Diseño-para-El-Hallyu-de-Surcorea_CN-(2)

Diseño por Código Nexus (fuentes: Casa Blanca/Flickr/Wikimedia Commons/KCNA/Canva Pro/STR/Stringer/Getty Images/Psy/Gangnam Style/NASA)

Implicaciones geopolíticas del Hallyu – Parte 1

Dimensión política

Corea del Sur ha logrado lo que pocos: convertir un fenómeno cultural en una estrategia de reposicionamiento regional y global con altos beneficios.

Por: Patricia Monserrat González de la Torre

Por: Patricia Monserrat González de la Torre

Tabla de contenidos

Tabla de contenidos

Las generaciones de los Millenial y Centenial serán incapaces de olvidar el éxito de una de las canciones que, con más ritmo que sentido en la letra, cautivó nuestros oídos: Gangnam Style llevaba por título la canción que el rapero PSY hizo recorrer cada esquina del mundo, para muchos el primer atisbo de lo que posteriormente llegaría a denominarse Hallyu u ola coreana. Aunque para muchos la fama de la canción en aquella época tuvo la misma suerte que la viralización que puede tener un video hoy en día, la realidad es que ya para entonces formaba parte de una estrategia más compleja y bien definida de la diplomacia cultural de Corea del Sur hacia el mundo.

El concepto de soft power, acuñado por Joseph Nye, nos puede brindar una luz para entender la presencia cada vez más avasallante de elementos culturales provenientes de Corea del Sur. Parafraseando al autor, define el concepto soft power como las capacidades que posee un país de atraer y persuadir a otros en favor de los intereses de la nación (Nye, 2004). Alejado totalmente de visiones tradicionales del ejercicio del poder militar y/o económico, el soft power permite mostrar elementos de un país hacia la comunidad internacional con el objetivo de hacerse atractivo pero, sobre todo, estas herramientas son capaces de ayudar a una nación a alcanzar sus metas económicas y políticas sin la necesidad del uso de fuerzas coercitivas tradicionales.

La motivación detrás de esta desbordante llegada de productos culturales no se limita a generar un gancho turístico sino consolidar un poder significativo tanto en el plano geográfico regional como global de Corea del Sur. A falta de un vasto territorio, el “camarón entre ballenas” encontró en el Hallyu una herramienta de comunicación capaz de transmitir una imagen de liderazgo tecnológico, creativo y de innovación capaz de ajustar sus términos dentro de las relaciones comerciales y estrechamiento de lazos diplomáticos con otras naciones.

Como las implicaciones geopolíticas de Hallyu no son pocas, hemos decidido dividir este análisis en dos partes: por un lado, abordaremos la dimensión política explicando los beneficios a nivel regional e internacional que ha traído consigo la puesta en marcha de esta estrategia del gobierno surcoreano. En una siguiente edición, abordaremos el Hallyu desde la perspectiva económica, para entender los planes que desde hace décadas los gobiernos de Corea del Sur han diseñado en favor del establecimiento y consolidación de una economía creativa que catapulte al país.

El presidente Lee Myung-bak da un discurso de Año Nuevo en la televisión en 2009 (Crédito: República de Corea vía Flickr).

Vieja herramienta, nueva estrategia

El uso de elementos culturales como herramienta efectiva de atracción y crecimiento de influencia no es algo nuevo en el mundo: al contrario, todos los países han usado esta política en mayor o menor medida siguiendo determinados pronósticos. No obstante, el caso de Corea del Sur es peculiar por la consolidación de una visión de proyecto a largo plazo y la coordinación entre la industria creativa y el gobierno. El resultado no fue la explotación de productos culturales sino construir narrativas de una identidad nacional única entre el resto de las naciones asiáticas.

Esta estrategia se remonta al mandato del presidente Roh Moo-hyun (2003-2008) quien propuso el concepto “Creative Korea” que considera a la creatividad como medio para transformar al país en una economía basada en el conocimiento (Kim, 2016). Posteriormente con la administración de Lee Myung-bak (2008-2013) se le dio continuidad al tema Hallyu, apostando su utilidad en favor del prestigio nacional, es decir, para el “enriquecimiento de nuestra marca e imagen nacional” (Kim, 2016). Durante su gobierno, Kim (2016) “destacó la cultura como un criterio de competitividad nacional y una condición para mejorar la marca nacional, con el objetivo de reforzar la capacidad de la diplomacia pública y dar una impresión positiva a los extranjeros, y mejorar la imagen de las empresas en el extranjero”.

Así la promoción al Hallyu, más que un elemento del atractivo turístico de Corea, desde sus inicios se le dio un uso deliberado como instrumento de diplomacia pública. Sus motivos están lejos de estar ocultos: responden a una bien delineada estrategia con evidentes intenciones del país de influir directamente en las opiniones y percepciones de las naciones extranjeras, sobre todo de aquellas cuya cercanía en términos geográficos es mayor. ¿A qué apuesta esta política? Corea del Sur pretende el dominio del terreno simbólico frente a sus competidores regionales, sobre todo ante un gigante cultural ante el mundo como Japón.

Hoy en día la estrategia que rige a Corea del Sur yace en la Dirección de Política 2025 del Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo. Aunque su enfoque es mayormente cultural y económico, la articulación de políticas públicas orientadas a la expansión de la cultura coreana en conjunto con las empresas líderes de la industria creativa responden a una lógica geopolítica más amplia, en la que la cultura se convierte en un vehículo para el posicionamiento estratégico del país a nivel global (Gunawan, 2024).

Corea del Norte realiza una prueba de misiles balísticos (crédito: KCNA).

Geopolítica de la península: Corea del Norte, Asía y el Mundo

La eficacia del Hallyu como recurso geopolítico se hace aún más evidente cuando se contrasta con el modelo comunicacional de Corea del Norte, pues mientras el Sur ha optado por construir influencia a través del atractivo cultural, el Norte ha seguido apostando por la retórica ideológica del régimen dinástico de los Kim. Marcado específicamente por la hostilidad hacia Occidente y Corea del Sur, aunque el propósito es la disuasión militar, ha generado un cierto aislamiento estratégico. Este contraste entre una Corea conectada al mundo mediante el entretenimiento y otra encapsulada en un régimen autoritario y hermético ha reforzado de manera paradójica el poder simbólico de Corea del Sur. En este contexto, el Hallyu ha funcionado justamente como un contrapunto narrativo que eleva aún más la legitimidad de Corea del Sur en el Sistema Internacional como una sociedad vibrante, democrática y modernizada, con capacidad de conectar emocionalmente con las juventudes del mundo (Ronkin, 2022).

Este contraste no es sólo simbólico, sino que tiene implicaciones diplomáticas concretas. Un ejemplo emblemático es el caso del grupo BTS, cuya trayectoria ha sido incorporada activamente en la estrategia gubernamental surcoreana. En 2021, el grupo fue designado como enviado presidencial especial para las generaciones futuras y la cultura, en la Asamblea General de las Naciones Unidas como símbolo de un liderazgo joven y globalmente conectado (Vigdor, 2021). Este tipo de acciones refleja una comprensión sofisticada de cómo los íconos culturales pueden proyectar valores compartidos como la inclusión, la creatividad o la resiliencia, y con ello generar empatía hacia el país que los produce.

En términos regionales, y sumado a su imagen como líder en la diplomacia cultural, Corea del Sur ha apostado por convertirse en un “middle power” o “potencia media” que actúe como puente entre actores con intereses contrapuestos. Este posicionamiento se refleja en iniciativas como la “New Southern Policy”, lanzada en 2017, cuyo objetivo fue profundizar la cooperación con los países de la ASEAN y la India, con el objetivo de diversificar sus relaciones exteriores más allá del eje tradicional EE. UU.-China (MOFA, 2022). A través de esta estrategia, Seúl no solo buscó abrir mercados y reducir su dependencia comercial, sino también consolidarse como un socio confiable en materia de desarrollo sostenible, educación, salud y cultura.

En paralelo, el Hallyu ha fungido como capital simbólico para fortalecer la legitimidad de Corea del Sur como interlocutor regional en foros multilaterales como la ASEAN+3, la Cumbre de Asia Oriental o el Foro de Cooperación Asia-Europa (ASEM). Aunque diplomacia cultural es sumamente fuerte en Corea, no por ello reemplaza a la diplomacia tradicional, sino que la complementa. Permite que las narrativas sobre el país circulen con mayor rapidez y profundidad en las sociedades del Asia-Pacífico. Esta forma de inserción regional ha generado una especie de “efecto halo” favorable a Seúl, particularmente en contextos en donde la rivalidad sinoestadounidense tiende a polarizar a los países de la región.

La reciente propuesta del gobierno surcoreano de consolidarse como un “Global Pivotal State” —término empleado por la administración de Yoon Suk-yeol— revela su ambición de influir activamente en la gobernanza regional e internacional a través de un modelo que se sustenta en reglas, derechos humanos y cooperación inclusiva para construir legitimidad (Sneider, 2024). En este marco, el soft power no es un instrumento auxiliar, sino un componente estratégico de su política exterior, que se ve reflejado en iniciativas de diplomacia pública, como la expansión del Instituto King Sejong para la enseñanza del idioma coreano a distintas partes de la región y el mundo, o los acuerdos de coproducción audiovisual con países del sudeste asiático.

Finalmente, en el escenario internacional actual, enmarcado por la intensificación de la competencia multipolar, el Hallyu ha adquirido sin lugar a duda un valor geopolítico de primer orden; ha transgredido su carácter de fenómeno superficial, para pasar a ser un mecanismo efectivo para trascender su posición periférica en la jerarquía tradicional de poder, y consolidarse como un actor normativo y cultural de peso en el Sistema Internacional. La influencia cultural surcoreana se presenta como una vía intermedia que logra reconfigurar las nociones de poder blando y legitimidad internacional, proyecta una narrativa de modernización tecnológica y democratización que resuena en sociedades de múltiples regiones, especialmente en el Sur Global (Kim, 2022).

Miembros del grupo BTS ofrecen un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2021 (crédito: Cia Pak vía ONU Fotos).

¿Cuáles han sido los alcances del Hallyu a nivel global?

El Hallyu ha sido interpretado por algunos analistas como una forma de diplomacia emocional (Jin, 2024), es decir, una estrategia de política exterior basada en la construcción de vínculos afectivos con audiencias extranjeras con efectos concretos y de gran impacto; el creciente apoyo de la opinión pública internacional hacia Corea del Sur en escenarios multilaterales, su inclusión en rankings de países más influyentes del mundo (ejemplo el Soft Power 30 Index) y la legitimación de su voz en debates globales como los derechos humanos, el cambio climático o la gobernanza digital.

Además, la creciente presencia del Hallyu en países como Indonesia, Tailandia y Malasia ha facilitado la apertura de canales de colaboración. Estas conexiones se han aprovechado para impulsar acuerdos de cooperación bilateral que van más allá del ámbito cultural, como ha sucedido en el comercio electrónico, la inversión en innovación digital y la transferencia tecnológica (FES, 2023).  Así, el Hallyu no solo representa una herramienta de atracción, sino también un vehículo para la inserción regional y global del país.

Es innegable que el fenómeno cultural del Hallyu ha producido un reposicionamiento simbólico de Corea del Sur en el Sistema Internacional. América Latina, África o Europa del Este, tradicionalmente reacias a priorizar las relaciones con potencias medias del este asiático, han comenzado a incorporar a Corea del Sur en sus agendas diplomáticas y culturales, impulsados por la popularidad de su cultura entre sus juventudes. Este efecto no es casual, sino que como lo hemos explicado, es producto de una política deliberada que articula lo cultural con la geoestrategia del país.

En conclusión: Hallyu y avances internacionales

Una verdad absoluta: Corea del Sur ha encontrado en el Hallyu un instrumento estratégico eficaz para redefinir su lugar en la arquitectura regional y global. Sin embargo, aunque ha sido utilizado como la llave maestra, también puede dar pie a espacios de disputa geopolítica. Ejemplo de ello fue el despliegue del sistema antimisiles THAAD en Corea del Sur en 2016, al que respondió el gobierno chino con presiones como restricciones informales al contenido cultural surcoreano. Así dejó en claro que si bien el poder blando es menos confrontativo que el militar, no está exento de tensiones ni de resistencias por parte de actores que buscan preservar un estatus regional o seguir sus imperativos.

Corea del Sur ha sabido convertir sus limitaciones geopolíticas —llámese su dependencia en seguridad de Estados Unidos, su tensa relación con Corea del Norte, su tamaño geográfico y demográfico o sus aún existentes roces con Japón— en una oportunidad para destacar en el campo simbólico y cultural. En lugar de competir con grandes potencias a través de la fuerza pura o la competencia económica directa, el Sur ha reconocido sus límites. Su estrategia apuesta por el reconocimiento global basado en la atracción nacional e internacional que le permita consolidarse como una potencia media con enorme capacidad de maniobra diplomática.

Friedrich-Ebert-Stiftung [FES]. (2023). Korea and the New Geopolitics of Asia. Friedrich-Ebert-Stiftung. https://korea.fes.de/our-work/korea-and-the-new-geopolitics-of-asia.html

Gunawan , I. (2024). Korean Cultural Diplomacy: Uniting Society Through Soft Power. Jurnal Info Sains : Informatika dan Sains, 14(01), pp. 1079-1086. https://ejournal.seaninstitute.or.id/index.php/InfoSains/article/view/4262

Jin, D. Y. (2024). The rise of digital platforms as a soft power apparatus in the New Korean Wave era. Communication and the Public, 9(2), 161-177. https://doi.org/10.1177/20570473241234204

Kim, M. (2022). The Growth of South Korean Soft Power and Its Geopolitical Implications. Journal of Indo-Pacific Affairs. https://www.airuniversity.af.edu/JIPA/Display/Article/3212634/the-growth-of-south-korean-soft-power-and-its-geopolitical-implications/

Kim, T. y Jin, D. (2016). Cultural Policy in the Korean Wave: An Analysis of Cultural Diplomacy Embedded in Presidential Speeches. International Journal of Communication (10), 5514– 5534. https://ijoc.org/index.php/ijoc/article/view/5128

Nye, J. (2004). Soft Power: The Means to Success in World Politics. Public Affairs

MOFA. (2022). Korea’s Public Diplomacy Policy 2022. Ministry of Foreign Affairs. https://overseas.mofa.go.kr/jo-ar/brd/m_11079/down.do?brd_id=12143&seq=761128&data_tp=A&file_seq=2

Ronkin, N. (2022). North Korea’s Geopolitics, South Korea’s Pop Culture Wave Take Center Stage at Korea Program’s 20th Anniversary Conference. All Shorenstein APARC News. https://aparc.fsi.stanford.edu/news/north-korea%E2%80%99s-geopolitics-south-korea%E2%80%99s-pop-culture-wave-take-center-stage-korea-program%E2%80%99s-20th

Sneider, D. (2024). South Korea’s global geopolitical pivot. East Asia Forumhttps://eastasiaforum.org/2024/01/15/south-koreas-global-geopolitical-pivot/

Vigdor, N. (2021). BTS Took Center Stage at the U.N. Over One Million Fans Watched Live. The New York Times. https://www.nytimes.com/2021/09/20/world/asia/bts-un-performance.html

Deja una respuesta

Únete a nuestro Newsletter

Newsletter popup