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Diseño por Código Nexus (fuentes: South African Government/International Telecommunication Union/Flickr/Canva Pro/Wikimedia Commons).

Transiciones, incertidumbre y crisis sistémicas

Un mundo inquieto ante un cambio tectónico

El mundo está en un punto crítico lleno de incertidumbre respecto a lo que sucede y lo que sucederá, pero existe una razón cíclica.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

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La guerra de misiles entre Irán e Israel se reinicia, se detiene y vuelve a comenzar, al igual que el conflicto en Gaza, a pesar de los esfuerzos de Washington por poner fin a ambos. Más relevante aún es que ocurre lo mismo con las negociaciones entre Estados Unidos y las otras dos potencias más influyentes en la política internacional actual: Rusia y China. Donald Trump llegó a la Casa Blanca prometiendo poner fin a la guerra de Ucrania rápidamente, pero no ha sido capaz de lograrlo, lo que lo ha dejado en ‘ridículo’ ante la opinión pública, tanto nacional como internacional. En cuanto a China, tampoco se han logrado avances significativos: los ejercicios militares alrededor de Taiwán continúan, y Pekín mantiene sus estrategias en respuesta a las medidas de Washington en la llamada guerra de los microchips (Davidson, 2025; Yuan & Dong, 2025).

Poco después de los bombardeos en Irán se difundieron imágenes satelitales que mostraban a las autoridades iraníes retirando equipo —o posiblemente uranio— de instalaciones nucleares, como Fordow, que fueron objetivos del ataque estadounidense, lo que generó la percepción de que el país persa había burlado a Washington. La retórica del ayatolá Alí Khamenei tampoco contribuyó a reforzar la idea de que las negociaciones estaban avanzando con éxito. En otras partes del mundo acontecen situaciones similares: en México, Cuba, Nicaragua y Venezuela persisten regímenes que mantienen dinámicas políticas y económicas propias del siglo pasado. Lo mismo puede decirse de los escasos avances en Colombia en la implementación del acuerdo de paz con las FARC, firmado en 2016, o en el combate a una inseguridad cambiante, moldeada por organizaciones criminales mexicanas (Malamud & Núñez, 2024; Niño & Pinto-Quijano, 2025).

Dondequiera que se mire se perciben problemas, retrocesos, estancamientos o desafíos tan complejos que dificultan un cambio significativo. Por ello, se considera que cualquier transformación será extremadamente lenta, si no imposible. Esto alimenta la idea de que el estado actual, vigente desde hace 45 años, no cambiará pronto; por el contrario, da la impresión de que el mundo está paralizado o incapaz de superar los obstáculos presentes. En consecuencia, el sentido común sugiere que los próximos cinco años serán similares a los últimos cinco o incluso a los últimos 45. Esta percepción provoca incertidumbre y confusión sobre el panorama actual. No obstante, existe una explicación geopolítica y cíclica que permite comprender tanto las crisis como el aparente estancamiento global frente a estas transformaciones.

Las razones cíclicas detrás 

Hay dos formas de analizar las crisis actuales desde una perspectiva cíclica: una geopolítica y una socioeconómica. Aun así, también debe considerarse el impacto psicológico y político de una transición de la magnitud que atraviesa el mundo hoy.

Todo cambio genera crisis que conllevan impulsos a favor del mismo y reacciones que intentan frenarlo, así como respuestas posteriores a las mismas contrarespuestas. Una vez que los ciclos y sus respectivos modelos se consolidan, tienden a generar un grado importante de estabilidad y certidumbre, o al menos una realidad a la que las personas se acostumbran. Dado que muchos se benefician del orden establecido, cuando este se ve amenazado, suele haber intentos por detener o revertir la transformación, ya que todo proceso de cambio provoca inestabilidad, independientemente de que sea percibido como positivo o negativo.

Esto puede observarse incluso en la vida personal: un individuo, aunque ya enfrente numerosos retos y problemas, suele entrar en pánico ante la posibilidad de un cambio estructural, tanto por lo que este implicaría como por la incertidumbre sobre si estará preparado para afrontarlo. Lo cual, en muchos casos, provoca el deseo de aferrarse a lo familiar, por la sensación de seguridad que brinda, a pesar de que se trate de una situación perjudicial desde el punto de vista emocional, financiero o de salud. El ser humano siente un temor natural ante lo desconocido, y pocas cosas resultan más inciertas que un cambio trascendental, especialmente cuando, por sí solo, ya desencadena una crisis.

En el plano político, existe una tendencia a evitar el cambio por el posible impacto que pueda tener. Xi Jinping conoce bien la historia de su país y ya desde antes sabía que necesitaba construir legitimidad para un régimen en una sociedad donde el comunismo mostraba signos de decadencia. Asimismo, es consciente de que una crisis económica severa pondría en riesgo la estabilidad social y política de China, en especial porque aún no se ha consolidado un proceso de estabilización geopolítica permanente a largo plazo. Es muy probable que este temor se haya intensificado en Xi al prever que el milagro económico chino, tarde o temprano, llegaría a su fin, sobre todo porque la historia demuestra que ese tipo de transiciones suelen generar crisis en países que han fungido como fábricas mundiales. Por ello, el presidente chino evita negociar con Estados Unidos para frenar la decadencia económica mediante un acuerdo con Washington, ya que, independientemente del tipo de negociación, ninguno de los dos países está en condiciones de impedir el colapso del modelo industrial chino ni su eventual traslado a otro país —o a varios—.

De igual modo, Vladimir Putin y el ayatolá Alí Khamenei temen las implicaciones de que el estatus político en sus países termine. Por un lado, Putin forma parte de una generación geopolítica que temía las invasiones del oeste, y cuya solución a este problema fue un imperio con un gran ejército. Perder eso dejaría a Rusia tan vulnerable como en los Tiempos Tumultuosos a principios del siglo XVII, cuando los polacos ocuparon Rusia y casi lograron imponer un rey títere. Por otro lado, el ayatolá reconoce que, durante los últimos siglos, Irán ha necesitado un régimen sólido con un enfoque de control político, social e institucional para evitar crisis como revoluciones o movimientos separatistas. El fin del régimen islámico podría poner en riesgo la estabilidad que su generación geopolítica ha valorado tanto. Sin embargo, independientemente de las percepciones o las opiniones de los mandatarios y estadistas que apoyan a cada uno de los líderes, el cambio es inevitable, sobre todo uno de la magnitud del que se aproxima.

Geopolíticamente, existen ciclos que coinciden a nivel internacional. Por ejemplo, cuando España era una potencia, al mismo tiempo también lo eran Polonia y Alemania —la primera como parte de la Mancomunidad Polaco-Lituana y la segunda como el Sacro Imperio Romano—. Tras el ascenso de Francia como gran potencia, un siglo después le siguieron el Reino Unido y Rusia. Otros países cumplieron este mismo rol, aunque de forma subordinada, por lo que funcionaron como submetrópolis de alcance mundial. En el siglo XIX, Estados Unidos, Japón y Alemania emergieron como potencias y consolidaron su poder durante el siglo XX. Con el tiempo, Polonia, México y Turquía seguirán sus pasos para convertirse en potencias mundiales. Este cambio sistémico conllevará transformaciones tanto en los ámbitos económicos como sociales.

El impacto que generará el fin, no solo de un orden geopolítico, sino de un ciclo geopolítico, será sumamente significativo. En su momento, Europa pasó de ser el centro del mundo a compartir ese rol —y eso solo porque Rusia logró mantenerse de pie tras la Primera y la Segunda Guerra Mundial— con Estados Unidos, y en menor medida con Japón, hasta ser relegada al margen del Sistema Internacional. Este cambio reconfigurará la percepción de seguridad y estabilidad de varios países, empujando a algunos al caos del regionalismo, la fragmentación y el desmantelamiento imperial, mientras que otros caerán en un estado de desequilibrio. Unos cuantos, en cambio, alcanzarán un estatus de poder que no han tenido en siglos. Un cambio cíclico geopolítico amplifica la magnitud y el impacto de otros cambios recurrentes, como los socioeconómicos, aumentando tanto los costos como las ganancias.

Por su parte, también entran en juego los ciclos económicos. A nivel interno, cada país parece estar atravesando una transición socioeconómica de gran alcance. India, por ejemplo, se encuentra al final de un ciclo durante el cual el hinduismo fue una fuerza sociopolítica dominante que guiaba al país. La llegada de Narendra Modi al poder fue la manifestación del apogeo de este ciclo. Alemania también está en proceso de reconfigurar su pacto socioeconómico, probablemente abandonando su modelo de bienestar en favor del emprendimiento empresarial. A nivel social, este tipo de transformaciones genera crisis profundas, ya que afectan a las personas en los ámbitos cultural, social y económico. El costo de vida y la creciente desigualdad en los países industrializados, son ejemplos claros de las presiones que se viven en gran parte del mundo. Era previsible que surgiera semejante incertidumbre ante el colapso de modelos de desarrollo económico que, en su momento, fueron exitosos, pero que hoy están tan desgastados que ya no logran inspirar confianza en la población.

A nivel internacional, existen ciclos económicos globales que están marcando el fin de una fábrica mundial y el inicio de otra. Cada transición en estos ciclos de producción y crecimiento acelerado está, inevitablemente, acompañada de conflictos diplomáticos y disputas comerciales, que, dependiendo del contexto, pueden incluso salirse de control. En el caso de China, la pérdida de su modelo basado en las exportaciones —que le permite mantener un flujo de capital necesario para sostener su crecimiento económico y la estabilidad de su sistema bancario— tendría consecuencias desastrosas. De ahí la resistencia a aceptar el fin de este ciclo, aunque el cambio será, en última instancia, inevitable.

El Primer Ministro de India se reúne con Vladimir Putin, presidente de Rusia, y Xi Jinping, presidente de China, en la Cumbre Informal del RIC en el marco de la Cumbre del G20 en Buenos Aires, el 30 de noviembre de 2018 (crédito: MEAphotogallery vía Flickr).

La certeza de un cambio

Ningún statu quo está dispuesto a aceptar el cambio que se avecina, no solo por las implicaciones que traería para sí mismo, sino también por lo que podría significar para sus países. Al igual que ocurre cuando una persona atraviesa una transición en su vida, los problemas —aunque cueste reconocerlos— generan un shock tan profundo que resulta difícil aceptar el cambio. Cuando una crisis afecta a la nación amada, el impacto es aún mayor. Un individuo puede entrar en conflicto con su país y llegar a despreciar la debilidad del mismo: los chinos, por ejemplo, rechazaron su identidad, como consecuencia del siglo de humillación que vivieron desde la apertura de China al mundo en el siglo XIX. Pero ese desprecio fue hacia el daño que sufrió su pueblo al cual amaban.

Por ahora, el mundo se encuentra en un proceso gradual hacia un caos transformador de magnitudes colosales, fenómeno que también afecta a México y Estados Unidos. Cabe destacar que ningún cambio, especialmente uno de la magnitud geopolítica y económica multidimensional que se está experimentando, ocurre de manera rápida. Cuando se trata de la reconfiguración global, es de esperarse que el cambio sea lento. No obstante, esa lentitud y el tamaño de los obstáculos no implican una parálisis o la inexistencia de un cambio.

Xi Jinping enfrenta actualmente una oposición más fuerte que en la última década, lo que se refleja en su ausencia en varios eventos políticos y diplomáticos cruciales, así como en el cambio en la retórica oficial china, que ha comenzado a alejarse de la figura del líder nacional (Herczegh, 2025). Por su parte, Putin se encuentra librando una guerra perdida en Ucrania, mientras el Imperio ruso que intentaba proteger muestra señales de desmoronamiento. El acercamiento diplomático de Bielorrusia se presenta como un indicio de cambio fuera de la vista pública en las negociaciones entre Washington y Moscú (Zolotova, 2025). Todas las piezas están puestas para que suceda una reconfiguración a nivel internacional, incluso en temas como el conflicto palestino-israelí o la transición sociopolítica en India. No obstante, eso no significa que la situación vaya a estallar de inmediato ni que deba haber un cambio revolucionario. El cambio llegará, pero en su debido momento. Mientras tanto, el sufrimiento, el dolor y la desesperación continuarán, e incluso podrían intensificarse en algunos casos, lo cual es característico de los cambios mundiales tectónicos. Sin embargo, a estos procesos siempre deviene una calma interesante.

Davidson, H. (2025, 1 abril) China launches surprise military drills around Taiwan. The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2025/apr/01/china-launches-surprise-military-drills-around-taiwan

Yuan, G. & Dong, C. (2025, 27 junio). China’s $50 Billion Chip Fund Switches Tack to Fight US Curbs. Bloomberg News. https://www.bloomberg.com/news/articles/2025-06-27/china-s-50-billion-chip-fund-switches-tack-to-fight-us-curbs

Malamud, C. & Núñez, R. (2024, 25 noviembre). América Latina, crimen organizado e inseguridad ciudadana. Real Instituto Elcano. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/america-latina-crimen-organizado-e-inseguridad-ciudadana/

Niño, C. y Pinto-Quijano, A. C. (2025). Integración regional criminal: Aproximación a la relación entre el Cartel de Jalisco Nueva Generación y el Clan del Golfo. Revista Criminalidad, 67(1), 79-95. https://doi.org/10.47741/17943108.640

Zolotova, E. (2025, 3 julio). Belarus’ Foreign Policy Returns to an Old Playbook. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/belarus-foreign-policy-returns-to-an-old-playbook/

Herczegh, V. (2025, 9 julio). In China, Xi’s Rule Slowly Unravels. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/in-china-xis-rule-slowly-unravels/

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