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Miembros de Hezbolá (Partido de Dios en español) con banderas de su organización y del Líbano durante una ceremonia (Crédito: Ali Khamenei vía Wikimedia Commons)

Netanyahu, Israel, Hezbolá y la escalada en las tensiones regionales

Las acciones autodestructivas de un hombre

La escalada de tensiones entre Israel y Hezbolá en el sur de Líbano amenaza con empeorar la crisis y poner bajo peligro el balance regional.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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En octubre de 2023 Hamás, una organización político-militar islamista palestina realizó un atroz ataque terrorista, con el objetivo de evitar que el proceso de normalización entre Israel y los países árabes continuara, en especial porque eso habría tenido implicaciones para la guerra civil en la que se encuentra con Al-Fatah, la otra organización político-militar palestina (solo que secular) que gobierna en Cisjordania. El ataque terrorista, y las acciones que tomó el gobierno israelita previó al ataque (lo que debilitó su seguridad fronteriza), se asemejó al ataque árabe de 1973, cuando Siria y Egipto invadieron simultáneamente a Israel. En los dos casos, el gobierno de Israel cometió graves errores de inteligencia, ignorando información que apuntaba a la posibilidad de un ataque y en ambos casos su doctrina política o su modelo fueron puestos en duda.

Otro dato que merece tomarse en consideración es que el ataque de 1973 tuvo un gran impacto en la política israelí. Por esos años, la vieja doctrina política israelí de mezclar el uso de la fuerza militar con la diplomacia (en la cual incluso estaban dispuestos a ceder) estaba entrando en crisis desde la Guerra de los Siete Días de 1967. La Guerra del Yom Kippur de 1973 inició el proceso de cambio para que el gobierno de Israel fuera dominado por una fuerza ultranacionalista (i.e. ultrasionista en el caso de Israel) que buscaba destruir a sus oponentes sin posibilidad de negociar en lo absoluto. Una consecuencia crucial de esa doctrina es la radicalización de sus enemigos. En cierta forma, las dos guerras y sus desenlaces diplomáticos fueron devastadores para la doctrina por las consecuencias que habían para Israel.

En cierta forma, el ataque terrorista de Hamás fue resultado de las políticas ultrasionistas, ya que Netanyahu y su facción política buscaron fortalecer a Hamás para debilitar a Palestina al iniciar una guerra civil entre las dos organizaciones palestinas dominantes: Hamás y Al-Fatah. Mientras el gobierno de Netanyahu seguía con un proceso diplomático con los países árabes – quienes ya no eran considerados enemigos por varios cambios geopolíticos en la región desde la década de 1990 – dejó afuera a las organizaciones palestinas. El más reciente asesinato de Ismail Haniya solo sería la continuidad de esa doctrina, ya que asesinaron a un líder político de Hamás considerado moderado por varios analistas, lo que significó la radicalización del liderazgo de Hamás con la llegada al poder de líderes radicales como Yahya Sinwar.

Después de más de 10 meses del inicio de la guerra y la invasión de Gaza, Israel no solo ha fracasado en su primer objetivo de eliminar a Hamás, ya que unidades pequeñas de la organización siguen apareciendo en áreas que supuestamente habían sido aseguradas por las Fuerzas de Defensa Israelíes, sino que Hamás también continúa operando política y diplomáticamente tanto en Gaza como en el exterior. El Ejército israelí también ha sufrido gravemente tanto en un sentido operacional y psicológico como político, al encontrarse en medio de una lucha política en Tel Aviv. Por su parte, la población israelí se encuentra en medio de una crisis sociopolítica sin precedentes, la cual inició a principios del 2023 y cuyas tensiones no han disminuido, sino que se han exacerbado por la guerra y las decisiones políticas y militares de Netanyahu.

Es con este escenario que el primer ministro ha tomado la decisión de escalar dramáticamente las tensiones con Hezbolá (una organización político-militar chiita libanesa) en la frontera entre Israel y Líbano. Hace unos días, el gobierno israelita realizó una operación devastadora contra agentes de Hezbolá mediante la detonación de varios dispositivos electrónicos de dichos miembros de la organización paramilitar chiita. Lo que sería solo un evento en una serie de crisis que han escalado las tensiones entre ambos bandos. Desde el ataque, los intercambios de fuego han aumentado, con Hezbolá lanzando cohetes al interior de Israel lejos de la zona fronteriza en el norte, lo que implica un cambio operativo por parte de la organización. Por ende, en los últimos días, la amenaza de guerra se ha incrementado significativamente. Y, aunque los ganadores parezcan claros ahora, es importante analizar el contexto geopolítico en Oriente Próximo y cómo podría cambiar por una hipotética guerra entre Israel y Hezbolá.

Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, en una reunión con el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, general de la Fuerza Aérea, Charles Q. Brown, Jr.  y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd J. Austin III, en Tel Aviv, Israel, el 18 de diciembre de 2023. (Crédito: Departamento de Defensa de Estados Unidos vía Flickr)

Netanyahu: El ministro rebelde

En el epicentro de toda la crisis y la guerra se encuentra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quién desde principios del 2023 intentó pasar unas reformas que amenazaban a las instituciones democráticas de Israel. Esto, a su vez, ocasionó una crisis interinstitucional y fue una de las razones por las que Israel quedó vulnerable ante el ataque terrorista en octubre. Pero pese a la crisis sociopolítica y la culpa que ha recibido desde el interior del país por la guerra, por ahora Netanyahu parece estar cómodamente en el poder sin la amenaza de que el principal aliado de Israel, Estados Unidos, cambie su política exterior respecto a la crisis. Sin embargo, más a fondo se encuentra una fuerte crisis desarrollándose en Tel Aviv y en Washington se están cuestionando la política exterior actual.

En parte, el primer ministro israelí inició la guerra por la amenaza política que enfrenta en casa, principalmente la posibilidad de que sea juzgado por fuertes alegatos de corrupción, los cuales estarían reforzados políticamente por la oposición y las fuerzas democráticas en el país por sus intentos fallidos por debilitar al Poder Judicial en Israel a principios del 2023.

Por primera vez, el primer ministro israelí, en la corta historia de la nación, ha iniciado una grave crisis política en su gabinete de guerra, con la ruptura con importantes aliados políticos, como el ministro de Defensa Yoav Gallant*. Esta ruptura amenaza la cohesión institucional y política en Israel debido a la presión psicológica y a la seguridad nacional que están generando las decisiones de Netanyahu. A diferencia de su ministro de Defensa, Netanyahu es un ferviente aplicador de la vieja doctrina a toda costa, por lo que no ha buscado reemplazar a Hamás en Gaza, lo que a su vez ha llevado a que la organización sobreviva, resurjan sus unidades de combate y la guerra continúe.



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Sokol (2024), del medio periodístico israelí The Times of Israel, reportó a mediados de septiembre que siguen los rumores de que Netanyahu planea reemplazar al ministro de Defensa y que la crisis política en Tel Aviv continúa.


 

En cierta forma, Netanyahu es un precursor de lo que será la crisis que inicie la segunda transición sociopolítica en Israel. El primer ministro israelí ha tomado decisiones a favor de ganancias políticas personales, apostando a que puede continuar indefinidamente la guerra y abrir nuevos frentes sin consecuencia alguna, tanto geopolítica para Israel como política para el mismo, pero Netanyahu ha generado una crisis sin precedentes en una nación con poco espacio de maniobra por su contexto geopolítico.

Ya que las rupturas continuarán debido a los objetivos políticos del primer ministro, en Israel se están sentando las bases para un cambio sistémico en su modelo de seguridad nacional, una crisis, la cual era de esperarse por el carácter ultrasionista del ministro y su movimiento político, al igual que la manera en la que se seguía implementando la doctrina geopolítica israelí contra adversarios no estatales (Hamás y Al-Fatah). Desde un punto de vista geopolítico, Israel inició la guerra por la necesidad de responder. Sin embargo, ha sido un elemento político – los objetivos personales de Netanyahu – el que ha empeorado la crisis y extendido la duración del conflicto armado.

Así mismo, estos objetivos políticos, debido al carácter de la Guerra de Hamás-Israel y las tensiones que ya está generando, sumado al hecho de que el conflicto podría estar perdiendo la tracción necesaria para poder mantenerlo en el poder, Netanyahu tiene mayores incentivos ahora que a principios del 2024 para iniciar otra guerra con Hezbolá, un enemigo que requerirá de más recursos y hombres para poder combatirlo. Netanyahu simplemente necesita continuar extendiendo los conflictos.

Puede ser que, al inicio de la guerra, su intención era aprovechar el impacto psicológico del ataque terrorista e intentar destruir a Hamás para recuperar algún grado de apoyo social y político. pero es improbable que tenga un plan B después de las guerras, por lo que la continuidad del estado de guerra en el que se encuentra el país será algo necesario para el mandatario israelí si busca asegurar su supervivencia política. Una guerra con Hezbolá podría, por lo menos según el primer ministro, generar una crisis lo suficientemente grande para alargar su estancia en el poder, aunque eso signifique sacrificar a su país y a sus propias fuerzas armadas.

Miembros de Hezbolá marchando durante un evento ceremonial de la organización político-militar chiita libanesa (Crédito: Fuerzas de Defensa de Israel)

Hezbolá: ¿el mal preferido?

Pasando a la organización paramilitar libanesa, Hezbolá es la organización proxy más importante y poderosa bajo el ‘eje de resistencia’ de Irán. A diferencia de Hamás, cuenta con mayores recursos y un arsenal mucho más vasto y avanzado tecnológicamente que sus contrapartes palestinas. De igual manera, es importante reconocer que Hamás actuó por su propia cuenta y tampoco pertenece al eje de resistencia de Irán, lo que explicaría la falta de acción decisiva de Irán y Hezbolá en contra de Israel tras su invasión de la Franja de Gaza. Básicamente, Hamás se ha encontrado sola en una guerra que inició a espaldas de Irán y sin avisarle a Hezbolá. En todo caso, Hezbolá se ha rehusado a iniciar un conflicto armado con Israel porque, en términos simples, saben que perderían. No obstante, eso no significa que Israel no tenga que desplegar grandes cantidades de armamento y personal para invadir el sur del Líbano.

Hezbolá, en caso de defenderse seriamente ante la posibilidad de una ofensiva israelí con el propósito de eliminar a la organización o debilitarla lo suficiente para que fuera a ser reemplazada por el Ejército libanés, un oponente político de Hezbolá, podría infligir un daño mayor a Israel de lo que pudo lograr Hamás en octubre del 2023. Aunado a los riesgos que enfrentaría Israel si fuera a invadir Líbano para intentar destruir a Hezbolá,como intento en Gaza con Hamás, pudiera forzar una respuesta más fuerte por parte de Irán, por lo menos mediante la movilización de sus fuerzas proxys en la región, específicamente en Siria y en Irak, y el lanzamiento de diversos proyectiles, ya sean drones, cohetes o misiles.

Es imposible que Israel y su población civil salgan ilesos de una confrontación de tales proporciones con Hezbolá y las proxys de Irán. En la última guerra entre Hezbolá e Israel (Guerra de Israel-Hezbolá de 2006), las confrontaciones fueron mínimas debido a que no existía la voluntad verdadera – por parte de ambos bandos – de combatir, algo que no sucedería otra vez si Israel fuera a invadir con un propósito político muy diferente al objetivo político del 2006. Las repercusiones, aunque menores en cantidad a las que sufrirían las poblaciones civiles en el Líbano y Siria, podrían ser catastróficas para el mismo gobierno de Netanyahu. Cuando el ministro visitó el sitio del bombardeo de unos niños en el norte del país en los Altos del Golán en julio, el primer ministro fue recibido mediante abucheos y acusaciones de que las muertes estaban en sus manos.

Sin importar la gravedad en que pudiera convertirse una guerra entre Israel y Hezbolá, existen dos escenarios igual de desastrosos para el país israelí y la misma región. Por una parte, aunque Israel se podría enfrentar a una guerra regional y pudiese ganar, con algún tipo de respaldo estadounidense y occidental, aun así el país se enfrentaría a un peor escenario geopolítico que en el que se encuentra actualmente. En cualquier escenario, sea la respuesta grave o no, si fuese desaparecer o seriamente debilitar a Hezbolá junto con otras organizaciones proxys iraníes, eso implicaría fuertes cambios en el panorama regional, no necesariamente a favor de Israel.  

En los últimos años, Hezbolá ha fungido como una fuerza de contrapeso para varios grupos armados que atentan contra la seguridad regional, pero también contra otros actores estatales, como Turquía. Si Irán fuera a perder a Hezbolá eso implicaría un duro golpe al poder iraní en la región y cambiaría la balanza de poder. Hezbolá sirve como un adversario preferible por ser débil en comparación con los otros actores estatales o moderado en cuanto a los demás grupos armados en la región.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hace una declaración ante los periodistas reunidos antes de una reunión bilateral con el gobierno de EE.UU. en noviembre de 2015 (Crédito: Departamento de Estado de EE.UU. vía Wikimedia Commons)

Israel y Estados Unidos: ¿Sin salida?

Por el momento, debido a las elecciones, el gobierno de Estados Unidos difícilmente podrá cambiar su política exterior respecto a la crisis en Oriente Próximo. Por un lado, existen elementos geopolíticos que imposibilitan un cambio drástico, debido a las señales que darían los estadounidenses a otros actores en la región y la reestructuración geopolítica que se tendría que realizar si Estados Unidos fuera a retirar su apoyo de Israel, no necesariamente de Netanyahu. Es por esta problemática que resulta importante entender la historia detrás del apoyo estadounidense a Israel y comprender por qué Israel podría tener que sufrir una crisis para reconfigurarse.

Aunque se pueda argumentar que el respaldo estadounidense al Estado de Israel comenzó desde la fundación del país en 1948, sería realmente desde la década de 1970, que Estados Unidos comenzó a respaldar considerablemente a Israel en términos militares y financieros. Previó a ello, el respaldo militar a Israel provenía de Francia, ya que Francia se encontraban luchando una feroz guerra en Argelia, cuyo movimiento independentista árabe era de tinte socialista y estaba siendo respaldado por los países árabes, cuyos regímenes, con el tiempo, se habían tornado socialistas (Friedman, 2011/2012). Esta relación estratégica terminó cuando Israel lanzó la Guerra de los Seis Días en 1967 en contra de los intereses franceses, debido a que los israelíes no sabían si los egipcios estaban al tanto o planeaban bombardear su principal centro nuclear, Dimona, donde estaban desarrollando armas nucleares (Cohen, s.f.). Después de terminar la guerra con Argelia, los franceses buscaban restablecer relaciones con los países árabes. El hecho de que Israel haya iniciado la guerra perjudicaba sus esfuerzos diplomáticos (Friedman, 2011/2012). Al perder a su patrocinador Israel tuvo que encontrar otra potencia que pudiera proveer el armamento, equipo y tecnología militar para asegurar su defensa nacional, lo que encontró en Estados Unidos.

Por su parte, Estados Unidos se vio obligado a apoyar a los israelitas debido a que los soviéticos pudieron explotar el sentimiento antieuropeísta en el mundo árabe y, pese a los esfuerzos diplomáticos estadounidenses, los gobiernos árabes se aliaron con la Unión Soviética para construir sus ejércitos (Friedman, 2011/2012). Esto implicaba que la estrategia estadounidense de contención soviética estaba bajo peligro, ya que los turcos, un importante aliado y parte fundamental de la estrategia, estaba rodeado por armamento soviético, al norte con el territorio soviético y al sur con los regímenes prosoviéticos de Irak y Siria. De esta forma, se volvió indispensable asegurar que Israel se mantuviera independiente para poder crear un contrapeso contra los Estados árabes prosoviéticos de Siria, Irak, Argelia y Egipto y así poder quitarles presión a los países del sur de Europa y a Turquía (Irán también formaría parte del plan estadounidense para contrarrestar a los países árabes, sin embargo, la revolución islámica terminó con la relación estratégica entre Washington y Teherán, incrementando la importancia geoestratégica de Israel).

Israel es importante para los estadounidenses debido a que el siglo XX demostró cómo los árabes se podrían ir fácilmente en contra de los intereses estadounidenses, el único Estado incapaz de hacer eso por su situación geográfico-política era Israel, el cual necesita forzosamente a un Estado patrocinador. A diferencia del Estado de Israel, los demás Estados árabes tienen mayor espacio de maniobra en su política exterior y de defensa. Por su parte, Estados Unidos se encuentra, en cierta forma, de “manos atadas” debido a que no puede confiar y tampoco tiene el interés de depender o crear relaciones estratégicas y militares con los demás Estados en la región, ya que, de empoderarse demasiado, podrían alterar el status quo regional.

Un miembro de la unidad de élite Lotar durante un entrenamiento simulando una crisis de rehenes (Fuente: Fuerzas de Defensa Israelíes vía Flickr)

Es así como se vuelve indispensable que Netanyahu, el ministro rebelde, se retire o modifique su política exterior y de seguridad. Se supone que Israel debe de ser una fuerza estabilizadora o de contrapeso, sin embargo, tras la toma de poder de los ultrasionistas en la década de 1990, Israel – con el tiempo – se ha vuelto un problema para los intereses estadounidenses en la región. Netanyahu se ha vuelto una amenaza para la seguridad regional al promover guerras por razones políticas, no geopolíticas o de defensa nacional. De igual manera, ha sumergido a Israel en una profunda crisis nacional de carácter sociopolítico. Para un país cuya población está intrínsecamente conectada con el ejército, las fuerzas de seguridad y las agencias de inteligencia, una crisis en Israel no se asemeja a lo que sería una crisis en el Reino Unido o Estados Unidos. Esta crisis que comenzó a principios del 2023, fue una de las razones por las que Israel quedó vulnerable ante el ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre. Asimismo, uno de los principales componentes de la estrategia de supervivencia de Israel es no enfrascarse en guerras largas, debido a que demográfica, política, militar y económicamente no tienen los recursos para invertirlos en los esfuerzos bélicos.

La actual Guerra de Israel-Hamás arriesga demasiado a Israel en el ámbito comercial y económico. No obstante, el sistema político israelí parece que se ha paralizado ante el estado de guerra y la crisis que afronta en Tel Aviv, pero eso no significa que Netanyahu no se esté enfrentando una creciente oposición política, incluso al interior de sus instituciones de inteligencia y de seguridad. Por los últimos meses, pese a sus acciones, el primer ministro no ha enfrentado un grave reto a su poder o sus políticas desde que inició la guerra a finales de octubre. Esto pudiera indicar que Israel tendrá que llegar a un punto de quiebre para reaccionar y poder reconfigurar su política nacional actual. Sin embargo, existen demasiados elementos que se deben considerar si fuese a haber una crisis en Tel Aviv, con acciones por parte de sus adversarios para aprovechar la situación política en Israel.  

Netanyahu no es una figura aceptada en Israel y sus acciones, tanto políticas como militares, han llevado a un detrimento en la cohesión israelita, incluso en tiempos de guerra, algo peligroso para un Estado como el de Israel. Sin duda alguna, los daños políticos y militares que continuará ocasionando Netanyahu tendrán un gran impacto en las fuerzas armadas, las agencias de inteligencia y la sociedad civil israelita.

Desde su llegada al poder, Netanyahu no ha hecho más que empeorar la situación en cuanto al conflicto Israel-Palestina. Incluso ya es reconocido como una amenaza por miembros de las fuerzas armadas y los centros de inteligencia nacionales, algo que se pudo observar por el hecho de que la Mosad haya incentivado que se incrementarán las protestas en su contra y quienes desde octubre se han rehusado a actuar. Si seguimos los ciclos sistémicos israelitas, sus tácticas continuarán siendo implementadas, como lo han hecho a pesar de las tensiones interinstitucionales, de manera impositiva por lo menos hasta finales del 2024 o en 2025, un intervalo de unos meses en los cuales se podría esperar una crisis de mayor magnitud en Israel.

En una entrevista con Mauldin Economics (2024) George Friedman mencionó que debido a la vulnerabilidad que se demostró en la inteligencia de Israel y las dificultades que enfrenta, principalmente por la presión que ejerce sobre el país el estado de guerra, Israel tendrá que hacer ciertas concesiones. Estas concesiones no se darán por qué Israel quiera, sino porque serán una necesidad impuesta sobre el país. Con el tiempo, los elementos necesarios para generar un cambio en Tel Aviv se irán alineando, en Estados Unidos, por ejemplo, el senador demócrata, Chuck Schumer, señaló en marzo del 2024 que Israel debería tener elecciones, insinuando que de esta forma se podría expulsar a Netanyahu del poder (MSNBC, 2024). Aunado a las complicaciones diplomáticas, Israel también se enfrenta a severos retos militares y económicos.

Debido a la duración de la guerra en la Franja de Gaza y la inmensa movilización de reservistas para combatir en la franja, el sector laboral israelí perdió un gran número de trabajadores y empresarios (por lo menos de pequeñas y medianas empresas) y la economía se ha contraído casi un 20% por esta escasez de trabajadores y el costo financiero de la guerra (Katanich, 2024). Varios “[a]nalistas y oficiales del Ejército citados por los medios de comunicación israelíes también [… han afirmado] en repetidas ocasiones que las FDI sufren [de] escasez” según Ebrahim (2024).

En Estados Unidos, ninguno de los candidatos, Kamala Harris (demócrata) o Donald J. Trump (republicano), estarán dispuestos a aceptar los costos de que la guerra continúe y que los intereses nacionales sigan deteriorándose. De acuerdo con Khashan (2024b), por un lado, Harris buscará imponer más obligaciones democráticas y en materia de derechos humanos al gobierno israelí, mientras que Trump no se ha mostrado estar a favor de la solución de dos Estados y probablemente buscará soluciones rápidas, lo que no necesariamente ayudaría a Israel, ya que la viabilidad de sus soluciones podrían no dar resultados necesarios para resguardar la seguridad de Israel y recuperar su estabilidad política doméstica. (Cabe señalar, que de acuerdo con El Universal (2024) Allan Litchman, un historiador estadounidense que creó una tabla para pronosticar qué partido ganaría las elecciones y ha acertado correctamente en la mayoría de las elecciones, apunta a que Kamala Harris será la ganadora en las elecciones del 2024.)

Foto del Medio Oriente a 400 kilómetros de altura desde la Estación Espacial Internacional (Crédito: NASA vía Flickr)

El futuro de una región inestable

El Oriente Próximo está experimentando una serie de crisis que transformarán a la región y su status quo por completo en los próximos años. En el epicentro de este cambio se encuentra el conflicto Israel-Palestina. Friedman (2011/2012) escribe que desde la creación de Israel en 1948 el Oriente Próximo se ha encontrado en guerra y en gran parte por la existencia de Israel. Ahora, el cambio que podría producir un Estado palestino – y una nueva relación Israel-Palestina – podría abrir la puerta a una región con una dinámica profundamente diferente. Una guerra entre Hezbolá e Israel es inevitable debido al elemento político que está incentivando la escalada en las tensiones en la región.

Durante el transcurso de la Guerra Israel-Hamás, se solía pensar que la guerra adquiría un carácter regional por las acciones de Irán o de Hezbolá, pero esto resulta de una falta de comprensión de la política exterior iraní (Khashan, 2024a). En todo caso, la mayor amenaza de que la guerra adquiera un carácter regional vendrá de Tel Aviv, específicamente de su primer ministro rebelde. Como resultado, lo que se puede esperar es que una guerra con dos frentes rompa al Ejército israelí y forcé al sistema político nacional a entrar en una crisis. Posiblemente para finales del año en noviembre o diciembre.  

Netanyahu se convertirá en el principal objetivo de lo que podría ser una cruzada política en Israel y una diplomática desde Washington. El fin de su estancia en el poder significará un duro golpe al movimiento ultrasionista y podríamos ver el regreso de un Israel nuevamente moderado, aunque persistirán en cierta medida las políticas de la doctrina ultrasionista por unos 20 años, solo que con menor impacto.

Hezbolá difícilmente podrá iniciar la guerra en sus términos. Los golpes que sufrió por parte de Israel, tanto la explosión de aparatos electrónicos de comunicación como los bombardeos han debilitado a la organización y la confianza tanto al interior, como en su Estado patrocinador, Irán. Irán y Hezbolá han visto, en continuas ocasiones, varias fallas de inteligencia y de seguridad que aumentan la incertidumbre y la desconfianza en sus capacidades. No obstante, Hezbolá sigue siendo una fuerza paramilitar con un poder de fuego considerable. Si Netanyahu invade el sur del Líbano para dislocar a Hezbolá – o incluso intentar destruir a la organización (lo que sería imposible) – tendría que afrontar las consecuencias de ejercer demasiada presión sobre las fuerzas armadas israelíes y la relación bilateral con Washington.

Es probable que, de invadir y continuar debilitando a Hezbolá, con el tiempo la organización continúe en decadencia. Pero eso no significaría el fin de los conflictos en Oriente Próximo, simplemente se daría la transición a un panorama con nuevos desafíos geopolíticos en la región.

Cohen, A. (s.f.). The 1967 Six-Day War: New Israeli Perspective, 50 Years Later. Wilson Center – The Hamas-Israel War And Regional Security In MENA. https://www.wilsoncenter.org/publication/the-1967-six-day-war

Ebrahim, N. (2024, 25 septiembre). Hezbollah no es Hamas. ¿Puede Israel permitirse otra guerra total? CNN Español. https://cnnespanol.cnn.com/2024/09/25/israel-segunda-guerra-hezbollah-costos-trax/

El Universal. (2024, 24 septiembre). Allan Lichtman ve como ganadora a Kamala Harris en las elecciones presidenciales de EEUU 2024. El Universal. https://www.eluniversal.com/internacional/191586/allan-lichtman-ve-como-ganadora-a-kamala-harris-en-las-elecciones-presidenciales-de-eeuu-2024

Friedman, G. (2012). The next decade: Empire and Republic in a Changing World. Anchor. (Obra original publicada 2011)

Katanich, D. (2024, 20 febrero). La guerra entre Israel y Hamás pasa factura a la economía israelí. Euronews. https://es.euronews.com/business/2024/02/20/la-guerra-entre-israel-y-hamas-pasa-factura-a-la-economia-israeli

Khashan, H. (2024a, agosto 6). Understanding Iranian Foreign Policy. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/israel-and-hezbollah-escalation-clubgpf-podcast-bonus-with-hilal-khashan/

Khashan, H. (2024b, septiembre 19). The US Election and Its Impact on the Middle East. Geopolitical Futures. https://geopoliticalfutures.com/the-us-election-and-its-impact-on-the-middle-east/

Mauldin Economics. (2024, 13 febrero). Friedman on the “Two Chinas” and How Putin Saves Face[Vídeo]. YouTube. Recuperado 20 de septiembre de 2024, de https://www.youtube.com/watch?v=DLjY502lPtU

MSNBC. (2024, 15 marzo). Thomas Friedman: Why Netanyahu is making Israel radioactive [Vídeo]. YouTube. Recuperado 20 de septiembre de 2024, de https://www.youtube.com/watch?v=fJQYW5iKJFM

Sokol, S. (2024, 16 septiembre). Netanyahu said preparing to fire Defense Minister Gallant, replace him with Sa’ar. The Times of Israel. https://www.timesofisrael.com/netanyahu-said-preparing-to-fire-defense-minister-gallant-replace-him-with-saar/

 

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