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Crisis energética en Cuba

El apagón de un régimen

El régimen comunista cubano se encuentra sumergido en una grave crisis energética que podría traer su fin después de 65 años en el poder.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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A finales de octubre, Cuba experimentó la peor crisis energética en su historia con una serie de apagones a nivel nacional que duraron varios días y coincidieron con el impacto del huracán Oscar. En retrospectiva, la crisis eléctrica, a diferencia de otras ocasiones, no generó manifestaciones a alguna escala que significara un reto para los cuerpos de seguridad cubanos. No obstante, el régimen se encuentra ante un panorama en continua deterioración, tanto económica como institucional y política, aunque estas últimas dos sean menos virales.

Lo que sucede con el sistema eléctrico de Cuba no es un fenómeno aislado, sino que es una crisis indicativa de una serie de problemas estructurales dentro del país. Las recurrentes crisis energéticas y la situación económica nos muestran lo precaria que es la situación de la nación caribeña, la cual históricamente ha sido dependiente de Estados patrocinadores extranjeros.

Para poder aterrizar lo que sucede en la isla cubana es necesario comprender la profundidad de la crisis y los diversos factores involucrados, al igual que los problemas que se están engendrando dentro de la misma. Al mismo tiempo, será importante analizar cómo estas crisis encajan dentro del contexto histórico de la nación, lo que nos ayudará a entender cuál podría ser la consecuencia a mediano plazo de que la situación continúe empeorando.

Profundidad de la oscuridad

La mayoría de la infraestructura del sistema eléctrico cubano actual fue construida durante la Guerra Fría por la Unión Soviética, ya que Moscú proveyó de los técnicos, los componentes y los recursos necesarios para construir el sistema. Durante la Guerra Fría, debido a la relación clientelar que Cuba tenía con la Unión Soviética, esta reflejó una dependencia cuasi total, no solo del sector económico-comercial soviético, sino de que Moscú continuará manteniendo y enviando piezas de reemplazo o los recursos necesarios para poder modernizar el sistema eléctrico. Cuando la Guerra Fría terminó, el régimen comunista cubano no solo perdió a su Estado patrocinador en un sentido económico-financiero, sino que perdió al Estado que prácticamente mantenía en funcionamiento toda la economía y la infraestructura cubana.

Entre 1993 y 1994, como resultado de la caída del bloque comunista europeo y soviético, Cuba vio el 80% de su comercio esfumarse y una disminución exagerada del 85% en su suministro de energía (Bray & Woodford, 2002). Consecuentemente, Cuba entró en una profunda crisis económica durante los mismos años, sin embargo, el régimen comunista logró sobrevivir. Pero, para poder permanecer en el poder, el régimen comunista tuvo que cambiar completamente su modelo económico. Para finales de la década de 1990, se había reducido el papel del Estado en la economía y se había apostado por reformar el sistema fiscal y financiero para permitir la existencia de un mercado monetario paralelo con divisas extranjeras, las cuales sirven para las importaciones (Ibarra & Máttar, 1998).

Desde la década de 1990 en adelante, debido a las reformas y la necesidad de encontrar nuevos sectores económicos que pudieran mantener a la economía en funciones, Cuba incrementó el porcentaje del tamaño del sector de servicios, representando más del 70% del PIB nacional (Ibarra & Máttar, 1998; Domínguez, 2015; Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (OIDMAE), 2024; Venegas, 2020). Algo que se da debido a que la estructura económica de Cuba ha estado “marcada por serios rezagos tecnológicos y un insuficiente desarrollo industrial”, lo que por lo visto no ha cambiado desde la década de 1950 (Ibarra & Máttar, 1998). Los dos principales sectores económicos que componen el sector de servicios serían el turismo y la exportación de servicios médicos. Parte de la exportación de estos servicios médicos se centra en el envió de “médicos, enfermeras y técnicos sanitarios” como escribe Domínguez (2015). A estos cambios se le tendría que agregar el apoyo del régimen chavista mediante la venta de barriles de petróleo a la isla, lo que ayudó a solventar por un tiempo la situación energética en Cuba (Oppmann & CNN, 2019). 

Foto de un restaurante turístico en Habana, Cuba en febrero del 2023 (Crédito: Bruno Rijsman vía Flickr)

Sin embargo, el incrementó en la importancia del sector de servicios en la estructura económica del país ha generado una gran dependencia del extranjero (Ibarra & Máttar, 1998; OIDMAE, 2024). Según la OIDMAE (2024) “[esa] dependencia del exterior se ha convertido en el mayor freno al crecimiento económico”. Esta dependencia también ha tenido fuertes repercusiones en el sistema económico cubano, ya que la crisis financiera y la pandemia del COVID-19 golpearon a la economía cubana sumergiéndola aún más en su crisis económica. Peor aún, al depender tanto del sector turístico, tras las crisis que no han cesado desde el 2008 y el 2013, el gobierno ha preferido priorizar los esfuerzos por revivir al sector turístico, en vez de invertir en otros, como el sector energético nacional, lo que se incrementó después de la pandemia del COVID-19 en 2020. Como consecuencia de dicha estrategia macroeconómica:

“[una grave y continua] escasez de alimentos se produjo cuando el gobierno dio prioridad a la recuperación del turismo. La inversión gubernamental en sectores no turísticos disminuyó y las empresas de servicios públicos recibieron un miserable 6,6 por ciento de la inversión en 2022.” (Fedirka, 2024)

Pese a los avances que Cuba ha logrado en el sector salud y el hecho de que el gobierno haya podido mantener al país funcionando económicamente, el modelo económico cubano es endeble y extremadamente vulnerable. Aunque sea

“… probable que Cuba sea un campeón de la inversión en el desarrollo del capital humano, […] durante los últimos 50 años ha tenido un retorno económico extremadamente bajo [… respecto a dicha] inversión. Si [uno] invierte en capital humano, ya sea en su empresa o en su país, tarde o temprano dará sus frutos si cuenta con el conjunto de incentivos adecuados. En otras palabras, se necesita el diseño organizacional adecuado para que todas estas personas bien capacitadas y educadas puedan hacer su trabajo. Eso es lo que Cuba no tiene.” (Domínguez, 2015)

Al optar por intentar rescatar al sector turístico, el más importante en el país, el régimen comunista sacrificó otros sectores igual de cruciales para la misma economía y la sociedad civil. Pero dicho sacrificio se dio debido a los problemas estructurales dentro de Cuba, los cuales se han deteriorado considerablemente en las últimas dos o tres décadas.

Es por eso que expertos como Lourdes Patricia Iñiguez Torres, maestra de Relaciones Internacionales, menciona que el comunismo — en términos prácticos — ya terminó en Cuba y ya no existe una movilidad socioeconómica en el país. Aunque las reformas económicas de la década de 1990 hayan creado alguna semblanza de una economía de mercado, esta se ha convertido en un capitalismo de Estado con una oligarquía político-militar. (Este fenómeno dio pasó al surgimiento de las llamadas empresas pretorianas de los generales más beneficiados por el sistema económico y la corrupción política (Calvo, 2024).) Lo que solo incrementa las presiones sociopolíticas y las tensiones dentro de las mismas instituciones, especialmente entre los burócratas y bajos rangos dentro de las fuerzas militares y los altos mandos y élites políticas cubanas.

En gran medida, esto explicaría la necesidad del régimen comunista de usar tanto los medios de comunicación como a las fuerzas de seguridad especiales, las cuales son radicales (leales al régimen comunista, no al pueblo cubano) para intentar reprimir las manifestaciones, en lugar de usar fuerzas policiacas o miembros de las fuerzas armadas (Araujo, 2024). Estas últimas, las cuales se encuentran fuertemente fragmentadas entre diversas facciones, pero también han mostrado señales de no estar dispuestos a reprimir por vías violentas a las manifestaciones si estas se fueran a dar a mayor escala a nivel nacional. “[Si] se produjeran actos de violencia popular en gran escala (…), muchos jefes de tropas se negarían a seguir órdenes de desatar fuerzas letales contra los civiles. A esto seguiría el conflicto entre los jefes y las unidades militares rivales” (Latell, 2003, citado por Calvo, 2024).

Estos problemas en conjunto podrían estar sentando las bases para una transición, sin embargo, es necesario realizar un análisis histórico de Cuba para entender por qué los actuales elementos económicos, políticos e institucionales podrían contribuir a una transición a diferencia de la crisis económica de 1993-1994 y el retiro (en 2008) y la posterior muerte de Fidel Castro en 2016.

Soldados rebeldes cubanos en el vestíbulo del Habana Hilton, enero de 1959 (Crédito: Lester Cole/Corbis vía Wikimedia Commons)

Crisis ante la independencia nacional

En términos históricos, difícilmente se podría argumentar que Cuba tuvo algún grado significativo de independencia total. Fue el único territorio español en mantenerse políticamente integrado al Imperio español después de que el resto del continente americano había obtenido la independencia a principios del siglo XIX. En gran parte esto se debió a las condiciones económicas favorables y al temor de que pudiera repetirse una crisis sociopolítica y de violencia racial como en la isla La Española (Boersner, 1996, Hernández, 2023). Pero para la segunda mitad del siglo XIX, la situación comenzaría a cambiar drásticamente. Con varias presiones para cambiar al modelo económico en la isla caribeña debido a una crisis económica, la presión fiscal y a la represión colonial la isla se alzó en armas para intentar expulsar a los españoles, pero, tras 10 años de guerra, el conflicto terminó en un empate, forzando a los españoles a aceptar las reformas sociales y económicas que los cubanos estaban exigiendo (Hernández, 2023).

Posterior a dicha tregua, el estado socioeconómico en la isla mejoró considerablemente, creando una sociedad mucho más igualitaria que en el resto de América. Sin embargo, la inhabilidad de la élite azucarera cubana en modernizarse y lidiar con presiones financieras, terminaron desapareciendo del panorama cubano, dando paso a la entrada de los estadounidenses, quienes se adueñaron del sector azucarero y minero (Boersner, 1996, Hernández, 2023). Con el tiempo, Cuba se volvía cada vez más un satélite económico estadounidense, por lo que España (al igual que los mismos cubanos), fue perdiendo el control económico de la isla. Con el tiempo, conforme las tensiones entre España y Estados Unidos aumentaban y Cuba sufría las repercusiones económicas de la lucha entre su metrópoli económico (Washington) y su metrópoli política (Madrid), volvió a surgir un movimiento independentista en la década de 1890 (Hernández, 2023). El problema fue que la guerra independentista duró demasiado tiempo y las acciones tomadas por ambos bandos sólo deterioraron social, política y económicamente a Cuba, lo que no dejó que se pudiera concretar alguna resistencia — tanto española como cubana — a la intervención estadounidense.

Después de la victoria estadounidense en la Guerra hispanoamericana y sin ningún movimiento político cubano con la fuerza para administrar y liderar a Cuba, el país se convirtió en un satélite, tanto económico como político, de Estados Unidos. Sería aproximadamente unos 60 años más tarde que volverían a surgir presiones en la isla. Estos problemas en esencia eran porque el gobierno cubano resultó incapaz de lidiar con las dificultades económicas que comenzó a experimentar a finales de la década de 1940 y principios de la década de 1950. (Estas dificultades fueron especialmente notorias por el fracaso en modernizar la economía y dejar la dependencia del sector azucarero (Department of State Policy Statement of the United States (DoSP), 1951).) La inhabilidad del gobierno de Carlos Prío Socarrás en resolver varios de estos problemas de tinte económico y político (este segundo por la corrupción) llevó a un golpe de Estado por Fulgencio Batista, que poco pudo hacer para resolver las dificultades económicas, solamente incrementó la presión sociopolítica al aumentar la represión política (DoSP, 1951; The Editors of Encyclopedia Britannica, 2024; Lockhart et al., 2024).

Como consecuencia de esta represión política, la cual se sumaba a las dificultades económicas en el país, el gobierno de Batista sufrió un deterioró en su legitimidad. Así mismo, el gobierno enfrentaba serios desafíos para asegurar al país, ya que mantenía la mayoría de las fuerzas militares en las ciudades y el uso de tortura generalizada y la represión fomentaron deslealtad entre los rangos, disminuyendo la efectividad de las fuerzas de seguridad cubanas (Rhodes, 2022; Boersner, 1996). Al fusionarse estos elementos políticos y económicos, se produjo el caldo de cultivo perfecto para otro levantamiento armado en Cuba. Aunque el levantamiento se inició en 1953, no sería sino hasta 1956, cuando el movimiento revolucionario comunista de Fidel Casto realmente obtendría la capacidad para enfrentarse a las fuerzas de Batista, en especial con ayuda de México (Rhodes, 2022). Con el tiempo, el régimen cubano perdió el apoyo estadounidense y los revolucionarios comunistas y democráticos lograron derrocarlo a principios de 1959, pero para finales del mismo año Castro comenzaba a consolidar un régimen comunista marxista dictatorial (Boersner, 1996).

Elementos de cambio en la historia cubana contemporánea

Al tomar en cuenta los últimos 200 años de historia cubana podemos identificar tres elementos cruciales que detonan revoluciones o cambios estructurales en la nación insular (también existe un cuarto elemento que determina el éxito o la derrota del régimen político del statu quo, pero este elemento tiende a solo aplicar para las fuerzas armadas de un régimen nativo, no extranjero). El primero es una crisis económica ante la cual el régimen establecido es incapaz de reaccionar y poder modernizar o reformar la economía para resolver los problemas estructurales macroeconómicos. El segundo sería el incrementó en la represión política, en ocasiones considerada excesiva por las mismas fuerzas de seguridad y debilita al grupo en el poder y fortalece al movimiento opositor (principalmente el grupo opositor armado). El tercero sería la intervención de una potencia extranjera, la cual ejerce presión o se involucra para derrocar o sostener al régimen establecido.

En los dos casos de los regímenes anteriores, tanto el imperial como el liberal, estos elementos se presentaron y terminaron con su dominio sobre la isla. Cuando el régimen imperial estuvo bajo peligro a principios del siglo XIX, las condiciones económicas eran favorables, en especial por la destrucción del sector azucarero haitiano, lo que aumentó el mercado disponible para el mercado cubano, pero los otros dos elementos no estaban presentes (Boersner, 1996). Para mediados del mismo siglo, la situación había cambiado con una severa crisis económica, represión política y falta de movilidad social, tanto en el ámbito económico como en el político. Sin embargo, el tercer elemento no se presentaría, lo que implicó la continuidad del régimen nuevamente. (Aunque México y Gran Colombia planearon en múltiples ocasiones invadir Cuba, estos siempre fueron disuadidos diplomáticamente por Estados Unidos y el Reino Unido (Boersner, 1996)). No sería sino hasta finales del siglo que se volvería a presentar un problema económico y que se sumaría a la corrupción y al regreso de la represión política, solo que en esta ocasión Estados Unidos intervino para derrocar al régimen imperial español, eso trajo el fin del régimen imperial.

Lienzo por Ildefonso Sanz Doménech de la batalla de Cavite, que se libró en 1898 durante la Guerra hispanoamericana y supuso una enorme derrota para España, ya que casi toda la flota española resultó aniquilada (Crédito Museo Naval de Madrid vía Wikimedia Commons)

En cuanto al régimen liberal entre 1898 y 1959, este se enfrentaría a una crisis económica para finales de la década de 1940, la cual se sumó a la represión política en la década de 1950 por parte del dictador Batista y nuevamente intervendría una potencia extranjera, en esta ocasión sería México, cuyo apoyo financiero y militar (junto con la intervención venezolana y costarricense) lograron mantener vivó al movimiento revolucionario cubano ante Batista, lo que terminó en la derrota del régimen liberal tan pronto Estados Unidos se retiró del escenario caribeño. Otro aspecto fundamental de la Revolución Cubana es que también surge el nuevo elemento, el de la integridad de las fuerzas armadas. Durante los últimos años de la revolución, la represión excesiva y el uso perpetuo de la tortura terminó afectando la unidad de las fuerzas estatales y debilitó su lealtad al régimen liberal (Rhodes, 2022). Es por eso que, aún cuando el Ejército cubano tenía aproximadamente 30,000 soldados y Castro solo contaba con 1,000 guerrilleros, Castro entró triunfante a La Habana en 1959 (Boersner, 1996). (Este mismo elemento se pudo haber presentado durante la lucha independentista en la década de 1890, con el hecho de que el Ejército español no tenía la fuerza para terminar con el Ejército libertador cubano, pero no se mostraron graves señales de deterioró entre las filas españolas.) 

Cabe destacar, que los primeros tres elementos deben manifestarse en conjunto para que realmente pueda existir un cambio en Cuba. La existencia de represión política brutal, pero con una situación económica estable no es suficiente para generar un movimiento revolucionario. Tampoco la existencia de una crisis económica sin la represión política. Pero más importante es que, si se busca concretar un cambio, estos dos elementos deben fusionarse y a ambos se les debe sumar otro elemento: la intervención de una potencia extranjera en la dinámica nacional.  

Así mismo, una característica interesante de las transiciones o revoluciones en Cuba es que han tendido a tener bases populares diversas, pero también ha sido importante el apoyo de los grupos de poder. Sin embargo, esto no implica que los movimientos han sido exactamente populares, es decir, la participación popular es baja, aunque el apoyo pueda ser alto. El impacto del apoyo popular se manifiesta más en la capacidad de las fuerzas militares cubanas en reaccionar y destruir a una fuerza insurgente. Teniendo en cuenta estos elementos y el contexto histórico, podemos aplicarlo al contexto actual.

El presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante el discurso que cerró la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular en 2018 (Crédito: Cubadebate vía Flickr)

Entre el régimen y la nación

Tomando en cuenta los elementos que se han presentado, dos hechos resaltan sobre la actual situación en Cuba: El primero sería que los estadistas cubanos parecen haber aprendido de su historia. Eso demuestra cómo es que el régimen comunista, en vez de arraigarse en el uso de la fuerza militar y la represión política para mantenerse en el poder después de las crisis de 1991 a 1994, éste decidió reformarse y recrear su modelo económico para lidiar con la crisis que enfrentaba. De esta forma, solamente se cumplía con uno de los elementos, de manera limitada, pero faltaban el resto para que hubiera un cambio sistémico en el país insular. Sin embargo, la situación que enfrenta ahora el régimen comunista no es el mismo al que se enfrentó cuando Castro todavía seguía en el poder.

El país no se ha podido recuperar de la crisis económica desde el 2009 y la situación sólo empeoró con la pandemia del 2020. Al igual que siempre, Cuba sigue siendo vulnerable ante fuerzas económicas y políticas externas, durante gran parte de su historia imperial y liberal, esta dependencia era hacia el sector azucarero y durante el periodo de la Guerra Fría esta dependencia era hacia el comercio con el bloque comunista europeo y la asistencia financiera que recibía de la Unión Soviética. Ahora, el régimen comunista es dependiente del sector turístico, uno de los sectores más vulnerables ante sucesos económicos o políticos en el extranjero.

En los últimos 15 años, el régimen ha sido incapaz de volver a recrear su modelo económico. Por lo que la situación económica ha seguido empeorando conforme pasan los años. Aunado a este dilema económico está el hecho de que el régimen, tanto por razones de corrupción como por su enfoque político en revivir al sector turístico, ha sacrificado otros sectores estratégicos y eso se ha demostrado con las continuas crisis eléctricas y los apagones nacionales. Al haber sacrificado la eficiencia económica y al no haberse comprometido a una serie de reformas económicas (y algunas políticas) al nivel de como lo hizo China en las décadas de 1980 y 1990, el régimen priorizó la supervivencia de su sistema de gobierno a toda costa, sin modificar algunos aspectos. Cambios de dicha magnitud posiblemente habrían ayudado al régimen a evitar las crisis actuales, pero la intervención chavista a favor del régimen comunista cubano posiblemente sirvió de incentivo para no continuar implementando más reformas (Oppmann & CNN, 2019).

 Sin embargo, la crisis actual está llegando a niveles más peligrosos para la estabilidad económica cubana y el régimen ha sacrificado otros servicios también importantes para la sociedad civil cubana. Bajo el contexto actual, el régimen comunista ahora se enfrenta a una crisis que no puede resolver, pero como posiblemente conozcan su historia los estadistas cubanos, estos han evitado escalar la represión política de manera exagerada. De igual manera, las potencias extranjeras que antes apoyaban al régimen, haya sido Venezuela (potencia regional) o Rusia (potencia suprarregional), no están en posición para continuar respaldando al régimen. Esto ha dado mayor paso a las negociaciones con Estados Unidos, pero también a un mayor papel por parte de México, país que busca ofrecer una vía para que una vez haya cambios en la isla, éste pueda formar parte fundamental de dichos cambios (Fedirka, 2024). Lo que implica que los cuatro elementos están muy cerca de concretarse en conjunto.

Por ello, podríamos esperar dos resultados: Uno sería una transición en Cuba, en la cual lentamente los estadistas comunistas que se aferran al régimen establecido den paso a cambios políticos y económicos estructurales para evitar una mayor crisis, abriendo el camino a un nuevo liderazgo político más dispuesto a realizar cambios y negociar con Estados Unidos y México. Por otro lado, la otra opción sería una posible guerra civil entre las diferentes facciones dentro de las fuerzas militares cubanas, las cuales podrían intentar buscar dominar la transición. La primera opción no sería absuelta de una crisis, ya sea política o de seguridad, pero no llegaría a tener los mismos niveles de violencia que el segundo escenario hipotético.

Araujo, A.-A. (2024, junio 20). Rusia en Cuba: ¿Crisis cubana 2.0? Código Nexus. https://codigonexus.com/rusia-en-cuba/ 

Boersner, D. (1996). Relaciones Internacionales de América Latina: Breve Historia (5.a ed.). Venezuela: Nueva Sociedad. 

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Calvo, G. (2024, 20 marzo). El complejo entramado de las Fuerzas Armadas cubanas que podría hacer caótica una sucesión de poder en la isla. Infobae. https://www.infobae.com/america/america-latina/2024/03/20/el-complejo-entramado-de-las-fuerzas-armadas-cubanas-que-podria-hacer-caotica-una-sucesion-de-poder-en-la-isla/ 

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