Secretary of Defense Lloyd J. Austin III and Israeli Minister of Defense Yoav Gallant address the nedia during a press conference in Tel Aviv, Israel, Dec. 18, 2023. Austin traveled to Israel to meet with counterparts and underscore unwavering U.S. commitment to Israel's right to defend itself in accordance with international humanitarian law. (DoD photo by Chad J. McNeeley)

Imagen por Código Nexus

Israel se enfrenta a una grave crisis nacional tras invadir Rafah

¿Un gobierno en el precipicio?

Tras la invasión de Rafah, Israel se enfrenta a una grave crisis con un gobierno dividido, en medio de una pugna con sus aliados.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

Tabla de contenidos

Desde hace unos días tras la incursión militar israelita a la ciudad de Rafah — la última ciudad palestina y el último refugio de Hamás — el gobierno israelí se encuentra en medio de una fuerte crisis que enfrenta al primer ministro, Benjamín Netanyahu, con el ministro de defensa, Yoav Gallant. Aunado a este dilema interinstitucional, el gobierno de Israel también se encuentra en medio de una pugna con el gobierno estadounidense por violar el entendimiento mutuo de que no invadiría Rafah, poniendo en peligro el acuerdo de paz con Egipto. Hace unas semanas, publicamos un artículo señalando que el gobierno israelita parecía reconocer sus límites, sin embargo, la ruptura dentro del gobierno y la pugna de Israel con Estados Unidos ha demostrado los desafíos que representa Benjamín Netanyahu, quien actualmente no persigue objetivos geopolíticos, sino políticos y personales, con graves consecuencias para su nación.  

Dichas acciones por parte de Netanyahu continúan deteriorando el orden institucional del Estado de Israel, cuyo gobierno, desde el año anterior, se encuentra en medio de una crisis política nacional. Con su regreso al poder, Benjamín Netanyahu amenazó a las instituciones democráticas del país y a la separación de poderes de la joven democracia israelí. Sumado a esta problemática doméstica, en octubre, tras bajar la guardia con una disminución en la seguridad fronteriza con la Franja de Gaza, el país sufrió un desastroso ataque terrorista y el gobierno se vio forzado a reaccionar de manera exagerada para reasegurar a la población de su seguridad. Aunque las acciones del gobierno de Netanyahu también tuvieron el objetivo de fomentar sentimientos ultranacionalistas en contra de Hamás y Gaza, con tal de poder fomentar algún apoyo social a favor de Netanyahu, en medio de una problemática que atenta contra su posición en el gobierno y su libertad, ya que enfrenta casos de corrupción en su contra. 

El dilema para Israel es que este debilitamiento pone en tela de juicio no solo el orden institucional nacional, lo que por sí solo atenta contra la seguridad nacional israelí, sino también pone en duda el orden geopolítico regional. Israel sirve de contrapeso para diversas potencias en Oriente Próximo, no solo Irán, sino también Turquía. Si Netanyahu forza la mano de Washington o de cualquier otra potencia (i.e. Egipto) o incluso la mano de las instituciones democráticas israelitas o miembros de su gobierno, eso perjudicaría gravemente la estabilidad y seguridad regionales.  

Sin algún fin político-militar claro y una creciente división al interior del gobierno, Israel se enfrenta a un escenario al que no se ha enfrentado en su existencia de poco más de 75 años. Precisamente, en este artículo, se explica tanto las repercusiones de no haber considerado que sucedería con la Franja de Gaza posterior a la guerra, como de la división intergubernamental israelita.

IDF Chief of the General Staff Lt. Gen. Aviv Kohavi joins commando units in joint exercise in 2020 (Fuente: Fuerzas de Defensa de Israel vía Flickr)

Sin meta realista  

Netanyahu ha sido incapaz de dejar en claro que es lo que busca estratégicamente en la Guerra de Israel-Hamás. Su único objetivo ‘estratégico’, establecido públicamente, ha sido la destrucción total de la organización político-militar Hamás, aunque dicho objetivo es irreal desde una perspectiva militar. Tampoco ha sido decisivo sobre qué papel asumirá respecto a otros actores regionales (i.e., Hezbolá) o sobre qué planea hacer una vez termine la guerra. En parte, esto ha llevado a que inicie confrontaciones esporádicas, algunas con repercusiones geopolíticas de grave magnitud, con Irán, Hezbolá y otros proxys iraníes en Oriente Próximo. Por otra parte, las doctrinas implementadas en la guerra y el rechazo a negociaciones con Hamás de manera determinante han dejado serias dudas sobre que busca en la franja, y han abierto las puertas para que algunas conspiraciones comenzarán a volverse virales, como un supuesto genocidio en Gaza (el término jurídico internacional de ‘limpieza étnica’ es más aplicable para definir las acciones del gobierno israelí en la Guerra de Israel-Hamás).  

Estas decisiones o indecisiones solamente han generado descontento social tanto en países occidentales como en países musulmanes, lo que afecta y crea retos para sus aliados en la región, quienes también deben velar por su seguridad y estabilidad nacional, es decir, sus propios intereses nacionales. Aunado a estos dilemas sociales fuera de Israel-Palestina, la renuencia del gobierno de Netanyahu de comprometerse a negociaciones diplomáticas que terminen con el conflicto, solamente ha empeorado la desconfianza en su gobierno por parte de sus aliados regionales.  

Cabe destacar, que la principal división entre miembros del gabinete de guerra y el primer ministro y sus aliados se ha dado por el hecho de que el gobierno no deja en claro que busca hacer con Gaza después del conflicto armado (Al-Jazeera, 2024). Sin embargo, esta confusión, incluso al interior del gabinete de guerra, solamente hace más impredecible el actuar de Israel en la región a los ojos de otros países, lo que incrementa los riesgos.    

Por un lado, el gobierno busca dejar a Gaza sin administración política, ya que Hamás es la única organización palestina con la capacidad de gobernar en la Franja de Gaza; la Autoridad Palestina no se encuentra en condiciones sociales, políticas, militares o económicas para poder asumir el control de Gaza nuevamente. Sumado a esto, el gobierno israelita ha destruido gran parte de la infraestructura en la franja, lo que deja inhóspita a Gaza para la población civil. Incluso si el gobierno no buscará gobernar Gaza después de la invasión — aunque claramente existe el temor dentro del gabinete de guerra israelí de que eso ocurra — éste se estaría arriesgando demasiado a que resurgiera otra organización político-militar extremista o que la presión social por la crisis humanitaria posterior al conflicto aumente drásticamente en su contra. Difícilmente Egipto u otro gobierno estarían dispuestos a dejar a Gaza a su merced, y tendría que existir alguna intervención interestatal o mediante organizaciones gubernamentales para asegurar la re-estabilización de Gaza y que la población pueda seguir viviendo en la franja.  

La falta de una meta representa un reto, debido a que deja a otros actores en la región ante la necesidad de responder y actuar. Egipto no puede permitir el traslado de los palestinos a la península del Sinaí, y se vería obligado a tener que intervenir. El mayor problema ante dichas circunstancias recae en que el gobierno israelita deberá de tomar la decisión de qué hacer, pero sin arriesgar mayores fracturas políticas internas. Esta incertidumbre no solo genera tensiones dentro de Israel, sino también a nivel regional, por lo que implica, para otros actores en la región, dicha indecisión por parte de Tel Aviv.  

Gaza simplemente no puede quedar olvidada por los riesgos humanitarios, de seguridad y sociopolíticos que eso podría conllevar para varios países en la región, principalmente Egipto y Jordania. Peor aún, la situación ha empeorado desde el inicio de la guerra. El fomento de sentimientos ultranacionalistas (o ultrasionistas), junto con algunos problemas socioeconómicos nacionales, han causado una migración por parte de varios israelitas hacia la Franja de Gaza, mientras que, paralelamente, ha creado tensiones sociales y armadas en Cisjordania por el crecimiento de los asentamientos israelíes en territorio palestino.   

El gobierno de Netanyahu — o el gobierno israelí que pudiera hipotéticamente reemplazarlo — tendrá que tomar una decisión para lidiar con los desafíos que presentan dichos colonos israelíes, si es que busca disminuir las tensiones y mejorar su seguridad a largo plazo o, en especial, si busca evitar tener que intervenir y gobernar Gaza para salvaguardar a los civiles israelíes que han migrado al territorio. Pero cualquier respuesta podría generar rechazo popular y político. 

Sin duda alguna, el gobierno israelita se ha hundido en una crisis política y militar de la cual una salida ahora es extremadamente difícil, incluso después de la guerra. La necesidad de que Gaza sea administrada por alguna entidad que pueda imponer orden militarmente en la franja y, por lo menos intentar, salvaguardar la estabilidad regional que queda, deja la puerta abierta a incertidumbre sobre qué espera a la región y a Israel, país el cual ahora también se enfrenta a una de las peores crisis en su historia moderna. 

El ministro de Defensa, Yoav Gallant, habla con las tropas de la unidad de comando Shayetet 13 de la Armada, el 23 de noviembre de 2023. (Fuente: Ariel Hermoni/Ministerio de Defensa)

Una división peligrosa  

La ruptura en el gobierno israelita es la primera señal de que el rechazo a algunas iniciativas de Netanyahu, en especial aquellas sin algún fin político claro, se ha intensificado políticamente dentro del mismo gobierno. Más preocupante es la magnitud de dicha división dentro del gobierno y sus posibles desenlaces. Netanyahu se enfrenta a una creciente fuerza política que rechaza sus iniciativas políticas y decisiones militares. Pese a que el gabinete de guerra solo rechaza una posible ocupación israelita de Gaza después del conflicto, existen en el país otras facciones y grupos  que rechazan sus diversas iniciativas en otras áreas, debido a su impacto en la defensa nacional o la democracia del país.  

El gobierno israelita, es quien inició una guerra sin ningún fin militar claro o realista, lo que abre la posibilidad al fracaso estratégico y a un deterioro en el contexto doméstico. Sumado a esto, las decisiones militares que ha tomado la administración de Netanyahu han tenido un objetivo político. Un ejército que opera en busca de cumplir con un fin político y no militar se enfrenta a graves dificultades operacionales y a no poder cumplir con lo que se le exige, a pesar de que Rafah sea continuamente catalogada como el último bastión de Hamás, la organización todavía cuenta con brigadas en el centro y norte de la Franja de Gaza.  

Más aún, el gobierno ha buscado fomentar sentimientos ultrasionistas, lo que solo aumentará los retos políticos para el país a largo plazo. En la historia, los ejércitos que se radicalizan, tienden a sufrir deterioro institucional, como fue el caso del Ejército alemán durante su invasión de la Unión Soviética. Si consideramos que Rafah también será un conflicto de mayor intensidad debido a que Hamás ya no cuenta con la posibilidad de huir a otra ciudad, entonces dicha organización se puede convertir en un animal arrinconado. Los enfrentamientos que pueden resultar de dicha confrontación también podrían aumentar la presión psicológica sobre las tropas israelitas, lo que puede afectar su capacidad operativa y puede repercutir políticamente en casa. El resultado solo es un aumento en las tensiones sociales, algo problemático para Israel si consideramos que la sociedad está intrínsecamente interconectada con las fuerzas armadas, es decir es una sociedad militarizada, lo que significa que lo que afecte a las tropas en el frente, tendrá un impacto directo en la nación y en la población civil.   

Consecuentemente, el Estado de Israel se enfrenta a mayores retos geopolíticos si continúa demostrando debilidad estructural y continúa presionando su suerte en la guerra. Dicha división — la cual, como lo señala Al-Jazeera (2024), se ha transformado en una confrontación política — aumenta la desconfianza entre el poder ejecutivo y las fuerzas de seguridad nacionales e incrementa las posibilidades de que el primer ministro tome decisiones más drásticas.  

El primer ministro israelí y sus aliados también han generado varios problemas económicos para el país, ya que la economía israelita se ha contraído y no muestra señales de poder sostener un despliegue de gran escala por un largo periodo. Esta es la primera ocasión en la historia de Israel en que el país se encuentra fuertemente dividido en diversas esferas, desde la social hasta la militar y gubernamental. Israel tendrá que lidiar con dicha crisis nacional y cambiar el rumbo de su política exterior y de defensa si busca mejorar y asegurar su posición en Oriente Próximo a largo plazo.  

No obstante, eso significaría eliminar el componente político que ha generado dichas crisis: el primer ministro Benjamín Netanyahu y su círculo cercano. Dado que el país se encuentra en medio de un conflicto armado, esto parece difícil por las vías políticas y democráticas, ya que los aliados de Netanyahu tienen una mayoría en el Knesset (el parlamento israelí), pero incluso, Netanyahu ha buscado continuar con la guerra y buscar formas de alargar el conflicto al arrastrar a más actores al conflicto para poder limitar cualquier acción democrática en su contra. Pese a que un golpe de Estado también parezca algo difícil, debido a que la cúpula castrense podría no estar dispuesta a arriesgar demasiado en medio de dicha crisis, no se podría descartar un aumento en la presión por parte de varias instituciones y facciones dentro del gobierno o las fuerzas armadas para que Netanyahu renunciara o detuviera las operaciones con objetivos políticos. (Aunque eso mismo arriesgaría el apoyo de los elementos de derecha extremistas dentro de su coalición gubernamental). Ya hemos visto como se desarrolló un motín en julio del 2023, con varios israelíes cometiendo insubordinación por diferencias políticas con Netanyahu (Melman, 2023). La reciente adhesión de los ministros del gabinete de guerra, Gallant y Grantz, solo muestra los retos que se están desarrollando para el primer ministro.  

Si la presión aumenta sobre las fuerzas armadas y diferentes grupos o facciones dentro del gobierno o el Ejército israelí, entonces la situación podría escalar y comenzar a reflejar un rechazo a la continuidad de la guerra o a la escalada en las tensiones con otros gobiernos o actores regionales. No debería descartarse un motín político o militar de mayor intensidad o escala, aunque es probable que no se busque generar una crisis nacional que ponga bajo peligro la seguridad nacional, la posibilidad de que comience a tomar mayor fuerza un rechazo a Netanyahu es probable, debido a los problemas militares, económicos y sociales actuales. La administración de Netanyahu ya no puede argumentar que Hamás representa una amenaza, en especial si consideramos que el éxito de Hamás se debió a la falta de preparación por parte de Israel. Conforme se sumen los retos y los riesgos para Israel, esta presión podría deteriorar más el orden institucional nacional y poner bajo mayor peligro al Estado de Israel. El primer ministro ya es visto como una grave amenaza a la seguridad nacional y a los esfuerzos militares en Gaza, ya que Hamás ha regresado al norte a regiones anteriormente declaradas libres, en cuanto al contexto interno, Netanyahu sabe que se le acaba el tiempo (The Economist, 2024).

Soldados de la Brigada Givati ​​entrenan junto a las fuerzas del Ejército estadounidense en el centro de entrenamiento de guerra urbana (Fuente: Cabo Zohar Orbach/Unidad Portavoz de las FDI vía Flickr) 

La paciencia externa 

Desde octubre de 2023, los aliados de Israel, como Estados Unidos, han sido pacientes por el dilema geopolítico al que se enfrentan, en el que un Israel debilitado y dividido se vuelve incapaz de fungir como contrapeso, pero esta paciencia tiene sus límites, aunque no parezcan claros por el momento. Demasiados actores están en posiciones vulnerables o de oportunidad, dependiendo de cómo Israel decida manejar la guerra y su política exterior. Si Israel crea más problemas, deberá haber una respuesta para detener el desarrollo de la crisis y poder estabilizar a Oriente Próximo nuevamente. Inclusive si eso significa poner bajo peligro el futuro balance de poder regional.  

Varios Estados, como Turquía y Qatar, se han movilizado diplomáticamente para perjudicar a Israel e intentar contrarrestar sus esfuerzos políticos y diplomáticos. Aunque Arabia Saudita busque negociar con Israel, como indican Agencies y Times of Israel (2024), la realidad del dilema es que Israel se enfrenta a un panorama regional en el cual tendrá que ceder terreno político. Precisamente, Arabia Saudita (posiblemente con el respaldo de Egipto) podría posicionarse como un actor crucial para apuntalar al gobierno de la Autoridad Palestina y reconstruir Gaza, algo que iría en contra de los objetivos políticos de los ultrasionistas como Benjamín Netanyahu.  

Al iniciar la guerra y al haber emprendido las tácticas de combate que ha hecho en Gaza, el gobierno de Netanyahu y sus aliados han sentado las bases para empeorar la crisis política nacional, arriesgar la seguridad de Israel y tener que ceder ciertos objetivos geopolíticos. Israel no es una nación sin límites, bajo presión externa tuvo que reconocer sus límites en su respuesta a Irán ante los ataques de misiles y drones iraníes, pero parece haber preferido arriesgarse al invadir Rafah. Pronto, aunque parezca algo lejos, el gobierno de Netanyahu recibirá presión externa, la cual se sumará a la presión interna que enfrenta desde su propio gabinete. De lo contrario, estaría arriesgando la seguridad y estabilidad de su país.  

Agencies & Times Of Israel. (2024, 19 mayo). US, Saudi Arabia discuss emerging security deal said to include Israel normalization. The Times Of Israel. https://www.timesofisrael.com/us-saudi-arabia-discuss-emerging-security-deal-said-to-include-israel-normalization/  

Al-Jazeera. (2024, 16 mayo). Rift in Israel war cabinet as defence chief opposes ‘military rule’ in Gaza. Al-Jazeera. https://www.aljazeera.com/news/2024/5/16/rift-in-israel-war-cabinet-as-defence-chief-opposes-military-rule-in-gaza  

Melman, Y. (2023, 20 julio). A military coup is underway in Israel – and it’s completely justified. Haaretz. https://www.haaretz.com/israel-news/2023-07-20/ty-article/.premium/a-military-coup-is-underway-in-israel-and-its-completely-justified/00000189-737b-de4e-adeb-ffffcc3f0000  

The Economist. (2024, mayo 19). The revolt against Binyamin Netanyahu. The Economist. https://www.economist.com/middle-east-and-africa/2024/05/19/the-revolt-against-binyamin-netanyahu  

Deja una respuesta

Únete a nuestro Newsletter

Newsletter popup