a una China empoderada, cuyas capacidades militares iban mejorando. Esos nacionalismos fueron acompañados de carreras armamentistas y alianzas militares y políticas. Vietnam, Indonesia y otros países, como Corea del Sur, también son países encaminados a convertirse en potencias militares importantes a mediano o largo plazo (dependiendo del país) solo que, a diferencia de China, cuentan con el apoyo de la India, Estados Unidos y Japón. Corea del Sur, por ejemplo, planea adquirir un portaaviones y está mejorando su industria militar nacional junto con sus capacidades militares, ahora es uno de los principales proveedores de armamento militar a nivel mundial. Si China se debilita, también se podría debilitar con el tiempo su apoyo a Corea del Norte, algo que podría tener serias consecuencias con una Corea del Sur y un Japón más armados.
En un mundo con múltiples crisis que empeoran la situación económica, social y política en todos los países, de diferentes formas el principio de suma-cero empieza a cobrar mucha importancia y a determinar el actuar de los gobiernos. Aun cuando el panorama respecto a China ha cambiado por su desacelere económico, es difícil ver que se pueda revertir la tendencia geopolítica. Lo más probable es que las relaciones entre los países se modifiquen, junto con su actuar y sus posturas respecto a la seguridad nacional y la regional.
Las repercusiones más obvias a largo plazo son el surgimiento de Japón como superpotencia regional y el surgimiento de Vietnam, Australia y Corea del Sur como potencias secundarias, con sus propias capacidades geopolíticas regionales en Asia Pacífico. Con el tiempo, esto llevará a nuevas rivalidades, amenazas, retos y cambios en la estructura geopolítica de la región. No obstante, no solo sufrirá cambios Asia Pacífico sino todo el mundo. Las nuevas potencias económicas y regionales con un panorama geopolítico desfavorable por diversas crisis como el cambio climático, buscarán mejorar sus capacidades militares para robustecer su seguridad nacional y adaptar sus economías a un ambiente más nocivo para economías interdependientes e interconectadas de manera descuidada.
Un futuro difícil e incierto
En conclusión, geopolíticamente, el mundo será muy diferente dentro de 20 años y mucho más en 30. Las crisis que enfrentamos hoy y las que estamos por enfrentar en los próximos 2 o 3 años, forjaran las siguientes potencias y rivalidades. Una de esas crisis será la que experimentará China con el fin de su milagro económico, propulsado por la pandemia del COVID-19. El gigante asiático seguirá siendo importante por su escala geográfica y demográfica, pero dejará de ser líder y ya no será tan decisivo en los temas regionales e internacionales. El país se enfrentará a graves dilemas y crisis de diversas características en los próximos años y décadas. Su respuesta a estos determinará su futuro y si el país volverá a cometer los mismos errores que se han cometido en el pasado.
El presidente Xi reconoce la historia de su nación y los errores que se han cometido en el pasado, al igual que Deng Xiaoping. El entonces presidente Deng reconoció que aislar a china y mantenerla pobre vulneraria al país, como lo ha sucedido en el pasado y por ello busco la apertura económica y el acercamiento con occidente durante su mandato en la década de los setentas, especialmente con Estados Unidos.
Pero Xi se enfrenta a un dilema diferente, con fracturas políticas, sociales y económicas internas y a un panorama geopolítico internacional muy diferente. Probablemente China ni siquiera se vaya a fragmentar en esta década, pero el país ya está caminando en una línea delgada y Xi lo sabe. Este temor del gobierno chino no es uno que necesariamente se vaya a materializar en estos años, muchos incluso podrían pensar que estos temores son absurdos, pero los miedos no tienen que estar basados en la realidad sino en la inseguridad de lo desconocido. Lo que sí es seguro, es que China se va a volver a enfrentar a un problema nada extraño en la historia del país. No es seguro que el país pueda responder adecuadamente, después de todo, reconocer los errores del pasado y conocer la historia de la nación de uno mismo no significa que no se vayan a cometer los mismos errores. Al final del día, esto es parte de la gran tragedia de las naciones: sus ataduras a las realidades geopolíticas e históricas que las dominan. Tal vez veamos a la China del siglo XXI esquivar una bala o amortiguar un golpe, pero no será la misma y su papel no será el que necesariamente esperan muchos que sea en lo que resta del siglo XXI.
Referencias:
Friedman, G. (2022, 29 noviembre). Eurasia in Crisis. Geopolitical Futures. Recuperado 14 de diciembre de 2022, de https://geopoliticalfutures.com/eurasia-in-crisis/
Friedman, G. (2009). The Next 100 Years: A Forecast for the 21st Century. New York, New York
Herczegh, V. (2022a, mayo 25). In China, a Challenge to Xi’s Power? Geopolitical Futures. Recuperado 16 de diciembre de 2022, de https://geopoliticalfutures.com/in-china-a-challenge-to-xis-power/
Herczegh, V. (2022b, julio 27). A Confrontation China Can’t Afford. Geopolitical Futures. Recuperado 16 de diciembre de 2022, de https://geopoliticalfutures.com/a-confrontation-china-cant-afford/
Herczegh, V. (2022c, agosto 1). In China, New Purges, New Targets. Geopolitical Futures. Recuperado 16 de diciembre de 2022, de https://geopoliticalfutures.com/in-china-new-purges-new-targets/
Herczegh, V. (2022d, octubre 5). Is China Losing Its Grip on the Media? Geopolitical Futures. Recuperado 16 de diciembre de 2022, de https://geopoliticalfutures.com/is-china-losing-its-grip-on-the-media/
Herczegh, V. (2022e, 27 octubre). Stability for Xi, Not for China. Geopolitical Futures. Recuperado 16 de diciembre de 2022, de https://geopoliticalfutures.com/stability-for-xi-not-for-china/
Roy, A. & Nair, S. (2022, 11 agosto). Xi, Henan, and China’s Growing Financial Crisis. The Diplomat. Recuperado 16 de diciembre de 2022, de https://thediplomat.com/2022/08/xi-henan-and-chinas-growing-financial-crisis/
Wright, L. (2022, 21 septiembre). China’s Slow-Motion Financial Crisis Is Unfolding as Expected. CSIS. Recuperado 15 de diciembre de 2022, de https://www.csis.org/analysis/chinas-slow-motion-financial-crisis-unfolding-expected
Yuen Yuen, A. (2022, 2 diciembre). The Problem With Zero: How Xi’s Pandemic Policy Created a Crisis for the Regime. Foreign Affairs. Recuperado 15 de diciembre de 2022, de https://www.foreignaffairs.com/china/problem-zero-xi-pandemic-policy-crisis