La asistencia del presidente Emmanuel Macron a la cumbre del BRICS, las pláticas sobre la integración de varios países, como Arabia Saudita, el nuevo banco de los BRICS, los planes de Brasil y Argentina en compartir una moneda común, una nueva moneda digital china y muchos otros acontecimientos han llevado a una enorme cantidad de especulaciones sobre la posibilidad de que el dólar esta por perder su supremacía monetaria frente a otras potencias regionales.
El presente artículo busca desmentir las especulaciones sobre una posible transformación del sistema financiero mundial, basándose en un análisis político y geopolítico junto con una explicación de cómo se podría dar un cambio en el ámbito financiero global.
Ya que para comprender como funciona el sistema financiero internacional es importante entender el mundo en el que se encuentra, el cual es fundamentalmente político. Tomando estos factores en cuenta, podremos realmente entender porque el dólar tiene la supremacía que tiene y por qué no perderá su posición frente al BRICS o China. Así mismo, también se tendrá una mejor idea de cómo es que podría llegar a perder su posición dominante y ser reemplazado a largo plazo.
El contexto global y los cambios en el orden mundial
Diversos especialistas y académicos de la política y economía internacionales tienden a poner demasiado énfasis en las capacidades industriales, productivas e, incluso a la retórica, de varios países. Observando muchos acontecimientos en el mundo desde una perspectiva algo, sino es que puramente, Marxista (o de sus variantes y sus diferentes teorías como la Teoría de la Dependencia). Peter J. Taylor y Colin Flint (2002), por ejemplo, en su libro ‘Geografía Política: Economía-Mundo, Estado-Nación y Localidad’ presentan un análisis de ciclos sobre el auge y la decadencia de las potencias, enfocado principalmente en el poder obtenido por la producción-material y el dominio de los centros financieros. El problema con estos análisis basados en los ciclos de Kondratieff y las interpretaciones que les dio Wallerstein y su grupo de investigación, recae en el hecho de que se pone demasiado atención en los procesos, específicamente los industriales y los productivos.
Adjudicar la victoria de Gran Bretaña frente a Francia puramente a su superior capacidad productiva industrial, es un error de análisis histórico y geopolítico. Londres no hubiera vencido a Francia de no haber sido por sus alianzas, el hecho de que Napoleón haya invadido Rusia no ayudo a la causa francesa. Es importante reconocer varios aspectos políticos, militares, económicos, diplomáticos y geopolíticos al estudiar el ascenso y las victorias de ciertas potencias.

Pintura de la Batalla de Waterloo por el artista William Sadler en 1815 (Fuente: Wikimedia Commons)
La única razón por la que Estados Unidos, que experimento un gran crecimiento con una economía productora-exportadora de grandes dimensiones a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, suplanto a la hegemonía británica, no fue puramente por sus capacidades productivas, sino que se debió a que institucional, política, económica, financiera y geopolíticamente los estadounidenses, que fue el único país en no sufrir ataques directos a gran escala, estaban mejor posicionados para lograr suplantar a los británicos. Sumado a lo anterior, Washington pudo asegurar una recuperación económica de la crisis de 1929 y se convirtió de una economía exportadora a uno importadora.
Norteamérica es la región más pacifica del mundo, ya que no ha visto una gran variedad de conflictos interestatales y Estados Unidos cuenta con buenas instituciones. A pesar de varios problemas de corrupción y, en cuanto a regulaciones, sigue siendo preferencial debido al contexto en el que se dan dichos fenómenos.
Actualmente ninguna potencia tiene la capacidad económica, demográfica, institucional o política para reemplazar a los Estados Unidos. Las únicas transiciones de poder se han dado por dos razones. El primer escenario involucra el enfrentamiento militar de las potencias en las cuales aquellas en ascenso son victoriosas, a esto se tendría que agregar el hecho de que ya no solo sería necesario salir victoriosos sino tampoco sufrir grandes daños económicos o demográficos que debiliten el poder militar y político de la potencia. Como escenario alternativo de transición, tenemos lo que sería un declive interno de una potencia, la cual implosiona por una crisis política y de seguridad interna.
El mundo presenció el primero con las guerras mundiales, en las cuales las potencias centrales y luego las del eje perdieron frente a los aliados. Tras la Segunda Guerra Mundial (SGM) solo Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) salieron de los embates armados con la capacidad de establecerse como potencias. Por otro lado, Alemania quedo dividida y ocupada, el Reino Unido quedo destruido y con una enorme deuda y Francia había sido invadida y ocupada. Las tres potencias perdieron la fuerza necesaria para mantener sus imperios a flote y las nuevas potencias sepultaron sus intentos de obtener una paridad militar y geopolítica con la crisis del Canal de Suez de 1956.
En cuanto al segundo escenario de transición alternativo, el mundo lo presenció con la disolución de la URSS tras su desastrosa guerra en Afganistán, constantes problemas sistemáticos políticos y económicos y una rivalidad interna entre sus dos élites, los tecnócratas, liderados por Gorbachov, y los fundamentalistas aferrados a sus credenciales de socialistas (Reuveny & Prakash, 1999; Taylor & Flint, 2002)hicieron que el país se colapsara y Estados Unidos no tuvo que vencer al Imperio Soviético en un enfrentamiento militar. El contraste en la respuesta de ambos países a guerras igual de desastrosas, la de Afganistán para la URSS y la de Vietnam para los Estados Unidos, es evidencia clara de la capacidad de resistir de Estados Unidos.
Ninguna nación en la historia ha podido suplantar a una potencia hegemónica solamente por cuestiones de producción de material y el siglo XXI no será la excepción. Es necesario comprender los contextos globales y los internos de cada país para entender mejor cuál será su papel en el sistema internacional, poder identificar mejor que países realmente serán rivales geopolíticos de la potencia establecida y cuales tendrán una mejor oportunidad de reemplazar el status quo tradicional al crear el suyo propio.

Reunión de los líderes de los BRICS durante la XI cumbre de la asociación en 2019 en Río de Janeiro, Brasil; de derecha a izquierda: presidente de China, Xi Jinping, presidente de Rusia, Vladimir Putin, ahora expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, primer ministro Narendra Modi, y presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa. (Fuente: Alan Santos de Palácio do Planalto)
La realidad de los BRICS
Examinando los países de los BRICS así como al mismo grupo y varios de los que buscan unirse al banco de la asociación internacional, podemos vislumbrar mejor su papel y potencial. Aunado a esto también se analizarán en menor forma a los demás temas presentados en un inicio.
Primero, es importante entender que el BRICS es una asociación cuyo principal objetivo es promover la inversión en dichos países, no funge como una institución estratégica o representa alguna alianza del mismo calibre que lo hace el G7 u organizaciones internacionales como la OTAN. Los países miembros tienen solo el objetivo común de promover la inversión extranjera directa en sus propios países, pero no comparten objetivos estratégicos a un nivel significativo. De hecho, sus miembros o son geopolíticamente rivales o sus objetivos simplemente no coinciden entre sí, en algunas ocasiones son divergentes. Es por eso por lo que el BRICS es una asociación global demasiado limitada en muchos sentidos.
Los objetivos geopolíticos de Rusia colindan con los de China y amenazan su estabilidad política interna. Así mismo, China ha probado no ser un aliado de Rusia al no votar a su favor en las Naciones Unidas, sea en el Consejo de Seguridad o la Asamblea General. Incluso Pekín ha estado arrebatando terreno a la influencia rusa en Asia Central, después de que las tensiones entre Moscú y el gobierno de Kazajistán aumentaran alarmantemente, el presidente Xi Jinping resaltó en un discurso que su nación está lista para ayudar al país centroasiático a reforzar su integridad territorial, un mensaje dirigido al Kremlin (Stratfor, 2022).
India y China tienen fuertes disputas territoriales y por influencia en el Sudeste Asiático. India forma parte del Quad, una asociación cuyo objetivo es cooperar en temas de inteligencia y seguridad, orientado a aumentar la coordinación entre Australia, India, Estados Unidos y Japón para contrarrestar a China. Sumado a esto, Pekín sostiene una relación estratégica política y militar con Pakistán, el archirrival y la mayor amenaza a la seguridad nacional de India.
Cada país del BRICS tiene demasiados problemas internos importantes y estructurales, sean de tinte político, financiero o geopolítico. Este análisis nos permitirá discernir mejor como es que por el momento ningún país podrá reemplazar al dólar, ni transformar el sistema financiero global. China y Rusia son países con sistemas políticos autoritarios, donde el gobierno puede negar o tomar represalias contra cualquier empresario o entidad privada debido a la postura que puedan tener, las represalias también son practicadas por occidente, pero a menor grado y en base a cuestiones jurídicas aceptadas. Institucionalmente, Estados Unidos y occidente en general, emite más confianza que cualquiera de los países del BRICS. Eso sin mencionar que Rusia se encuentra en una guerra en Ucrania que está desmantelando política, tecnológica, industrial, económica y militarmente al país, algo que seguramente llevará a la nación rusa a perder su estatus de potencia regional o incluso lo que resta de su imperio.
La grave dependencia de China de su crecimiento económico acelerado ha creado un arma de dos filos para la nación asiática. El principal mercado de las empresas chinas se encuentra en el exterior, internamente no cuenta con las instituciones o un mercado lo suficientemente seguro y estable como para materializar una economía fuerte. Su vulnerabilidad política, ocasionada por problemas económicos como el desacelere en el crecimiento, incertidumbre en el sector inmobiliario y una ruptura interna entre las élites (de Pekín y las de la costa), han llevado a que el país tome decisiones dudosas respecto a la respuesta al COVID-19 y su relación con Washington. En cambio, eso ha llevado a que diversas empresas empiecen a salirse o a diversificar sus cadenas de suministro y producción fuera del país para contar con mayor estabilidad y seguridad. Xi Jinping y sus aliados se enfrentan a una recesión que atenta contra el equilibrio político chino. Por otro lado, Brasil es un país que no se ha podido desarrollar de manera competitiva en diversos ámbitos, específicamente el industrial, el cual ha intentado impulsar con el sector automovilístico y militar, pero sin mucho éxito. La India, por otro lado, es un país inmensamente regionalizado, con un grave y latente problema de pobreza, su burocracia y regionalización no le permiten al país coordinarse efectivamente en cuestiones de desarrollo económico.
Brasil tampoco ha apoyado a Rusia en la ONU, ni se encuentra en una posición para respaldar a Moscú estratégicamente, todos los países del BRICS dependen económicamente de los mercados, la tecnología y el capital de los países del G7. La supremacía del dólar no se debe a una capacidad productiva ni a una población, sino a elementos institucionales, junto con algunos elementos económicos, como el hecho de que Estados Unidos es el principal mercado del mundo y la principal fuente de capital significativa del mundo. La Iniciativa de la Ruta de la Seda de China se ha enfrentado a diversos problemas de corrupción, deudas exageradas (que incluso en muchos casos no se han podido pagar o inclusive se estima que no se podrán llegar a pagar) y mala planeación estratégica, a tal grado que el gobierno chino ha tenido que replantear su iniciativa (Shelby Holliday, WSJ, 2022; George Downs, WSJ, 2022). Sin embargo, los problemas económicos y de deuda, de la cual múltiples empresas chinas dependen, ya se han creado y han empeorado con el tiempo.
Sudáfrica no se podría presentar como una potencia de alcance mundial, solamente podría ser considerada una potencia regional. Su economía carece de la infraestructura, energía y estabilidad junto con las instituciones para lograr realizar un brinco importante para rivalizar a cualquier nación del G7. Eso sin mencionar que el país se encuentra en una profunda crisis interna por severos dilemas en su sector energético (Sguazzin, 2023).
En cuestiones de índices de innovación, tecnología y comercio, los países del G7 están en los primeros lugares, por encima de los BRICS (OEC, 2023). La expansión del BRICS no ayudaría a nivelar la situación y crear una paridad importante. Especialmente si consideramos que entre los principales candidatos más virales es Argentina, un país con una hiperinflación y severos problemas económicos estructurales, la cantidad de personas que no pueden pagar por productos alimenticios y servicios básicos ha aumentado a 43% (The Economist, 2023).
Por el momento, no existe ninguna nación con la capacidad económica interna o política para rivalizar seriamente a los Estados Unidos y a su alianza, la cual incluso se está modificando para incluir a nuevas potencias, como Polonia. El BRICS es una asociación que carece de un carácter estratégico y no puede servir como contrapeso. Brasil y Argentina, a pesar de hablar sobre la creación de una moneda común, difícilmente podrían impulsar un proyecto de unificación monetaria o económica (más profunda que Mercosur) sea bilateral o regional en Sudamérica, su moneda también se limitaría a las transacciones bilaterales y no podría ser impulsada para crear un sistema monetario conjunto. Eso sin mencionar que los latentes problemas económicos del país argentino están empujando a la población más hacia la derecha en el espectro político, es muy probable que un candidato de derecha gane la presidencia, algo que podría crear una brecha entre Brasilia y Buenos Aires (The Economist, 2023).

Ilustración de Código Nexus – De izquierda a derecha: Príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán; el presidente de Egipto, Abdelfatah El-Sisi; y el presidente de Argentina, Alberto Fernández.
Por ahora, los países que han buscado integrarse al Nuevo Banco de Desarrollo del BRICSsolamente buscan financiamiento para sus proyectos de infraestructura. Incluso si buscarán crear lazos ‘estratégicos’, estos se verían limitados por muchas cuestiones internas. Arabia Saudita, por ejemplo, ha intentado modernizarse por más de una década, pero carece de la capacidad política, cultural, militar y económica para lograrlo, su entrada al Nuevo Banco de Desarrollo solo es una búsqueda de inversiones para respaldar sus proyectos destinados a diversificar y modernizar su economía, pero no podrá presentar una verdadera ficha estratégica para el BRICS (Khashan, 2023). Egipto también se encuentra en una situación precaria con una inflación alimentaria y una región inestable.
Esto no significa que todos los países del G7 se encuentran completamente por encima del BRICS, o por lo menos de algunos de sus miembros. En muchos sentidos, Francia y Alemania no cuentan con la capacidad para seguir fungiendo como potencias mundiales como en el siglo pasado. Incluso, los franceses han estado experimentando una decadencia en el escenario internacional poco menos marcada que la alemana. Actualmente está perdiendo terreno frente a Rusia en África, otra potencia en decadencia. Pero las potencias que realmente están en surgimiento no se caracterizan por ser fundamentalmente antiestadounidenses y está en sus intereses estratégicos, al menos por ahora, tener buenas relaciones con Washington.
¿Qué candidatos realmente podrían obtener la supremacía?
Claramente ningún país del BRICS o de los que buscan integrarse a la asociación presentan un reto verdadero a Estados Unidos, pero eso no significa que no existan candidatos a largo plazo que podrían mejorar sus posiciones en el tablero mundial. Claro, los países que realmente serían candidatos todavía necesitarían décadas, sino es que una generación entera(o más) para poder presentar una alternativa financiera y económica en lugar de Washington. La Unión Europea (Unión o UE) no es una opción debido a profundas diferencias y crisis internas que atentan contra la institución supranacional. Demográficamente, tampoco cuentan con una tasa de natalidad favorable y atractiva al igual que Estados Unidos. Institucionalmente y en temas referentes a la regulación, la Unión Europea si se presenta como un candidato viable, pero los elementos ya señalados de la misma limitan mucho a la Unión. Sumado a esto, como ya se había mencionado anteriormente, los países que no solo cuenten con las instituciones, los elementos económicos y que emitan confianza en el capital internacional, sino que también estén mejor posicionados geopolíticamente para volverse potencias considerables se podrán volver verdaderos candidatos.
En este sentido podemos identificar a tres principales candidatos, aunque con algunos elementos en su contra. Turquía, Japón y Polonia son las principales potencias en surgimiento militar y político. Polonia se está posicionando como la nación con el ejército más poderoso de Europa y es la más proactiva y asertiva en la crisis ucraniana. Turquía también se ha posicionado como una potencia militar significativa en el Mar Negro, el Oriente Próximo, el Cáucaso, Asia Central y el Norte de África, su papel es fundamental en la seguridad regional europea y en el Oriente Próximo. Japón, por otro lado, ha construido una red de tratados de seguridad y cooperación militar y tecnológica que están devolviéndole al país el protagonismo que experimento en Asia Pacífico en la década de 1980, solamente que ahora en el ámbito político-militar. Tokio también podría estar ante una gradual recuperación económica de sus décadas perdidas. Claro, las tres tienen obstáculos importantes que deben sobrellevar para realmente rivalizar la supremacía estadounidense a largo plazo. Japón necesita arreglar su situación demográfica (o por lo menos crear un panorama donde no este perjudicado por esta misma), Turquía y Polonia necesitan mejorar sus instituciones, robusteciendo sus autonomías e impulsando sus economías para fortalecerlas y así volverlas más avanzadas y complejas. No obstante,geopolíticamente son las potencias mejor posicionadas para volverse importantes actores globales, convirtiéndose simultáneamente en centros, no solo de poder político y militar,sino también financieros y económicos, aunque Japón técnicamente ya es un centro internacional financiero importante.
Sin embargo, es importante reconocer que solo porque existan candidatos geopolíticos para volverse potencias suprarregionales, esto no significa que cambiar el orden mundial a su favor será fácil y tendrán que esforzarse para salir de sus respectivas regiones. En el aspecto cultural, el país mejor posicionado es Japón, aunque no tiene la capacidad de asimilar migrantes como Estados Unidos.
Aunque, también existe otro país con el potencial cultural y político, al igual que el económico e institucional para rivalizar la supremacía del dólar estadounidense. Para ellotendríamos que voltear a Norteamérica, hacia México. El país norteamericano es el único en el mundo con el potencial demográfico, económico y político e incluso está posicionado en el mismo contexto geopolítico de Estados Unidos. Comprensiblemente, tomará todavía décadas para que el país norteamericano pueda aspirar a volverse una potencia mundial que pueda servir como contrapeso o alternativa a los Estados Unidos en el escenario económico y político internacional, incluso solo porque pueda, sería necesario analizar el contexto geopolítico de la época para entender cuáles serían sus objetivos, que no tendrían que ser necesariamente reemplazar a corto o mediano plazo a Washington como centro de poder.
Conclusión
Irónicamente, el artículo no abarcó temas financieros, pero es importante comprender que las finanzas están intrínsicamente interconectadas con la geopolítica y otras cuestiones,como las institucionales. La supremacía monetaria estadounidense, al final del día, se debe a sus instituciones, su sistema político, sus regulaciones y leyes al igual que su estatus en el tablero internacional de poder político y su contexto geopolítico. Tomará gran parte del siglo para que se pueda observar un verdadero retroceso en su poder frente a rivales capaces de competir seriamente con el actual gigante norteamericano.
Existen muchas amenazas o problemas, como un mal manejo de la economía estadounidense o el uso del dólar como un arma en las sanciones, que podrían incentivar a los países a buscar una alternativa (precisamente por eso vemos tanta iniciativa respecto alBRICS y su nuevo banco). Pero simplemente no existe una alternativa al dólar por el momento. La próxima recesión económica mundial tampoco se originará solamente en Estados Unidos, sino que será una que tendrá sus orígenes en China, Alemania y muchas otras naciones y regiones más, disminuyendo mucho la culpa que pueda adjudicársele solo a los estadounidenses.