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El conflicto indio-pakistaní en Cachemira

¿Encaminados a la guerra?

Las tensiones entre India y Pakistán se han disparado con un reciente ataque terrorista en la región de Cachemira, varios factores apuntan a una confrontación.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

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El 22 de abril, un grupo de hombres armados dispararon en contra de unos turistas —principalmente hindúes— en el pueblo de Pahalgam en la región de Cachemira, administrado por la India. Según algunas fuentes, este sería el primer ataque terrorista de tal magnitud realizado en contra de viajeros en un pueblo vacacionista en el noroeste del país (Rawnsley, 2025; Mitra et al., 2025). Esto provocó una reacción militar por parte de India, que desplegó a fuerzas de seguridad públicas y militares en la zona. Como respuesta, el primer ministro indio Narendra Modi prometió que darían con los culpables, declarando en X (2025) que “nuestra resolución para combatir el terrorismo es inquebrantable y se hará aún más fuerte”.

Pronto, las tensiones entre Pakistán y la India comenzaron a agravarse notoriamente, pues el gobierno indio vinculó a los terroristas con su país vecino. El mismo secretario de Exterior Vikram Misri confirmó el supuesto vínculo entre el gobierno pakistaní y el grupo terrorista involucrado en el ataque (Mitra et al., 2025). Aunado a esta acusación, el gobierno indio también canceló visas, cerró el cruce fronterizo de Atari-Wagah y expulsó a diplomáticos pakistaníes (Hamza, 2025), y peor aún, también suspendió el Tratado del Agua del Indo con Pakistán, lo que de acuerdo con Hamza (2025) ha disminuido las probabilidades de disolver las tensiones y resolver el conflicto pacíficamente.

Ante esto, varios analistas han señalado que India parece estar orientando sus decisiones hacia el ataque a Pakistán y no a la resolución diplomática del conflicto (Mashal, 2025). Ahora ambos países se encuentran en una escalada significativa conforme envían tropas y equipo militar como artillería pesada a la región en disputa. La duda subyace en por qué han llegado a este punto las tensiones y qué es lo podría suceder en un futuro. Este artículo explicará esas razones y dilucidará el motivo por el cual es poco probable que la crisis se resuelva pacíficamente de manera definitiva.

Contexto histórico reciente: regionalismo geopolítico

El subcontinente indio difícilmente ha estado unido. Son pocas las ocasiones en que ha surgido algún imperio que lograra consolidar su poder en ese territorio, como lo fue el Imperio mughal –cuya religión era el islam– o el Sultanato de Delhi. En el siglo XIX, el contexto geopolítico parecía apuntar hacia el regionalismo, debido a que el poder del Imperio mughal comenzaba a fragmentarse y la rivalidad entre los diferentes principados y reinos empezaba a salirse de control. El Reino Unido precisamente logró colonizar a la India al aprovechar esas rupturas geopolíticas, empoderando a líderes políticos o militares afines a sus objetivos económicos y políticos.

Para cuando el Raj Británico —nombre de la colonia británica en el subcontinente indio— llegó a su fin en 1947, el contexto no había cambiado. El regionalismo que se disparó durante el siglo XIX solo perjudico el proceso independentista. Esto llevó a la división del subcontinente entre la India —hinduista—, Bangladés y Pakistán —ambos Estados musulmanes—. Pero aunque la primera logró consolidar un predominio político sobre gran parte del subcontinente, el regionalismo no le permitió consolidar un poder real o siquiera construir una nación. La única razón por la que pudo obtener control sobre Cachemira fue gracias a que el cacique regional optó por la India y no por Pakistán, país con el que la mayoría de la población compartía su religión: el islam.

El caso de Pakistán resulta más complejo, debido a que el país está más dividido que India y no ha logrado crear una identidad nacional sólida, pues esta se basa en el islam y en el odio mutuo por su país vecino (Araujo, 2024). Bangladés tiene un conflicto identitario similar, pero a diferencia de Pakistán, el país no podría ser considerado una zona fronteriza, lo de cierta forma facilita su proceso sociopolítico. Pakistán posee una ubicación que ha fungido como puente entre los mundos de Asia y Europa con la India: por ahí marchó Alejandro Magno y varios invasores musulmanes y asiáticos —como los mongoles— al intentar adentrarse al subcontinente para conquistarlo.

Esta realidad geopolítica, marcada por un contexto de regionalismo, produjo continuos conflictos o convulsiones sociopolíticas. La India se ha enfrentado a varios levantamientos armados de gran calibre, ya sea comunistas —principalmente maoístas— o de otros grupos religiosos como los sikh y los musulmanes, estos últimos especialmente en Cachemira. Dicho panorama fue aprovechado por varios actores extranjeros, principalmente la Unión Soviética y Estados Unidos. Ambos tomaron la decisión de utilizar la división en el subcontinente indio para mantener a Nueva Delhi ocupada en su región próxima y que así no invirtiera recursos para crear una armada naval con la cual proyectar poder en el océano Índico. Tras la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos continuó con esta estrategia.

Tripulantes de tanque pakistaníes operando uno de los tanques AMX-13 indios capturados durante la guerra de 1965, a los que empleó en varias ocasiones contra las fuerzas indias tras la invasión de Lahore en 1965 (crédito: Inter Services Public Relations vía Wikimedia Commons).

Desde que inició el conflicto entre India y Pakistán en 1947, la primera se ha enfrentado a su propio regionalismo interno y al reto del poder militar pakistaní, el cual refleja el regionalismo que impera en el subcontinente, ya que la única diferencia cultural entre ambos países es la religión. Por lo que, en resumen, hasta que la India logre consolidar el control de su propio país, así como crear una nación y lidiar con la amenaza pakistaní, nunca podrá proyectar poder geopolítico más allá de sus fronteras. Lo mismo sucede respecto a Pakistán: el país necesita afianzar su seguridad nacional para poder concentrarse en crear una nación y garantizar su supervivencia geopolítica, para después proyectar poder fuera de sus fronteras.

El carácter fronterizo de Cachemira entre Pakistán y la India es lo que ha vuelto a la región tan volátil y la ha convertido en el epicentro del conflicto regional entre Islamabad y Nueva Delhi. Razón por la cual nuevamente es una región de particular interés internacional. No obstante, además del contexto histórico de regionalismo geopolítico, existen otros factores que han contribuido a las tensiones y a su escalada.

Cambios en ciclos socioeconómicos, crisis nacionales e implicaciones geopolíticas

Es un hecho que la actual década es un punto de inflexión en varios países. Básicamente se están fusionando una serie de ciclos socioeconómicos y geopolíticos en distintas partes del mundo. Los tres países del subcontinente, India, Bangladés y Pakistán, parecen estar viviendo las transiciones de sus propios ciclos socioeconómicos.

Por una parte, el arribo de Imran Khan al poder en Pakistán marcó un hito en la política del país por ser el primer actor político que no formaba parte de la élite militarista pakistaní. En otras palabras, es lo que se conoce como un outsider, fuera del statu quo nacional. Pero con el tiempo, el nuevo líder político y la élite militar entraron en conflicto, por lo que se desencadenó una crisis política. A esto, se suman los serios retos socioeconómicos y climatológicos que solo han agravado la situación nacional. Peor aún, el proyecto nacionalista pakistaní se ha desenvuelto en los últimos años en medio de diversas confrontaciones entre los diversos grupos étnicos del país. Por ejemplo, Pakistán ha estado lidiando con crecientes problemas de seguridad por parte de grupos separatistas en las zonas fronterizas con Irán y Afganistán (Bokhari, 2025b).

La crisis que enfrenta Pakistán, que en cierta forma es mayor a la de India, genera un contexto en el cual el país es vulnerable frente a su adversario subcontinental. O por lo menos, ese parece ser el caso. Tener que invertir recursos, hombres y atención a tres frentes al este, norte y oeste simultáneamente crea presión sobre el gobierno pakistaní y sus fuerzas armadas. De forma que el país se ve forzado a tener que planificar cómo invertirá sus recursos y cómo responderá a los diferentes desafíos que se le presentan.

A pesar de todo, el cambio cíclico en Bangladés con el ‘Monzón de Bengala’ —proceso revolucionario social liderado por la juventud que no forma parte de la generación militarista de la independencia de Pakistán (Orduña & Aguirre, 2024)— marca un cambio drástico en contra de India. Las generaciones jóvenes modificaron el cálculo geopolítico al expulsar a un Gobierno y a una élite que favorecían a India, cambiándolos por una administración que busca replantear las relaciones del país a favor de China y Pakistán (Bokhari, 2025a). Esto arrinconó a la India, ya que perdió a un aliado importante para mantener estables sus regiones en el noreste, las cuales ya se veían afectadas por la guerra civil en Myanmar —también conocida como Birmania—.

Por su parte, el ascenso de Narendra Modi parecía apuntar a un cambio drástico en la política india, ya que por primera vez llegaba al poder un ministro nacionalista hindú. Pero las elecciones parlamentarias del 2024 dejaron al descubierto que la base de poder popular de Modi y su partido nacionalista-religioso era débil y especialmente vulnerable a las dificultades económicas en el país, hecho que marca una sorpresa en el consenso nacional respecto a la crisis. Esto explicaría por qué el gobierno indio está tomando decisiones tan drásticas respecto al ataque terrorista en Cachemira, pues así puede aprovechar el consenso y el apoyo popular a las medidas (Hamza, 2025), algo que fue posible debido al carácter de la agresión y el hecho de que fue dirigido a turistas civiles hindús (Rawnsley, 2025).

En sí, tanto India como Pakistán ya han reaccionado a los cambios en el panorama. Mientras que la primera, como menciona Bokhari (2025a), se acercó a países como Afganistán e Irán para ejercer presión sobre Pakistán, este se aproximó a Bangladés y a Tayikistán para contrarrestar a Afganistán y a la India. La reciente escalada en las tensiones indica que India está buscando ejercer aún más presión sobre su contrincante, e incluso aprovechar el panorama de inestabilidad interna en el país para dar un mayor golpe al gobierno militar pakistaní.

De esta forma, los cambios en los ciclos socioeconómicos, que tienden a ser volátiles, crearon un ambiente propicio para una confrontación entre India y Pakistán. Especialmente debido a que modificaron los cálculos de manera dramática para ambos gobiernos respecto a lo que podría suceder en un futuro próximo.

Soldados indios responden al ataque terrorista en Cachemira el 22 de abril de 2025 (crédito: Press Trust of India).

Prospectos de una guerra: ¿convencional o nuclear?

Las tensiones sin duda alguna han llegado a nuevos niveles. En parte, esto se debe a que las respuestas entre ambos países a crisis anteriores también han ido en aumento. En 2016, tras un ataque armado en contra de sus fuerzas de seguridad, India envió tropas especiales a atacar un campo terrorista en territorio pakistaní; luego en 2019, mandó aviones de ala fija de combate a bombardear puestos en el territorio enemigo, ante lo cual, Pakistán respondió con sus propios bombardeos (Bokhari, 2025b). Aunado a eso, la suspensión del Tratado del Agua del Indo marca otra escalada significativa, incluso pese a las dificultades de comprometerse a dicha decisión, ya que en ocasiones anteriores, India no había llegado a ese límite (Al-Jazeera, 2025).

Estos hechos apuntan a un claro deterioro, indicativo de la situación en Cachemira. También hacen notoria la cada vez más reducida posibilidad de que no se produzca una confrontación militar, pese a que siguen existiendo algunos puntos a favor de la colaboración. El gobierno pakistaní también ha declarado que considera la suspensión del Tratado como un “acto de guerra” (citado por Al-Jazeera, 2025), lo que aumenta el temor de que las tensiones escalen a una confrontación militar entre las dos potencias nucleares (Hamza, 2025). En pocas palabras, todo el miedo respecto al conflicto indio-pakistaní se centra en el armamento nuclear de ambos países.

Pero, ¿qué escenario es realmente posible en Cachemira? Dada la tendencia de la última década, todo apunta a una confrontación militar limitada: convencional, de pequeña escala y concentrada geográficamente en Cachemira, con una casi nula viabilidad de disminución en las tensiones. Aunque en realidad la posibilidad de una confrontación aún más limitada como las ocurridas en 2016 y 2019 es la más probable, la tendencia va en aumento. El escenario menos probable, sino es que inexistente, es que cualquier confrontación escale a una guerra nuclear. Cachemira es demasiado importante en términos de seguridad hidráulica y alimentaria para ambos países, por lo que los efectos secundarios de una catástrofe nuclear también pondrían bajo mayor presión a ambos gobiernos, algo que no pueden arriesgar. Lo mismo sucedería respecto a cualquier otro ataque nuclear en algún otra área.

Así pues, lo que no compromete de tal forma a los dos países es una confrontación militar limitada. India podría contemplar una acción marcial contra Pakistán para debilitar la posición del ejército pakistaní y provocar tanto inestabilidad interna como repercusiones a nivel internacional que debilitarían aún más al rival subcontinental indio. Pakistán, por su parte, no podrá dar marcha atrás debido a la delicada situación política doméstica. A día de hoy, la suspensión del Tratado compromete gravemente la seguridad alimentaria, hidráulica y agrícola pakistaní, lo que a la par afecta al estatus socioeconómico de granjeros en el noreste del país.

En síntesis, los dos escenarios más probables serían una confrontación militar limitada o una de escala pequeña como las de 2016 y 2019. Una guerra nuclear es altamente improbable, debido a las consecuencias colaterales para ambos gobiernos. India no tiene la capacidad militar para invadir y ocupar Pakistán, por lo que no se arriesgaría a una respuesta nuclear. Pakistán, por su parte, no usaría armamento nuclear ni arriesgaría una fuente de agua importante o una respuesta nuclear india.

Una fotografía panorámica de la ciudad de Hajira, tomada desde la carretera Trardkhal-Hajira en Pakistán (crédito: Muzaffar Bukhari vía Flickr).

Cachemira y las tensiones India-Pakistán a futuro

Es cierto que el nivel al que han llegado las tensiones actualmente es algo nuevo respecto al panorama indio-pakistaní. Será difícil lograr una resolución pacífica sin algún tipo de respuesta militar sin importar la escala. Pero la inevitabilidad de un conflicto armado convencional entre ambas potencias nucleares no implica que una solución diplomática sea imposible.

Tan solo la suspensión del Tratado del Agua con Pakistán es percibida por analistas como Hamza (2025) como un posible ‘tiro en el pie’ para India, debido a que es un Estado río abajo en el Brahmaputra. Si China buscara forzar a Nueva Delhi a sentarse en la mesa de negociación, podría imponer sobre el país la misma presión que el gobierno indio busca ejercer sobre Pakistán. Ante tal escenario cabe mencionar que China también ha incrementado su presencia militar en la frontera montañosa con India para ejercer presión sobre esta (Geopolitical Futures, 2025).

Estos factores contribuyen a que China pueda aprovechar la situación para mejorar su estatus político internacional, por lo que Pekín tiene un interés en que las tensiones continúen (Bokhari, 2025b). No obstante, una solución diplomática posterior a una confrontación limitada es posible dadas las circunstancias, es decir, cabe la posibilidad de que el conflicto podría regresar a su estado natural de las últimas dos décadas.

El conflicto entre Pakistán y la India ha estado determinado por el regionalismo geopolítico que se disparó desde el siglo XIX, e incluso sería posible afirmar que comenzó a gestarse desde el siglo XVIII. Pero lo que ha contribuido con mayor fuerza han sido las implicaciones geopolíticas de los cambios cíclicos socioeconómicos que afectan a la región, al igual que en el resto del mundo. Estos ciclos y la volatilidad que generan, en conjunto con un contexto geopolítico que lo propicie, llevan a conflictos armados o políticos de alta intensidad, como por ejemplo la guerra en Gaza. Muy similar a la manera en que el cambio en el ciclo geopolítico en el este de Europa también dio paso a la guerra de Ucrania. Por lo que Cachemira podría no ser la excepción geopolítica.

En caso de que el conflicto logre resolverse, sea o no después de una disputa armada entre Islamabad y Nueva Delhi, las tensiones latentes en la región no llegarán a su fin. Ambos países y su poder militar, especialmente el equilibrio de poder entre los dos, son cruciales para otras potencias extranjeras. Aunado a ello, cabe la posibilidad que el ciclo de regionalismo geopolítico no termine este siglo, lo cual perpetuará el conflicto. El estatus geopolítico de India y Pakistán siempre será el factor determinante que impida que cualquiera de los dos se convierta en una potencia capaz de proyectar poder lejos de sus zonas inmediatas, como Sri Lanka o Bangladés.

Además, dicho estatus geopolítico dificultará una paz duradera, lo que a su vez significa que una resolución no deberá ser tomada como definitiva, a menos de que uno de los dos Estados —más probablemente Pakistán— colapse o se debilite de forma drástica para dejar de ser una amenaza para el otro. Pero como Bokhari (2025b) escribe “parece que ahora, como siempre, el ambiente estratégico de India le impide alcanzar su potencial geopolítico”, lo que asegura que las tensiones continuarán y que la posibilidad de una guerra —tarde o temprano— se vuelva una realidad, sin importar su escala.

Al-Jazeera. (2025, 24 abril). Kashmir attack: Does India’s Indus Waters Treaty freeze threaten Pakistan? Al-Jazeera. https://www.aljazeera.com/news/2025/4/24/kashmir-attack-does-indias-indus-waters-treaty-freeze-threaten-pakistan

Araujo, A. A. (2024, 22 julio). La crisis sin terminar de Pakistán ¿Un proyecto nacionalista al borde del colapso? Código Nexus. https://codigonexus.com/la-crisis-sin-terminar-de-pakistan/

Bokhari, K. (2025a, 16 enero). China and Strategic Realignments in South Asia. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/china-and-strategic-realignments-in-south-asia/

Bokhari, K. (2025b, 25 abril). What the Latest India-Pakistan Conflict Means for the US. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/what-the-latest-india-pakistan-conflict-means-for-the-us/

Geopolitical Futures (2025, 25 abril). China Bolsters Presence on Indian Border. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/china-bolsters-presence-on-indian-border/

Hamza, M. M. (2025, 25 abril). India’s Indus Ultimatum: South Asia’s Red Line Moment. The Diplomat. https://thediplomat.com/2025/04/indias-indus-ultimatum-south-asias-red-line-moment/

Orduña A. S. & Aguirre J. E. (2024, 20 octubre). La revolución de la Generación Z en Bangladés: El Monzón de Bengala. Código Nexus. https://codigonexus.com/la-revolucion-de-la-generacion-z-en-banglades/

Mashal, M. (2025, 27 abril). India Seems to Be Building Its Case for Striking Pakistan. The New York Times. https://www.nytimes.com/2025/04/27/world/asia/india-pakistan-kashmir.html

Mitra, E., Ahmad, M., Iyer, A. S., Fox, K. & Yeung, J. (2025, 23 abril). Dozens killed as gunmen massacre tourists in Kashmir beauty spot. CNN World. https://edition.cnn.com/2025/04/22/asia/gunmen-open-fire-jammu-kashmir-intl/index.html

Rawnsley, J. (2025, 22 abril). More than 20 killed after gunmen open fire on tourists in Indian-administered Kashmir. BBC. https://www.bbc.com/news/articles/cy9vyzzyjzlo

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