President Donald Trump speaks to members of the media alongside Tesla CEO Elon Musk and son, on the South Lawn of the White House, Tuesday, March 11, 2025. (Official White House Photo by Daniel Torok)

El presidente estadounidense Donald J. Trump y el magnate Elon Musk conversando en un Tesla durante un evento en el cual observaron vehículos eléctricos Teslas enfrente de la Casa Blanca en marzo de 2025 (crédito: Casa Blanca).

Magnates tecnológicos y geopolítica global

¿Actores clave o instrumentos desechables?

Aunque se crea lo contrario, el vínculo entre el Estado y los líderes tecnológicos siempre ha sido vertical; la relación actual no es diferente.

Por: Código Nexus

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La presencia de Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg en la toma de protesta del ahora presidente de Estados Unidos Donald J. Trump, no fue sorpresa para los expertos o el público. El poder económico acumulado por estas tres personas, no solo a nivel nacional sino global, hace de ellos piezas esenciales en el panorama político de EE. UU. Sin embargo, en los medios se ha vendido una imagen de su presencia en la esfera política como producto de una creciente influencia y capacidad de incidir en las decisiones de la nación, en muchos casos en beneficio de sus intereses.

Esto ha llevado a algunos a cuestionar si estos actores son capaces de trastocar la relación entre el Estado-nación y el sector privado. Esta perspectiva, por ende, ha dado pie a la siguiente incógnita: ¿Se está presenciando una nueva era de colaboración más horizontal entre el poder corporativo y el Estado, o los gobiernos aún mantienen la supremacía, utilizando a estos magnates según convenga a la nación?

Dictados de la historia: Magnates tecnológicos y el poder del Estado

Las dinámicas de colaboración entre estos actores han estado presentes en cada momento de la historia; pasando desde las compañías mercantiles hasta los monstruos corporativos tecnológicos como los son Google, Amazon y Meta, estos siempre han mantenido vínculos con el Estado que les permita capitalizar sus capacidades además de proteger sus intereses dentro del mercado. Aunque es muy probable que existan ejemplos aún más antiguos de los que se mencionarán a continuación, el presente artículo solo se enfocará en los casos a continuación para presentar una concepción adecuada del tipo de vínculo que ha conectado a estos actores.

Iniciando con el periodo de la Edad Media, los gremios fueron las grandes corporaciones de aquel entonces que conjuntaban a los comerciantes y artesanos, y cuyo propósito inicial era el dar garantía del trabajo especializado de dicho oficio. Con el paso de los años y gracias al papel tan relevante que comenzaron a adquirir dentro del ámbito económico, en algunos lugares como Florencia, “los representantes de las corporaciones gobernaban al lado de los patricios y en algunos casos llegaron a encumbrarse como nobles” (G. M., 2023). El vínculo entre los gremios y las autoridades se caracterizaba por una relación de colaboración y control, pues, aunque los gremios eran instituciones que tenían cierta autonomía, siempre se encontraban sujetos a la supervisión y control por parte de las autoridades, generando futuras tensiones entre ambos actores (Tinoco, 2005).

Entrando a la época moderna, instituciones como la Compañía de las Indias Orientales (británica y neerlandesa) representaron un modelo temprano de unos “proto-magnates” con un poder transnacional sin precedentes. En el caso de la Compañía Británica y su vínculo la monarquía representaba una de dependencia mutua, donde la Compañía dependía del apoyo real para su monopolio, mientras que la monarquía usaba su poder para extraer recursos de la empresa. Sin embargo, su existencia tenía que ser autorizada por los Estados imperiales a través de cartas reales, las cuales le otorgaba derechos exclusivos para comerciar en las Indias Orientales (Bogart, 2019). Las Compañías de las Indias Orientales también fueron utilizadas por los Estados imperiales para poder administrar mejor la colonización y el manejo de las economías coloniales.

Debido a ello se sabe que el poder de estas compañías no era absoluto. Por ejemplo, cuando la Compañía Británica de las Indias Orientales comenzó a amenazar el equilibrio político y económico en India, el parlamento británico intervino con el Acta de Regencia de 1773, estableciendo un control más directo sobre sus operaciones (Stern, 2011). Este caso refleja cómo los Estados no sólo otorgaban poder a estas entidades, sino que también actuaban rápidamente para limitar su influencia cuando esta se volvía problemática.

Es bastante probable que, si al lector se le cuestiona acerca de grandes magnates durante la Revolución Industrial, surjan entre ellos los nombres de John D. Rockefeller, Andrew Carnegie y J. P. Morgan, siendo estos casi un símil de los 3 actuales magnates tecnológicos. Se reconoce a estos hombres no solo por su liderazgo en sectores claves de la industria estadounidense, sino también por la acumulación de un poder económico que cimentó las bases del capitalismo en el país del norte, llegando a influenciar de forma importante las políticas del país. El creciente poder político de estos personajes comenzó a ver su fin debido a la implementación de la Ley Sherman Antimonopolio en 1890 que vino a fragmentar las corporaciones que amenazaban la competencia económica; por ejemplo, la disolución de Standard Oil en 1911 representó la imposición de límites por parte del Estado al poder privado (Du Boff & Chandler, 1990).

¿Reconfiguración de la relación magnates-Estado?

El siglo XXI presenta sus particularidades como cada época, y aun con la llegada de nuevas circunstancias y avances tecnológicos, se sigue manteniendo en esencia la relación entre los gigantes tecnológicos y el Estado. Sin embargo, mucho se ha cuestionado sobre si la influencia de los empresarios ha iniciado un proceso de derrocamiento del poder del Estado, o bien, persiste la visión de los empresarios como una herramienta que permite ser una extensión del propio Estado en otros ámbitos.

Elon Musk junto con su empresa SpaceX, han sido un referente en torno a la pregunta de la capacidad de influencia que tienen estos personajes dentro de los intereses nacionales. Durante el conflicto en Ucrania, el servicio Starlink fue implementado para garantizar las comunicaciones críticas en zonas afectadas por la guerra, permitiendo al ejército ucraniano coordinar operaciones incluso bajo ataques rusos. Sin embargo, cuando Musk insinuó la posibilidad de limitar el acceso de Ucrania a Starlink, el gobierno de Estados Unidos le recordó que el 85% de las terminales había sido financiadas con fondos públicos (Marquardt, 2022). Tras las respuestas negativas del público y, en especial, de varios gobiernos, al siguiente día, Elon Musk se retractó y mencionó que continuarían proporcionando servicios de Starlink a Ucrania (Hern, 2022). Esto muestra que, aunque los magnates pueden ser herramientas valiosas, su autonomía sigue estando sujeta a los intereses estratégicos del Estado. 

El caso de Elon Musk regresó a los encabezados de los periódicos y los medios de internet cuando tuvo una ruptura con Donald Trump. Cuando se volvió a reiniciar la disputa entre el presidente estadounidense y el magnate tecnológico, el gobierno estadounidense comenzó a amenazar con investigar los subsidios dirigidos a las empresas de Musk (Duffy & O’Kruk, 2025). Lo más probable del resultado es que Musk terminé perdiendo grandes cantidades de subsidios, debido a los altos costos en muchos de los casos. Pero lo más importante es cómo resalta que a pesar de haber llegado a la cima, el magnate aún cayó y el Estado nunca titubeo en su disputa con Musk.

Por su parte, el alcance al que ha llegado Meta en su capacidad de influenciar masas es indiscutible, poniendo en las manos de Mark Zuckerberg el poder de manipular narrativas y generar divisiones sociales con un simple clic. Aunque han existido elementos positivos, como lo es el acceso a la información de manera rápida, también han sido altamente cuestionados actos como las campañas de desinformación que manipulan la percepción pública. Una de las situaciones que hizo levantar las cejas del gobierno estadounidense fue el enfrentarse a la realidad de un modelo de negocio sostenido en la recopilación y análisis masivo de datos, transgrediendo la privacidad personal y el uso indebido de la información.

En el 2018, los hechos ocurridos con Cambridge Analytica respecto a la apertura y uso de datos de usuarios de Facebook sin una autorización de consentimiento por parte de estos, obligó al Congreso de Estados Unidos a exponer públicamente la situación, además de presionar a la Comisión Federal de Comercio de imponer sanciones a Zuckerberg. Al siguiente año el magnate fue multado con $5 mil millones de dólares por violaciones a la privacidad, una de las sanciones más grandes en la historia contra una compañía tecnológica (BBC, 2019). Nuevamente encontramos la búsqueda del Estado por mantener el equilibrio entre el aprovechamiento del poder estratégico de las empresas y limitar sus excesos.

No podemos olvidar en este espacio a Jeff Bezos y al gigante mundial Amazon, quien a través de Amazon Web Services (AWS) proporciona una infraestructura en la nube a múltiples agencias gubernamentales. Pero como ha sido el caso en los otros dos magnates, pese a ser una pieza clave dentro del propio aparato estatal, ello no lo ha eximido de un control por parte del gobierno, así como disputas con el mismo. En el 2019, la suspensión del proyecto de computación JEDI entre el Departamento de Defensa de Estados Unidos y Amazon, y su posterior concesión a Microsoft puso en tela de juicio el poder de injerencia de Amazon en los intereses estadounidenses (Reuters, 2021). Aunque finalmente el contrato JEDI fue cancelado, la línea trazada por el gobierno le impidió a esta empresa transgredir los intereses nacionales.

Jack Ma —fundador de la plataforma de comercio Alibaba— habla en el lanzamiento oficial de la Plataforma de Comercio Electrónico Mundial (eWTP) África en Kigali, el 31 de octubre de 2018 (crédito Paul Kagame)

Otras visiones: Asia, los corporativos y las elites

En el contexto asiático las dinámicas entre las elites políticas y las corporaciones tecnológicas presentan características distintivas sin las contrastamos con las de Occidente que previamente hemos visto. Mientras que en Estados Unidos se prioriza la independencia del sector privado y el control se da simplemente mediante las regulaciones jurídicas —con solo intervenciones estatales en casos críticos como la Segunda Guerra Mundial—, en Asia las corporaciones tecnológicas suelen estar más directamente vinculadas a los intereses del Estado, estableciendo una relación que oscila entre la cooperación estratégica y la subordinación total.

China, Corea del Sur y Japón son los países bandera donde yacen grandes corporaciones tecnológicas que no solo fungen como motores económicos, sino también como herramientas clave para la proyección de poder estatal. En China, gigantes como Tencent, Alibaba y Huawei operan bajo un modelo en el que la relación entre el sector privado y el Estado es profundamente interdependiente. Como era de esperarse en el contexto chino, el Partido Comunista exige la alineación de estas empresas con los intereses nacionales, lo que se evidencia en políticas como el requisito de establecer células del partido dentro de las corporaciones (Kawase, 2022). Asimismo, se tiene conocimiento de que el gobierno regula estrictamente el acceso a la información y hace uso de tecnologías desarrolladas por empresas privadas para implementar sistemas de vigilancia masiva, como el sistema de crédito social. Ello refleja una relación vertical en la que el Estado no sólo regula, sino que también se beneficia directamente del poder de las grandes corporaciones mediante una intensa intervención.

Aunque en Japón y Corea del Sur las relaciones entre el sector privado y el Estado son menos coercitivas que en China, también existen vínculos históricos entre las grandes empresas y las élites políticas. Por ejemplo, en Japón los Keiretsu (conglomerados empresariales) trabajaron estrechamente con el gobierno en la reconstrucción económica del país tras la Segunda Guerra Mundial, y esta colaboración continúa en sectores estratégicos como la tecnología y la innovación (Fruin, 2003). Además, durante las crisis económicas, las empresas del Keiretsu recibieron apoyo financiero y logístico para protegerlas de la competencia extranjera, fortaleciendo su posición global, en especial durante el período del milagro económico japonés.

Por su parte, las dinámicas de Corea del Sur entre las élites políticas y los conglomerados familiares, conocidos como Chaebols, han sido por demás estrechas debido a las estrategias de desarrollo impulsadas por el gobierno desde la década de 1960 quien buscó transformar una economía agrícola en una potencia industrial. Sin embargo, en fechas recientes se ha cuestionado más la estrecha relación entre estos actores, ya que en lugar de contribuir al crecimiento del país, en los últimos años solo han promovido el incremento de la desigualdad en el mismo (Albert, 2018; Araujo, 2024). El escándalo del tráfico de influencias por la entonces presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, fue la mayor puesta en evidencia de la corrupción existente entre estos conglomerados y el Estado.

Aunque cada modelo posee características particulares, la realidad es que no dista mucho el contexto asiático que del occidental. Las empresas asiáticas poseen un vínculo más cercano y quizás más subyugado al poder político del Estado, fungiendo más como extensiones de las capacidades del gobierno que como entes totalmente separados como se ve en occidente. Sin embargo, estas dinámicas también revelan tensiones inherentes entre el poder empresarial —o las élites económicas— y el poder político, una dinámica de cooperación, subordinación y equilibrio que sigue evolucionando en el contexto contemporáneo.

Una realidad malinterpretada

La relación entre los grandes líderes tecnológicos y el Estado en diferentes contextos históricos y geográficos evidencia un vínculo dinámico, donde el poder económico y el político se entrelazan en formas que moldean el desarrollo de las sociedades. Aunque este vínculo refleja cómo el poder corporativo y político se influyen mutuamente, generando oportunidades para el progreso, también ha traído y seguirá trayendo consigo desafíos en el abuso de poder, la corrupción y los riesgos a la privacidad. Al final, esta interacción entre dos actores clave seguirá siendo un tema central en el desarrollo de la estrategia geopolítica de un país y la configuración del orden global contemporáneo.

De igual manera, se debe tomar en consideración la forma en la que los contextos geopolíticos moldean los ciclos socioeconómicos en cada país, generando ciertas necesidades e imponiendo ciertos modelos económicos con relaciones empresariales-estatales específicas. Cada ciclo implica el comportamiento de las entidades políticas, y por ende su relación con las élites económicas. Pero queda claro que los magnates de hoy no muestran alguna dinámica distinta a la prevaleciente durante siglos, en la que el Estado siempre estará en la cima de la escala de poder, sin importar las interpretaciones sociales o ideológicas. 

Albert, E. (4 de mayo de 2018). South Korea’s Chaebol Challenge. Council on Foreign Relations. https://www.cfr.org/backgrounder/south-koreas-chaebol-challenge

Araujo, A. A. (2024, 7 diciembre). Crisis política en Corea del Sur por fallida Ley Marcial: El modelo económico surcoreano se agota. Código Nexus. https://codigonexus.com/crisis-politica-en-corea-del-sur-por-fallida-ley-marcial/

BBC News Mundo. (24 de julio de 2019). Cambridge Analytica: la multa récord que deberá pagar Facebook por la forma en que manejó los datos de 87 millones de usuarios. BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-49093124

Bogart, D. (2019, October 25). Monarchs, Institutions, and the Trade of the English East India Company [Seminar]. Department of Economics, Harvard University. https://www.economics.harvard.edu/files/economics/files/monarchs_paper_oct252019.pdf

Du Boff, R. B., & Chandler, A. D. (1990). [Review of Scale and Scope. The Dynamics of Industrial Capitalism]. Challenge, 33(6), 61–64. http://www.jstor.org/stable/40721214

Duffy, C & O’Kruk, A. (2025, 13 julio). Here’s how the feud between Elon Musk and Donald Trump has unfolded. CNN Business. https://edition.cnn.com/business/timeline-elon-musk-trump-x-dg

Fruin, W. M. (2003). The Japanese Enterprise System: Competitive Strategies and Cooperative Structures. Oxford University Press.

Hern, A. (2022, 15 octubre). Elon Musk says SpaceX will keep funding Starlink internet in Ukraine. The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2022/oct/15/the-hell-with-it-elon-musk-says-spacex-will-fund-starlink-internet-in-ukraine

  1. M., A. (27 de abril de 2023). Los gremios, las poderosas corporaciones que forjaron la Edad Media y el Renacimiento. Historia, National Geographic. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/gremios-poderosas-corporaciones-que-forjaron-edad-media-renacimiento_19017

Kawase, K. (31 de octubre de 2022). China’s companies rewrite rules to declare Communist Party ties. NIKKEI ASIA. https://asia.nikkei.com/Business/Companies/China-s-companies-rewrite-rules-to-declare-Communist-Party-ties

Marquardt, A. (14 de octubre de 2022). Exclusive: Musk’s SpaceX says it can no longer pay for critical satellite services in Ukraine, asks Pentagon to pick up the tab. CNN. https://edition.cnn.com/2022/10/13/politics/elon-musk-spacex-starlink-ukraine/index.html.

Reuters. (6 de julio de 2021). Pentagon cancels $10bn Jedi contract with Microsoft after Amazon challenge. The Guardian. https://www.theguardian.com/us-news/2021/jul/06/pentagon-jedi-contract-microsoft-amazon

Stern, P. J. (2011). The Company-State: Corporate Sovereignty and the Early Modern Foundations of the British Empire in India. Oxford University Press.

Tinoco, S. (2005). Los gremios: estructura y dinámica de un «modelo» gremial en M. Suarez (Ed.), El Siglo de las Luces. De la industria al ámbito agroforestal (Vol. III). Prensas Universitarias; Madrid: Real Academia de Ingeniería.

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