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Expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hablando con los asistentes en la conferencia de Turning Point Action en 2023 en Palm Beach County Convention Center en West Palm Beach, Florida (Crédito: Gage Skidmore vía Flickr)

La victoria electoral de Donald Trump

Reevaluación y realidad

Después de la victoria electoral de Donald J. Trump muchos especulan sobre lo que significa su segunda presidencia para el mundo y para México.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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En un artículo que publicamos en Código Nexus pronosticamos, en base al modelo de pronóstico del profesor Lichtman, que Kamala Harris ganaría las elecciones estadounidenses este noviembre del 2024, en gran parte debido a que no se habían acumulado suficientes factores en contra de la candidata demócrata. Sin embargo, el pronóstico no fue acertado y ello lleva a la necesidad de recapitular sobre nuestro error y también a analizar lo que significa realmente la victoria de Trump para el mundo y para México, ya que existen varios temores sobre lo que podría implicar su retórica para la política nacional y exterior estadounidense.   

Es así como este análisis planea explicar las razones geopolíticas y cíclicas que apuntan al por qué los pronósticos de Lichtman acertaron en las elecciones presidenciales entre 1986 y 2021 y por qué estos mismos también explican porque se equivocó en estas elecciones del 2024. El segundo objetivo del análisis — comprender el significado geopolítico de la victoria de Trump — se realizará mediante un análisis comparativo entre el comportamiento de Trump durante su mandato y su retórica, ya que, en ocasiones, se tiende a elevar al individuo por encima de la realidad geopolítica que moldea su actuar. 

Donald Trump presidential campaign at PPG Paints Arena, Pittsburgh, PA, November 4, 2024 (Credit: Designism vía Wikimedia Commons)

Pronósticos electorales y pronósticos geopolíticos

El pronóstico del historiador estadounidense, Allan Lichtman, se basa en una serie de factores (o claves, como los cataloga el historiador) que se basan en elementos como el carisma de los contendientes, la existencia de la candidatura de un tercer partido, el estado de la política exterior (victorias o derrotas militares) y el estado de la economía nacional a corto y a largo plazo. Entre todos los elementos hay que destacar uno, que resulta ser el elemento que precisamente detonó la victoria de Donald Trump. En cuanto al estado de la economía de corto plazo y el de largo plazo, Lichtman había señalado que esta clave se inclinaba a favor del partido en el poder (González, 2024). Aquí es donde se cometió el principal error en el pronóstico electoral.

La mayoría de los centros de estudio (Think Tanks), academias, medios informativos o instituciones de análisis económico tienden a presentar la economía estadounidense con buena imagen y como un sector sólido de Estados Unidos. Se tiende a puntualizar que el empleo se encuentra con un buen porcentaje y se tiende a enfatizar que la tendencia del crecimiento está firme y constante, con buenos indicadores (Bureau of Economic Analysis (BEA), 2024). En octubre del 2024, The Economist (2024) publicó un artículo titulado “La economía americana es más grande y está mejor que nunca” (America’s economy is bigger and better than ever en inglés). Mientras tanto, en la revista The Atlantic, el autor Karma (2024) publicó un artículo en el cual, aun cuando señalaba que pese al incremento en los salarios y la riqueza del estadounidense promedio, reconoce que la crisis en cuanto al “costo de vivienda, de educación universitaria, de salud y del cuidado de niños” ha empeorado.

El problema aquí es que parece existir una desconexión considerable entre las percepciones de los economistas y especialistas en finanzas en los medios tradicionales y lo que experimenta la población estadounidense. En sí, es una incongruencia señalar que los salarios han mejorado mientras que la inflación ha disminuido considerablemente, sin embargo, la inflación y el costo de vida han estado al alza por los últimos 40 años y la disminución que se percibe hoy en día por los expertos economistas y financieros no es un reflejo del estado actual de la economía estadounidense. Durante la pandemia se llegó a reportar sobre cómo la tendencia de que millones de estadounidenses perdieran sus hogares empeoró dramáticamente durante la pandemia del COVID-19. Si una economía realmente fuera saludable y estuviera en buen estado, una crisis, sin importar su magnitud, no habría infringido un golpe socioeconómico tan severo en una economía tan saludable o fortalecida.

Esta es una discusión que precisamente ha dividido a gran parte de los medios de información o de noticias en Estados Unidos, entre quienes critican el estado de la economía por su desigualdad y el alto costo de vida y quienes continúan defendiendo dicho estado socioeconómico con métricas como salarios y la riqueza en el hogar, los cuales supuestamente son más altos. Es la misma razón por la que la Casa Blanca ha pasado, en tantas ocasiones, de partido en partido en las últimas elecciones desde el 2016. Una de las razones por las que el expresidente, Barack H. Obama, probablemente pudo mantenerse en el poder por dos mandatos, no fue solo por lo que indicaba el modelo de pronósticos electorales de Lichtman, sino que era el presidente con el mayor carisma y la mejor imagen sobre como prometía cambios estructurales fundamentales, aunque esos cambios no fueran ciertos. Pero posterior al dominio demócrata bajo Obama, la Casa Blanca pasó de Donald Trump (un republicano) a Joe Biden (un demócrata) a Donald Trump nuevamente. 

Existe un hartazgo social y amplio por el acomodo de la estructura del sistema socioeconómico nacional. Este hartazgo se reflejó en el voto por Donald J. Trump en 2016 y volvió a reflejarse con su reciente victoria electoral, aunque ese mismo hartazgo se refleja en la popularidad del progresista socialdemócrata, Bernie Sanders, la cual ha sido la única en rivalizar la popularidad de Trump. Ambos candidatos han estado prometiendo cambios exagerados al sistema, aunque Kamala Harris se haya promovido como una reformista estructural, algo por lo que The Economist (2024) la ha criticado, Cenk Uygur, fundador del programa de noticias progresista The Young Turks (TYT), criticó las posturas de Kamala Harris en los medios de noticias corporativistas (otra forma de referirse a los medios de noticias tradicionales en Estados Unidos) en donde, de acuerdo con Uygur, la candidata enfatizó que realmente no planeaba realizar cambios drásticos en materia socioeconómica (TYT, 2024).

Todo esto nos lleva a la contradicción más crucial durante estas elecciones, la diferencia entre lo que los pronósticos electorales afirmaban y lo que los pronósticos cíclicos-sistémicos establecían que sucedería. Dicha contradicción viene siendo la diferencia de como es percibida la economía por académicos y expertos como Lichtman y como esta es comprendida por expertos en geopolítica como George Friedman. De esta forma, el modelo de pronósticos cíclicos-sistémicos de Friedman nos permite comprender mucho mejor el estado económico del país.

En esencia, al observar los objetivos económicos de los demócratas y de los republicanos y el comportamiento de sus respectivos presidentes, notaremos que existen más similitudes que diferencias. Esto se debe a que cada ciclo socioeconómico estadounidense está dominado por una dinámica económica con un objetivo (o modelo) claro, siendo dos los objetivos (o modelos), uno la generación de riqueza y el otro la distribución de la riqueza.

Durante los 50 años del ciclo socioeconómico, todas las políticas-económicas nacionales estarán orientadas en base al objetivo que predomine durante dicho ciclo. Durante el ciclo socioeconómico iniciado por Franklin D. Roosevelt entre 1933 y 1945 el objetivo era la distribución de la riqueza, por ende, ese fue el período durante el cual se sentaron los cimientos del Estado de Bienestar en Estados Unidos. Esto seguiría al ciclo anterior enfocado en la generación de la riqueza, el cual se dio durante la rápida industrialización de Estados Unidos, período durante el cual el país fungía en ese entonces como la fábrica del mundo, pero el estadounidense promedio era pobre y no podía consumir los productos americanos. Durante ninguno de los dos períodos existieron intentos significativos por cambiar el curso del modelo económico estadounidense, algo que se volvería problemático para la última década del ciclo. Este predominio de un objetivo macroeconómico durante dicho ciclo significa que no existe ningún intento por ningún presidente, sin importar el partido, por destruir o ir contra el modelo. Por eso Jimmy Carter no podía hacer modificaciones sin importar la gravedad de la crisis en la década de 1970, el cambio solo vino en 1980 cuando se inició el siguiente ciclo, cuyo objetivo sería la generación de riqueza. Esta sería la razón por la que Barack H. Obama, Donald J. Trump y Joe Biden nunca presentaron ningún cambio sustancial en materia económica y sería la misma razón por la que Kamala Harris sería incapaz de distanciarse del modelo predominante.

Línea de tiempo 1 Creación de Código Nexus a partir de los ciclos sistémicos de George Friedman. Andrés Alejandro Araujo Bermúdez. [Geopolitical Futures] (s/f). The Storm Before the Calm. https://geopoliticalfutures.com/books/the-storm-before-the-calm/

Aquí es donde entra en juego el impacto social de cada ciclo, algo que se da en especial mediante la política fiscal. Durante un ciclo de generación la desigualdad se incrementa exageradamente y el estadounidense promedio ve una disminución en su calidad de vida. Por el contrario, durante un ciclo de distribución la clase que más experimenta presión es la clase alta al tener que pagar altos impuestos para sostener la distribución de la riqueza. Como el ciclo actual está centrado en la generación de riqueza, la presión fiscal se traspasó a la clase media y a la clase trabajadora y la calidad de vida del estadounidense se ha visto truncada por un alza en los costos de vida, lo que incrementa drásticamente la desigualdad. Es esta presión natural dentro del ciclo estadounidense, la que ha generado tanta incertidumbre y polarización en Estados Unidos, ya que cada ciclo no solo determina el modelo (o el objetivo) macroeconómico, sino que cuando entra en crisis, también sumerge en crisis a la misma sociedad en un sentido cultural y social.

Aunado a esto, al final del ciclo no puede existir una presidencia que prometa algún cambio fundamental o que pueda concretar una transformación nacional, por lo menos, de acuerdo con el modelo de los ciclos de Friedman, esto no pasaría sino hasta 2028, no en 2024, lo que ayuda a comprender mejor la victoria de Trump, figura que refleja mejor que Kamala Harris el modelo y el ciclo anterior. De igual manera, el último presidente siempre debe ser percibido como un fracaso total por lo que, al igual que Jimmy Carter (un demócrata), Donald J. Trump (un republicano) se convertirá en el fracaso del ciclo actual, un gran contraste con Ronald Reagan, expresidente republicano quien en la década de 1980 inició el nuevo ciclo. Lo que a su vez implica que quien sea el presidente a partir del 2028, será considerado como el nuevo salvador de Estados Unidos, al igual que Franklin D. Roosevelt y Ronald Reagan lo fueron en sus respectivos momentos.

En cierta forma, si Lichtman no hubiera caído en la trampa del análisis económico de Estados Unidos — al igual que nosotros con dicho análisis — el resultado del modelo de pronósticos electorales habría previsto que Donald J. Trump ganaría la elección este noviembre. Abajo se puede observar que al cambiar las llaves 5 y 6 sobre el estado de la economía a corto y a largo plazo respectivamente, se suman 6 falsos, lo que de acuerdo con el modelo de Lichtman significa que el partido en el poder pierde las elecciones, que en este caso habría sido el Partido Demócrata.

Número de llave

Descripción

Resultado 2024

Llave 1

Mandato del partido

Falso (1)

Llave 2

Contienda

Verdadero

Llave 3

Incumbencia

Falso (2)

Llave 4

Tercer partido

Verdadero

Llave 5

Economía de corto plazo

Falso (reevaluación) (3)

Llave 6

Economía de largo plazo

Falso (reevaluación) (4)

Llave 7

Cambio de política

Verdadero

Llave 8

Malestar social

Verdadero

Llave 9

Escándalo

Verdadero

Llave 10

Fracaso militar/exterior

Falso (5)

Llave 11

Éxito militar/exterior

Verdadero

Llave 12

Carisma del candidato en el poder

Falso (6)

Llave 13

Carisma del candidato desafiante

Verdadero

Tabla 1 Creación de Código Nexus a partir de las afirmaciones rescatadas de la entrevista a Allan Lichtman. Patricia Monserrat González de la Torre. [Patricia Monserrat González de la Torre] (6 de octubre de 2024). El resultado esperado de las elecciones de Estados Unidos de 2024. https://codigonexus.com/el-resultado-esperado-de-las-elecciones-de-estados-unidos-de-2024/

Allan Lichtman cayó en dicha trampa debido a que, en lo general, durante los ciclos es común que el modelo económico sea poco cuestionado por los diversos sectores estadounidenses, sean estos académicos o periodísticos. En efecto, la realidad económica y política es que la “[inflación] sigue estando alta, la brecha entre los que tienen y los que no tienen está creciendo y las perspectivas sobre migración y la frontera continúan polarizando al público” (Khashan, 2024). De igual manera, Donald J. Trump podría estar posicionándose para realizar un último rescate del modelo económico actual, si es que vuelve a generarse otra caída en el mercado de bonos o existieran señales de que la economía fuera a entrar en una profunda crisis estructural. Será difícil que Donald J. Trump, al ser partidario o, simplemente, miembro de la generación del ciclo pasado, pueda realizar algún cambio sustancial en materia económica o fiscal. Eso muy probablemente sucederá hasta 2028.

El presidente estadounidense, Donald J. Trump, y el presidente de la República de Corea del Sur, Moon Jae-in, participan en una conferencia de prensa conjunta en la Casa Azul en 2019 en Seúl. (Crédito: Casa Blanca)

La política exterior del segundo mandato de Trump

Aunado a lo anterior, también será importante poder vislumbrar qué tipo de política exterior irá a seguir el mandatario, ya que muchos analistas se basan demasiado en su retórica para construir una hipótesis sobre cuál será su doctrina en materia de política exterior. Dicha retórica tiende a basarse en el discurso de “America First” (América Primero en español) la cual es interpretada como una manifestación de un movimiento aislacionista estadounidense. Por otra parte, el lenguaje de Donald J. Trump también indicaría, de acuerdo con algunos comentaristas, un acercamiento o un apaciguamiento hacia Rusia, pese a la guerra en Ucrania. Lo que a su vez estaría acompañado de una postura más rígida y confrontacional con sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico del Norte, principalmente los países europeos, como Alemania, debido a la baja inversión en defensa que estos países realizan.

Así mismo, la retórica populista en contra de las organizaciones criminales mexicanas y el discurso proteccionista de Donald J. Trump preocupa a analistas en México, debido a que opinan que el mandatario estadounidense ejercerá presión sobre el país mexicano para forzarlo a aceptar ciertas cláusulas o realidades en materia de seguridad o en temas económico-comerciales, lo que podría perjudicar a México. Algo que se vuelve preocupante, dada la posibilidad de que el T-MEC se anule debido a las reformas judiciales aprobadas hace poco y la incapacidad de la Suprema Corte de declararlas inconstitucionales, lo que genera una confrontación diplomática y político-económica con Estados Unidos, debido a las implicaciones de dichas reformas para la seguridad nacional y el comercio. 

Sin embargo, es importante analizar una realidad respecto al comportamiento de Estados Unidos. La política exterior estadounidense no está guiada en base a alguna corriente ideológica, el liderazgo personal de algún presidente o tendencias sociopolíticas en el país norteamericano. Al contrario, la política exterior estadounidense está dictada en base a una realidad geopolítica y a una necesidad macroeconómica. En cierta forma, lo que puede suceder es que ocurran cambios a nivel técnico o táctico, pero a nivel estratégico o a nivel de la gran-estrategia (Grand Strategy en inglés) estadounidense no existen cambios fundamentales, sólo en determinadas circunstancias geopolíticas que fuercen ese tipo de cambios, lo cual no es el caso actualmente. Por estas razones, resulta importante ver a la política exterior estadounidense bajo la métrica de sus objetivos estratégicos y económicos.

El cuanto al primero, Friedman (2010) escribe que el país prioriza la estrategia de equilibrio regional, estrategia similar a la del Reino Unido, cuyo objetivo siempre fue crear contrapesos para evitar que cualquier potencia pudiera dominar alguna región, como sucedió con el caso analizado por Boersner (1996) sobre el Cono Sur de Sudamérica, al equilibrar la situación entre Argentina y Brasil durante siglos. Esta estrategia depende de que Estados Unidos esté continuamente cambiando “alianzas” o sus posturas respecto a diferentes regiones y sólo intervenga a menos que la situación lo demande, como las guerras mundiales (sólo cuando se veía que Alemania estaría al borde de la victoria absoluta) o el ataque terrorista del 9 de septiembre del 2001 (cuando al-Qaeda amenaza con iniciar una serie de revoluciones en todo el mundo musulmán y cambiar el panorama geopolítico mundial).

Por ende, la contradicción estadounidense en cuanto a Irán en la década de 1980, período durante el cual dio respaldo militar y apoyo con inteligencia a Irak en la Guerra Irán-Irak, pero luego también envió armamento a Irán a través de los contras, de ahí la polémica del Asunto Irán-Contra (Iran-Contra Affair en inglés). Esta sería la misma razón por la que Estados Unidos intentó evitar la disolución de la Unión Soviética, o evitar que fuera tan caótica la caída del Imperio soviético, cuyas consecuencias fue el surgimiento del yihad como una potente fuerza geopolítica y el intento por Serbia de dominar los Balcanes, conflictos en los que tuvo que intervenir Washington (Friedman, 2010; Taylor, 2002).

Sin embargo, el ataque del 9 de septiembre creó una inmensa crisis que forzó a los estadounidense a actuar de manera prematura o exagerada, una de las ocasiones en las que el país actuó en contra de su estrategia tradicional de contención o la estrategia de equilibrio regional. Más de una década después de los fiascos y los autogolpes a su propia estrategia geopolítica internacional, el país se encuentra ante la necesidad de recuperar esa postura estratégica. Al igual que el Reino Unido, Estados Unidos no quiere intervenir y mantener presencia en áreas en las que no necesita estar, mucho menos que el Reino Unido. Aunque el país sea una superpotencia, el mismo no podría lidiar con la inmensa responsabilidad de mantener la paz mundial y la economía internacional estable. Es por eso que ahora buscará recrear diferentes equilibrios regionales, eso involucraría compartir responsabilidades con otras naciones. 

Si vemos el comportamiento de Estados Unidos bajo las administraciones de Joe Biden y Donald Trump, notaremos que sus políticas exteriores son altamente similares, solo que en algunas ocasiones ambos han tomado decisiones que crearon incertidumbre, tanto en Estados Unidos como en el mundo. Aunque Trump parecía inclinarse ante Vladimir Putin, durante su mandato, aunque haya detenido el envió de algo de armamento, no detuvo la ayuda militar que convirtió a Ucrania en la fuerza militar capaz de detener el avance de las columnas de tanques rusos durante la primera fase de la invasión rusa a principios de 2022. Pero más importante aún sería que ambos han buscado relegar responsabilidades en materia de seguridad a sus socios como Japón, Corea del Sur, Alemania y Polonia. En todo caso, a diferencia de Biden, Trump ha sido más agresivo en buscar que el país regrese a la estrategia de equilibrio regional, al buscar que Europa se haga cargo de financiar su propia seguridad. Esto no implica aislacionismo, sino que implica que Washington va a buscar aliados que puedan asumir el rol de una potencia regional cuyo propósito sea equilibrar una región y estabilizar la seguridad de dicha región.

Por otra parte, en cuanto al segundo componente de los objetivos de Estados Unidos, su política exterior también es el producto de los intereses económicos estadounidenses. Colibasanu (2024), analista de geopolítica y experta en Europa, lo pone de la siguiente forma:

“La evolución de América como líder del mundo Occidental fue en gran medida impulsada por intereses económicos y la idea de que los mercados globales, movilidad (económico-comercial) y la interconectividad generarían ganancias para las empresas estadounidenses e impulsarían el crecimiento y desarrollo económico. El papel del sector privado — en ocasiones en coordinación con el gobierno — es central para la posición global del país.”

Esto no implica que los intereses empresariales dominen a los Estados Unidos y que el país inicie guerras en base a ello, eso sería una interpretación marxista errónea del panorama político estadounidense, pero los intereses empresariales se entremezclan con los objetivos geopolíticos. Esto implica que Estados Unidos buscará mantener una economía internacional segura de disrupciones graves, pero no necesariamente implica que vaya a imponer el panorama económico global al mundo entero, forzándolos a pertenecer al mismo. La firma del TLCAN se inició tanto porque los objetivos económicos estadounidenses se habían concretado en la masa continental eurasiática (crear contrapesos contra la Unión Soviética y el fin de un oponente geopolítico) como el hecho de que el país necesitaba volverse más resiliente y competitivo económicamente a nivel internacional contra el poder económico de Alemania y Japón.

Este tipo de postura económica refuerza el hecho de que Estados Unidos no busca comprometerse de manera indeterminada a una región o a una crisis de inseguridad. Por eso es probable que Trump busque soluciones más fáciles en la crisis en Oriente Próximo al forzar la paz con Israel, pero también asegurarse que la guerra termine con la posición regional de Irán, objetivo compartido por Biden, quien no realizó cambios a su política exterior respecto a Irán (Khashan, 2024). Esta táctica seguiría la lógica de terminar con una crisis que atenta contra la economía internacional y el equilibrio regional, en especial al revertir los logros político-militares de una potencia regional (i.e. Irán), algo que desestabilizaba a la región y amenazaba el equilibrio regional.

Reunión entre el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), Jens Stoltenberg, y el presidente estadounidense, Donald Trump, en 2018 (Crédito: OTAN vía Flickr)

Reflexiones finales sobre la victoria de Trump

En base a estos temas, resulta importante resaltar que Trump no cambiará la postura estadounidense respecto a Ucrania, difícilmente podría generar un cambio que pueda asegurar una victoria rusa en Ucrania (Friedman, 2024b). Lo que no significa es que no busque imponer la paz en la región, pero sus decisiones están limitadas en base a los intereses macroeconómicos de Estados Unidos y al propósito de que el país busque crear equilibrios en diferentes regiones. A lo mucho podría intentar manipular a Europa para que los países europeos incrementen sus capacidades militares y así asegurar un regreso a la estrategia de equilibrio regional. Después de todo, dicha estrategia fue lo que aseguró la victoria estadounidense durante las guerras mundiales y la Guerra Fría (Friedman, 2024a).

Por último, también hay que hablar de México. Pese a la retórica republicana respecto al tráfico de drogas a través de la frontera, la realidad es que Estados Unidos no invadirá a México. Eso no está en el interés del sector económico estadounidense y tampoco ayudaría a su objetivo estratégico, dicha invasión crearía una depresión económica global y desestabilizaría al mundo en forma exagerada, revirtiendo todos los logros de la última década. Lo que sí podría suceder, es que Donald Trump busque que México se estabilice, ya que la inseguridad y la crisis política nacional evitan que el país se pueda convertir en un valioso aliado estratégico en un mundo de incertidumbre. Lo último que necesita Estados Unidos es que México se vuelva otro foco de inestabilidad internacional.

Posiblemente Trump sea más agresivo diplomáticamente para intentar que México revierta ciertas políticas y reformas que han perjudicado al comercio bilateral del T-MEC y a la economía regional. Así mismo, será probable que veamos noticias alarmistas sobre la relación México-Estados Unidos, pero la realidad es que eso no llegará a niveles drásticos. Tanto México como Estados Unidos están experimentando crisis por las transiciones por las que ambos países están pasando. Sin duda alguna, esto genera crisis bilaterales. La estabilidad y el crecimiento de México están en el interés económico y geopolítico de Washington, ya que, como se mencionó antes, el país necesita aliados para un mundo plagado por crisis e incertidumbre internacional. 

Donald J. Trump, al igual que cualquier otro presidente estadounidense está fuertemente limitado por el sistema político, los intereses económicos y la realidad geopolítica de los Estados Unidos. Eso no significa que no pueda crear incertidumbre, pero ciertamente no será tan caótico como muchos temen. Al igual como su victoria estuvo determinada por una realidad cíclica y socioeconómica en el país, su actuar estará determinado por los mismos elementos.

Bureau of Economic Analysis. (2024). U.S. Economy at a Glance | U.S. Bureau of Economic Analysis (BEA). Bureau Of Economic Analysis. Recuperado 7 de noviembre de 2024, de https://www.bea.gov/news/glance

Colibasanu, A. (2024, abril 24). European Views on US Global Posture. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/european-views-on-us-global-posture/

Friedman, G. (2010). The Next 100 Years: A Forecast for the 21st Century (1.a ed.). United States: Anchor Books.

Friedman, G. (2024a, julio 22). US Strategy in Europe. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/us-strategy-in-europe/

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González, P.-M. (2024, 6 octubre). El resultado esperado de las elecciones de Estados Unidos de 2024: Las llaves para la Casa Blanca. Código Nexus. https://codigonexus.com/el-resultado-esperado-de-las-elecciones-de-estados-unidos-de-2024/

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Taylor, P.-J., & Flint, C. (2002). Geografía Política: Economía-Mundo, Estado-Nación y Localidad (2.a ed.). Madrid, España: Trama Editorial.

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