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El patrullero oceánico Yecuana (PC-23) de la Armada de Venezuela cerca de las costas de su país durante la conmemoración del 24 de julio, Día de la Armada Bolivariana II (crédito: Comando Carabobo).

La posición geopolítica de Venezuela en el siglo XXI – Parte 2

Los desafíos de un nuevo orden mundial

Venezuela —como el resto de Iberoamérica— estará entrando a una nueva era geopolítica peligrosa atrapada entre dos titanes iberoamericanos en ascenso.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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La primera parte del análisis se enfocó en la futura posición geopolítica de Venezuela en el siglo XXI a partir de las transiciones estructurales que están ocurriendo en varios niveles del Sistema Internacional (Araujo, 2025b; Araujo, 2025f). El artículo se centró en explicar la singularidad de Venezuela en la dinámica sociopolítica iberoamericana y el papel o la relación que el colapso del régimen tendrá con la transición geopolítica tanto local como regional y mundial. Respondió así a una de las principales incógnitas respecto al desarrollo político que habrá en Venezuela: el futuro del régimen chavista (Araujo, 2025f). Mas no se profundizó sobre su futuro y los retos que enfrentará en concreto. Ese será el propósito de esta segunda parte.

Durante 200 años, la dinámica geopolítica del ciclo de regionalismo iberoamericano ha influido directamente en el comportamiento de los Estados y sus relaciones (Araujo, 2025c). Para vislumbrar cómo el regreso de la guerra —un fenómeno poco común durante el siglo XX en Iberoamérica— podría afectar a los países que no son grandes potencias como Brasil o México, se analizará el caso de Venezuela. Un país clave para visualizar el impacto del cambio multidimensional mundial en la región, además de que su posición geoestratégica como salida del Caribe al Atlántico también le otorga un importante lugar en la geopolítica regional.

Venezuela: Entre el Caribe, el Amazonas y el Atlántico

Venezuela es un país que geopolíticamente pertenece al mar. Se encuentra al norte del Amazonas y, como ya se comentó, tiene una posición geoestratégica en la salida del Caribe hacia el Atlántico, a través de las Antillas Menores. Durante los periodos de conquista y de consolidación imperial española en las Américas, Venezuela estuvo más conectada con la Ciudad de México que con Bogotá o cualquier otra capital suramericana por razones geográficas. Era el único territorio suramericano que, como escribe del Paso y Troncoso (1912), fue “incorporado en la Secretaría de Nueva España por depender de la Real Audiencia de la Isla Española o Santo Domingo”, tanto por asuntos políticos y económicos como religiosos, lo que se dio durante la década de 1630. De esta forma, los lazos con la Ciudad de México —a través de Santo Domingo— permanecieron como una realidad incluso poco más de un siglo después de la conquista de México-Tenochtitlán.

Mapa por Código Nexus de Venezuela y el Caribe resaltando con flechas los flujos marítimos comerciales en la región. En la norte muestra parte de la península de Yucatán y en el sur las Antillas Mayores (fuente: Google Maps).

Esta pertenencia al mar también se debe a que en términos geográficos Venezuela está desprendida del resto de Suramérica por los Andes y el Amazonas, que actúan como un mar impenetrable para el ser humano. Demográficamente estas características han resultado en una concentración poblacional intensa en “el Eje Centro Norte Costero y los Andes Venezolanos”; las regiones que incorporan el eje representan solo “el 20% de la superficie nacional [… pero] concentran más del 80% de la población total,” como anota Méndez (2005).

Como resultado, el país suramericano siempre ha proyectado algún tipo de influencia o ha tenido presencia en el Caribe mediante iniciativas de apoyo económico o energético. Un ejemplo es PETROCARIBE. Aunque raramente ha sido un actor decisivo en asuntos caribeños debido a que carece del poder que países como México tienen. La revolución comunista cubana, por ejemplo, se exportó de México. Su valor geopolítico yace tanto en su ubicación y su capacidad de influir en la estabilidad regional como en sus recursos energéticos, pero no porque pueda ser una potencia regional a la altura de Brasil o México; ahí radica el problema de Venezuela, no obstante que tenga la capacidad de tener un lugar en la toma de decisiones en la región convierte al país en un blanco. 

El Tren de Aragua —junto con el Cartel de los Soles, organización que agrupa a miembros del sistema político y altos mandos militares venezolanos implicados en el tráfico de drogas— es la única organización criminal en Iberoamérica con el poder de influir en asuntos de seguridad, narcotráfico y estabilidad política en varios países al igual que las organizaciones criminales mexicanas, aunque sean estas últimas las que podrían “contribuir al fin del régimen internacional Westfaliano,” como escribe Spencer (2024). Pero el Estado venezolano aun así no puede proyectar poder hacia Suramérica de manera definitiva o determinante.

Es precisamente esta carencia de poder, su ubicación y sus recursos naturales lo que la convierte en un blanco evidente. Algo que podría volverse un problema dependiendo de cómo actúe. La organización Tren de Aragua y el respaldo económico que podría ofrecer a varios países, en especial si administra bien sus recursos, implican que ciertamente puede ser un actor geopolítico importante en la región. Suficiente para que se vuelva un activo estratégico a los ojos de los titanes regionales o un objetivo de estos en el peor de los casos, como lo ha sido de Estados Unidos en los últimos años.  

Brasil al sur y México al norte

La mayoría de los discursos o análisis en torno al comportamiento de Brasil se centran en sus iniciativas por intentar crear bloques que fomenten la cooperación y la integración regional. Sin embargo, en realidad estos bloques no sirven para estos fines. Mercosur, por ejemplo, es un bloque comercial con múltiples límites: nunca ha podido realmente imponer presiones comerciales. Allison Fedirka, experta en geopolítica suramericana, llegó a afirmar que la suspensión de Paraguay o de Venezuela del Mercosur nunca implicó una suspensión del comercio con estos países (Geopolitical Futures, 2017). Sin algún mecanismo de castigo real, la integración regional no puede materializarse. En realidad, lo importante ha sido que Brasil busca utilizar estos bloques regionales como vías para intentar consolidar su influencia por medios institucionales y crear contrapesos económicos y diplomáticos contra Estados Unidos o, en segunda instancia, contra México.

Los gobiernos de Brasil y Venezuela firmaron dos acuerdos de cooperación, luego de que una delegación multidisciplinaria del país amazónico sostuviera una reunión de trabajo con el presidente de la República, Hugo Chávez, y representantes del Gabinete ministerial el 27 de mayo de 2010 (crédito: Alfonso Ocando/Prensa Miraflores vía Flickr).

Brasilia siempre ha buscado evitar la presencia mexicana en varios foros o bloques diplomáticos o económicos suramericanos como Mercosur (Pablo, 2007). En 2003 México y Uruguay firmaron un tratado de libre comercio; el hecho diplomático y comercial causó revuelo en Brasil. Pero lo más importante fue la forma en la que Uruguay percibió la situación. Uruguay básicamente vio el suceso como un respiro y una forma de romper con la hegemonía brasileña en el Cono Sur, pero también ha visto la rivalidad mexicano-brasileña altamente tensa, aunque no se haya desbordado la situación (El Universal, 2016). Esta percepción ha perdurado y refleja una realidad geopolítica. Por ende, es necesario ver a Brasil como un actor decisivo que busca lograr sus intereses o asegurarlos: no es un actor benevolente.

Brasil no puede permitirse el lujo de que México aumente demasiado su presencia en Suramérica, en especial porque ninguno de los países coincide en temas estratégicos. México es visto como “cachorro del imperio [estadounidense]”, una frase de Hugo Chávez que representa una percepción que perdura hasta hoy. Es ahí donde Venezuela resulta clave para Brasil. Colombia puede funcionar como un contrapeso para México en Centroamérica, pero se le imposibilitará crear alguna relación estratégica con Brasil; el país históricamente ha estado demasiado cerca de Estados Unidos o hacia el norte en general; su integración a la Alianza Pacífico evidencia eso. De ahí surge el dilema para Venezuela, que goza de mayor espacio de maniobra que Colombia, pero con ello también enfrenta más riesgos. 

Conforme ambas potencias continúen sus trayectorias de ascenso, la presión que ejercerán sobre Venezuela irá en aumento. México necesita a Venezuela por razones energéticas, aunque tenga fuentes de energía propias, el país aun así importa gran parte de su gas natural. El fin del régimen chavista abriría las puertas a las importaciones y exportaciones con México. Pero Venezuela también será importante por cuestiones marítimas. Conforme México se vuelva una potencia emergente, buscará proyectar poder en el Caribe y buscará asegurar las salidas al Atlántico a través de los estrechos entre Florida, Cuba, Isla Española y las Antillas Menores.

El capitán de navío de la Marina-Armada de México, Anzaldo, precisamente empieza su capítulo enfatizando que

“El Caribe se asemeja al Mediterráneo por su valor intrínseco y por su papel catalizador en las relaciones internacionales y en el mantenimiento del equilibrio o balance de poder entre las naciones. Los múltiples intereses de otras naciones que convergen en este mar semicerrado, donde el equilibrio político es muy sensible, demandan una serie de acciones políticas transnacionales que posicionen a México [estratégicamente] en la región caribeña.” (2023)

En contraste, Brasil no necesita a Venezuela ni al Caribe por razones energéticas, sino geoestratégicas. A lo más, pudiesen existir intereses económicos. No obstante, más importante aún, será que al proyectar poder hacia el este y buscar asegurar su influencia sobre Suramérica y el Caribe, México entrará en conflicto con Brasil. Ante tal escenario, Brasilia tendrá que buscar contener al gigante norteamericano. Este tipo de estrategia de contención ya existe, pero por el momento la concentra en contra de Washington. Por ello, Anzaldo (2023) escribe que Brasil está “interesado en crear un bloque regional latinoamericano-caribeño con creciente autonomía frente a Estados Unidos de América”. La misma lógica aplicaría a un México emergente.

México intentará apoyar a Argentina, Uruguay y Paraguay para contener a Brasil, igual a como lo hará Estados Unidos (Araujo, 2025d; Friedman, 2011/2012). Brasil tendrá que apoyar puntos de contrapeso para evitar que México —y Estados Unidos— pueda rodear y encarcelar al país como sucedió con Argentina durante el siglo XX. Es aquí donde el Caribe se vuelve una zona de conflicto y en donde Venezuela comenzará a sentir la presión simultánea desde el norte y el sur. 

Unas lanchas y patrullas navales venezolanas en un ejercicio naval durante una conmemoración del 24 de julio, Día de la Armada Bolivariana II (crédito: Comando Carabobo vía Flickr).

El regreso de la guerra a Iberoamérica

Durante una transmisión en vivo del canal de YouTube Atypical Te Ve (2021), el expresidente mexicano Felipe Calderón habló sobre una anécdota escrita en su más reciente libro Decisiones Difíciles. La anécdota trata sobre una reunión entre líderes latinoamericanos. Durante dicho encuentro, Hugo Chávez y Lula da Silva presumieron el arsenal de sus fuerzas armadas, principalmente la adquisición de helicópteros, y cómo sus ejércitos eran de los más poderosos en la región. Pronto, la atención se centró en México y ambos bromearon con la idea de que juntos invadirían México (Atypical Te Ve, 2021).

Entre broma y broma la verdad tiende a asomarse. Esto no quiere decir que Brasil y Venezuela vayan a invadir México, pero sí muestra cómo Venezuela puede elegir bandos. Es aquí donde el país tendrá que maniobrar cuidadosamente. De por sí la postura de resistencia antiestadounidense ha contribuido a fricciones entre México y Venezuela. Un México en ascenso tendrá no solo el poder económico para crear poder militar, sino la libertad de hacerlo y la creciente voluntad de usarlo. Durante 200 años México ha estado fragmentado y el gobierno central les temía a las posibles pretensiones geopolíticas de cualquier cacique o grupo de poder regional, pero ese ya no será el caso para el 2030.

Brasil, debido a su contexto geopolítico y sus iniciativas durante el siglo XX, tuvo una ventaja temporal frente a México (Araujo, 2024). Ha podido crear un ejército con armamento y equipo militar avanzado y una gran economía. Sin embargo, con el tiempo México alcanzará a Brasil, en especial por el fin de la Guerra de las Drogas y el inicio del país como fábrica mundial.

El regreso del centralismo tendrá un fuerte impacto sobre todos los países en la región al grado de reinsertar la guerra como un posible escenario, no solo en Iberoamérica, sino en Latinoamérica en general (Araujo, 2025e). Entre los países con mayor potencial para convertirse en potencias expansionistas están México y Brasil, pero el de mayor espacio de maniobra será México. Aun así, eso no implica que el gigante norteamericano tendrá todas las cartas a su favor, precisamente esta posición podría hacerlo ver como una gran potencia agresiva con pretensiones imperialistas, similar a como sucedió con China en el Mar Meridional Chino.

Entre todos los escenarios de guerra que podrían desarrollarse si Venezuela no cuida su acercamiento y distanciamiento diplomático o militar, una guerra convencional de gran escala entre México y Venezuela, entre Venezuela y Brasil o entre los tres es la menos probable. Geográficamente sería difícil para México o Brasil trasladar las fuerzas necesarias para ocupar Venezuela, sin alarmar al otro bando. Pero los avances tecnológicos o los cambios técnico-militares y estratégicos en la guerra han propiciado una nueva forma de proyección de poder y confrontación militar (Bartosiak, 2019). El ejemplo más reciente es la guerra de misiles entre Irán e Israel en Oriente Próximo o la confrontación entre los hutíes y Estados Unidos (Araujo, 2025a; Davidson, 2025). Una guerra limitada o proxy entre México y Brasil sería el escenario más probable, con Venezuela siendo un epicentro en la confrontación.

El Gran Juego del Caribe: Venezuela de cara al siglo XXI

Ciertamente, dado el contexto geopolítico del Caribe, el mar americano puede ser considerado, como señala Anzaldo (2023), como un “pivote geohistórico y geoeconómico”. Por ende, Venezuela será un activo geoestratégico para la potencia que consiga alinear al país hacia su área de influencia, pero de acercarse demasiado se distanciaría de cualquier otra potencia. Aquí es donde cabe hacer una comparación entre Corea y Venezuela.

La importancia de ambos no estará en sus recursos, aunque Venezuela sí tenga, sino en su posición geoestratégica y las implicaciones de control o influencia sobre el país. Por ello, la frase de ‘camarón entre ballenas’ que utilizan los coreanos para referirse a su país encaja con el contexto venezolano. Atrapado entre dos titanes, será una tarea diplomática de grandes dimensiones para Caracas cerciorarse de que ningún Estado se encuentre en temor de tener que actuar militarmente para evitar algún escenario negativo hipotético. La inhabilidad coreana de apaciguar sus asuntos internos y de no poder ajustarse diplomáticamente a los cambios geopolíticos durante la segunda mitad del siglo XIX contribuyó a que Japón se decidiera por invadir la península coreana (Jager, 2023).

Debido a la dinámica geopolítica del ciclo de centralismo, la región estará jugando bajo reglas diametralmente distintas a las que están acostumbrados los países de la región. Con nuevas capacidades y más libertad para actuar en el extranjero y proyectar poder, Brasil y México se volverán más peligrosos para los países en Latinoamérica como tal. La forma en la que Venezuela tendrá que adaptarse al Gran Juego del Caribe entre México, Brasil y Estados Unidos —como lo habría tenido que hacer Corea al Gran Juego del Este del que escribe Jager (2023)— servirá de manual para el resto de los países caribeños e iberoamericanos. De esta forma, Venezuela ejemplifica cómo varios países comenzarán a experimentar nuevos riesgos político-militares frente al nuevo orden mundial multipolar.

Anzaldo, M. (2023). El mar Caribe: Plataforma Geopolítica de Proyección Internacional para México en el siglo XXI. En México y el mar: Geopolítica de las Áreas Estratégicas del Entorno Marítimo (Vol. 2, pp. 167-183). Secretaría de Marina-Armada de México.

Araujo, A. A. (2024, 29 octubre). Brasil como potencia media emergente: Comprendiendo al gigante sudamericano. Código Nexus. https://codigonexus.com/brasil-como-potencia-media-emergente/ 

Araujo, A. A. (2025a, junio). El cambio sistémico regional por venir en Oriente Próximo (Parte 1): Guerra entre Irán e Israel tras fallidas negociaciones. Código Nexus. https://codigonexus.com/el-cambio-sistemico-regional-por-venir-en-oriente-proximo-parte-1/

Araujo, A. A. (2025b, 14 julio). Transiciones, incertidumbre y crisis sistémicas: Un mundo inquieto ante un cambio tectónico. Código Nexus. https://codigonexus.com/transiciones-incertidumbre-y-crisis-sistemicas/

Araujo, A. A. (2025c, 18 agosto). Geopolítica iberoamericana frente a la transición global – Parte 1: Regionalismo e inestabilidad interna. Código Nexus. https://codigonexus.com/geopolitica-iberoamericana-frente-a-la-transicion-global-parte-1/

Araujo, A. A. (2025d, 25 agosto). El cambio de 180º grados en el Cono Sur ¿Cambios ideológicos o geopolíticos? Código Nexus. https://codigonexus.com/el-cambio-de-180o-grados-en-el-cono-sur/

Araujo, A. A. (2025e, 4 septiembre). Geopolítica iberoamericana frente a la transición global – Parte 2: El regreso de las guerras a Iberoamérica. Código Nexus. https://codigonexus.com/geopolitica-iberoamericana-frente-a-la-transicion-global-parte-2/  

Araujo, A. A. (2025f, 7 septiembre). La posición geopolítica de Venezuela en el siglo XXI – Parte 1: La singularidad venezolana y chavismo. Código Nexus. https://codigonexus.com/la-posicion-geopolitica-de-venezuela-en-el-siglo-xxi-parte-1/

Atypical Te Ve. (2021, 21 mayo). FELIPE CALDERÓN habla de AMLO, FRAUDE 2006, ALCOHOLISMO, GATELL y MÁS DESAYUNANDO ALAZRAKI [Vídeo]. YouTube. Recuperado el 2 de septiembre de 2025 de https://www.youtube.com/watch?v=zxkEHgzi3b8

Bartosiak, J. (2019, 25 noviembre). The Revolution in Military Affairs. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/the-revolution-in-military-affairs/

Davidson, A. (2025, 19 mayo). The US Shifts Course in the Red Sea Standoff. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/the-us-shifts-course-in-the-red-sea-standoff/

Friedman, G. (2012). The next decade: Empire and Republic in a Changing World. Estados Unidos: Anchor. (Obra original publicada 2011)

Méndez, M. B. (2005). Estudio de tendencias y perspectivas del Sector Forestal en América Latina Documento de Trabajo: Informe nacional Venezuela. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). https://openknowledge.fao.org/server/api/core/bitstreams/5d096c09-6add-4507-834b-b9bce0068d4b/content

del Paso y Troncoso, F. (1912). División territorial de la Nueva España en el año de 1636. Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 3(4), 249–274. https://revistas.inah.gob.mx/index.php/anales/article/view/6899

Pablo, S. (2007, 5 agosto). Brasil no quiere a México en Mercosur: Lula partió al país azteca en gira por Centroamérica. El País. https://www.elpais.com.uy/mundo/brasil-no-quiere-a-mexico-en-mercosur

El Universal. (2016, 20 noviembre). Brasil-México, una relación complicada. El Universal. https://www.eluniversal.com.mx/articulo/mundo/2016/11/20/brasil-mexico-una-relacion-complicada/

Spencer, D. E. (2024). The Geo-Strategic problem of the Mexican Cartels. En P. E. Vera Delzo & R. D. Ortiz (Eds.), Latin America in the new global geopolitics (pp. 240–248). Peruvian Army Center for Strategic Studies; William J. Perry Center for Hemispheric Defense Studies; Strategic Studies Institute, U.S. Army War College. https://ceeep.mil.pe/wp-content/uploads/2024/09/Latin-America-in-the-new-global-geopolitics-digital-FINAL.pdf

Jager, S. M. (2023). The other Great Game: The Opening of Korea and the birth of modern East Asia. Estados Unidos: Belknap Press of Harvard University Press.

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