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Miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel en la zona fronteriza entre Israel y el Líbano (Crédito: Fuerzas de Defensa de Israel)

Israel invade el sur de Líbano

El shock por venir

Israel ha invadido, de manera ‘limitada’, el sur de Líbano, pero sin importar la escala de la operación israelí, las repercusiones serán sistémicas.

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Por: Andrés Alejandro Araujo Bermúdez

Tabla de contenidos

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Ayer, 30 de septiembre, las fuerzas israelíes anunciaron una operación militar, que es parte de una serie de “incursiones terrestres limitadas, localizadas y selectivas” en el sur de Líbano (Federman et al., 2024). Marcando una nueva etapa en la crisis regional. Con esto, Israel ha abierto un nuevo frente en el norte contra Hezbolá (organización político-militar chiita libanesa proiraní) mientras continúan las operaciones militares en Gaza, aunque estas últimas hayan disminuido en intensidad.

La invasión se da tras meses de continuos intercambios y poco más de una semana después de una operación de la Mosad en la cual múltiples equipos electrónicos de comunicación explotaron, hiriendo y matando a varios miembros de Hezbolá en Líbano.  Aunque todavía no se han reportado enfrentamientos entre las fuerzas terrestres israelíes y de Hezbolá, si se han reportado bombardeos por parte de la artillería y la fuerza aérea israelíes. Sin embargo, eso podría cambiar si Israel continúa adentrándose a territorio libanes.  

Pese a lo que pudiera parecer una clara disparidad de poder militar a favor de Israel, cabe destacar que Hezbolá no enfrenta los mismos retos logísticos, políticos o financieros que Hamás. La organización político-militar chiita es mucho más sofisticada y está mejor armada que su contraparte palestina en la Franja de Gaza.

Cazas F-16 israelíes sobrevolando el norte de Israel (Crédito: Fuerzas de Defensa de Israel)

Inclusive se ha reportado que Hezbolá cuenta con misiles de crucero (algunos tierra-mar), cohetes con grandes cabezas explosivas y drones (Infobae, 2024). En todo caso, del arsenal de Hezbolá, dos armamentos resultan cruciales para el actual conflicto. El primero serían las flotas de drones, debido a que esta nueva tecnología aérea militar ha probado ser peligrosa para las fuerzas terrestres, en especial para los tanques, en otros conflictos armados, como la Guerra de Nagorno-Karabaj y la Guerra de Ucrania. En segundo lugar, los misiles de crucero de Hezbolá son de largo alcance, por lo que sí quisiera, la organización chiita podría bombardear más al sur de la zona fronteriza israelí. Aunado a ello, los misiles tierra-mar podrían contrarrestar las fuerzas navales israelíes, las cuales serán cruciales si Israel buscará incrementar el radio de operaciones.

En todo caso, el impresionante arsenal de Hezbolá junto con las presiones logísticas que enfrenta el Ejército israelí y las presiones económicas sobre Israel podrían evitar que Tel Aviv se comprometa con una operación de mayor calibre y alcance. Por ello, la operación podría estar reportándose, tanto por las autoridades estadounidenses como las israelíes como una operación ‘limitada’.

No obstante, las razones por las que Israel inició la guerra no fueron geoestratégicas o geopolíticas, sino políticas. En base a lo anteriormente señalado, también se deberá reconocer como es que la guerra podría resultar perjudicial para Israel, fuera a destruir Hezbolá o no (lo cual sería improbable).

Las razones de la invasión: mucha política, poca estrategia

Por un lado, el fracaso de seguridad de Israel del 7 de octubre significó un duro golpe a la psique israelí. La nación sufrió simultáneamente el mayor ataque y el fracaso de inteligencia desde la Guerra el de Yom Kippur de 1973. Debido a que el ataque tuvo éxito tanto por la crisis sociopolítica por la que pasaba el país, iniciada por el primer ministro Benjamín Netanyahu, como por las medidas de seguridad que se tomaron (como la reducción de fuerzas de seguridad fronteriza) el gobierno necesitaba responder de manera drástica. Necesitaba una respuesta que pudiera ayudar a recuperar la percepción política del gobierno. En esencia, una campaña de relaciones públicas destinada a salvar políticamente al gobierno.  

Por otra parte, el primer ministro Netanyahu necesitó iniciar una crisis que pudiera asegurar su estancia en el poder. Después de librar ligeramente un juicio de corrupción en su contra, Netanyahu buscó cualquier solución que pudiera ayudarlo a recabar el apoyo social y político para dejar atrás su problemático pasado.

Es así como la guerra en la Franja de Gaza (principalmente su escala) y el carácter de las operaciones militares fueron el resultado de decisiones políticas en Tel Aviv, en vez de decisiones realmente estratégicas. De igual manera, la guerra contra Hezbolá sería una guerra iniciada por razones políticas, debido a los retos militares, logísticos y económicos que experimenta Israel desde finales de octubre del 2023.  

El exsecretario de Estado, Michael R. Pompeo, y el embajador de EEUU en Israel, David Friedman, se unen con Benjamín Netanyahu en una llamada telefónica con el presidente Trump en Jerusalén en 2019 (Crédito: Departamento de Estado de Estados Unidos)

Algunos elementos que podrían apuntar a que las guerras se han desarrollado, como lo han hecho, por razones políticas sería el principal punto de fricción entre el ministro de Defensa israelí, el líder de la oposición israelí y un importante grupo de la cúpula militar y de inteligencia israelí con el primer ministro y sus aliados. Ese punto de fricción se centra en cómo lidiar con Hamás. Mientras el ministro de Defensa y otros en la política y seguridad israelí enfatizaban la necesidad de crear un grupo alternativo a Hamás o ayudar a una organización política a llenar el vacío de poder en la Franja de Gaza para evitar el resurgimiento de Hamás, el primer ministro israelí nunca permitió ningún esfuerzo para cumplir con dicho objetivo geopolítico-militar.

Esto apunta a que Netanyahu nunca tuvo la intención de realmente ganar la guerra, sino al contrario, buscaba alargarla lo más posible, procurando hacer todo lo posible por evitar el fin de una guerra. Aunque esto podría significar que Netanyahu se “diera un tiro en el pie” con estas decisiones políticas, el primer ministro israelí podría estar buscando otra solución al alargar la crisis.

El shock por venir en Israel

Normalmente las crisis que destruyen un paradigma generan profundos cambios sistémicos en una nación, que pueden afectar desde la identidad nacional hasta la economía y el sistema político nacional como tal. Este tipo de shocks, conmociones sociales o políticas no son lo mismo que la doctrina del shock o (del capitalismo desastroso), concepto creado por Naomi Klein (activista y escritora canadiense), la cual establece que un gobierno, un grupo en el poder o líder específico, aprovechan el caos de crisis nacionales, como guerras o desastres naturales para impulsar políticas impopulares, específicamente de tinte neoliberal. Esta doctrina tiene claros sesgos ideológicos y su enfoque es limitado. Sin embargo, el tipo de shock sistémico al que se hace referencia en este artículo, el cual genera cambios o transformaciones estructurales tiene una base esencialmente geopolítica.

Los contratos sociales de cada Estado, aunque en esencia son políticos, al final son el producto de un contexto geopolítico y desarrollo geohistórico, este segundo no necesita ser necesariamente largo en cuanto a la sociedad en un tiempo específico, pero la región que habitan y la historia del grupo social en cuestión si tienen un desarrollo geohistórico de larga duración.

Israel es un pueblo que pudo forjar un Estado tras siglos de persecución, incluso una nación israelí no existía sino hasta el siglo XIX, ya que fue producto de las corrientes de pensamiento respecto al nacionalismo europeo, centrado en el Estado-nación. Por ende, Israel tiene los mismos problemas que llegaron a tener los Estado-nación europeos, el impacto del romanticismo. El romanticismo creó un amor ‘tóxico’ por la nación al crear la necesidad de forjar una identidad con una justificación histórica y en el cual las diferencias son tan arraigadas que se puede generar un conflicto socializado, esto no implica que el nacionalismo no genere conflicto o que el conflicto sea innato del nacionalismo, pero romantizar una nación es peligroso porque crea sesgos.

Desde la fundación del Estado de Israel en 1948, los israelíes se enfrentaron a naciones más grandes y ganaron. Los árabes perdieron la gran mayoría de sus guerras convencionales contra Israel, a excepción de cuando las ganaban a conveniencia de Israel para asegurar la paz. Pero esta racha de victorias y las crisis en las que se han sumergido sus vecinos han creado una ilusión romantizada de la nación israelí, creando la ilusión de invencibilidad a toda costa. Por ende, los israelíes se han vuelto, en cierta medida, soberbios a base de victorias militares, por lo que se pudiera decir que son una nación inmadura y barbará*.



* Barbará en base a la definición de George Friedman sobre los tres estados de una civilización, las cuales son las siguientes: 1) barbarismo, la civilización impone sus ideales a la fuerza y es brutal contra sus adversarios e impositiva ante otras civilizaciones; 2) civilización, la mayor etapa de madurez de una civilización donde está dispuesta a reconocer que se equivoca y puede aprender de otros, aunque esto no implica que sea pacífica; 3) decadencia, la civilización pierde cualquier interés en continuar promoviendo o sosteniendo sus valores.


 

Es con esta guerra en Gaza, y muy seguramente se reforzará con la guerra en Líbano, que esta ilusión se romperá. Pese al poderío militar israelí, su sofisticación tecnológica y estabilidad política, la nación ha sido incapaz de asegurar la victoria en la guerra. Netanyahu pudo haber obtenido sus objetivos o podría creer que está ganando tiempo, pero esto será a costa de la población israelí y su identidad actual, la cual ayudó a su movimiento sociopolítico a llegar al poder.

Invadir Líbano resultará ser una empresa desastrosa para Israel. La creencia israelita de invencibilidad pudo haber sobrevivido a la Guerra Israel-Hamás, pero difícilmente sobrevivirá a una segunda Guerra Israel-Hezbolá, especialmente si esta se maneja en base a objetivos políticos y no a objetivos geopolítico-militares. Von Clausewitz advirtió que una guerra cuyas operaciones militares estén destinadas puramente a fines políticos, sin algún fin militar claro, tenderá a resultar en fracaso. Con esto en mente, el siguiente texto resulta crucial para comprender el posible impacto de la guerra en Israel:

“El general del Ejército prusiano, Karl von Clausewitz, entendió la guerra como los medios para cumplir con objetivos políticos. Esto no aplica en el Oriente Próximo. Las guerras a menudo llevan a reestructuraciones cognitivas que afectan la estructura y el sistema cultural de una sociedad, como sucedió con Turquía después de la Primera Guerra Mundial.” (Khashan, 2024)  

Miembro de las unidades de artillería de Hezbolá con la bandera de la organización durante un ejercicio de fuego (Crédito: Hezbolá)

Tentando la suerte

Actualmente Israel sigue su doctrina estratégica del siglo pasado, solo que ahora, en vez de aplicarla contra un Estado y su ejército convencional, lo está aplicando a un enemigo no estatal y a una sociedad. El problema con la continua aplicación de su doctrina es que no se pueden esperar los mismos resultados a largo plazo. La doctrina funcionó contra sus adversarios convencionales del siglo XX, pero fracasará a largo plazo con la sociedad palestina. El gobierno israelí está buscando debilitar lo suficiente a sus adversarios para que estos no puedan volver a atacarlos. Pero ha fracasado, en todo caso los ha fortalecido lo suficiente como para que sobrevivan y con el tiempo puedan recuperarse. El hecho de que Hamás haya podido sobrevivir y continuar luchando es indicativo de que la organización no quedará en el olvido o morirá lentamente con el tiempo. Hezbolá en Líbano no será diferente.  

Pero incluso, Israel necesita reconocer que el contexto geopolítico no es el mismo. Nos encontramos en un mundo que se encuentra en una etapa de transformación que, aunque parezca lento, el proceso producirá un nuevo panorama geopolítico. Derrotar a los Estados árabes en el siglo XX no implicaba el ascenso de mayores retos para Israel. No obstante, hoy en día hay nuevas potencias esperando tener la oportunidad de poder resurgir con fuerza. Turquía, por ejemplo, no tendrá a Rusia en el norte como una fuerza político-militar amenazante, el país difícilmente ganará la guerra en Ucrania y el gobierno ruso no podrá recuperarse de lo que apunta a ser unaderrota, incluso existen varios desenlaces geopolíticos internos que atentan contra la estabilidad y el actualestado geopolítico ruso. Con esto en mente, Irán no se encuentra en posición de arriesgar sus fuerzas militares en Oriente Próximo, tomará una generación para que la potencia regional recupere su estatus y fuerza, sin mencionar que enfrenta mayores retos al interior y en sus fronteras orientales.

Al debilitar a sus actuales oponentes, Israel solo está sentando las bases para un vacío de poder que podría ser aprovechado por otros. Enfrentar a estos oponentes será un reto en otro nivel para la pequeña nación. La mayor amenaza a Israel y su existencia, históricamente, ha sido ella misma y las respuestas que podría forzar de potencias más poderosas que sus vecinos.

Federman, J., Lee, M., & Sewell, A. (2024, 30 septiembre). Israel begins ground offensive against Hezbollah in southern Lebanon. Associated Press News. https://apnews.com/article/israel-lebanon-hezbollah-gaza-news-09-30-2024-83ea5f243688f309754ec74850de4238

Infobae. (2024, septiembre 24). El Ejército israelí reveló un arsenal de Hezbollah oculto en hogares libaneses: Misiles, cohetes y drones armados. Infobae. https://www.infobae.com/america/mundo/2024/09/24/el-ejercito-israeli-revelo-un-arsenal-de-hezbollah-oculto-en-hogares-libaneses-misiles-cohetes-y-drones-armados/

 

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